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I'll follow you por LadyBondage

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Notas del capitulo:

Por fin, junté el final con el epilogo, ojala les guste la sorpresa. Gracias a todas por seguirme a traves de estos largos tres meses casi. Me siento feliz de que una historia más es finalizada. Un abrazo enorme.

 

A leer.

Círculos viciosos

[1]

 

Sakura espera la reacción de Naruto, sin darse cuenta, siente un ligero estremecimiento rodearle todo el cuerpo, trepándole desde la planta de los pies hasta la hebra del cabello. Se le seca la garganta y muere por un trago de vodka, últimamente ha bebido mucho más de la cuenta y las consecuencias comienzan a mermar en una pequeña protuberancia en su vientre. No estaba bien y tampoco tenía porque justificar sus actos ante nadie pero en la soledad de su habitación, se permitía ser débil y llorar todo lo que en mucho tiempo no había llorado.

 

Echaba de menos a Pain, su antiguo empleo, las noches de sexo desenfrenado, no era lo mismo tocarse a sí misma para luego largarse a llorar, se sentía patética, usada y vejada por quienes la conocían. Y Naruto no le ayudaba a pensar de otra manera, Sakura sabía que era culpable de su propia desgracia porque ella misma cavó su tumba.

 

Y se da cuenta que nunca fue demasiado importante para las personas que ella quería, porque nadie le había advertido antes que si le pasaba algo malo, no estarían a su lado, como esperaba que fuera.

 

—Sakura, no sé qué decirte, de verdad estoy sorprendido y a la vez incrédulo. Pero quiero que sepas que yo…

 

Ella se pone de pie, el albornoz le resbala por los hombros estrechos y su piel inmaculada brilla bajo las luces parpadeantes de su sala. Naruto tartamudea disculpas sinceras pero ella sabe que son palabras de compromiso que no tienen ningún convencimiento de que realmente cree algo de lo que le ha dicho.

 

Abre la puerta y con la mirada le señala la salida.

 

— ¡Fuera! —alza la voz, trepidante y furiosa.

 

Naruto hesita, pero esto apenas dura, decide retirarse como un perro apaleado sin mirar a su amiga a los ojos. Sakura pensó vergonzosamente que después de aquel pequeño espectáculo no podría sucederle algo peor, pero se equivoca.

 

Afuera del apartamento un lujoso volvo estacionado espera silenciosamente, y su conductor mira con insistencia el portón de vidrio que da acceso al edificio, del mismo que sale Naruto enredándose la bufanda con fuerza y echando una mirada condescendiente al quinto piso.

 

Después suspira, y sigue su camino en las calles adoquinadas, solitarias y frías.

 

 

[2]

 

Kakashi rumia un juramento en contra de su jefe directo, el café le sabe amargo sin azúcar y sin la sonrisa de Minato. Aspira un sorbo de aire dulzon, llenándose los pulmones de vida y de muerte, lo que huele en los corredores de la policía, lo que se respira en cada celda. El miedo y la sed de venganza, todo en ese lugar huele y sabe a metal, como si tuviera una moneda bajo la lengua.

 

La sangre fluye como lava por sus venas y el sudor es una película que cubre su frente adhiriendo algunos mechones de su cabello.

 

Itachi y Deidara entran a su oficina, ambos impertérritos, fríos y duros, sin sonrisa en sus rostros con el rastro del aburrimiento en sus ojos. Kakashi se incorpora torpemente, los kilos de cafeína y las donas glaseadas lo embriagan almibaradamente.

—Pensé que no vendrías. —salta su voz raposa. Itachi por fin le muestra un gesto que no es de hastío.

—Lo tenemos pero no sé si quieras ir a hacerlo ahora.

 

Deidara mira a ambos hombres, Kakashi parece pensarlo seriamente e Itachi se cruza de brazos mostrando su actitud torva.

 

—Bien, enviaré unidades a que coordinen la zona.

—Ah-ah, primero lo primero.

 

Kakashi mira a Itachi por debajo de las pestañas, finalmente suelta un lánguido suspiro.

 

—Ya lo tenía listo desde hace días.

—Quiero verlo. —exige el Uchiha.

 

El detective levanta una ceja para luego dirigir su mirada a un costado de su escritorio, abre una gaveta con un ruido hueco y de la misma extrae un folder, el cual lanza a la superficie de la mesa.

 

Itachi lo toma apresuradamente abriendo el contenido el sobre amarillento.

 

—Su absolución. Limpio de todos y todo.

— ¿Y la mía?

 

El Hatake mira a Itachi con una expresión de seriedad. Itachi mantiene firme su mirada.

 

—Absuelto de cargos pero aún está pendiente tu hermano, no creas que lo he olvidado.

 

Itachi sabe que no lo ha hecho, que recuerda perfectamente lo que Sasuke hizo hace un par de años y contra quien lo hizo. Pero Kakashi no es un hombre incorruptible, tarde o temprano cedió al poder y el dinero Uchiha. Desapareció aquella carpeta de investigación que ligaba a su hermanito con el crimen.

 

Y si pudiera olvidarlo, lo haría….

 

 

[3]

 

Sai Shimura es nuevo en la facultad de Artes, transferido desde Seúl para estudiar un master en Arte Contemporáneo Japonés.

 

Suigetsu y Karin asisten a una de las tantas exposiciones que ofrece una galería de estudiantes en las inmediaciones de Shibuya, ahí, conocen a Sai, quien es muy talentoso y joven para estar enfrascado en una aburrida facultad. Su talento es equiparable a su belleza inusual.

 

Muy parecido a Sasuke, es lo que piensa Suigetsu cuando lo ve por primera vez.

 

Y aquel parecido le suena a una buena broma para su mejor amigo. Más tarde, en un pub donde se reúne la crema y nata de la sociedad nipona, Suigetsu hace el comentario acerca del pintor fracasado con Sasuke. Y el Uchiha lo fulmina con la mirada, le dice de lo que se va a morir y luego sale del bar con las mejillas sonrosadas por el frio.

 

La curiosidad se siembra en sus adentros, y con decisión decide buscar al tal Sai.

Va a la misma dirección que Karin le ha proporcionado. Descubre una galería rudimentaria donde exhiben las pinturas de los alumnos de la facultad de Artes.

 

Es un jueves por la tarde, Sasuke se adentra porque es una persona curiosa y quiere saciar su hambre de conocimiento a la vez que quiere ver el rostro del pintor con el cual ha sido comparado.

 

Sai presenta una de sus más recientes obras a la que titula “Cuervo herido”, es la representación de un hombre desnudo sobre un acantilado con las alas rotas y el semblante roído. Todos le aplauden y felicitan su exquisito trazo en el óleo. Otros afirman que la obscuridad en su pintura es maravillosa y hermosamente tétrica. Sasuke admira la pintura, saborea cada pincelada con la mirada y acaricia con un dedo largo y lívido el borde en el que está enmarcado.

 

Prontamente alguien lo intercepta, no es más que el creador de dicha obra. Sai le sonríe, es una sonrisa falsa y triste. Sasuke le devuelve el gesto sin darse cuenta que en Sai se refleja su alma herida.

 

Ambos disertan acerca del arte y sus derivados, de los museos que ha visitado Sasuke, en Francia y Venecia, invitado de honor. Sai escucha en silencio, asiente cuando debe de hacerlo y se sorprende cuando es debido.

 

Sasuke le compra su cuadro, el precio es tan económico que Sasuke añade un cero extra en el cheque. Sai le sonríe agradecido y luego lo despido, hacen promesas de volver a verse. Congenió bastante bien.

 

Por primera vez en mucho tiempo, Sasuke se siente libre a lado de alguien, dejando ese carácter férreo que lo caracteriza.

 

Vuelve al día siguiente a la galería, y después busca otros lugares para citarse con Sai. Siempre que se encuentran hablan sobre muchos temas: política, economía, situaciones sociales.

 

Pronto Sai se convierte en un amigo, uno muy extraño, que de repente tiene conversaciones ilógicas y se rie de la nada. Sasuke se preocupa pero no lo externa.

 

Una noche Sai lo llama y le insiste con urgencia que necesita verlo. Lo cita en un campo abierto donde los niños juegan beisbol, Sasuke acude porque estima a Sai, es su único amigo y no quiere que nada malo le pase.

 

Pero cuando llega al lugar, encuentra algo que no esperaba….

 

 

[4]

 

Sasuke abre la puerta y una ráfaga de viento amarillo se cuela en su apartamento. Naruto ni siquiera se descalza, está furioso y con ese mismo sentimiento irradiando en todo su ser, empotra al moreno contra la pared.

 

— ¡Por qué le hiciste daño! —la sonrisa de Sasuke aparece. — ¡No te rías imbécil, por qué!

Hazlo, Sasuke.

 

Y Naruto no espera el golpe en la boca del estómago que lo deja sin aliento ni en la cabeza que lo saca de combate. Sasuke toma el cuerpo lánguido de su pequeño pajarito.

 

— ¿Qué hago ahora?

Él te gusta, ¿no? Te gusta incluso más de lo que alguna vez pude gustarte yo. Úsalo, átalo a ti, hazlo tuyo para que nunca más tenga la tentación de volverse a ir.

Sai es un ente con los ojos hundidos y los dientes largos, afilados como palillos. Viste el negro con el que fue enterrado y su cuerpo es frio como la nieve.

 

Sasuke abre los ojos más de la cuenta y ve a Naruto inconsciente, dormido entre sus brazos, su respiración es tranquila, profunda y suavecita.

 

—Ya no puedo seguir jugando a esto, Sai. Él no tiene la culpa.

 

Pero Sasuke arrastra el cuerpo de Naruto a su recamara, con lágrimas en los ojos desnuda al príncipe dormido y él hace lo mismo. Naruto se remueve en los adentros de su inconciencia, Sasuke desliza sus pantalones fuera de sus largas piernas.

 

La piel es cremosa, de tez canelita y huele a vainilla. Sorbe por la nariz, algunas lágrimas caen en los muslos. Naruto es delgado, precioso de pies a cabeza, tiene formas redondeadas, y un vientre plano.

 

No hay rastro de vello, es todo lampiño. Desnudo parece una venus rodeada de ángeles que cubren su sexo, pero en vez de eso es Naruto a punto de probar el sabor de la deshonra.

 

Sasuke separa las piernas de aquel ser que no sabe lo que están por hacerle, y Sai se rie a carcajadas.

 

Se te ha parado de pensarlo. ¿Por qué lo dudas, Sasuke-kun? Hazlo…. Hazlo. Hazlo, hazlo, hazlo, hazlo. Penétralo, sabes que quieres hacerlo. Sólo ponlo adentro.

—Yo…

 

Y la duda muere cuando la punta de su falo toca la entrada virgen de su rubio, Naruto frunce el entrecejo.

 

Hazlo, hazlo, hazlo, hazlo, hazlo…—repite Sai con voz cantarina.

 

Sasuke alza las cejas, indeciso.

 

—Cállate, por favor.

Hazlo maldito marica. Hazlo.

— ¡Ya basta!

¡HAZLO!

 

De una sola estocada golpea el interior de Naruto.

 

— ¡Sasuke! —el de cabellos sol abre los ojos, ve a un Sasuke de ojos carmesí con una sonrisa siniestra en los labios. —Por favor no.

—Cierra la maldita boca, perdedor.

 

Arremete una y otra vez contra el cuerpo menudo bajo su yugo, Naruto grita con la boca abierta desgarrándose la garganta, intenta golpearlo muchas veces pero sus manos fallan y Sasuke lo aprisiona fieramente contra la cama, rodeando su delgado cuello con ambas manos, asfixiándolo. Después lo suelta, las marcas quedan grabadas a fuego en su piel.

 

El Uchiha lo sostiene con las caderas, lo abofetea varias veces y le musita guarradas al oído.

 

 

 

 

[5]

 

Madara chasquea la lengua dentro de la Dodge cuatro por cuatro, detrás de ellos uno de sus corporaciones es rodeada por varios elementos de la policía.

 

— ¿Podrían al menos decirme porque no me avisaron con antelación?

 

Sostiene el arma desde el mango apuntándole a su asistente. Su mirada obscura atemoriza al más incauto, y el joven tartamudea disculpas antes de tragarse sus palabras. Madara aprieta el gatillo firmemente.

 

—Véalo por este lado, señor. —dice su chofer con la vista sobre la carretera. —Sus sobrinos están a salvo.

—Sí, le pagué una cantidad nada despreciable al idiota de Jiraiya. Me prometió que Kakashi no se interpondría y resultó peor de lo que esperaba.

—Kakashi piensa que el dinero que Itachi le dio por su silencio era netamente de él.

 

Madara se acomoda el cuello de la gabardina costosa de Dolce&Gabanna.

 

—Maldito Jiraiya…

 

Jiraiya había cedido a Minato cuando Madara le hizo una visita. Le prometió que sólo serían días de diversión sexual y después lo devolvería, sano y salvo. A cambio, le dio una jugosa cantidad de dinero para no despertar sospechas, pero Kakashi, enamorado de su sol decidió hacer las cosas por su cuenta.

 

Gracias a su iniciativa detectivesca ahora había perdido mucho dinero, una de sus importantes sucursales y a Minato.

Sus sobrinos quedaban absueltos de todo cargo, empero, sin la ayuda de Kakashi de cualquier modo saldrían limpios de toda corruptibilidad. Porque es lo que un padre hace por sus hijos.

 

Es una lástima que Fugaku jamás les dijo la verdad a sus sobrinos. Ellos no eran sus hijos, eran hijos de Madara Uchiha, en un idilio con la recatada dama de abolengo, Mikoto de Uchiha. Y aquel rastro de infidelidad había tomado rostros y sonrisas.

 

Itachi y Sasuke, siempre velaría por ellos. Aunque tomaron salidas precipitadas para deslindarse de sus errores, ya se encargaría de limpiar su nombre.

 

— ¿Señor, y que sucederá con el Namikaze?

 

El yakuza lanza un suspiro de enamorado.

 

—Le hare una visita, algún día, cuando las aguas se calmen.

 

 

[6]

 

Minato se acomoda la corbata, Kakashi le sonríe a través del espejo de cuerpo entero. Ambos se miran silenciosamente y luego se disponen a abandonar el lugar.

 

—Ha pasado un mes desde que te recuperé, de verdad pensé que iba a perderte para siempre.

—Kakashi no seas ridículo.

— ¿No me echabas de menos? —pregunta con una mueca tristona.

Minato se echa a reír para luego menear la cabeza.

 

—No, idiota.

—Yo sí, y mucho. —se abraza a la estrecha cintura de su jefe restregándole su falo despierto contra las nalgas.

— ¡Kakashi, basta!

 

Sonrojado, el Namikaze abre la puerta saliendo de su habitación a pasos apresurados.

 

Todo el drama de hace un mes pretendía quedar en el olvido, ¿pero cómo hacerlo…?

 

Sobre su consciencia aun cargaba a su hijo, al que no pudo salvar de las garras de los Uchiha.

 

—Pronto volverá. Te dijo que no lo buscarás, Minato.

—Pero está con ellos, Kakashi.

—Si no era con ellos, ahorita mismo estaría en un manicomio o en prisión esperando su sentencia. Es mejor que esté con ellos.

 

El rubio traga saliva, mete sus manos dentro de los bolsillos de su saco.

 

 

[7]

 

Naruto Uzumaki, trastorno de la personalidad múltiple había conocido a Sai Shimura en el hospital psiquiátrico de Konoha, Sai padecía trastorno esquizotípico de la personalidad. Se hicieron amigos entre balbuceos cortos y miradas en los pasillos.

 

Sai era su protector, y mejor amigo, aquel del que se enamoró perdidamente mientras estaba internado, cuando tenía doce años.

 

Una promesa muy vieja y carcomida por el tiempo fue la causa del presente tan desquebrajado.

 

Naruto le dijo a Sai que él sería su primera vez, se casarían cuando fuesen libres de esas cuatro paredes y Sai le prometió que sólo él iba a ser el único en su vida. Pero lo traicionó con ese tal Sasuke Uchiha.

 

Lo sabía, siempre lo supo. Nadie te quiere para toda la vida, y Naruto se dio cuenta al ver las miradas de esos dos.

 

Sasuke era la antítesis y la razón por la que Sai lo había olvidado, Naruto nunca dejó de buscar a Sai, de seguirlo… convirtiéndose en un fantasma de carne y hueso atormentándolo en sueños, acechándolo en la vida real.

 

Sai nunca quiso escucharlo de nuevo, no quería verlo cuando lo visitaba en la galería, no quería hablar con él, no quería acercarse a él otra vez, porque en su vida Sasuke ocupaba un lugar muy importante. Por eso tuvo que hacerlo, no era su culpa amarlo demasiado.

 

Tampoco lo fue golpearlo en la cabeza, amordazarlo y hacerle llegar el mensaje a Sasuke. Nunca quiso ocasionar un trauma al Uchiha al presenciar la muerte de Sai frente a sus ojos, ni que viera su cuerpo desmembrado.

 

Sasuke se desmayó aquella vez, y Naruto huyó dejando en el Uchiha una huella imborrable.

 

Nunca fue un buen chico, y Sai lo sabía. Naruto no era Naruto cuando se enojada, se convertía en otra persona, una muy cruel y sádica.

 

Y Sasuke ahora lo sabe.

 

[8]

 

—Él nunca lo hizo, ¿cierto?

—No.

— ¿Y por qué no se lo dijiste, Itachi?

 

Deidara ve la espalda de Itachi pero no su semblante deprimido. Comparten un departamento en Sunagakure, son como una especie de folla amigos.

 

Itachi alguna vez le dijo que Sasuke sentía culpa de algo que nunca fue capaz de hacer.

 

Quería saber por qué.

 

—Sasuke es parte ahora de esto, no lo hizo pero cubrió a Naruto de su culpa, y se hizo responsable. Honestamente no sé por qué, Deidara. Jamás lo entendí, nunca recibió terapia, ni ayuda psicológica. Sasuke siempre fue un chico rudo, de esos tipos bravucones que te quitan tu almuerzo en el receso, un hueso duro de roer.

—Pero él no lo mato, y cree que sí. Se ha sentido culpable por ello desde que sucedió.

 

Las manos de Deidara acarician los anchos hombros de Itachi, el Uchiha suspira profundamente.

 

—Sasuke es feliz.

—Pero Naruto es…

—Lo que sea que es… —interrumpe bruscamente. —Sasuke así lo ha querido.

 

 

[9]

 

Naruto abraza a Sasuke fuertemente. El de cabellos azabaches aspira el dulce aroma de su precioso rubio, Naruto huele a sal de mar y arena calentita por el sol.

 

Se deleitan con la puesta del atardecer alumbran el océano tranquilo, hundiéndose en los reclinables.

 

— ¿Cómo está Sakura?

—Mejor, no hablamos ya pero Ino dice que volvió hace poco con Pain.

—Eso es bueno, ¿no? —Sasuke acaricia las hebras rubias hundiendo sus dedos.

 

Naruto asiente con una sonrisa de oreja a oreja.

 

—Sasuke…

— ¿Mhm?

 

Los ojos azules buscan su mirada, Sasuke ladea su cabeza encontrándose con unos irises puros, llenos de inocencia, Naruto tiene la piel morenita, de canela bonita. Es precioso, es suyo, lo era ahora.

— ¿Eres feliz conmigo?

—Sí, muy feliz.

 

Sasuke no quiere mencionar el daño que le hizo a Naruto, parece que el rubio lo ha olvidado o lo perdonado. Pero Sai no ha vuelto a aparecer desde aquella noche en la que abusó del Namikaze.

 

— ¿Y tú eres feliz conmigo, Naruto?

Dile que sí.

—Sí, lo soy.

 

Sai estaba con él y Sasuke también, Naruto tenía una sonrisa amplia, destellante. Ellos lo seguirían a donde fuese, y él los seguiría a ellos, incluso hasta la muerte.

 

 

 

FIN


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