30-Inexplicable
Inexplicablemente ahora su hermano y Shmidt san se estaban llevando bien desde el día que se quedaran solos, cosa que avivaba un poco la curiosidad de Ikabe.
¿Que pasa entre tu y mi hermano?—preguntó el pelinegro una vez estuvieron solos en la habitación de Shmidt mientras arreglaba algunas de sus cosas en la maleta. Por alguna razón no había desempacado y solo sacaba de esta lo que quería usar. Ikabe sabía muy bien que era por hábitos de su trabajo.
¿A qué te refieres?—preguntó el melado mientras doblaba prolijamente una camisa que le habían traído doblada de forma tradicional y que él había doblado más chica para que cupiera en su lugar.
¡No te hagas el tonto! Sabes muy bien a lo que me refiero. Falto un día de casa y tú y mi hermano se vuelven buenos amigos—dijo el mayor.
No sé de qué hablas. Tu hermano solo es un chico e intento llevarme bien para pasarla lo mejor posible—contesto el rubio antes de que el otro tirara de la manga de su chaqueta y obligarlo a voltear de golpe…--¿Qué rayos es lo que te pa…?—preguntó pero fue cortado por los labios del otro contra los suyos en un beso demandante y casi cruel.
Cuando separó sus labios del ojos mieles, el ojos grises solo dijo—No me hagas ponerme celoso de mi hermanito. ¿Si?—
Luego otro beso con descaro y pasión mientras las manos presionaban la espalda para que sus cuerpos se juntaran. Las manos de Wilfred primero quedaron aprisionadas entre ambos pero después de un momento decidió que tomaría esa oportunidad de distenderse y con su lengua exploró la boca del otro mientras ellas tejían su destino hacia los hombros del otro para después abrazar su cuello.
Despacio su cuerpo fue sentado en el futon, mientras el otro se recostaba encima suyo, una mano del pelinegro se coló bajo el pantalón por detrás y antes de que lo pudiera preveer un dedo se coló en su hendidura, lentamente se deslizó, como una serpiente buscando su presa, que resultaba estar escondido en un hoyo, exploró rápidamente el lugar y pronto una compañera se le unió mientras el cuerpo del ojos mieles se retorcía reaccionando a su toque. Las piernas de Shmidt se enredaron en las caderas de Kaiba sin pensarlo dos veces, una de sus manos hundió sus dedos en los cabellos de su nuca. Su boca absorbió la del otro mientras sus lenguas se mezclaban en un abrazo húmedo y sexy.
Otro dedo se unió a los dos primeros hasta que el rubio empezó a decir—Es suficiente, te quiero dentro—
¿Ah si?—preguntó el pelinegro.
Seto estaba intentando pensar en algo bueno que decir cuando tocara a la puerta. En realidad deseaba saber de que discutían esos dos en el dormitorio del huésped sin ser demasiado obvio. Debía de ser algo top secret del gobierno y él deseaba saberlo pero… Pero… no se le ocurría algo suficientemente bueno. Y entonces los escuchó.
¿Esa era la voz de su hermano?
Los pantalones de Wilfred fueron arrastrados por la mano del ojos grises, sus caderas fueron alzadas desde abajo y su miembro quedó ampliamente expuesto a los ojos japoneses que lo miraron golosos con una sonrisa cínica que los acompañaba, luego los labios se acercaron lo suficiente al falo erguido y sin esperar una lengua altanera lamió la punta. Una corriente eléctrica recorrió el cuerpo del rubio que yacía boca arriba y que se agarró fuertemente del futon bajo él mientras la sonrisa torcida del otro se hacía más ancha.
Adoro cuando te ves así de débil—dijo el ojos grises antes de pasar su brazo entre el futon y la espalda del alemán mientras estaba arrodillado entre las piernas extendidas y alzadas con su otro brazo que había abandonado la dulce entrada—Vamos a hacer esto más ardiente. ¿Qué le parece, Shmidt san?—preguntó con su cara justo frente a la del otro antes de empujar con sus brazos el cuerpo de tal manera que ambos rodaron y sus posiciones quedaron invertidas, quedando ambos en posición misionera.
Las cosas que dentro decía su hermano, detonaron la imaginación de Seto que llevado por la curiosidad abrió la puerta en ese momento.