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White Robe por waka-yukari

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Los dos sonrieron, como si fueran cómplices de alguna travesura. Rompieron esa tensión y formalidad que ambos tenían que tener en todas, partes casi todos los días desde que se habían conocido en el trabajo, en la base del ejército.

-O más bien, Capitán, para mí siempre lo serás, Rogers- el rubio sonrió y se acercó más a él.

-Gracias por venir y aceptar verme antes de que todo empiece. Siempre podrás decirme capitán, Tony- se acercó más a él.

-Felicidades, todo tu esfuerzo se ha visto reflejado el día de hoy. Me alegra mucho por ti, ahora lo que a todo mundo le interesa ¿tienes alguien en mente?- el rubio arqueo la ceja ante la pregunta hecha por su compañero ya que nunca había mostrado interés en ese tema y nunca había sido tan directo en sus preguntas curiosas.  

-¿Alguien en mente?- repitió, pensativo. Tony respiro hondo, el tema le desagradaba pero algo dentro de él se moría por saber; se cruzó de brazos, fastidiado y desviando la mirada a otro lado, tratando de ocultar su malestar detrás de sus gafas de sol. Muy característicos en él.

-Tú pareja destinada, Rogers- logró decir con mucho esfuerzo, su corazón latía a mil por hora al esperar la respuesta.

-Sí, si hay alguien pero eso no es de tu pertinencia, no quiero sonar grosero, Tony pero es un tema que no quiero discutir. Tú lo has dicho la prensa me hostiga y lo que menos quiero es tener esta conversación con mi mejor amigo-

-Amigo- repitió para sus adentros y se burlo de lo dicho. Negó con la cabeza.

-No, lo siento, no es que no seas mi mejor amigo y no quiera contarte de esto pero hoy no, he tenido días muy ajetreados y solo quiero paz pero por lo visto no será así- de repente un móvil sonó, era el del rubio. Era Sam.

-¿Dónde diablos estás? Todo el mundo está inquieto y desesperado, ya están diciendo cosas malas de ti. Vamos-

-Lo siento, ya voy en camino- el rubio colgó y guardo su móvil en su bolsillo del traje militar.

-Ve, te veré allá si puedo-y el “puedo” no lo decía por él si no porque sabía perfectamente que los invitados, los medios no lo dejarían ni respirar.

- Lo siento Tony, esperaba tener más tiempo a solas contigo pero el deber me  llama pero te prometo buscarte al final de la fiesta, lo prometo ¿si? En el balcón, casi a las doce- el moreno se ruborizo.

-Está bien, te veré- el rubio se acercó, arriesgando todo y lo abrazo.

-Lo siento, no pude evitarlo, además me debes mi abrazo de felicitación- Tony sintió una gran felicidad pero a la vez estaba desorientado, tratando de saber por qué esa repentina actitud.

-Está bien, como si fuera la primera vez que lo hiciéramos- se escudo en esa respuesta.

El rubio lo soltó y dio la media vuelta, se alejo caminando, lo dejo ahí confundido y con un corazón vuelto loco. De repente desapareció.

-Maldición- susurró.

No quiso entra de inmediato a la celebración, opto por esperar un poco más, aunque estaba un poco molesto aun. Entró al gran bullicio, se abrió paso y se dirigió a la esquina donde suponía que Banner le esperaba. Varia gente lo detuvo para saludarlo y charlar con el asuntos pendientes, entre señas Bruce y él se entendieron, que le esperara para poder llegar a él y que lo sentía. Cuando al fin pudo deshacerse de la gente  busco a un mesero para una copa pero en vez de eso su mirada se encontró con un Rogers rodeado por mujeres bellas y esculturales, esa imagen lo dejo paralizado y molesto, aumentando aun más sus ganas de aplacar la sed con una botella entera de vodka sabiendo que después se arrepentiría de ello.

Detuvo a un mesero y le arrebato dos copas, camino haciendo ademanes hasta donde estaba Banner.

-¿Qué sucede?- Tony tomo asiento y coloco ambos vasos con whisky sobre la mesa de mala gana.

-Rogers y su harem hambriento de omegas, hipócritas- dijo con los dientes apretados casi como un gruñido. El cuatro ojos miro hacía el centro del salón y vio al alto general rodeado de mujeres que lo hostigaban y se le abalanzaban.

-Oh, lo siento pero sabes que esto pasaría después de su nombramiento- Tony le dio un trago casi completo al vaso con whisky mientras miraba molesto y fastidiado al rubio, chasqueo la lengua y desvió la mirada.

Rogers había empezado desde abajo pero eso no quería decir que era un alfa sin poder. Era por ley de nacimiento que los alfas tenían poder y prestigio por ser esa naturaleza pero él no quería que la gente le diera crédito por el apellido que tenía. Su padre era un militar muy conocido y famoso pero él quería que le dieran merito por sus propios logros. Así que empezó desde abajo como un cadete enclenque.

-Lo sé, debería de irme, esto no tendrá fin, además lo dudo. Dudo que Rogers vaya al final de la fiesta, he vivido esto y muy apenas salgo vivo de cada maldita reunión- Banner tomo un canapé del centro de la mesa.

-Pues, deberías yo también lo pienso pero…- miro hacia la distancia y vio a los hermanos, bueno medios hermanos: Natasha Romanoff y Clint Barton. Tony sabía que Banner sentía algo por Barton y Romanoff. Se sabía que ambos medios hermanos tenían una relación no oficial ni una admitida por ellos pero eran tan obvios. Y a Banner le gustaban ambos.

-Sí, yo sé que cualquiera que te diga “hola” será suficiente para ti. En cambio yo, solo tengo una persona, avaro- Banner casi se ahogaba con el panecillo, tocio y se limpio con una servilleta.

-No, claro que no, yo…ninguno me mira- Tony tomo otro trago y sonrió de lado.

-Sé lo que se siente, compañero, se lo que se siente. Steve hoy me confesó que alguien le gustaba y qué, en pocas palabras, mantuviera mi nariz en lejos de esto- se cruzó de brazos- me largo de aquí- se puso de pie pero se tambaleaba por el alcohol.

-Oh, que te vaya bien, esperare un poco más a ver si sucede algo- el castaño lo miro por encima de su hombro.

-Si no te acercas, nada pasara, muévete- Banner trago duro y titubeo pero Tony tenía razón, dejo su plato de postres y se dirigió a donde estaban los hermanos, platicando mientras su amigo de laboratorio salía a la terraza. Eran casi las doce de la noche, esperaría paciente a que las manecillas las marcaran en punto.

Y así pasó, dieron las doce y nada. Quiso entrar pero antes de hacerlo vio a Rogers muy animado platicando con una hermosa mujer, como si nada pasara y el tiempo no estuviera corriendo. Apretó sus dientes y se dio la media vuelta, chisto y salió hacia donde estaba el valet parking, pidió su carro y se marcho a toda velocidad, rechinando las llantas antes de arrancar.

Rogers sintió que alguien le miraba desde el otro lado del salón, a través de esos grandes cristales que dividían el salón y el jardín. Tony, pensó. Miró su reloj y eran las doce. Maldición, era muy tarde; no había olvidado su reunión con Stark pero tanta gente que lo distraía a medio camino lo entretuvo. Sabía que su compañero estaría muy enojado con él, tanto que no le contestaría los próximos días ni lo dejaría entrar a su laboratorio.

La mujer que conversaba con él tenía un puesto importante dentro del ejército y tenían varios asuntos que discutir así que ella lo invito después de la fiesta a un bar. Era obvio que tenía otras  intenciones pero Rogers no cedería tan fácil ante ella y menso cuando él pensaba en otra persona.

En un abrir y cerrar de ojos amaneció.

Tony nunca encendía la televisión y cuando lo hizo se arrepintió de haberlo hecho. Steve Rogers en los titulares del noticiero de la mañana a primera hora.  


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