33-Vete con ella.
De…--las palabras querían salir pero la lengua de Kaiba dentro de su boca lo impedían. Una mano en su cadera se deslizaba lujuriosamente haciendo que un espasmo lo recorriera. Trincó sus dientes para no gemir aunque sabía que estaba siendo forzado no podía no sentir placer con el toque de él. Aunque sus estocadas eran violentas Joseph estaba a punto de perder la compostura. Quería detenerlo y quería no hacerlo. Cada impulso lo guiaba hacia arriba mientras su espalda se deslizaba por el suelo. Sabía que estaba en un sitio público pero nada lograba cambiar su deseo de estar con el hombre que amaba.
Podía sentir la rabia latiendo en el cuerpo del otro y en su toque brusco. Pero también podía sentir muy bien su deseo. Esos ojos azules lo miraban con tantas cosas mezcladas pero siempre intensamente. Los labios posesivos, las manos agarrotadas y ese furor siempre tan intenso como el intempestivo mar. Sus ojos estaban anegados pero sabía que era inútil pedir piedad a aquel. Se sentía herido y humillado. Su ego estaba furioso y su cuerpo exteriorizaba su ira de esa forma.
De pronto sintió como el peso del otro desaparecía y el cuerpo que tenía frente a él se alejaba. Involuntariamente estiró sus manos hacia el que se alejaba con una mirada de sorpresa en el rostro.
¡Maldito!—oyó que una voz decía mientras el castaño era halado y al mirar hacia la persona que ahora aparecía a un lado de este pues lo había soltado. Nobushiro estaba ahí, parecía furioso. De inmediato Joey recogió su pantalón hasta la entrepierna mientras sus manos temblaban por haber sido hallado en semejante situación por un amigo que había reencontrado hace poco—¡Tú, bastardo… hacerle esto a Joey!—un puño impactó con el otro ojos azules que enojado comenzaba a levantarse del lugar en el que había caído sentado al ser soltado. Seto cayó para el otro lado mientras Tadasuki se aguantaba las ganas de patearlo.
Luego los ojos del melado y del pelinegro se encontraron. Uno mostrando vergüenza y el otro primero ira y luego pena. De inmediato el pelinegro fue al lado de su amigo y ofreció su mano para que se levantara. Joseph estaba indeciso. Había temido otra cosa y al ver la nobleza de Nobushiro se sentía una peor persona.
¿Qué has hecho?—preguntó otra voz y de pronto el rubio pudo ver a la heredera parada al lado de su prometido que se levantaba del suelo agarrándose la barbilla, por la comisura caía un hilo de sangre--¿Un hombre? ¿Cómo puedes…?—Seto pasó junto a ella mirando al que le había golpeado, sentía hervir su sangre. Iba a matar al desgraciado.
Y entonces el grito de Joseph y de pronto se hallaba entre ambos sosteniendo en parte su ropa para evitar la desnudez de sus partes--¡No hagas esto Seto! ¡Sé que sientes furia pero golpearlo solo aumentará las cosas en tu contra! ¡Solo vete y deja esto en paz! ¡Vé y cásate con ella y sé feliz con tu empresa! Si quieres golpear a alguien entonces golpéame y asunto zanjado. ¡Yo fui quien te engañó! Yo te hice pensar que era una chica y yo te engatusé—
¿Pensar que era una chica?—dijo Desire mirando al tipo extrañamente. ¿Cómo alguien podía pensar que él…? Y entonces se dio cuenta--¿Tú…?—dijo empezando a entrar en pánico mientras Kaiba levantaba su puño hacia él.
Entonces…
…a milímetros de la cara que había cerrado sus ojos dando por sentado el golpe el puño se detuvo.
Después de un momento las meladas orbes se abrieron para encontrar las de zafiro.
¡No vales la pena!—dijo el ojoazulado para luego volverse.
¿Tú?—repitió de nuevo la heredera.
¡Vámonos de aquí!—dijo el castaño agarrándola de un brazo para arrastrarla de ahí luego.
¡Pero…!—dijo ella mientras era arrastrada sin poder captar la atención de su futuro marido.
Joey los vio partir con un nudo en el pecho.
¿Estas bien?—preguntó de pronto el pelinegro mirándolo de frente e interponiéndose en su vista.
¡No debiste venir!—dijo el rubio pensando en su vergüenza.
¿Me dices que perdonarás a ese engendro?—preguntó Tadasuki con algo de furia.
Se siente herido—dijo el rubio sin entender muy bien porque defendía al que minutos antes lo estaba violando.
Su amigo lo empujó mientras agarraba su camisa con los puños cerrados, ambos temblaban y su mirada era intensa y cercana. Tan azul que le recordaba a la de Seto pero no eran sus ojos y no sentía lo mismo al verlos.
¡Eres un idiota!—le dijo por fin su amigo mientras se atragantaba de ira ajena.
Joey esbozó una triste sonrisa y dijo—Lo sé—