7-La amenaza
O puedo quedarme con todo y dejarte a un lado. ¿Qué necesidad tengo de trabajar para un tipo que insulta a mi hermano? ¡Tú no puedes denunciarme porque sabes que terminarías cubierto de porquería! ¡Búscate otro… títere! ¡Tal vez él si te sea fiel, cariño!—dijo la rubia con los brazos en jarra y se volteó. Se sentía muy bien decirle eso a la cara de ese hijo de su madre, pensó el ojos mieles mientras sonreía e iba hacia la puerta pero cuando esta empezó a abrirse una mano de detrás suyo la golpeó y la cerró con la palma mientras Joseph sentía de pronto como la piel de su hombro era develada al estirar el escote de su blusa. Sorprendido sintió unos labios refregándose contra el costado de su cuello.
¿Qué intentas hacer?—preguntó el castaño con sus labios rozando la estremecida piel del impactado reportero que trataba de procesar lo que repentinamente estaba pasando--¿Quieres lograr enojarme?—preguntó con un cierto tinte siniestro a la vez que tocaba de nuevo con sus labios la piel del melado pero esta vez en el hombro desnudo.
En un principio Joey se asustó de que si le intentaba manosear el torso descubriría que eran falsos pero luego de un momento eso dejó de importar lo suficiente ya que le empezó a preocupar otra cosa.
¿Por qué de pronto siento tanto calor? Este tipo… es un hombre, se decía mientras intentaba controlarse ante las desconocidas sensaciones pero la boca y la mano de Seto que agrandaba su escote bajándolo de su hombro lentamente hacía que dejara de pensar con claridad y de pronto empezó a sentir que su calzoncillo ahora le quedaba demasiado estrecho. Ahora, podía explicar mediana y razonablemente la falta de pecho pero ¿Cómo iba a explicar esa inexplicable montaña en una mujer?
Víctima del pánico el rubio le golpeó con el codo bajo la axila al castaño y se lo quedó mirando mientras intentaba recuperar la respiración.
¡Oh, que inesperada reacción virginal! ¡No pensé después de todo lo que te tocó Kitanagi san!—dijo el ojos azules ahora mirándola de una manera curiosa--¿Acaso yo te causo otras sensaciones?—preguntó Seto viéndolo con soberbia y burla.
¡Estás equivocado! ¡Y en cuanto a lo de manosearme solo lo hago con el que me dan ganas!—dijo con su voz ronca de furia la melada pues no sabía como reaccionar.
Kaiba pareció molestarse por un segundo pero luego respondió—En eso al menos coincidimos pero te explicaré algo bien. Quien obtuvo los papeles falsos es tu hermano—el CEO dio vuelta su escritorio y abrió un cajón mientras hablaba—Y eso en este país es una ofensa grave—luego tiró algo sobre la mesa y Joey pudo ver su cara en las fotos tomadas entrando al tugurio del falsificador y luego saliendo. Tomadas justo cuando se fijaba si alguien lo veía o no. Miró a los ojos de Kaiba y ambos supieron a que iba eso—Si llegas a desobedecerme o denunciarme yo tendré modo de salirme de los cargos pero a tu hermano lo veo muy comprometido. Sabes muy bien que aun siendo casi de la misma edad nuestros status y poder son muy distintos. Ahora deja de jugar y haz aquello que estás contratada para hacer—añadió.
Desire ojou san se levanta tarde en las mañanas pero Pegasus sama es una persona que disfruta de tener un tiempo antes de ir al trabajo y comer las exquisiteces que le son enviadas cada mañana por una cafetería contratada por nosotros. Es tu deber recibirlos y ayudar a componer todo para el desayuno de Pegasus sama. ¡Dime! ¿Te sientes capacitada, Josephine san?—le preguntó el mayordomo a la nueva empleada.
¡Si, Claude san!—respondió ella con una inclinación mientras el rubio se daba de cabeza contra la pared en su interior pues no tenía idea de como disponer un desayuno para una persona rica.