Capítulo 1;
Parte: Aceptarse a uno mismo
Sasuke miraba enojado el reporte que le habían levantado por culpa de Naruto. De alguna manera, el rubio siempre lograba que el azabache se uniera a sus travesuras o simplemente, lo cubriera para no ser descubierto. Suspiro al pensar en los regaños que recibiría por parte de su padre y el mismo sermón en el que terminaría prohibiéndole volver a juntarse con el Uzumaki, cosa que siempre ignoraba.
Miro de reojo a su mejor amigo, quien se dedicaba a comer felizmente un cuernito relleno de chocolate. No le sorprendía que Naruto estuviera tranquilo. Su abuelo no era como su padre. Incluso desconocía como es que ese hombre alegre y mujeriego había logrado criar al rubio, si para él, ambos eran igual de infantiles.
Otro suspiro escapo de su boca al recordar que no solo tenía un reporte por tirarle harina en la cabeza a uno de los profesores, también le habían levantado otro por cumplir el límite de llegadas tardes en el mes, de nueva cuenta, culpa de Naruto.
Un suspiro más salió de su boca y es que no entendía, ¿Cómo era posible que un tonto como el Uzumaki terminara siendo su mejor amigo? En ocasiones pensaba que lo mejor que pudo hacer hace ocho años, era ignorarlo y rechazar su petición de amistad, de esa manera se habría ahorrado varios problemas. Sin embargo ese pensamiento cambiaba cuando recordaba los momentos divertidos y diferentes que había pasado junto al rubio durante todos esos años.
—Dicen que los suspiros son besos que deseas dar, pero no puedes—comento el Uzumaki—. ¿A quién quieres besar? —pregunto pícaramente.
— ¿Se valen golpes en vez de besos? —Respondió el Uchiha—. Porque créeme que en estos momentos lo único que quiero es romperte la cara.
Naruto soltó una carcajada.
—No, solo cuentan los besos—contesto. —Así que, ¿Qué esperas? aquí está mi mejilla para que me llenes de besos—dijo señalando su mejilla izquierda.
El Uzumaki comenzó a molestar al azabache, acercándose a él y apretándole sus mejillas en intento de que este le diera un beso.
— ¡Naruto! —grito Sasuke, cuando el rubio le planto un beso en la nariz ante la mirada de la gente que pasaba por la calle. Y es que si el peli negro no se hubiera movido, el beso habría sido en la boca.
El rubio solo atino a reír al ver el gesto asustado de Sasuke. Después de unos segundos, el azabache se unió a esa risa, estaban acostumbrados a llevarse así, después de todo, eran un par de adolescentes que solo buscaban divertirse y reírse de la vida con todo y problemas.
—Si mañana, cuando vaya por ti, sigues roncando, te juro que te despertare con un balde de agua con hielos incluidos—amenazo.
—Relájate Sasuke, prometo estar a tiempo—. Respondió sonriente el Uzumaki.
—Más te vale—advirtió, antes de dar vuelta por la calle en donde su casa se encontraba.
El Uzumaki dio vuelta en el sentido contrario. Estaba seguro que su amigo no cumpliría su amenaza, no era capaz de mojarlo con agua fría y aun más, con hielos, seria demasiada crueldad.
. . .
Sasuke no podía creerlo, a pesar de que había sido muy claro con su advertencia, al parecer al rubio le importo muy poco, o quizás, no lo creyó capaz de semejante acción.
— ¿Y ahora de qué forma lo despertaras? —pregunto Jiraiya, el abuelo del rubio.
—Con una cubeta llena de agua y hielos—respondió el Uchiha.
—Interesante—. Jiraiya guardo silencio por unos segundos y volvió a hablar—pediré que arreglen el cuarto de huéspedes para que tenga en donde dormir esta noche. Puedes tomar la cubeta en el almacén y ya sabes en donde está la cocina—dijo, en apoyo al azabache.
Sasuke agradeció por la información con un leve movimiento de cabeza. Acto seguido, se dirigió al almacén, no sin antes dejar su mochila en una silla dentro del cuarto del rubio. Después de llenar la cubeta, fue en busca de los hielos, vacío todos los que encontró y sonrió maliciosamente por lo que se avecinaba.
Cuando volvió al cuarto de Naruto, dejo un rato la cubeta en el suelo. Observo por unos segundos a su amigo. Estaba babeando y tal vez soñaba alguna cochinada, pues el gesto de placer que tenía el rubio, rebasaba lo gracioso.
El Uchiha decidió grabarlo. Más tarde les mostraría el video a sus compañeros, como venganza por hacerlo llegar tarde de nuevo. Acomodo su celular de forma que la cama de Naruto se viera y sobre todo, su rostro.
Uno, dos, tres… conto, antes de alzar la cubeta y echar el agua en el cuerpo del rubio.
— ¡SU PUTA MADRE, NO SE NADAR! —grito asustado el rubio, mientras despertaba.
Y es que de estar rodeado en sus sueños por afroditas que le daban de comer en la boca, había pasado a naufragar en el mar con un tiburón a punto de devorárselo.
Sasuke observo con rostro desencajado como su amigo intentaba no ahogarse. Lo dejo hacer el ridículo un par de segundos antes de buscar el celular y guardar el video. Después tomo un cojín del mediano sofá que el rubio tenía en su habitación, lo aventó a su rostro para que este se percatara que no estaba solo y que tampoco se estaba ahogando.
— ¡Sasuke, que diablos te sucede! —grito el Uzumaki, al sentir como el frio se apoderaba de su cuerpo y la presencia de un cubito de hielo en su trasero.
—Y mañana le prenderé fuego a tu cama, si vuelves a quedarte dormido—dijo el Uchiha, ignorando por completo su pregunta.
El Uzumaki estaba a punto de empezar a reclamarle por el baño de agua fría. Sin embargo, guardo silencio cuando una idea más genial – a su parecer – pasó por su mente.
Sonrió pícaramente mientras se acercaba al Uchiha.
—Apúrate, que llegaremos tarde otra vez por tu culpa—ordeno el azabache, antes de sentir como el rubio lo abrazaba por detrás. Sabía lo que haría.
— ¿Tu deseo incontrolable por mi cuerpo, prenderán fuego a mis sabanas?—susurro el Uzumaki, cerca de su oído mientras imitaba la voz sensual de una mujer.
— ¡Naruto, quítate! —el Uchiha comenzó a moverse en un intento de zafarse de los brazos del rubio.
—Sasuke, calmate—pidió Naruto, con un leve sonrojo en las mejillas—que aunque seas hombre, el roce despierta a mi amigo—libero su cuerpo.
El rostro de Sasuke se torno de color rojo, pero no por vergüenza si no de coraje.
—Eres un cerdo—dijo el Uchiha.
— ¡Que querías! Ya soy un hombre—presumió el rubio.
—Apurate—fue la única respuesta que recibió del azabache.
Sasuke no pensaba discutir en estos momentos la hombría de su amigo. Tan solo faltaban cinco minutos para que empezarán las clases. Tenían que apurarse, quizas podían alcanzar a llegar antes de que los diez minutos de tolerancia que les daban terminaran.
Dejo solo a Naruto para que este pudiera arreglarse. Un minuto despues de haber salido de su habitación, el rubio salió sonriente.
— ¡Listo, vámonos!—grito feliz.
—Ni siquiera te bañaste, ¿Verdad?—intuyó el moreno.
— ¿Para qué? Si tú ya lo hiciste—dijo con tranquilidad el Uzumaki.
—Que puerco—murmuro Uchiha.
En serio, ¿Por qué Naruto tenía que ser su mejor amigo?
. . .
Después de correr todo el camino al instituto para llegar a tiempo, los dos amigos llegaron un segundo antes de que los diez minutos de tolerancia acabaran. El profesor no tuvo de otra que dejarlos pasar.
—Hoy se integra un nuevo compañero—anuncio antes de comenzar las clases.
Los alumnos mostraron su asombro entre susurros, miradas e intercambio de preguntas, que tenían como objetivo saber cómo sería su compañero.
—Por favor pasa y preséntate—pidió el maestro.
Las miradas se concentraron en la puerta, todos esperaban impacientes por conocer al nuevo, salvo el Uchiha, a él poco le importaba si alguien se iba o llegaba. Por la entrada, vieron asomarse una cabellera pelirroja y pronto contemplaron el cuerpo completo del dueño del color. Un chico de estatura mediana, ojos verdes y piel pálida con corte rebelde, se paró en medio de la clase.
—Mi nombre es Sabaku no Gaara—comenzó con su presentación—. Tengo dieciséis años, soy del país del viento y estoy aquí por intercambio—. Finalizo.
Los presentes quedaron sorprendidos. Conocían al muchacho, no en persona, pero si por televisión. Sabaku era el hijo menor del líder del viento.
—Toma asiento por favor—ordeno el profesor.
— ¡Siéntate aquí! —grito el Uzumaki, señalando un asiento vacío entre él y el Uchiha.
Sasuke sonrió divertido por la petición de su amigo, lo conocía muy bien y sabía que al Uzumaki le encantaba socializar con todos. Aunque pensó que por la forma de presentarse del pelirrojo este lo ignoraría, se sorprendió cuando lo vio dirigirse al lugar que el rubio le había señalado.
—Yo soy Uzumaki Naruto, el mejor del instituto—escucho como su mejor amigo se presentaba felizmente—Y ese estreñido de tu lado derecho es Sasuke Uchiha—el pelirrojo giro la vista para observar al azabache.
Ambos se miraron con rostro indiferente. Presintiendo que quizás no se llevarían bien, por un extraño presentimiento que les había invadido al verse.
Por su parte el rubio se sentía feliz. Quizás Gaara podría sumarse a su lista de amigos a partir de ahora.
Lo que no sabía, es que en ocasiones llegan nuevas amistades que terminan con las viejas y sacan los sentimientos guardados entre las personas. Pues se hace un choque de celos, comparaciones, envidias y diferencias.