35-Despertando con un tío raro.
Despertó sin saber muy bien donde estaba pero se sentía adolorido. Sus ojos poco a poco se acostumbraron al lugar que estaba iluminado con una sola bombita de luz. Intentó sentarse pues se hallaba acostado pero de pronto vio sus movimientos truncados en los cuatro miembros y algo desesperado intentó zafarse, luego recordó lo último que viviera antes de ser noqueado.
¡Maldita sea!—soltó todo frustrado. Ese hijo de su madre lo había enclaustrado posiblemente en la parte más inaccesible de la maldita mansión. Con sobresalto se le ocurrió que tal vez fuera a matarlo. ¿Pero si era así por que se tomó el trabajo de atarlo en esa habitación? La idea que se le ocurrió le pareció lógica, inquietante y disgustante--¿Por qué me toca siempre a mí ser la doncella en desgracia?—
¡Quizás porque te viste para la ocasión!—escuchó decir detrás de la cabecera y se sorprendió.
Claude caminó en torno a la cama mirando la cara del joven mientras lo hacía. Tenía una sonrisa grande en su rostro, era como el gato que se comió al ratón, pensó Joseph, o mejor dicho, se corrigió, el que miraba al ratón que pensaba comerse.
Tu amo debe estar muy contento con su perro—dijo Wheeler para enfurecerlo.
¡Así es! Yo me encargo de que los planes de mi amo salgan absolutamente bien, no toleraría que una rata se inmiscuya en esta casa y estropee nuestra ardua labor.
¿Nuestra?—preguntó sonriente el rubio—Estoy seguro que de escucharte ese tipo te corregiría—
El otro sonrió algo diferente—Eso no importa mientras Pegasus sama logre lo que quiere—
Fama y fortuna. Es solo un tipo normal después de todo, embadurnado del oro pero común—dijo el ojos mieles sabiendo que el otro, tan loco que estaba por ensalzar a su amo se molestaría.
¿Común?—preguntó Claude y se puso a mirar el cielo raso sorprendiendo al otro—Lo admito, si, tiene mucho de común—agregó y luego miró a Wheeler sonriente—Pero es tan divertido hacerle compañía porque sus planes estratégicos son comparables con los de Rommel—
¿Romel? ¿Quién es? ¿Tu antiguo jefe?—preguntó el melado.
¿Jefe?—preguntó el pelinegro como sopesando la pregunta—Es una forma de decirle creo, pero yo más bien lo llamaría amo—luego ajustando sus lentes con sus manos enguantadas miró de nuevo a Joey para cambiar de tema—Ahora… ¿Qué haré contigo?—
¿Qué? ¿Tú amo no planeó ya como deshacerse de mí?—preguntó el ojos mieles.
No te creas tanto. Yo no mezclo a mi amo con la limpieza de la casa y tú dejaste de ser importante en su proyecto en el mismo momento en que te empezaste a acostar con Kaiba—dijo con mirada fría el mayordomo—Aunque fue delicioso verlos durante el cumpleaños de la señorita—agregó con malévola alegría.
Entonces… ¿No sabe que estoy aquí?—preguntó Joseph algo inquieto.
Por supuesto que no. Si supiera lo que has hecho mandaría mi diversión por un caño en medio de un segundo y aunque me gusta trabajar para una mente tan cultivada tengo permitido tener ciertos placeres de los que no he hecho uso por un tiempo pero para los que tú eres el indicado—contestó sonriente el ojiámbar.
¿Y como qué es lo que tienes en mente?—preguntó el prisionero.
¿No lo imaginas?—dijo el otro mientras colaba su mano bajo la falda del vestido de sirvienta que Joey aun usaba.
No eres más que un pervertido del montón—le escupió el rubio.
¿Tú crees?—preguntó el mayordomo deslizando una navaja por la mejilla del otro con los ojos brillosos de excitación.