Una vez estuvimos en la habitación, juntos y solos, comencé a cambiarme sin pudor, después de todo, vivíamos juntos, ¿no? Mientras hacía eso, Sasuke me imitó, cambiándose.
- ¿Cómo quieres festejar tu inicio de carrera? – preguntó Sasuke en un tono bastante sugerente mientras se acercaba a mí únicamente en boxers.
- ¿Contigo así? Se me ocurren muchas cosas. – contesté sonriéndole con picardía.
- Enséñame. – declaró más en tono de orden que de petición.
Sasuke no lo dudó, comenzó a besarme con intensidad, con pasión. Yo respondía sus besos de la misma manera, moría de ganas porque eso sucediera, tenía que admitirlo.
Sasuke me empujó ligeramente sobre la cama para luego acomodarse encima de mí, cosa que le permití al segundo. Mientras deslizaba sus manos recorriendo mi torso y abdomen, comenzó a devorar mi cuello, mordiendo en algunas ocasiones y succionando en otras.
- No hagas eso, me dejarás marca. – repliqué luego de que Sasuke hubiera mordido con un poco más de fuerza que en las veces anteriores.
- ¿Qué mejor? Por lo menos todos sabrán que no deben tocarte. – declaró posesivo, como siempre.
- Idiota, de-deja de hacerlo. – pedí nuevamente al sentir sus dientes presionar mi piel.
- No te veo quitándome, Naruto. – declaró una vez me soltó el cuello.
Antes de poder decir otra cosa me besó con fervor, cosa que respondí gustoso, comencé a recorrer su espalda por mi cuenta, se sentía tan bien tocar su piel, era suave, tersa, efectivamente era como una buena porcelana. No pude reír ante mi pensamiento, pues sentí como Sasuke tiraba de los boxers que traía puestos, dejándome completamente desnudo.
Luego de eso, sin dejarme hacer nada, hizo lo pertinente con los propios, permitiéndome verlo desnudarse haciéndome todo un espectáculo. Sasuke estaba jodidamente bueno, cada músculo se le marcaba, sencillamente era un deleite visual verlo así, como Dios lo trajo al mundo.
Sasuke, en ese momento comenzó a titubear un poco respecto a lo que debía hacer, cosa que entendí perfectamente, por lo que comencé, sin pudor alguno, a masajear su erección robándole alguno que otro jadeo y suspiro. Sasuke se tomó un par de minutos antes de agarrar confianza y comenzar a tocarme también, imitándome, aunque claro, él tenía una posición más cómoda. No lo dejé terminar de tocarme realmente, cuando me incorporé en la cama, sentándome, luego de eso bajé de la cama, poniéndome de rodillas y sin avisarle nada, tomé su miembro en una mano mientras lamía la súper sensible punta, Sasuke se estremeció al mínimo contacto, cosa que me excitaba también. Comencé con pequeñas lamidas y succionadas a lo largo de su pene, hasta que, finalmente, ambos, presas de la excitación del momento, decidimos lo mismo. Mientras que yo había decidido atragantarme su erección, él había preferido tomar mis cabellos en una mano para jalarme y engullir completamente su miembro.
Aquello resultó en varios guturales gemidos de parte de Sasuke, que, por lo visto, no pensaba claramente.
Antes de que Sasuke pudiera llegar al orgasmo en mi boca, me detuve. Él me miró molesto, reprochándome mi acción; pero estaba más ansioso de sentirlo dentro de mí, que otra cosa. Llevábamos hablando de ese encuentro unas semanas, por lo que habíamos un botecito de lubricante cerca de la cama, para cuando sucediera. Aproveché nuestra buena idea, tomándolo, y Sauske no tardó en quitármelo. Se vació un poco del líquido entre los dedos, y, sin saber muy qué hacer, metió el primero en mi cavidad. La sensación me era familiar, hacía tiempo que no tenía sexo, sí; pero ya tenía noción de lo que debería estar haciendo. Sasuke, al ver no había gran respuesta negativa de mi parte, intentó con el segundo. En ese momento sí sentí una pequeña incomodidad; pero nada grave, por lo que, en esta ocasión, yo le pedí que metiera el tercero ya. Al darme cuenta que, realmente, no me estaba doliendo, entonces le pedí a Sasuke que lo intentara.
El moreno dudó unos minutos, no estaba seguro; pero no sabía si era por hacerlo, o por hacerlo tan rápido, de cualquier manera, no le tomó más de un par de minutos, así pues, me relajé, respiré profundamente, y esperé con paciencia. Sentí el glande de Sasuke chocar contra mi trasero, comenzó a restregarlo antes de intentar meterlo. Cosa que me respeté, después de todo, sería si primera vez. Una vez se sintió más seguro de lo que estábamos haciendo, me tomó de la cintura con ambas manos, acomodándome con firmeza, sosteniéndome como fuese a romperme. El dolor había sido aceptable, quizá no había entrado con gran facilidad; pero, ciertamente, no había sido nada dramático, ni complicado. Le permití a Sasuke moverse lentamente, cosa que prácticamente le pedí.
Sasuke hacía tal como lo pedía, entraba y salía de mí con lentitud, con cuidado, y sí, había algo de dolor, no podía negarlo; pero hasta en eso era bueno el muy infeliz, aun siendo su primera vez, aunque también tenía que admitir que había pasado tanto tiempo deseándolo, que el solo hecho de sentirlo dentro de mí era excitante.
- Más rápido, Sasuke. – pedí entre jadeos cuando ya no quedaba rastro de dolor.
Sasuke ni siquiera se tomó la molestia de responder, sencillamente obedeció mi petición, penetrándome con un ritmo más intenso, quizá no demasiado; pero bueno, no podía ser jodidamente perfecto, ¿o sí? Nadie lo era la primera vez, nadie, ni siquiera el grandísimo Sasuke Uchiha.
No pude evitar estirar mi cuerpo, con la ayuda de ambas manos, para levantarme un poco, lo suficiente para tomar la nuca de Sasuke y jalarlo hacia a mí, besándolo con deseo, ya estaba suficientemente excitado como para dejarme llevar por algunos impulsos, no todos, quizá; pero muchos. Sasuke no se detuvo en ningún momento, aún mientras me besaba continuaba con su ritmo acompasado, mismo que comenzaba a gustarme, quizá, más que un frenesí descontrolado.
Los gemidos de ambos inundaban la habitación, que, acompañado con el sudor los demás fluidos corporales, comenzaba también a apestarse de hormonas. El aroma a sexo era casi aturdidor, me mareaba un poco, o quizá también eso era culpa del placer. De pronto, en un mal movimiento, Sasuke salió por completo de mí; pero lo solucionó rápido, quizá demasiado, tomó mi cintura y entró en mí demasiado rápido y fuerte, logrando que yo arqueara la espalda sobre la cama mientras aferraba ambas manos entre las cobijas, estrujándolas con fuerza, acompañando mis acciones con un grito de placer. Sasuke me sonrió de lado justo antes de sentir las repetidas embestidas que me propinaba, todas sin control, con demasiada fuerza, demasiada intensidad, y sorprendentemente profundas. Me estaba volviendo loco. Se sentía endemoniadamente bien, no sólo tenerlo dentro de mí, sino la manera tan despreocupada con la que había comenzado a hacérmelo.
Los minutos seguían pasando y yo cada vez estaba más aferrado a la cama, tenía la cabeza totalmente recargada en la cama, elevada, el placer me nublaba no sólo la vista, sino todos los sentidos. Mi cuerpo había comenzado a temblar ante el menor roce de Sasuke, no era sólo mi mente la que enloquecía, el jodido placer que me proporcionaba Sasuke era increíble, indescriptible. Sencillamente era el mejor sexo que jamás había tenido. Sí, mi novio era estúpidamente perfecto en todo.
- Sasu…ke… ya no… puedo más… - le avisé entre gemidos fuertes y sonoros, aquel aviso fungió como detonante sexual.
Sasuke, en ese momento, se volvió otro poco más salvaje, con embestidas frenéticas y sus gemidos ahogados -gracias a su perpetuo silencio-, estaba seguro que, para mañana siguiente no podría levantarme, y tampoco hablar. Mis gemidos eran cada vez más roncos, me faltaba voz para expresarme, cosa que pareció excitar a Sasuke, algo en él era sádico hasta en el sexo.
Con una penetración especialmente profunda y fuerte, llegué al clímax, ensuciando ambos abdómenes, claro, no era el único. Sasuke había llegado a su propio orgasmo dentro de mí.
No pude ni levantarme a buscar papel higiénico para limpiarme, ya sentía la repercusión de tan dura sesión sexual, el trasero me dolía, en serio. Sasuke se acostó a mi lado, ignorando por gusto el hecho de estar sucio por mi culpa, además del sudor y otras cosas.
Me acomodó sobre su pecho, dejándome descansar en él, abrazándolo, escuchando el todavía agitado ritmo de su acelerado corazón. Y fui feliz. Fui feliz al saber que yo podía acelerar así su pulso, que bien podía darle calma, como alterarlo tanto como él hacía conmigo.