22-Ganas.
El rubio miró a Kaiba—No tengo porque decirte nada de ella. Está con su novio—añadió recordando la mentira que dijera antes.
Seto dijo--¡Eso no me importa! ¡Tengo que hablar con ella! Es importante—
Pues tendrá que esperar—dijo el frustrado Wheeler.
¿Acaso no sabes donde está?—preguntó el castaño.
¡No, no lo sé!—dijo Joey—Y tampoco entiendo el motivo de tanta desesperación por tu parte—
Eso no es de tu incumbencia—dijo Seto.
Si no me necesitas no sé entonces para que acudes a mí—dijo Joseph algo enojado.
La única razón de que esté aquí es tu hermana—dijo el ojos azules con desprecio.
El melado se regodeó con su secreto. Si supiera que era por él mismo que estaba clamando… reía mentalmente cuando el castaño prosiguió.
Ella es la única razón de que me contacte con un cobarde como tú—
La sonrisa fue remplazada por cólera--¿Cómo mierda me llamaste?—preguntó enojado el ojos mieles.
El desprecio frío en la mirada del empresario era evidente--¿Cómo podría llamar a alguien que se escuda en su hermana menor para hacer investigaciones peligrosas?—casi escupió el castaño.
Joseph no podía discutirle sin quedar descubierto.
¡Tal vez deba llamarla ahora de nuevo, en vista de que no pretendes ayudarme!—dijo el empresario.
Le tomó un momento a Joseph darse cuenta de que si Kaiba terminaba de discar el único teléfono que sonaría sería el suyo y con ello lograría que el otro se hiciera.
¡No, no!—dijo y todo sonrisas se acercó al otro tapando su celular para que no accionara el botón de llamar después de buscar el contacto--¡Eso no es necesario! Ella no contestará de todas formas. Me dijo que lo apagaría para evitar a Pegasus—
Conque entonces ustedes si hablaron—dijo el millonario.
¡Yo nunca dije que no lo hiciéramos!—se defendió Joey echándose un poco para atrás. ¿Qué debía hacer?
¡Por lo tanto si sabes donde está!—dedujo el otro.
¡No, no lo sé! Ella me llamó. Dijo que se contactaría conmigo cuando se sintiera más segura. Como te dije está con su novio y él la protegerá ahora—dijo Joey tratando de lastimar al otro. Para su suerte observó disgusto en el otro pero también eso reavivó cierto resquemor. Aunque pareciera disparatado sentía algo de envidia o celos de sí mismo. Porque sabía que el otro no se sentiría igual si supiera que él era la otra persona—Haré esto solo para que te quedes feliz y no me sigas persiguiendo. La próxima vez que hable con ella la convenceré de hablar contigo. Es todo lo que obtendrás de mí—dijo firme el melado y Seto se lo pensó un segundo, luego volteó y agarró el picaporte de la puerta--¿Te vas sin contestarme?—preguntó algo cabreado el otro.
No veo la necesidad de dirigirte la palabra más de lo necesario, perro—dijo con evidente desprecio el millonario—Veremos si una persona como tú puede cumplir su palabra. Aunque creo que eso sería muy sorprendente—
Tres horas más tarde el rubio salía de su trabajo. Estaba desanimado. Las palabras del otro habían calado hondo en su ánimo. No sabía que desde cierto auto negro un par de ojos azules y otros café le vigilaban.
¿Cree que esto sea necesario, Kaiba sama?—preguntó el chofer.
No se puede confiar en ese bastardo. Cuando menos se lo espera uno desaparece. Sé que me mintió y que sabe donde esta ella. Tarde o temprano se contactarán pero algo me dice que hoy mismo puede ser el día debido a lo que hablamos y si ella aparece quiera estar ahí. Ese idiota me llevará con Serenity y entonces ella y yo hablaremos largo y tendido—dijo el millonario.
¿No sería mejor dejarlo en manos de una agencia o de uno de sus empleados?—preguntó el hombre.
Mañana. Tú limítate a hacer tu trabajo y síguelo—dijo el empresario.
Joey llegó a casa y se dio un baño pero al salir y mirarse en el espejo descubrió que sus pensamientos se saltaban hacia otra cara y otro cuerpo. Ya no podía negarlo. ¿Cierto? El castaño se le había metido bajo la piel y ahora tenía unas terribles ganas de ser follado. Si, él. ¡Que bajo había caído! Pensó. Miró la cama por un segundo pero se dijo que ya no sería suficiente con consolarse a sí mismo. Tomó una difícil decisión, se vistió y salió de su apartamento.
Mientras desde el auto dos pares de ojos lo seguían con la mirada.
Estoy seguro que irá con ella—dijo con una sonrisa de satisfacción el millonario mientras el auto seguía al joven.