34-El ratón
Después de dejar en el hotel a su hermana Joseph se dispuso a hacer algo que nadie hubiera imaginado. Después de trabajar por semanas en la mansión Pegasus era obvio que conocía muchos rincones secretos y la forma de entrar sin ser visto por los guardias. Luego de colocarse el uniforme de empleada con una peluca que había traído especialmente para la ocasión en un bolso. Usó de nuevo la tarjeta magnética que era un clon de la que le dieran cuando trabajaba.
Despacio se acercó al estudio de Pegasus sama. Varios autos aparcados en el estacionamiento de la entrada le dijeron que el nombrado tenía visitas importantes. Un chivatazo le había advertido de que probablemente dos industriales importantes estaban con él en esos momentos.
Sigilosamente se acercó a la puerta y puso su oído entre las dos hojas para oir mejor.
¿Esta seguro, Pegasus sama?—dijo una voz—Creía que al casarse con su hija todo quedaba en el olvido—
¡Jajajaja!—fue la risa inequívoca del pelilargo—No se dejen engañar. Ese chico es muy astuto, lo acepto pero nada ganamos con tenerlo de aliado. Estoy seguro de que será un trastorno más que una ayuda—
Las manos del rubio se apretaron presintiendo el peligro tras las palabras del otro. Si bien había creído que conque el castaño se casara con Desire Pegasus todo estaría bien ahora se daba cuenta que solo era otro ardid del maquiavélico peliplateado.
¿Y como piensas solucionarlo?—preguntó interesada otra voz.
Después que se vuelva parte de esta familia sin duda un accidente puede acaecerle. Después de todo Seto Kaiba es tan humano como ustedes y yo. ¡Jajajajajaja!—anunció, para terror de Joseph, el ojos café.
Y sin duda su hija delegará en su adorado padre la dirección de la empresa—dijo una de las voces. Todos sonaron regocijados con la situación que imaginaban mientras Wheeler caía en un pozo oscuro.
El casamiento no evitaría el peligro en realidad solo estaba cayendo en la trampa del maldito bastardo. Debía avisarle a Seto lo antes posible, se dijo antes de voltear para irse.
Pero antes de que lo hiciera sintió una voz junto a su oído decir—He encontrado un pequeño ratón fizgón—al oírla se congeló porque reconocía a su dueño.
Planeaba voltear y golpear al otro con su codo mientras lo hacía pero el bastardo era tan artero como siempre y antes de que lograra su cometido había colocado un trapo sobre su boca con cloroformo y luego abrazado muy fuerte su torso con el otro brazo.
Mientras se movía desesperadamente en busca de zafarse el melado inconscientemente aspiraba con más fuerza cada vez haciendo así que mas del poderoso líquido evaporado entrara por sus fosas nasales y boca logrando más rápidamente su objetivo.
Pronto el ojos mieles empezó a sentir sus parpados caer aunque con desesperación también buscaba zafarse de su enemigo pero en un punto debió darse por vencido. Poco a poco la oscuridad lo llamó envolviendo del todo su visión.
Hay que ver que problemática señorita se ha vuelto, Josephine san. Deberé darle un castigo ejemplar—dijo Claude mientras veía al otro derrumbado en sus brazos y lo cargó como si de la bella durmiente se tratara.
Unos pasillos más allá se cruzó con una empleada que lo miró pasmada y se acercó preocupada--¡Claude san! ¿Qué sucede?—preguntó.
No se preocupe y vuelva a sus labores. La joven se ha sentido mal y la llevaré a una sala de descanso para que espere al doctor—dijo este con su cara seria de siempre que hizo que la muchacha se inclinara y alejara.
Pero aun asi lo miró desde lejos. Era raro ver en esa situación al insensible Claude.
En el sótano este estaba la cava y desde ella se accedía a un antiguo cuarto que en tiempos de guerra había sido arreglado como depósito de viveres pero que él había arreglado para contener a ciertas visitas indeseadas.
Desde el momento en que Joseph uso la tarjeta clonada estuvo condenado, pensó mientras daba vueltas a esta en su mano después de haber soltado su carga en una cama de metal. Luego miró al otro pasándose por los labios el filo de la tarjeta mientras sonreía.
¿Qué haría ahora con su pequeño ratón prisionero?