Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Hostage por LevitaHatake

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

En esta historia Trafalgar Law, Doflamingo y su hermano Rocinante serán los protagonistas.
Doflamingo y Rocinante siguen siendo nobles mundiales o "tenryubitos"

Law es un humano normal, no ha comido ninguna fruta en esta historia.

-Hermano, ¿estás seguro que quieres salir hoy?

Rocinante Donquixote se encontraba sentado en un elegante sofá color rojo, su postura revelaba una gran tensión. Sus cabellos rubios cubrían con gracia sus ojos. El muchacho se encontraba algo tenso y nervioso ante su hermano Doflamingo.   

-Claro que si… He estado muy aburrido últimamente, creo que iré a darme una vuelta a Sabaody, tengo ganas de hacerme con algo especial ¿No crees que deberías conseguirte un esclavo por primera vez en tu vida?

Doflamingo se encontraba observándose ante un largo espejo cuyo marco estaba hecho de oro y tenía en él joyería incrustada; el espejo apenas lograba reflejar sus 3 metros de altura.  El rubio miraba su vestimenta típica de noble, se aseguraba de que su cabello estuviera perfectamente peinado y su rostro estuviera impecable. El muchacho acomodo sus gafas y volteo hacia su hermano.  

-Pues veras Doffy…

-Vamos, podrías conseguir a algún humano entretenido o alguna mujer hermosa allá abajo-le dijo Doflamingo con un tono especial para convencerle.  

-Pero…

-Vamos, date prisa. Quiero volver antes de la cena…

Y Rocinante se puso de pie y fue detrás de su hermano.

-¿No crees que papa estará molesto de que traigas más esclavos a casa?-comento Rocinante con mucha cautela mientras iban camino a tomar el carruaje que los llevaría hasta el puerto donde tomarían el barco hacia Sabaody.

-Oh Roci… Aun eres un niño asustado, deja de pensar en lo que dirán en casa un rato y vamos a divertirnos, ¿quieres?-y Doflamingo esbozo una enorme sonrisa maliciosa a su hermano menor.  

-Está bien Doffy… Puede ser divertido…

-¡Lo será, ya lo veras! Esos humanos son tan pequeños e indefensos es una completa diversión bajar a su tierra e inspirarles el miedo absoluto…-y lanzo una profunda risa mientras alzaba el rostro en gesto de superioridad.

 

Rocinante sonrió débilmente. La verdad es que solo le seguía la corriente a Doflamingo cada vez que este manifestaba tales actitudes. La realidad es que Rocinante, junto con sus padres, era el desadaptado en Mariejois. Solo tenía un esclavo a su servicio y este solo le ayudaba en tareas básicas, Rocinante prefería atenderse por sí solo. ¿Qué clase de placer enfermo tenían sus compatriotas y hermano al usar a humanos para todas sus tareas y caprichos? Parece que nunca lo descubriría. Conocidos y amigos de Doflamingo siempre juzgaban el comportamiento tan extraño de la familia Donquixote y consideraban que solo Doflamingo era digno de convertirse en un buen amigo.
Mientras Rocinante discutía en su mente el cómo lidiaría con la experiencia de este día, el carruaje ya había llegado al puerto. Prosiguieron a colocarse sus trajes especiales para salir al “mundo de los humanos”, estos consistían en un traje de cuerpo completo que incluía un casco y un equipo de purificador de aire.
Esta era otra de las cosas que intrigaban a Rocinante, ¿En serio el aire de allá abajo sería tan sucio como todos creían?    

Pasaron varias horas para que finalmente los hermanos Donquixote (junto con su escolta privada que cuidaba sus espaldas) arribaran al archipiélago Sabaody.  Su llegada fue inesperada pero no tardo mucho para que todos los habitantes y tiendas les recibieran con todos los honores posibles. Las personas les abrían paso para inmediatamente después arrodillarse ante ellos.

-¡Mira eso Roci!-exclamó Doflamingo con una amplia sonrisa-¿Puedes ver el terror en sus caras, mira como tiemblan al vernos? Su pánico me da tanta felicidad…-y saco su elegante y brillante pistola con la que empezó a disparar al azar entre pequeños montones de gente.

-Doffy, ¿no crees que deberíamos darnos prisa para comprar?-dijo Rocinante tratando de distraer a su hermano.

-¿Eh? Claro que no.

-Pero en verdad estoy ansioso por ver que puedo conseguir-mintió Rocinante para que Doflamingo parara con los disparos de una vez.

-¿En serio? Bueno, si estas tan ansioso ¿Por qué no empiezas a mirar si hay alguien que quieras llevar por aquí o por las demás calles? Siempre te puedes llevar una gran sorpresa con estos humanos-y lanzo otro disparo contra un hombre que se encontraba hecho un ovillo a varios metros de ellos.

-Ahm… Aquí hay solo gente mayor…-dijo Rocinante haciendo una observación que pudiera ser lógica para seguir con sus excusas-. Estaba pensando en conseguir a alguien joven, tú me habías dicho que las mejores mercancías están en la casa de subastas…   

-Tienes razón… Te mereces algo mejor que estas basuras-y Doflamingo guardo su pistola y siguieron su camino.

 

Rocinante sentía un terrible e incómodo nudo en el estómago, trataba de controlar ese ligero temblor que dominaba todo su cuerpo. Respiraba profundamente.
Finalmente llegaron. Entraron al lugar y tomaron asiento en una sección especial reservada para los dragones celestiales que se encontraba en primera fila. La subasta ya había comenzado al parecer.
En esos momentos subastaban a una joven delgada de cabello castaño, la pobre lucia sumamente asustada, Rocinante lograba ver el miedo en sus grandes ojos oscuros. Rápidamente fue adquirida por un hombre de mediana edad cuya cara denotaba toda la ansiedad de poseer a esa muchacha de inmediato.
Rocinante se lamentó profundamente por ella.
Pasaron filas de mujeres mayores que se ofertaban para realizar labores domésticas, hombres fuertes para realizar trabajos pesados o ser usados como monta cargas.
Rocinante estaba perdiendo la esperanza de poder tener el valor de elegir a alguien…
Simplemente no podría llevarse a nadie sin sentir que el alma se le partía en dos.
Y la subasta dio fin.

-Oh Roci… ¿En verdad te irás con las manos vacías?

-Eso parece Doffy. Bueno, suficiente por hoy, vámonos…

-No seas aburrido, vamos a ver si hay algo bueno por el parque de diversiones. Yo tampoco he obtenido nada, me gustaría tener al menos un esclavo nuevo.

-Está bien…-y Rosinante soltó un suspiro de fastidio.

 

El par de hermanos se dirigió hacia el lugar mencionado, siempre con guardias detrás de ellos en caso de peticiones especiales. Doflamingo sabía que estaría lleno de gente en buen estado, con energía y llena de vitalidad. Sentía una fuerte y excitante ansiedad al pensar en el rostro lleno de terror y resignación de la persona que llamará su atención.
Por su parte, Rosinante tenía un semblante marcado por el desagrado.
Estaba tentado a decir: “Basta, me voy a casa, te veo en la cena Doffy…” pero nunca se decidió a decirlo en voz suficientemente alta como para que su hermano lo notara.
Finalmente llegaron al parque de diversiones y como era de esperarse todos los asistentes quedaron estupefactos al ver al par de tenryubitos rubios caminar por el parque.
Doflamingo esbozo una amplia sonrisa y con traviesa ansiedad se apresuró a sacar su pistola.

-Espera Doffy, hay muchos niños aquí, no deberías de usar esa cosa-dijo Rosinante sumamente asustado por el bienestar de los pequeños que rondaban por ahí.

-¿Qué rayos dices, Roci? No digas tonterías, tienen que aprender desde pequeños a quien tienen que respetar…

-Pero no te han hecho nada, son solo niños…-decía Rosinante con un nudo en la garganta-. Doffy, por favor.

-Que molestia… Pero si alguno se atreve a cruzarse en mi camino o a molestarnos, lo pagara-y Doflamingo guardo su pistola.

-Promete que no los mataras-y Rosinante tomo sus manos entre las suyas, estrechándolas con preocupación.

-Agh, está bien. No los matare-soltó Doflamingo completamente resignado. 

-Gracias Doffy, a mama y a papa les agradara saber de esto-le dijo Rosinante con una dulce sonrisa; lo decía casi como una forma de consolarlo.

-Como digas…

 

Y siguieron paseando y observando a la gran diversidad de humanos que había ahí. Rosinante miraba fascinado como las familias de humanos se divertían de manera tan inocente y tan barata. Una sonrisa de tranquilidad se dibujó en su rostro.
Doflamingo, por su parte, mantenía un semblante de fastidio por el hecho de tener que “controlarse”.

-Oye Doffy, ¿no te apetece probar uno de esos algodones de azúcar? Son realmente enormes y lindos…

-Realmente te emociona estas cosas de humanos ¿verdad?-observo Doflamingo con algo de asombro-. Vamos, entonces.

 

Cuando por fin llegaron al frente de los algodones de azúcar Rosinante se dedicó a ordenar varios de ellos mientras que Doflamingo se mantuvo al margen, aun con la mirada fija en la multitud, siempre buscando a quien elegir entre todos esos humanos que paseaban.

-Doffy, ¿quieres uno también…?

 

Y la pregunta de Rosinante no alcanzo a escucharse debido a un grito de Doflamingo.
Rosinante miro aterrorizado como su hermano fulminaba con la mirada a una niña que había chocado contra él y había derramado un helado sobre su ropa.
La niña estaba de rodillas en el suelo mirando con profundo temor al enorme hombre rubio. Doflamingo sacó su pistola. Rosinante corrió hacia él lanzando los algodones de azúcar que había pedido. Y la niña lanzo un grito.

-¡NO, DOFFY, NO LO HAGAS!-exclamo Rocinante con desesperación.  

-¡SUELTAME…!

-¡LAMI!-exclamo una voz masculina.

-¡Miserable niña humana…!-y Doflamingo logro quitarse de encima a su hermano y dirigió su pistola hacia la niña pero quedo completamente quieto al ver que ya no solo era la pequeña niña a la que tenía que disparar.  

Un muchacho moreno de cabello negro llego junto a la niña y se colocó frente a ella como si fuese su escudo. Rosinante también quedó quieto al ver al joven que ahora les hacía frente.

-¡LAMI! ¡LAW…!-exclamaron una mujer y hombre que llegaban a la escena. Al parecer eran los padres de la niña y el muchacho.

 

Doflamingo seguía apuntando con su pistola ahora a toda una familia completa. Su vista, sin embargo, estaba fijado en un solo punto: En el rostro del joven que protegía a la niña que se había atrevido a ensuciar su ropa.
El humano tenía un rostro atractivo, demasiado atractivo para un humano común. Tenía unos ojos grises profundos y desafiantes, su piel morena resaltaba sus bellos rasgos y ese cabello negro le parecía sumamente exótico; Doflamingo sintió una punzada de atracción inexplicable.

-Doffy, por favor, vámonos...

-Cierra la boca Rocinante, a menos que quieras que los mate a todos-espeto Doflamingo sumamente estresado por la sensación tan intensa que experimentaba gracias a ese joven humano.

-Por favor… Perdone a nuestra hija… Déjela ir solo a ella, haga lo que le plazca con nosotros…-decían los padres en un intento de salvar la vida de su pequeña sin impórtales dar su vida a cambio de la suya. 

-Vaya que tenemos aquí… Estos humanos se atreven a dirigirme la palabra-y Doflamingo apunto su pistola hacia el rostro del padre.

 

El hombre abrazaba fuertemente a su hija y esposa. Y Doflamingo soltó un disparo justo a un lado de la familia, sembrando un miedo increíble en la familia. Después de este gesto el muchacho moreno se plantó justo delante de la pistola del tenryubito.

Rosinante quedo boquiabierto, justo igual que Doflamingo. ¿Qué se creía ese humano? ¿Acaso era tan estúpido como atractivo?
La sensación de excitación creció en Doflamingo.
No podía creer que un humano le provocara todo eso.

-¿Así que quieres morir por tu pobre familia, eh?-logro articular Doflamingo con voz entrecortada. Su rostro se sentía cada vez más cálido y sofocado. El joven no contesto a la pregunta.

-Law, por favor, no lo hagas… Ven aquí-le dijeron sus padres sin dejar se proteger a su hija pequeña.

-Bien, parece que tienes demasiadas agallas para ser un simple y sucio humano-continuo Doflamingo tratando de recobrar su tono y postura normal-. Humano, seré gentil contigo… Serás mi nueva mascota, a cambio dejare con vida a tu miserable familia. 

El joven había perdido un poco del impulso de valor y ahora su mirada se había empezado a impregnar de miedo. Había comenzado a temblar ligeramente. Rosinante quedó estupefacto, miraba con horror como la familia quedaba sin habla al oír a su hermano, miraba con dolor cómo los padres y la niña empezaban a llorar desconsoladamente al ver como su hijo les era arrebatado a cambio de sus vidas.

-Ponte de rodillas en el suelo. Guardias, pónganle un collar y una cadena inmediatamente-ordeno Doflamingo completamente ansioso por ver al joven siendo por completo suyo.

 

Mientras los guardias y Doflamingo se ocupaban del muchacho, Rosinante se adelantó hacia la familia y rápidamente se puso de rodillas para poder hablarles de cerca. Los padres y la niña se encogieron de miedo al pensar que otro tenryubito les haría algo terrible.

-No tengan miedo por favor, no les hare daño-dijo Rosinante en voz baja pero perfectamente clara y entendible-. Sé que nunca perdonaran esto… Solo me resta prometerles que hare lo que pueda para que su hijo este bien. En nuestra familia no tratamos mal a los humanos, se los prometo, su hijo estará bien…

Los padres, que seguían derramando lágrimas, miraban extrañados al tenryubito rubio que les hablaba con tanta compasión. ¿Acaso si era posible que un noble mundial fuese tan humano?

-Espero que algún día se vuelvan a reunir…

-¡Rosinante, vámonos ya! ¿Qué diablos haces hablando con esa basura?

-Nada, Doffy, solo me aseguraba de que no se fueran contra nosotros-respondió Rosinante rápida y nerviosamente. Se puso de pie y fue junto a su hermano, mirando por última vez a la desconsolada familia que seguía llorando sobre el suelo.

El muchacho moreno, llamado Law, ya estaba provisto con su collar y cadenas.
Rosinante apenas pudo mirarlo.

-Bien, vámonos-anuncio Doflamingo jalando la cadena del joven Law.

El muchacho empezó a gatear y con mucho esfuerzo logro echar una última mirada a su familia. El pobre cerró fuertemente sus ojos, tratando de contener todas esas lágrimas de impotencia. Siguió andando con la única motivación de que su familia estaría a salvo si acataba todas y cada una de las ordenes que le dieran de ahora en adelante.  

-¿No ibas a llevar esos algodones de azúcar?-inquirió Doflamingo mirando de perfil a su hermano.

-No… Perdí el apetito.

-Lo siento Roci, pero tienen que saber cuál es su lugar… Además, mira mi ropa, no podré cambiarme hasta llegar a casa, no pienso comprar ropa de este mundo-declaro Doflamingo con una fuerte convicción de estar en lo correcto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).