Estaba ante una tumba. Parado allí mientras el viento arrastraba pétalos rosados a su alrededor. Se arrodilló con una pierna y colocó una llave de bronce envuelta en ese lugar para después taparlo con tierra. Se levantó y sintió la muda presencia un poco al lado un poco atrás.
Cuando todo esto termine volveré por ella—le dijo y se volteó. No podía ver de quien se trataba pues miró directamente detrás mientras la otra persona estaba a su lado y un poco delante, sintió como su brazo se estiraba para tocar el hombro de aquel que usaba un uniforme azul—Si no puedo volver por alguna razón dispón de ella—añadió con esa voz madura y serena.
Entonces despertó y vio como un compañero lo miraba y sonreía y al erguirse comprendió que se había dormido mientras el profesor daba la cátedra. Se despejó en un periquete pero para cuando empezó a tomar apuntes el profesor se despidió.
Todos lo miraban con sonrisas. Era la burla del salón. Salió cabizbajo y furioso consigo mismo. De pronto una mano lo haló y se volvió furioso para recibir un--¿Qué pasa perro? ¿No duermes suficiente en tu cucha que vienes a dormir a la clase?—preguntó un siempre insolente Seto Kaiba.
¡Déjame en paz gato! Yo no tengo nada contigo—dijo el rubio intentando zafarse.
Pero yo tengo algo que hablar contigo—le contestó el molesto Seto y lo haló sin consideraciones.
En los baños lo entró y tras él lo hizo mientras el rubio lo miraba rebeldemente--¿Qué te has creído?—
No creí que de pronto te importaran tan poco las clases para quedarte dormido en medio de ellas—le dijo el castaño.
He tenido mucho trabajo y además…--trató de explicar pero no quería hablar de esas extrañas alucinaciones y sueños que lo hacían dormir mal.
¿Además…?—preguntó el ojos azules con los brazos cruzados.
Si es todo lo que querías discutir…--dijo el melado pasando enfadado a su lado pero una mano lo detuvo y desde atrás lo retuvo.
En realidad iba a pasarte mis notas pero…--le contestó el otro un momento antes de obligarlo a voltear y besas sus labios.
Joseph después de un momento le correspondió como siempre. En realidad ya había aceptado hace tiempo lo mucho que le gustaba Kaiba. Se habían hecho amantes poco después de terminar con los duelos de las sombras y para su sorpresa habían elegido el mismo curso en la universidad. Como siempre el CEO era directo y lo acercaba para que le entregara sus labios y hasta su cuerpo. Tiempo atrás se dio cuenta de que desde antes se habían sentido atraídos. Incluso cuando lo llamaba perro.
Un dia le dijo—Siempre te focalizaste en eso. ¿Acaso nunca te preguntaste porque yo me autonombraba tu amo? No humano ni amo sino TU amo. Creo que eso era bastante directo, idiota—
Los brazos de Seto en su cintura y como lo presionaba para que sus cuerpos estuvieran pegados dejaba poco espacio al raciocinio. La verdad ni él entendía porque le gustaba tanto ese egocéntrico hijo de su madre pero cuando lo besaba solía perder la cordura y la vergüenza y aun en ese baño público se entregaba a sus besos sin demora.
Trató de resistirse un poco y mencionó lo que siempre ambos tenían en cuenta--¡Aquí no!—
Entonces vayamos al hotel ahora—contestó el otro en su oído haciéndolo estremecer.
El hotel de amor era uno cercano a la universidad al que casi siempre iban y que era discreto porque el empresario dejaba generosas propinas. Nunca habían ido a la mansión Kaiba porque después de todo lo que tenían no era nada serio. Si bien en esos dos años habían tenido sexo era una relación corporal y no romántica. Al menos esa era la forma en que Joey intentaba pensarlo porque creía que era como Kaiba la veía.
Frecuentemente el CEO viajaba por trabajo y se ausentaba de la universidad como hacía una semana que venía no asistiendo pero enviaba a un empleado a grabar los cursos para no perderse nada aunque el sabía de antemano de todo decía que esos estúpidos agregaban detalles insulsos no más para creerse muy fuertes a la hora del examen.
La posición preferida del castaño era con Joey boca abajo y la preferida de Joey venía a la mitad cuando volteaba y sus labios se unían. De tanto en tanto el ojos azules exclamaba cuanto le gustaba su olor. Era algo que tenía que el rubio no entendía muy bien pero no dejaba de decirlo durante el acto.
Esa vez por un momento mientras lo hacían el rubio cerró los ojos y a su mente vino la imagen de un cuello de costado y su mano en la nuca, pero supo en ese momento que ese cuello no era el de Kaiba y esa mano no era la suya. Se sentía como siempre sumergido en el deseo y quizás eso lo salvo de darse perfecta cuenta de lo que acudía a su mente hasta que el acto estuvo concluido.
Kaiba como siempre fue a ducharse. Debería tener reuniones y cosas como esa. Mientras se vestía cierto estremecimiento de pánico se esparció en él. ¿Por qué en un momento todo aquello que pasó por su mente se le hizo tan real? Eran imágenes de sexo, lo sabía. Pudo sentirlo. Era como recordar una vez anterior pero el cabello que vio y la habitación en que estaba era muy distinta a las que había visto.
Kaiba había sido su primer amante varón. Él se había sentido algo asustado de tener sexo con él pero el otro siempre había parecido relajado al respecto. De seguro tenía experiencia con otros aunque nunca había hablado de ello. De hecho hablaban poco.
Era por eso que esas vívidas imágenes se le antojaron más inquietantes. Por eso y porque pudo sentir como se sentía ese otro yo durante el sexo. Era algo mucho más profundo. Como si estuviera tratando de imprimirse algo de lo que nunca más disfrutaría. Porque era como una despedida.