18-Encuentro
Esta bien con el muchacho pero desaparecer a Seto Kaiba por tanto tiempo va a ser un problema. Ese hombre tiene influencias y posiblemente tanto sus hombres como las autoridades están viendo la manera de hallarlo y no falta mucho para que les llegue la data de que nosotros lo privamos de su libertad—dijo Ikabe a Hao mientras se tomaba un café.
¿Entonces lo liberamos?—preguntó el regordete.
No, antes de saber que secreto ocultan—contestó el jefe.
Si quiere yo…--trató de proponer el corpulento mano derecha mientras se sobaba las manos diciendo así que usaría los puños.
No, eso ya lo probamos y no sirvió. Esta vez seremos más sutiles—contestó su aniki.
¿No te alegras?—preguntó Ikabe al que le miraba con desconfianza. Los mieles estudiaban a los grises como un gato arrinconado a su amo que se acerca con una sonrisa.
¿Qué estás tramando?—preguntó el rubio.
Tú me lo pides y cuando te lo concedo te portas así. ¿Tendré que repensarlo?—preguntó el pelinegro y el otro no pudo objetar. Quería ver a Seto y asegurarse de que estaba bien atendido o ayudarle si era posible.
En la puerta le sacaron las esposas y Joey miró al aniki con un mohín antes de decirle-¿No tienes miedo que me escape?-
No te equivoques. Si sigues con vida es porque no tengo la certeza de que nos traiciones por ahora solo estas bajo sospecha. Además no creo que puedas escapar con tu amigo por dos cosas, uno estamos en un subsuelo y otra que te va a ser muy difícil llevártelo cargando—dijo Ikabe llenando de sospechas la ansiosa mente del melado.
¿A que te refieres con eso? ¿Qué le has hecho?—preguntó furioso Joseph mientras se le iba encima pero tanto Hao como otro tipo le impidieron llegar a su objetivo.
¿Yo? Nada. Si está así es consecuencia de meterse en asuntos ajenos—contestó el ojigris con media sonrisa.
Por alguna razón sentía una extraña vibra entre esos dos.
Después de que Joseph entrara a la habitación ambos hombres entraron a la de al lado. Lo que no sabía el melado era que el espejo que coronaba la pared a un lado de la cama de Seto no era sino un espejo de doble faz y que Ikabe y su mano derecha lo estaban viendo por él.
En seguida el pelinegro pidió a su ayudante—Tráeme algo de café—
Le pediré a Yogo…--dijo Hao e Ikabe le miró.
He dicho que me lo traigas tú…--dijo sin parsimonia su aniki y Hao entendió que por alguna razón estaba molesto y decidió ir sin rechistar por el café mientras su jefe se quedaba mirando a esos tipos sin que lo vieran.
Si, Ikabe se sentía molesto y ni él mismo conocía la razón.
Cuando Seto vio entrar a Joey en su habitación su ánimo no cambió en apariencia. Como siempre su imperturbable apariencia enmascaraba turbulentos pensamientos.
¡Así que estás vivo, perro!—fue su gentil saludo.
Si. ¿Cómo te sientes?—preguntó el melado.
Estaría mejor si estuviera tomando un café en Kaiba Corp—contestó el ojos azules mirándolo directamente.
Joey se sentía mal pues sabía que el otro le estaba diciendo que si él no se hubiera metido en ese lío ambos estarían sanos y salvos y lo comprendía.
Por suerte Mokuba está en el extranjero porque sino ya estaría desquiciado—dijo el castaño después de tomar aire.
Seto… me dijeron que algo andaba mal—fue la sutil frase que salió de los labios del melado.
¡Ah, eso!—dijo Kaiba estaba molesto por no poder ocultarlo.
¿Qué es exactamente lo que te está pasando?—preguntó Joey y en sus ojos se veía reflejada la genuina preocupación del que te quiere.