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Death Note por StrangeTH

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Cuando salí de casa un viento helado me chocó en la cara y me recorrió todo el cuerpo.

El invierno estaba comenzando y la gente salía cada vez más llena de ropa. Los árboles escaseaban de hojas y a ratos caían frías y ligeras gotas de agua al rostro.

Al caminar era capaz de ver cómo las personas asaltaban a otras sólo por el hecho de poder correr más rápido a través de este frío infernal, mientras que las víctimas sólo se lamentan por lo que perdieron y no lograron sujetar con fuerza, aunque esa no es la solución, la gente debería poder andar con tranquilidad por la calle sabiendo que no hay nada ni nadie que quiera robarles.

Un mundo donde la delincuencia sólo es un mal recuerdo de lo que alguna vez vivimos. Eso es lo que quiero lograr, es mi meta. Es triste saber que por desgracia no todas las personas saben apreciar el duro trabajo que requiere limpiar a la humanidad. Los esfuerzos, el tiempo, el mismo hecho de luchar para no ser descubierto resulta increíblemente agotador.

La gente que quiere atraparme no sabe lo que hace, no es consciente del daño que les hace a los buenos habitantes.

¿Para qué seguir arriesgando la vida e integridad de individuos inocente?

Estoy decidido a solucionar esta injusticia, esta basura que actualmente gobierna al mundo.

No importa quién sea, cualquiera que resulte una amenaza para mi plan de sanar y proteger al mundo, sufrirá las consecuencias. Es el castigo por desafiar un Dios.

Así es, todos estos pensamientos son constantes en mí, y se repiten a cada momento mientras camino por las calles con las manos en los bolsillos y la cabeza hundida en la bufanda.

Intento pensar en cómo solucionar la idea demente en la que había pensado hace unos días, "enamorar a L". Para ser honesto, hacerlo no es tan sencillo como decirlo. Sonó bastante fácil la primera vez que lo pensé.

Me propuse conquistar a L, pero... ¿cómo se conquista un hombre tan extraño como él?

L debe ser capaz de verme como algo que disfrute, algo que no pueda dejar. Como los dulces, así de indispensable. Debo encontrar algo que le guste igual o mucho más que ingerir golosinas.

L es virgen, ¿verdad? ¿podría él ser... adicto al sexo?

En el caso de que así sea, podría tratar de complacer a L en ese ámbito y dejarlo tan adicto como me haga posible, al grado de que él sienta que no puede vivir sin eso.

Espera... eso quiere decir que... tendré que tener relaciones sexuales con... un hombre. Tragué espeso. No había pensado mucho en eso y es un detalle importante.

Si logro —que lo haré— que se enamore de mí, como necesidad humana básica, querrá hacer el amor conmigo —acto que no puedo negarle, después de todo la idea es penetrar todas sus defensas y usarlas a mi favor—. Si se lo niego va a sospechar, con consiguiente descubrir y todos los esfuerzos habrán sido en vano.

Pero...

¿En serio? ¿tendré que tener sexo con L?

No me gustan los hombres, no sé qué voy a hacer, jamás he tenido sexo con uno... Hacerlo con Misa me es más fácil, soy capaz de complacerla con cualquier cosa que le haga porque está enamorada, pero la situación con L es diferente. Sé cómo complacerme yo, pero eso no quiere decir que L sea igual. Él es extraño y completamente opuesto a mí.

¡Maldición! Todo sería mucho más sencillo si L fuera una persona normal, sin embargo, si fuese alguien normal, hace ya mucho tiempo hubiese dejado de ser un obstáculo.

Todo empieza a volverse complicado.

Pero en qué estoy pensando. ¿Cómo estoy razonando eso de tener sexo con él ni quiera soy de su gusto? Eso no tiene lógica, es absurdo.

Primero debe enamorarse de mí, si eso no sucede, estoy perdido.

Cada vez que pienso en algo, tengo un problema, y el que L me quiera será uno de los mayores retos de mi vida.

Suspiré son pesadez al notar que ya estaba frente al edificio de reuniones. Con las manos en los bolsillos y lamentablemente sin una respuesta concreta.

***

Me adentré en el lugar después de pasar por todas las medidas de seguridad y me instalé en la sala de monitoreo —donde supuse que Ryuzaki estaría—. Curiosamente no estaba allí.

Me pregunto dónde estará Ryuk, no lo he visto desde esta mañana.

Ah, cierto. Lo dejé con Misa.

—¿Ryuzaki? —hablé elevando el tono de mi voz— ¿L? —volví a mirar en todas direcciones, pero no pude ver a nadie—, ¿Watari?

Estupendo... al parecer me va a tocar esperar.

Esto es extraño, jamás me había llamado en uno de mis días libres. De hecho, es probable que nadie más del cuartel llegue, a menos que sea una emergencia. L no me dijo para qué me necesitaba, sólo llamó y yo no me hice más de rogar, después de todo, también necesitaba verlo.

¿Estaré a solas con él? Esto es conveniente.

Me senté en el sillón y apoyé los codos sobre mis rodillas.

Debo pensar en algo rápido. Cómo empezar una declaración, por ejemplo.

Jamás me he confesado a alguien...

—¿Light? —es su voz—. Llegaste temprano —L apareció de una de las puertas que salían de esta habitación, aquélla pieza despide vapor.

Una de sus toallas la tiene envuelta en su cadera, y la otra la tiene como ayuda para sacudirse su desmelenado cabello azabache.

Sus ojos muestran la misma serenidad de siempre, con la diferencia de que hay una ligera y relajada sonrisa en su rostro. Lo cual me tiene un poco inquieto.

Su piel es muy clara, pálida incluso. Tiene un aspecto terso y es delgado. No goza de gran musculatura, pero esta curiosamente muy bien definido.

El agua que se desliza de su cabello húmedo, descienden a través del torso y se pierden por sus oblicuos...

—¿Light? —la voz de L interrumpió mi escáner haciendo subir mi vista de su cuerpo a sus ojos.

—Di...dime.

—¿Hola?

—Hola, Ryuzaki —sonreí bobamente intentando ocultar el nerviosismo de haberlo observado con tal descaro—. ¿Para... qué me llamaste? —cambié el tema con rapidez para evitar preguntas incómodas—, ¿encontraste algo con respecto al caso Kira?

He estado pensando demasiado en él, es por eso que estoy así, no debo presionarme tanto.

—Nada —respondió con naturalidad—, sólo quería pasar tiempo contigo, después de todo... somos amigos, ¿no? —¿escuché bien? ¿esto en verdad es casual? —. Ven, levántate.

—Claro... —obedecí, más de atontado que otra cosa.

Un amigo, ¿eh?

Esto es bueno, si me considera un amigo, ganarme su confianza será más fácil, aunque es difícil saber si habla en serio.

Me siento muy extraño.

Cada vez que él mira en otra dirección, mis ojos viajan instintivamente a su cuerpo y van buscando detalles.

Su espalda y el agua que se escurre por ella no está tranquilizándome. Es como si deseara montarme sobre ella.

No es que yo la desee... es sólo mi mente la que está tratando de ayudarme para poder sentir atracción hacía él.

Entre nuestro silencio, Watari entra por la puerta y aparece con una bandeja. Sobre ella... dos grandes copas de helado.

—¿Gustan? —ofreció haciendo una ligera reverencia.

—¡Yo sí quiero! —L, sin pensárselo mucho, corrió rápidamente hacía Watari causando que la toalla que protegía su cintura cayera al suelo.

 


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