Todos reían ante la estúpida jugarreta hacia el castaño quien no se despegaba del menor abrazándolo protectoramente, Kouki sonreía ante las bromas dejando ver a Nash una faceta nueva de su compañero de habitación, una faceta que no le molestaba y que incluso encontraba tierna, un pensamiento que no le gustó del todo.
-Jeje– Kouki no dejaba de reír ante la broma de sus amigos acción que ocasionó que el dolor de su cuerpo le recordara lo lastimado que estaba- I...Itee –Exclamó ya que sus costillas rotas reclamaban por tanta diversión arruinando el grato momento.
-Kouchan –Reo al igual que Sato se alarmaron ante la mueca del menor quien tocó su costilla.
-Ko ¿Qué sucede, bebé? –Exclamó preocupado viendo como la respiración del menor se aceleró un poco- llamen al médico –gritó a los amigos del menor quienes se levantaron de inmediato acatando la orden, pero antes de que Aomine pudiera salir del cuarto el menor lo detuvo.
-N...n...no Aomine-san, no vayas – el cachorro sonrió porque el dolor era fuerte pero no iba a preocupar más a sus seres queridos -E...estoy bien solo me moví mal-
-Pero –
-Estoy bien Nii-san –se acomodó ocultando el malestar- no seas exagerado y no me digas bebé, ya crecí –infló sus mejillas para aminorar el ambiente cosa que funcionó ante la risa de Sora que recordaba como cierto rubio dijo lo mismo hace unos días atrás al abuelo de Sato, los demás miraban sin entender cosa a lo que Sora se hizo el desentendido ya que no quería tirar a la basura nada de lo sucedido días atrás.
-Bueno dejando de lado lo idiota que es Sora –Shiba exclamó recibiendo un lindo golpe del mencionado que esquivó- debemos dejar descansar a Kouki para que se recupere, acaba de despertar-.
-Mooo yo no quiero irme aún, Shibacchi –El rubio en brazos del moreno infló sus mejillas.
-Yo tampoco, quiero estar con Furichin para comer dulces juntos –exclamó sacando la bolsa donde guardaba las paletas del menor.
-Olvida que nos marcharemos, Shiba –el moreno descaradamente lo llamaba con clara molestia por su comentario.
Todos siguieron reclamando ya que no deseaban abandonar al menor ahora que había despertado, ganando que Shiba suspirara rendido ante la oposición.
Al lado Satoru sonreía al ver el cariño hacia su hermano, agradecía infinitamente los grandes amigos que tenían ambos pero su sonrisa cambió al ver los diversos vendajes del menor y las múltiples heridas que adornaban su hermoso rostro, sin darse cuenta sus ojos empezaron a escocer ya que el dolor de ver a su hermano así era intenso, sumergidos en sus pensamientos Sato no notó como cierto pelinegro se colocó a su lado tomándole la mano, tacto que supo reconocer incluso antes de levantar la mirada.
Yoru al ver al castaño con esa mirada supo que estaba aguantando las ganas de llorar, por lo que con una corta señal a sus compañeros se retiró con Sato mientras el trío captaba la atención de los demás, para colocarse al lado de su castaño y tomarle la mano que mantenía apretada llamando su atención.
Satoru se encontró con los ojos de Yoru quien le animaba a ser fuerte, transmitiéndole su apoyo a lo que el castaño reaccionó cerrando sus ojos para concentrarse en el sonido que ambos corazones generaba logrando que la calma regresara a su cuerpo, sonrió y miró esos ojos agradeciéndole.
Recuperado, Sato se incorporó nuevamente a la conversación pero el cachorro aún tenía una duda grande rondando en su cerebro y no quedándose con ella dijo:
-Chicos –interrumpió el relato de Shiba ganándose la atención de todos- sé que debía preguntar desde el inicio pero –se sonrojó por lo despistado que era -¿qué me sucedió? ¿Por qué estoy en el hospital?
Todos guardaron silencio ante la obvia pregunta que haría el cachorro, por lo que fue turno de Sora para intervenir y manejar la situación.
-Kou –llamó captando su mirada- antes de responder a tu pregunta dime ¿qué es lo último que recuerdas?-
-Yo...-
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Eren estacionó su auto a unos metros del hospital, lugar donde cierto pelirrojo pidió que viniera sin informarle a nadie de ello, por lo que apagando el motor salió fijando su vista en el mapa de su celular que le indicaba donde se encontraba su jefe, se giró hacia la calle y caminó llegando así a la entrada de un callejón de mal aspecto, confundido miró nuevamente el mapa pensando que se había equivocado pero grande fue su sorpresa al ver que la señal estaba a solo unos metros de él, con rapidez corrió hacia el callejón encontrándose con una escena inesperada que lo congeló.
-A...Akashi-sama –Eren estaba atónito ante lo que había visto, ya que frente a sus ojos se encontraban dos jóvenes con grandes heridas en su cuerpo, su jefe apoyado en la pared mientras que el otro se hallaba recostado en las piernas del pelirrojo, quien al escuchar su nombre levantó su mirada encontrándose con el hombre que había acudido en ayuda.
-E...Eren-san –una pequeña sonrisa acudió al rostro del emperador quien sintió como su rostro ardía- G...Gracias por venir-.
Eren saliendo de su shock se acercó a los menores dándose cuenta de la sangre que revelaba la brutal golpiza que recibieron.
-Joven amo, ¿qué sucedió? –miró al peliceleste quien aún dormía- L...Llamaré a una ambulancia –dijo sacando su móvil, pero con el dolor de su cuerpo Seijuro levantó su mano impidiéndole tomarlo- ¿Akashi-sama?-.
-N...No por favor –tragó la sangre que estaba en su boca- nadie...uff...nadie puede saber de esto...mucho menos mi padre –exclamó con dificultad ya que el solo respirar era un martirio, hablar era un verdadero infierno.
-P...pero joven amo –
-P...por favor –agarró con la poca fuerza que tenía la mano contraria- nadie puede saber, necesito que me ayudes sin que nadie lo sepa Eren-san, c...confío en usted –dijo antes de caer desmayado ya que el dolor era tanto que su cuerpo ya no pudo resistir más.
-Akashi-sama –grito Eren al verlo caer inconsciente, su mente era un caos debía socorrerlo pero no podía llamar a una ambulancia... qué podía hacer...
Solo tardó unos segundos para encontrar la solución y abriendo su móvil marcó a la única persona que lo ayudaría sin romper la petición de ese pelirrojo que conocía desde niño y que sin proponérselo, lo consideraba un hijo.
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En la mansión Kurosawa cierto jefe despertaba luego de la llave aplicada por Takumi antes de conocer la información que Hayato les traía, con lentitud abrió sus ojos y confundido miraba el entorno donde se encontraba.
-¿D...don...? – antes de terminar de formular la pregunta los últimos recuerdos acudieron a su mente haciéndolo abrir sus ojos ya que la imagen del cuerpo mutilado de Haizaki más la verdad de su supuesto subordinado hicieron que un helado impulso recorriera su cuerpo.
"Mierda, Mierda, Mierda" repetía en su mente ante el claro panorama de su futuro.
-Debo irme o seré hombre muerto –horrorizado trató de soltar las cuerdas que lo ataban a la silla de esa desolada sala, pero no cedían por lo que entrando en pánico buscó algo que le sirviera para escapar y justo cuando vio la llave de su libertad la puerta se abrió revelando a un divertido Takumi quien gustoso jugaría con él.
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En la mansión Akashi, Masaomi marcaba una y otra vez al celular de su hijo quien desapareció dejándolo solo con los Tsuki, estaba furioso y por ende los empleados pagaban su furia.
"El número que usted marcó está ocupado o fuera de línea, por favor..."
-Mierda Seijuro, ¿dónde estás? – exclamó colgando por séptima vez- Ya verás cuando regreses, me vas a escuchar.
Furioso salió al jardín donde las rosas de su mujer aun conservaban su belleza, el único lugar que lo calmaría hasta que pusiera sus garras en su desobediente hijo.
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Hablando del pelirrojo, Eren luego de comunicarse con la persona quien lo ayudaría con cuidado tomó a los menores desmayados para trasladarlos a la casa de su cuñado, quien era para su suerte médico general del hospital público del sector, sin esperar trasladó a los menores llegando en tiempo récord al hogar de su hermana, se estacionó a la vez que tocaba la bocina anunciando su llegada.
Salió del coche con rapidez abriendo la puerta de este mientras que su cuñado abría la de su hogar.
-¿Qué sucedió, mocoso? – preguntó abriendo la reja de su casa.
-No lo sé con certeza, Levi –exclamó sacando al peliceleste, quien gimoteaba de dolor- Akashi-sama me llamó y los encontré así-.
-Están gravemente heridos –tomó al pelirrojo que era el de peor estado- debemos entrar al salón ahora-.
-Gracias amigo –entró siguiendo al pelinegro notando como una camilla lo esperaba, Levi dejó al emperador en ella por lo que Eren acomodó al peliceleste en el sofá.
-¡MIKASA, TRAE MI MALETIN! – gritó Levi sacando la ropa del pelirrojo, en unos segundos apareció una pelinegra, hermana de Eren quien al ver la situación no dijo nada y empezó a ayudar a su esposo.
Después de 30 largos minutos Levi terminó de curar y asistir al pelirrojo, quien contaba con innumerables vendas en su cuerpo.
-Tiene 2 costillas rotas y múltiples daños que se curarán con medicación, pero está fuera de peligro –Eren al escuchar la información soltó un suspiro de alivio -ahora toca revisar al otro enano, levántalo mocoso-.
Eren acató la orden de inmediato levantando el liviano cuerpo del menor, Levi intercambió de paciente y se puso a curar a su nuevo paciente, Mikasa le entregaba los materiales a su marido viendo de reojo a su hermano.
Solo bastaron 15 minutos para curar al fantasma terminando así los cuidados de ambos que ahora reposaban en el dormitorio principal.
-Se puede saber en qué lio te metiste, mocoso – preguntó Levi sentándose al lado de la pelinegra quien conversaba con su hermano.
-No lo sé exactamente Levi – Eren se recostó en el sofá cansado de tanto caos -Akashi-sama me llamó para recogerlo hace unas horas sin que nadie se enterara, al llegar los encontré así en un callejón abandonado-.
-¿Pero no estabas cerca del hospital? – Mikasa preguntó -¿porqué no los llevaste allí?-
-De seguro no se dio cuenta el muy idiota que un hospital sirve para eso o no usó sus neuronas, yo me inclino por la primera- dijo como si nada Levi tomando su café.
-¡Oye!– Eren lo miró molesto y suspiró -no es eso genio, Akashi-sama me pidió que no llamara a nadie, ni siquiera quiere que su padre se entere-.
-¿Y eso porqué?–.
-No tengo idea– Eren miró hacia la habitación -solo queda esperar para saber la razón-.
El trío guardó silencio tomando sus respectivos cafés, no podían hacer otra cosa hasta que despertaran y supieran las razones de todo esto.
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Regresando a la habitación del cachorro, todos los presentes esperaban la respuesta del menor quien trataba de recordar el último suceso realizado antes del despertar en el hospital.
-R...recuerdo– cerró sus ojos ante la confusa imagen: una montaña rusa y las risas de sus amigos eran algunos de los recuerdos que acudían a su mente -unos juegos– apretó sus ojos esforzándose aún más -un parque de diversiones al que Kagami quería ir y un... ¡AAGHH!– no pudo continuar ya que un intenso dolor se apoderó de su mente, de inmediato sus manos sujetaron su cabeza alarmando al grupo.
-¿Kouchan que sucede?– Reo se levantó de inmediato al igual que el resto que rodearon la cama, Satoru tomó de los hombros a su hermanito.
-Kouki no sigas recordando– exclamó un alterado Sora quien no esperaba que ese suceso sucediera por su pregunta -no es necesario recordar, tranquilízate –pidió, pero el dolor no pasaba en el cachorro por lo que de inmediato Nash apretó el botón llamando al personal médico quienes no demoraron en llegar.
Las enfermeras quitaron a los alterados muchachos mientras el médico lo auxiliaba.
-Administré un calmante por vía intravenosa de inmediato– ordenó a la enfermera quien administró lo solicitado haciendo que los gritos de dolor cesaran hasta que el menor nuevamente cayera en manos de Morfeo.
El grupo observaba horrorizado como el chihuahua cayó dormido alarmándolos aún más, no podrían soportar perderlo otra vez.
-D...Doctor– Satoru miró al médico que se acercó a ellos -¿Q...qué le sucedió?... ¿volvió a entrar en coma?– exclamó con una mano en el corazón, pregunta que todos horrorizados se habían hecho.
-Tranquilos, está bien– calmó a los presentes -solo está dormido pero despertará en algunas horas– terminó sacando un suspiro de alivio masivo -ahora necesito que me digan que sucedió con exactitud-.
Sora fue el encargado de explicarle al médico dejando que sus compañeros se acercaran otra vez al dormido bello durmiente que los tenía con el alma en un hilo.
Nash se recostó en su cama calmando su cuerpo ya que ese mocoso lograba preocuparlo y, sin darse cuenta, una sonrisa recorrió su rostro ya que los días en el hospital desde que se encontró con ese mini mono eran un caos.
Continuará.
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