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MEMORIAS DE UN ASESINO por desire nemesis

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Notas del capitulo:

 

De pie ante el espléndido cerezo, Wilfred miraba hacia arriba, al follaje del hermoso árbol. Los rayos de sol se colaban entre los cálidos pétalos. Hacía tiempo que no veía un paisaje pacífico. Casi pensaba que todo el horror de la guerra era una pesadilla que había tenido la noche anterior. Pero no era una persona tan ingenua para caer en el encanto de un paisaje. 

28-Der Stolz (El orgullo)

 

De pie ante el espléndido cerezo, Wilfred miraba hacia arriba, al follaje del hermoso árbol. Los rayos de sol se colaban entre los cálidos pétalos. Hacía tiempo que no veía un paisaje pacífico. Casi pensaba que todo el horror de la guerra era una pesadilla que había tenido la noche anterior. Pero no era una persona tan ingenua para caer en el encanto de un paisaje. Sonrió de medio lado mientras se ponía un cigarrillo en sus labios y luego bajo sus ojos para encenderlo con los fósforos que había traído de la lejana Deutschland. Antes de que el cigarrillo fino y fuerte se encendiera totalmente una voz habló.

 

De verdad te ha gustado Fukushima. ¿No es cierto?—preguntó el ojos grises tras suyo.

 

No es un mal lugar para pasar el rato—dijo el ojos mieles restando importancia al lugar. Decidió preguntar algo que le intrigaba—La casa parece vacía. ¿Dónde están todos?—

 

Mi hermano y mis padres han ido a reunirse con la prometida de Seto y sus padres—contestó Ikabe.

 

Ya veo—exclamó el rubio mientras seguía caminando con las manos en los bolsillos mientras disfrutaba su cigarrillo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaba volviendo a la casa después de reportarse en la embajada, el alto mando le había enviado órdenes codificadas. En su tiempo en Japón estaba enseñando a los japoneses algunos trucos del espionaje moderno que él tan bien conocía y no por ser un espía pues de enviar uno hubiera alertado a los espías europeos de sus intenciones.

 

Mientras estuviera en ese país funcionaría como un delegado de defensa en ese país que estaba disfrutando de un merecido descanso a ojos extranjeros que se morían por echarle mano a un alemán bien informado de lo que sucedía en la embajada pero que sin embargo no vivía en ella.

 

Willfred servía de sebo mientras la inteligencia japonesa se alimentaba de la experiencia de controlar a dichos espías a distancia para observar en el campo como se desenvolvían. Mientras pensaba en sus vicisitudes caminaba por el sendero frontal de la mansión típica y de pronto se dio cuenta de un extraño sonido que de repente se repetía.

 

Llevado por su curiosidad el ojos mieles se dirigió al lugar detrás de la casa, rodeándola, del que provenía dicho ruido para encontrarse de pronto a los dos hermanos peleando con esas ligeras espadas del país.

 

Con el cigarrillo, que había prendido al bajar del auto, aún encendido, Shmidt se sentó en el piso de la veranda a disfrutar del particular espectáculo. Sin duda Ikabe ganaría debido a su experiencia superior, pero pasados unos minutos se encontró a si mismo luchando internamente para que el joven de ojos azulados se hiciera con la victoria. Podía ver en esos ojos cierta garra que su hermano mayor al parecer no poseía. El rubio solo podía ver técnica en ese cuerpo experimentado mientras que en el del más joven veía una energía arrolladora. Tal vez perdiera, pero era seguro que aunque fuera un entrenamiento, Seto lo estaba dando todo de si para ganar. Su frustración y furia eran evidentes y tal vez la razón por la que no ganaría, se dijo el alemán mientras veía el fin previsto del encuentro.

 

Mientras los participantes se aproximaban el rubio se levantó.

 

¿Has visto eso, Shmidt san?—preguntó el de ojos grisáceos.

 

Ha sido un combate excelente. Mis felicitaciones a ambos—dijo el diplomático alemán.

 

Tras el mayor llegó cerca de él el menor con cara de frustración y encono y siguió de largo con la misma cara y con decisión.

 

¡Seto…!—trató de llamarle la atención  su hermano mayor pero con un gesto de melado se detuvo.

 

Willfred bajó su mano y le dijo—No hay necesidad de molestarle más. Tu hermano es muy orgulloso y perder ante un intruso debe ser algo duro para él—sonriente miró la espalda del joven que ya se había introducido por la puerta y del que se veía la silueta a través del quicio.

 

Sin duda comprendes bien a mi hermano pese a que llevas poco tiempo aquí, Willfred san—contestó Ikabe con sus labios a milímetros de la oreja de Shmidt. Los ojos ambarinos se volvieron hacia los grises y por un momento intercambiaron cierta mirada.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Casi un mes

nadie me mate

que tengo mucho por escribir

jeje

perdon

pero la vida es dura con los adultos

un beso grande a todos los que perseveran con la lectura

Ahsayuni y Fleir

gracias por su apoyo

besos


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