46-FIN DE LAS NEGOCIACIONES
Creo que la conversación se ha acabado, Kaiba—dijo Ikabe levantándose de su asiento mientras el melado aun les miraba.
¿Qué es esto? ¿Tiene miedo de perder a su delicado asistente?—preguntó el ojos azules con fiereza.
Yo no tengo miedo Kaiba, es simplemente que no me interesa—dijo el otro alejándose de la mesa.
De pronto una mano de Seto se posó en el brazo del otro—No hemos terminado—exclamó con el ceño fruncido.
Por supuesto que sí—contestó el pelinegro sacándose su mano de encima, decidido a cruzar la puerta antes de perder los estribos y entonces sintió la mano del melado sobre su brazo, esta vez--¿Qué te sucede a…--la pregunta quedó inconclusa cuando enfocó los ojos de miel.
Algo tenía alerta esa mirada, despacio el rubio les hizo el signo de silencio. De pronto se sintieron disparos.
El castaño dijo—Pero que diablos…--y pretendió salir de ese lugar a saber que sucedía, sin dudas sus hombres estaban haciéndose cargo de la protección del lugar. Para su sorpresa Wheeler lo tomó ahora a él por el brazo y lo lanzó con fuerza hacia el lado del que provenía. Pudieron oir pasos que se detuvieron pronto ante la puerta, era una persona al parecer. Joseph se quedó quieto, también a un lado del lugar y de pronto la puerta estalló en pedazos bajo el fuego de una ráfaga de algún arma, luego alguien la pateó y desmoronándose le dejo pasar. Un hombre fuerte y mal encarado entró al lugar pero antes de que pudiera hacer algo Joey le pateó las piernas, haciendo que cayera, rápido como una gacela se le acercó y con una mano golpeó su nuca, para el siguiente momento la cabeza del hombre tocó el suelo, inconsciente.
Joseph que no estaba armado debido a que estaban en las instalaciones de Kaiba Corp agarró el arma que el hombre tenía en las manos y una pistola que tenía al cinto. La verificó ladeándola como lo haría un experto y esa vista causó otra vez la misma impresión al de ojos azules. Era como ver a otra persona con la cara de Joey.
Salió primero del lugar y caminó con confianza, de pronto alguien le apuntó a la cabeza cuando cruzaba otro pasillo, Joseph dejó caer su arma y levantó las manos y después en un rápido movimiento se salió de la mira del otro y le asestó un golpe en la boca del estómago que lo hizo doblarse, cuando su cabeza bajó lo golpeó con la rodilla en la barbilla y luego forzó el brazo armado hasta que este hizo “crack”.
Otro hombre apareció en la esquina y pretendió matarlo pero con un rápido movimiento se puso de espaldas a él con el tipo que recién había vencido a sus espaldas por lo que los disparos le dieron al otro y cuando la ráfaga acabó se medio volteó desde el suelo, donde estaba agachado y de perfil le disparó un limpio tiro en medio de los ojos.
Otro apareció pero lo que hizo esta vez fue cargar por delante con el cuerpo ahora muerto de uno de los asesinos y chocar contra el otro a toda carrera usando el cuerpo como ariete, ambos cayeron sobre el otro y antes de que este se repusiera de la sorpresa el cañon del arma del ojos mieles estaba sobre su frente.
Dime quien fue—ordenó con singular acento el rubio.
No te diré nada, maldito gaishin—dijo el tipo.
Bien—solo contestó Wheeler antes de meterle una bala en el cerebro sin expresión para luego observar a los dos tras suyo.
¡Ahora vámonos!—le gritó Ikabe caminando y pasando por su lado. Joseph se levantó pero se quedó mirando ciertos ojos azules--¿Qué haces? ¡Te dije que nos vamos!—
¿Qué pasa con él?—preguntó el melado.
¿Con él? No me importa lo que le pase. Él se lo buscó por andar de idiota. En cuanto a ti, te he dicho que nos vamos. No me hagas enojar porque entonces tu castigo será terrible—Ikabe normalmente era un hombre que no perdía los estribos y menos en tales situaciones pero últimamente cuando veía el interés de Joseph en ese tipo y después de lo que discutieran momentos antes en el edificio, su paciencia estaba por los suelos y de muy mal humor su entendimiento--¿Entendiste maldito…--no pudo acabar la frase porque el otro lo empujó contra la pared con singular fuerza, y porque el cañón del arma de Wheeler estaba metido en su boca mientras una mirada airada se veía en él.