Solía identificar la navidad –y en ocasiones su cumpleaños también- como el día de "Eh pedido que papa venga a casa, pero parece que este año eso tampoco pasara" también era de esos pocos días cuando su abuela y su única tía -de parte materna obviamente- les venían a visitar, en aquel entonces era demasiado joven como para entender el significado de la mirada que solían dirigirle las tres femeninas en aquel entonces.
Los recuerdos de su infancia con el tiempo se habían ido volviendo vagos, imprecisos y -gracias a Arceus- la mayor parte de ellos se encontraban borrosos por el tiempo. Y aunque eso era una realidad que había aprendido a aceptar y sobrellevar -igual que su madre- por mas borrosos y olvidados que estén, la falta de alguien, un espacio vacio y la sensación de soledad se encontraban ahí, esa presencia que en su niñez tanto había añorado, simplemente llego a un punto donde se volvió innecesario y un leve resentimiento -causado por su falta y el vacio que no podía ser llenado por nada- se instalo en sus sentimientos hacia/para con esa persona. Con el tiempo su madre y él simplemente habían decidido -en realidad había sido su madre, detalles sin importancia- seguir adelante sin esperar nada de su parte, el abandono había sido suficiente que cuando aquella presencia finalmente decidía volver por algunos días, se sentía... Ajeno, distante, alguien que simplemente venia a invadir su hogar, que no era -y tal vez nunca fue- parte de él concepto "Familia"
Decirle "padre" a ese hombre era incomodo, no lo sentía como si fuese la persona por la cual tanto había llorado y pedido, no lo consideraba merecedor de ser nombrado como tal y se sentía tan irritado cuando le insistía en llamarlo “Papi” como si creyese que tenía derecho de pedirle tal cosa.
Se acurruco aun mas sobre si mismo mientras su mirada se perdía en las tonalidades grisáceas de la pared, el amargo recuerdo de lo ocurrido en la famosa fiesta a la que habían sido invitados regreso una vez más a su mente, se abrazo aun mas a la almohada que sostenía entre sus brazos mientras las lagrimas continuaban corriendo en sus mejillas, sentía la acidez en el estomago en señal de que, tal vez, en cualquier momento regresaría lo poco de la cena que había alcanzado a consumir, los gritos de Palmer aun resonaban en sus oídos así junto con las duras palabras que le había dirigido, el sonido sordo de un golpe que nunca llego –pero que iba dirigido a su persona en primer lugar- también se encontraba ahí para recordarle como la tranquila fiesta había pasado a ser una pelea a puño limpio entre Palmer y Riley.
El sonido de la puerta al ser abierta fue el aviso para girarse levemente en el espacio que se encontraba ocupando en la cama. Su mirada viajo rápidamente a la mejilla izquierda que permanecía inflamada después del primer golpe recibido, junto al labio partido eran las únicas señales de que se había peleado.
-¿Te duele?- pregunto el rubio cuando vio como el mayor pasaba a recostarse a su lado-
-Ya no, los analgésicos están haciendo efecto y la hinchazón ya bajo- contesto el mayor mientras se acomodaba en el espacio que le correspondía- ¿Y tú? ¿Cómo te encuentras?
Jun no respondió, en su lugar soltó la almohada de sus brazos y paso a cerrarlos en torno a Riley, quien le recibió sin ningún problema.
-Estaba pensando…Que yo… Nosotros…-su rostro se encontraba lo más cercano posible al pecho del mayor, con el respectivo espacio obligatorio que su ligeramente hinchado vientre de gemelos le permitía- No quiero… No quiero que seamos como él, no quiero convertirme en un padre como Palmer… -las lagrimas comenzaron a correr torno a sus mejillas una vez mas mientras el de ojos azules escuchaba sin deseo alguno de interrumpirle- Toda, toda mi maldita vida esperando hacerlo orgulloso de que tenía un hijo, quería su aprobación, su apoyo… ¿Y qué fue lo que recibimos? Toda una vida ilusionada con su felicidad al saber que iba a ser abuelo, y en cambio intento golpearme ¡Te golpeo a ti! ¡Y nos grito!
De último momento había terminado por alzar la voz y clavar las uñas en la espalda de Riley quien simplemente permanecía en silencio ante las palabras que Jun con tanta rabia –y razón de sobra- escupía hacia el hombre, que se supone, debería de ser una de las personas más felices por la noticia. Irónicamente, el mismo Byron parecía más feliz y dichoso de saber de los bebes que el verdadero abuelo.
Y aun así.
La mueca de enojo, el descontento y la desazón que sentía no era tanto por Palmer, total, jamás lo admitiría con Jun –para no herirlo ni darle más razón de la que ya tenía- pero siempre había estado consciente de que el “Amo de la Torre” nunca les iba a apoyar. No, el sentimiento de traición se debía a los presentes en la fiesta, aquellos que habían sido silentes espectadores y no habían metido manos en el asunto en lo mas mínimo, ni para apoyar ni para detener. Roark había sido el primero en saltar al fuego para apartar a Jun de la pelea debido a que se encontraba demasiado cerca –recuerda con satisfacción el ojo morado que le dio a su “suegro” cuando se le había ocurrido alzarle la mano a Jun- Byron fue el segundo junto con Cynthia en intervenir, principalmente para separarlos cuando, entre el forcejeo, habían ido a dar contra una de las mesas llenas de postre y ponche.
Pero solo ellos, nadie más se movió, ni siquiera aquellos que Jun llamaba sus “mejores amigos” habían movido un dedo por acercarse –al menos- con el rubio a preguntarle si se encontraba bien, no, había sido Mananti quien había ido a ayudar a Roark cuando noto que Jun parecía tener una crisis, y finalmente Lectro con sus pokemon tipo eléctrico había finalizado la pelea electrocutándolos a los dos como último aviso de que se detuvieran.
-No seremos así Jun- finalmente hablo Riley cuando el rubio se quedo sin palabras pero continuaba llorando- Yo jamás los dejare ni los abandonare...-sonrió aun cuando sabia que los ojos de Jun se encontraban cerrados, el no sabía lo que era una verdadera familia, nunca la había tenido, y por obvias razones, no pensaba perderla por nada en el mundo- Si ese tipo no quiere ser parte de esta familia, bien por él, no lo necesitamos.
Y Jun simplemente asintió mientras se aferraba aun más al mayor. No lo necesitaba, nunca lo había hecho y hoy no iba a empezar a necesitarlo.