24-De todos los hombres
Mokuba se paró frente a la cama de hospital en que su hermano estaba. Su cara era de preocupación mientras veía al mayor teclear furiosamente en su laptop mientras los hombres de seguridad guardaban la entrada de su cuarto.
¿Hermano, estás seguro de esta decisión?—preguntó el pelinegro con mirada seria.
Seto levantó la vista de la pantalla para mirarlo directamente—¿Qué preguntas, Mokuba? Nunca he decidido algo sin estar seguro de que tomé la decisión correcta—le respondió.
Pero hermano, esta operación…--las dudas eran evidentes en la mente del menor de los Kaibas.
Tal vez hayan riesgos, Mokuba… ¿Pero acaso soy una persona que le tema a los riesgos?—preguntó el ojos azules.
¡Pero hermano! ¡Esto es diferente! Tu vida es lo más importante que…--decía el pelinegro cuando su hermano le interrumpió.
¡Ya es suficiente, Mokuba!—dijo Seto. Tenía esa mirada llena de determinación que el menor siempre admiraba.
Mientras caminaba saliendo de la clínica el pelinegro tenía una ominosa cara pues él conocía la verdadera razón de los esfuerzos de su hermano. No dudaba ni un momento que su nii-san estaba haciendo todo eso por Joseph Wheeler. Pero nada podía hacer si su hermano lo había decidido.
Estaba parado frente a la sala de operaciones con los nervios de punta, de pronto vio la camilla con su hermano pasar--¿Qué cara es esa Mouba? ¿Acaso no confías en mí?—preguntó el castaño.
Sabes bien que esto no tiene nada que ver con mi confianza para contigo, hermano. Seto esto es peligroso y los médicos te lo dijeron. Una operación así solo tiene el 5 por ciento de salir exitosa. Hermano, por favor revé tu decisión, piensa que…--el pelinegro se detuvo ante la dura mirada del mayor.
Creo que ya es hora de que me lleven adentro—dijo Seto Kaiba con tono molesto.
No se preocupe joven Mokuba, su hermano está en excelentes manos por lo que debe dejar de preocuparse—le dijo Roland con tono convencido.
Mokuba muy dentro suyo deseó tener tal confianza pero sentía un mal presentimiento. Hora y media más tarde ese presentimiento se hizo más fuerte cuando observó como enfermeras empezaban a salir y entrar con frenesí a la sala.
Roland para a esa mujer—dijo el pelinegro señalando a una de ellas.
Pero señor…--la voz del asistente personal de su hermano desfalleció con una mirada y de inmediato este le trajo a la mujer con cara de espanto.
¡Dígame que sucede con mi hermano!—ordenó sin más el menor.
¿Quién es usted?—preguntó ella—Debe saber…--intentó intimidarlo luego.
¡Respóndale de inmediato!—dijo Roland con mirada feroz y la mujer mirando el estado exaltado de ambos decidió responder con una evasiva.
El doctor debería informarles. Si quieren iré por…--dijo la enfermera.
Usted sabe muy bien como explicarnos el estado de mi hermano, en palabras sencillas. ¡Así que hágalo!—ordenó el de ojos severos.
Bueno… El señor Kaiba se halla en estado crítico—reveló la mujer para espanto del Kaiba y del asistente—Tuvo un infarto y nos fue muy difícil el resucitarle. Debido a ello el cerebro pudo haber recibido alguna especie de shock pues justo estaban operando en la zona de la médula y ahora no responde a los estímulos externos y su frecuencia cerebral es muy baja—indicó ella.
Mokuba sintió que el cielo se le caía encima y mientras Roland soltaba a la espantada mujer el joven empresario se apoyó en la pared. No podía ser. Su hermano estaba casi en estado vegetativo. De todos los hombres… Seto… de todos los lugares… su cerebro… la parte más excelsa de Seto. Era como si alguien le robase el corazón a su hermano. Aún recordaba sus palabras “El corazón puede transplantarse Mokuba, no es más que un motor útil, nada de lo que la gente piensa como el centro de su ser, pero el cerebro, es el único órgano que el humano no ha logrado transplantar con éxito, porque es la base de cada función y conocimiento en nuestra especie. Sin el cerebro solo somos una masa sin sentido, como los protozoarios”.
¿Por qué de todos los hombres Seto tenía que pasar por esto?