41-Aparecido.
Seto veía pasar al mayordomo esperando que este se alejara por las escaleras para seguirlo cuando vio su expresión, parecía… ¿demasiado feliz? Ninguna botella iba en su mano por lo que el lugar del que estaba saliendo no era la cava.
Tal vez solo fuera esa rara expresión en el rostro del sirviente o tal vez la propia curiosidad inquieta del empresario lo que lo llevó a dudar por un segundo en seguirlo antes de cruzar la puerta tras él. Subía la escalera tratando de pensar en que diría al dueño de casa por su tardanza cuando de pronto sus pies se detuvieron y miró detrás suyo a la media escalera que descendía.
Él no era un hombre de dudar mucho. En el mundo de los negocios dudar y perder eran casi lo mismo. De inmediato regresó por los peldaños encontrándose de nuevo en el piso subterráneo de la casa Pegasus para seguir buscando lo que sea que fuera que estaba ahí. Como era de esperar la puerta se hallaba con llave y al verlo se dijo que no tenía remedio. Iba a irse cuando escuchó un pequeño murmullo. ¿Sonaba como una voz? ¿Qué haría alguien allí en…? Su corazón dio un vuelco repentino. ¿Sería que el perro…?
Años de Judo habían transformado su cuerpo en no solo una atlética figura. De una patada logró que la puerta de madera antigua tambaleara y con otra la tiró de golpe.
Los ojos azules se abrieron con estupor al ver una figura apenas vislumbrada gracias al trasluz de la pálida luz del pasillo. Fuera quien fuera estaba recostado en un catre, podía divisarse un vestido negro y un… ¿delantal? Su corazón lo supo antes que su cabeza. La certeza le cerró las vías respiratorias por un momento. Después de que sus ojos volvieran a la vida se acercó a la cama donde una voz rasposa susurró su nombre.
¿Su instinto le estaba engañando? Esa no era la voz del perro. Para nada.
…no podía ser…
Sus ojos trataron de enfocarse en la poca luz mientras otros ojos buscaban vagos su figura. Mientras acercaba su cara al lugar donde la otra estaba comprobó con horror que se trataba del rubio.
Se…to—repitió la voz de ultratumba con labios partidos y mirada vaga.
¿Wheeler? ¿Qué es lo que tu…--mientras preguntaba sus ojos enfocaron metal brillante arriba de la cabeza del otro. Era obvio que el otro estaba prisionero en ese lugar pues la puerta había sido cerrada por fuera pero por alguna extraña razón ver que había sido esposado y su estado lamentable dieron nuevos brios a la furia de Kaiba quien de varias patadas rompió el cabezal de la cama y liberó sus muñecas para elevarlo entre sus brazos en busca de la salida. Fue cuando una boca seca y áspera tocó sus labios, fue entonces que sintió la calidez que el otro manaba como el calor de una vela que se apaga. Estaba casi frío y esa boca necesitada buscaba en los suyos el calor del que carecía.
Seto reaccionó al contacto como un náufrago al agua, devorándola intensamente mientras paraba ante sí al otro para seguir abrazado a su figura que pegaba a la propia. Cuanta necesidad. Cuanto apego. Descubrió de repente el millonario mientras sus manos asían la figura ahora mas fina del reportero quien acudia a sus besos pero podía notarse que ya no tenía fuerza física.