Juguete nuevo
[1]
Naruto entra a su departamento como una exhalación de humo y huesos. Ha pasado una semana desde que aquel hombre entró al restaurante. Y a partir de entonces no ha dejado de frecuentar el lugar, pero sobre todo, no ha dejado de atormentarlo con preguntas o invitaciones a salir. Naruto se porta amable con él porque es un cliente y su política es siempre mantener una sonrisa aunque el día no pinte bueno, aunque por dentro se lo esté llevando el carajo.
Sasuke se llama, es guapísimo, de metro ochenta y siete, ojos negros sin brillo alguno, y piel de un blanco nacarado. A Naruto nunca le ha llamado la atención ningún hombre, pero Sasuke no es cualquier hombre y lo sabe. Porque cuando le sonríe él se sonroja, a veces titubea cuando él le habla con esa voz barítono rasgando dentro de su cabeza.
Le gustaría ser más asertivo con el moreno pero no puede, estos últimos días Naruto ha intentado con todas sus fuerzas regalarle un poco más de palabras, sin embargo, hay algo en Sasuke que lo atemoriza. Es como una señal de peligro intermitente sobre su cabeza.
[2]
Sasuke se desespera un poco más, una semana sin tener nada de Naruto, solo palabras vacías, sonrisas escuetas y ya. Sabe que tiene que jugar limpio esta vez, no quiere asustar a Naruto, ya no quiere repetir los mismos errores. En el pasado eso no era importante, él usaba a quien quería y lo desechaba como basura. Pero en esta ocasión quiere que todo salga bien, sin algún inconveniente de por medio. Ya tiene a su padre sobre él por lo que ocurrió la última ocasión. Si, él sabe que deshacerse de un cuerpo no es sencillo, menos si la policía está sobre tu cabeza, pero si lo piensa mejor, el niñato se lo merecía. Quería chantajearlo, que estúpido fue. A un Uchiha nadie puede aplastarlo, es imposible que intentes jugar sucio en su propio juego y salgas ileso.
Y eso el pequeño Sai lo aprendió a la mala.
—Padre quiere que vengas —la voz de Itachi interrumpe sus cavilaciones. Sasuke toma una bocanada de aire.
— ¿Para qué? —pregunta sin ánimos ni interés. Mueve su mano derecha en círculo provocando que el martini dentro de la copa baile suavemente.
—Hay un problema —Itachi se acerca a su hermano, busca un lugar donde sentarse en esa enorme oficina de temática minimalista. Los sofás de cuero importados desde Francia hacen juego con el tapiz y las paredes. Un blanco perfecto.
— ¿Problema? —devuelve con una pregunta, el tono de su voz denota sorpresa.
Itachi que conoce perfectamente bien a su hermano no puede negar que le da un poco de gracia ver el rostro de Sasuke con una ligera mueca de preocupación. Solo ha visto ese gesto en su hermano cuando hizo algo malo.
—Sí, será mejor que vengas —le dice, —Y por cierto —sigue en voz pausada —Tiene que ver con el chico rubio que has estado frecuentando en el local de Pain.
Sasuke deja la copa de martini sobre su escritorio, ve la espalda de su hermano desaparecer tras la puerta. ¿Cómo supo que estaba cortejando a Naruto? ¿Y qué tiene que ver ese niño con el problema del que habla su hermano?
[3]
—Es hijo de Namikaze —musita Fugaku con el acento de trueno que para sus hijos suena como una orden.
Itachi y Sasuke saben que implica ese apellido. Minato Namikaze es el nuevo detective de la policía de la hoja, un hombre honesto e incorrupto. Anteriormente trabajó en casos de relevancia como el de los Sabaku, una organización delictiva de Sunagakure, atrapó a padre e hijo en actividades ilícitas y los llevó a la cárcel. También había estado en casos menores pero con personajes importantes dentro del bajo mundo de la mafia. La cabeza del Namikaze era pedida por cualquier cedula delictiva y los Uchiha no eran la excepción.
Sasuke ve todo su plan arruinado cuando su padre da la orden de capturar al hijo de Minato para usarlo como cebo y atraerlo. Él será el encargado de dicha misión. Es el momento oportuno de demostrarle a su padre que es tan digno del apellido Uchiha como su hermano, Itachi.
—Yo me haré cargo de traerlo para ti, padre —Sasuke se pone de pie. Itachi que está sentado a su lado alza la cabeza para mirarlo. Él iba a ser el encargado de atrapar a Naruto para su padre. Luego una sonrisa se insinúa en sus labios, sabe lo que Sasuke quiere, no solo es el hecho de demostrar su valía, también quiere jugar con ese niño.
Fugaku mira a su hijo menor compasivo. Sasuke es un miembro fuerte del clan, pero también un hombre inteligente criado para obedecer cada orden dada. Sabe que es imposible que alguno de sus dos hijos fracase en una misión encomendada. Empero, después de lo que sucedió hace un año con Sai no está completamente seguro de confiarle al menor una carga tan pesada.
—Itachi puede hac-
Sasuke suelta un gruñido exasperado. —No, yo puedo hacerlo, sabes que tengo la posibilidad porque he estado visitando asiduamente el lugar donde trabaja, déjame hacerlo a mí. —replica como un niño caprichoso.
Eso es Sasuke para su padre y su hermano, un joven berrinchudo y sádico que si no se le concede lo que quiere es capaz de tomarlo por las malas. Fugaku tiene miedo de su propio hijo, a veces Sasuke se comporta de una manera errática que infunde miedo.
—Yo creo que él puede encargarse —sugiere Itachi condescendiente. Sasuke lo mira de soslayo.
—Está bien —cede finalmente Fugaku. —Solo una cosa —se dirige a Sasuke con tono de advertencia.
— ¿Cuál?
—Esta vez tú limpiaras tu desastre.
—No te preocupes padre, no romperé a mi juguete. —Sasuke sonríe sádicamente. Es ese tipo de sonrisas que le provocan escalofríos a su padre.
—Como quieras, solo no lo mates, lo necesitamos vivo para atraer a Minato.
—Entendido.