39- Anuncio
Seto—dijo la voz a su lado y el ojos mieles se volvió hacia atrás pues allí miraba Ikabe para ver a la figura ahí parada en las escaleras. Su garganta se cerró de inmediato, sintió algo raro en su pecho mientras miraba los ojos que le miraban directo. La culpa nunca había hecho que desviara la vista pero esta vez lo hizo--¿Qué haces aquí?—
Yo… vine a verte hermano, me dijeron que estabas aquí, he venido a anunciarte que mañana temprano tienes que estar en casa—contestó el ojinegroazulado.
¿Por?—preguntó algo preocupado el mayor mientras el Sturmbannführer miraba hacia un lado fingiendo no prestar atención.
Mañana será la boda—anunció el muchacho.
¿Qué boda?—preguntó sorprendido Ikabe.
La mía, por supuesto—contestó tajante Seto y eso conmovió al rubio que levantó su vista hacia él, sorprendido—Me han dado órdenes de irme mañana a embarcar y nuestros padres han dispuesto que la boda sea temprano antes de que me vaya—
¿Mañana? ¿Tan pronto?—preguntó el oficial sorprendido y algo nervioso, él y Wilfred sabían que su deseo era evitarlo a toda costa y viendo el momento tan próximo recibió un terrible shock.
Por su parte el alemán sufría algo parecido al enterarse de ambas cosas a la vez y más en la presente situación.
Ya que lo he logrado, me retiro, que tengan buena noche—dijo el joven en un lenguaje tan formal que era una especie de cachetada a ambos pero más a Wilfred que era el único que sabía lo que pasaba por su mente.
No podía irse de la fiesta y ciertamente no podía decirle a Ikabe que tenía algo urgente de lo cual hablar con su hermano, estaba atrapado en ese lugar y solo se quedó clavado en el sitio viéndolo partir con ansias de alcanzarlo, agarrarle y explicarle. Su mano se cerró en un puño antes de que pudiera estirarla para llamarlo, conteniéndose así.
¿Vamos Schmidt san?—preguntó la voz a su lado y el otro solo asintió en silencio para seguirle de nuevo a la fiesta.
Eran pasadas las 3 cuando la fiesta concluyó, hubiera sido lo más lógico que ambos se quedaran a pasar la noche en la embajada debido a eso, pero debido a la boda Ikabe insistió en regresar y Wilfred dijo que no podría estar tranquilo dejándolo ir solo a altas horas de la noche y que se sentiría responsable si algo le pasara.
Era solo una excusa. De ningún modo se mantendría alejado de aquella casa. Tenía cosas que decir a alguien que de seguro estaba ahí.
Al entrar pudieron ver a algunos sirvientes que acomodaban cosas, preparándose para la ceremonia venidera. Ikabe no sugirió nada pues con toda esa actividad y lo que esperaba mañana era mejor descansar a solas. Ambos se despidieron en el pasillo frente a la recámara para el invitado. Wilfred fingió entrar a dormir pero minutos después salió del lugar dirigiéndose a las dependencias familiares con un aire suberpticio.