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Veneno y antídoto por LadyBondage

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Notas del capitulo:

Hola chicas bonitas, muchas gracias por su apoyo y sus hermosos comentarios, leo todo y responderé todo, lo prometo. Hoy es el final de temporada, recuerden que dura 30 capitulos, divididos en 10 capitulos hehehe. 

 

A leer.

El prometido

[1]

 

Naruto rebana cuidadosamente el pan recién horneado, el aroma a granos de café, almendras y chocolate caliente anega la cocina, sólo él se ha ocupado de los alimentos matutinos, dejando a las cocineras lo que restaba de la mañana para descansar. Hoy partían los Uchiha, y quería demostrarles un poco de buena voluntad Namikaze con un desayuno cargado y preparado por sus manos, para sorprender a Sasuke en sus dotes culinarias y el resto de su familia.

 

Si, él quería ganarse a los Uchiha, ya que iba a quedarse en esa familia para siempre, al menos quería dejar entrever su total disposición.

 

—Mhmmm, qué bien huele, oh, no sabía que estaba aquí, mi príncipe. —Sai esconde una sonrisa traviesa y se cruza de brazos, Naruto estaba tan concentrado preparando todo que no se percató de un intruso.

 

Los ojos azules se mueven en dirección de Sai, quien parece bastante entretenido mirándolo.

 

—Gracias, mi señor, estoy preparando algo para su partida. —dice con un tono suavecito como el algodón. Y Sai reprime las ganas que tiene de apretarle esas mejillas sonrojadas y bonitas.

 

Maldito Sasuke, no merecía tal suerte, tener a alguien como Naruto era una bendición que obviamente un Uchiha estaba lejos de apreciar. Los Uchiha no estaban hechos para el matrimonio, seres independientes y embravecidos como ellos pasaban sus vidas solos, como Fugaku o Madara, sus mujeres no se resistieron mucho a los fríos brazos de la muerte. Y después de ellas ninguna mujer o creador ocupo sus camas, y Sasuke parecía que iba para el mismo camino hasta que el fatal compromiso lo obligó a enlazar su vida con el precioso rubio que ahora mismo se chupaba el dedo índice degustando el dulce chocolate de uno de los pasteles que estaba cocinando.

 

Sai se entretiene con esa imagen erótica de Naruto saboreando su largo y delgado dedo, el menor no sabe lo que provoca con esos gestos sugerentes.

 

—Está delicioso.

—Opino lo mismo.

— ¿Qué? —Sai menea la cabeza de lado a lado sacando de sus pensamientos al esposo de su primo.

— ¿Puedo probar un poco? —cuestiona inocentemente, Naruto esboza una amplia sonrisa mostrando sus dientes blancos.

 

Asiente enérgicamente, emocionado con la propuesta de Sai, acerca el cucharon de madera a una de las enormes cacerolas que están en el fuego, menea la cuchara dentro del estofado de conejo y luego la extrae lentamente con un poco de caldo, Sai abre la boca recibiendo el alimento con agradecimiento, y justo cuando piensa aprobar la comida del rubio, un aura asesina tensa el ambiente, por inercia, ambos dirigen sus cabezas hacia la entrada donde un muy malhumorado Sasuke sostiene la dura mirada en ellos. Naruto trata de que esa sonrisa se mantenga en sus labios pero con el aspecto tenebroso del Uchiha le es imposible.

 

—Buenos días, primito.

—Madara busca por ti. —dice amenazante, Sai ni tardo ni perezoso sale de la cocina a paso apresurado dejando al pobre de Naruto en las garras de su cruel esposo.

—Buen día, Sasuke. —Naruto vuelve a sus deberes pasando olímpicamente de los celos reverdecidos en el pelinegro.

 

Prefiere fingir que está atento en sus preparaciones gastronómicas que mirar a Sasuke a los ojos.

 

— ¿Por qué estás aquí? Ese es el trabajo de las cocineras no el tuyo. —Sasuke rodea la cocina examinando con ojo crítico cada recoveco de la misma, sorprendido por el gran trabajo que estaba llevando a cabo su esposo.

 

Y no es como si pensara lo peor de Naruto, pero vaya, es un príncipe, criado en cuna de oro, con los mejores maestros, consentido y mimado. ¿Cómo alguien que posee las manos delicadas y suaves como pluma de ganso se atrevería a ponerse al fuego con el peligro latente?

 

No podía explicárselo, tampoco quería buscar más resoluciones a lo ya obvio. Naruto tenía talentos ocultos que él todavía no conocía, pero que le encantaría conocer. Porque después de todo, estarían juntos para toda la vida, y los dioses sabrán cuando les tocaría morir, mientras tanto, él tenía que indagar en la vida de Naruto, el antes, el ahora y esperar a lo que les deparara el futuro a los dos.

 

—La cocina es uno de mis placeres culposos. —de repente, la voz serena de Naruto se hace oír acallando sus pensamientos. —Mi abuela me enseñó desde niño a cocinar a escondidas de mi padre, él tiene miedo de que me haga daño, me cuida mucho, y por eso no le gusta que me acerque a la cocina. Tiene miedo de que me rebane un dedo. —Naruto deja el cucharon sobre la mesita que utilizan para cortar las verduras, se restriega las manos en el delantal de seda blanca y mira a Sasuke con una sonrisa aperlada, preciosa, como todo él.

 

Sasuke no tenía idea de que decirle a Naruto. Se da cuenta de que durante casi toda su vida se ha pasado juzgando a las personas por su aspecto y nunca les da la oportunidad de desmentirlo. Naruto era el caso, lo había estado menospreciando sólo por ser un príncipe, por creer que haber sido criado dentro de paredes de oro ya era un pecado. Hasta ahora, Naruto no había hecho lo mismo con él: señalarlo como un bárbaro, ni había insultado su inteligencia, por el contrario, se mostraba curioso sobre su persona, quería complacer a su familia con un buen desayuno de despedida, se estaba esforzando por agradarles.

 

—¿Sabes? Si condimentaras tu pollo con salsa de tomate, estaría bien, me gustan los tomates, en el reino de Fuego se dan muy bien, sus cosechas son buenas y a veces padre mandaba a traer unos cuantos para mí.

 

A Naruto le brillan los ojos, su corazón palpita con la fuerza de mil caballos a trote, toma nota mental de lo dicho por Sasuke, todavía le sobra tiempo para usar los tomates frescos de la cosecha de días atrás.

 

 

 

[2]

 

—No me lo creo, que comida tan deliciosa, Tsunade, te luciste mucho esta vez. —Madara alza su copa de vino de acre, los labios regordetes dibujan una sonrisa complacida, la reina, aunque quisiera darse el lujo de sentirse vanagloriada, tiene la decencia de sonrojarse y negar con la cabeza.

—Me temo que está vez no. Los méritos son merecidos para mi querido nieto, él se encargó de todo lo que están consumiendo. —todos los presentes se quedan en silencio, pero no un silencio incomodo, es más como una señal de la futura aprobación.

 

Naruto baja la cabeza con las mejillas arreboladas, y Sasuke, en un acto de solidaridad le da un ligero apretón en su muslo izquierdo a lo cual Naruto responde con un tímido, “no aquí”, Madara sonríe nuevamente, esta vez, dirigiéndose únicamente a Naruto, que está en el extremo de la mesa junto a su sobrino.

 

—Oh vaya, esto sí que es una sorpresa, felicidades Naruto, es esplendida la comida, y debo agregar que mi sobrino definitivamente queda en buenas manos. —el príncipe rubio le regresa la mirada al imponente tío de Sasuke, con una discreta sonrisa agradece el gesto.

Por dentro no cabe de alegría, su esfuerzo rindió sus frutos.

 

Al final de la tarde, cuando el ocaso anunciaba la lúgubre noche, todos los Uchiha menos Sai y Sasuke que se quedan en el reino de Fuego, comienzan a abordar los barcos. Minato estrecha las manos de Fugaku y Madara con la promesa de que Sasuke será bien cuidado en sus dominios, para el príncipe de Hielo las despedidas son demasiado innecesarias pero aun así se ve obligado a acercarse a su padre para recitarle sus últimas palabras hasta que el destino los vuelva a poner en el mismo lugar.

 

—Cuídate, hijo mío. Tu esposo tiene una maravillosa familia, y espero pronto la llegada de los nietos. —Fugaku mira a los ojos de su hijo menor, del que menos esperaba y el que más le dio satisfacciones, a pesar de su carácter sedicioso.

 

Sasuke tiene los ojos cálidos de su madre, sus facciones e incluso las mismas vetas azules en las puntas de su cabello. Está tremendamente orgulloso de él aunque no tenga el valor para decírselo ahora.

 

—Buen viaje, padre. Prometo que llevaré a Naruto a conocer el reino de Hielo.

—Más te vale que así sea, muero por ver como el rubito pierde el color estando en un ambiente gélido. Seguro que buscará tu calor para no sentirse tan solo. —Fugaku menciona en tono jocoso, Sasuke gruñe avergonzado, inevitablemente sus mejillas se colorean.

 

 

[3]

 

—Ohh, ohhh, buen chico. —Itachi tira de las riendas de su caballo, espolea suavemente las costillas del cuadrúpedo.

 

Detrás de él, Deidara con una cara de hastío y la tristeza inundando sus ojos azules, detiene su caballo también, largas horas de viaje bajo el sol y el camino se le hacía cada vez más corto cuando lo que quería era no pisar de nuevo esos terrenos cándidos, donde la luz del magnánimo astro caliente no dejaba rincón para ocultarse de la obscuridad.

 

—Buen día viajeros, ¿quién se presenta ante las puertas del reino de Fuego? —un viejo comandante se para frente al enorme caballo negro, el encapuchado sonríe.

 

Itachi se retira la capucha frente a los guardias de las puertas al reino. Los hombres contienen el aliento, conocían bien al sujeto, hace meses había llegado junto a su comitiva con una carga de obsequios para el rey y ahora se presentaba tan tranquilo como el susurro del viento.

 

—Itachi Uchiha, el legítimo heredero del reino del Hielo y prometido de Naruto Namikaze. 

 

 

Notas finales:

Sobre los comentarios feos que recibí, gracias por su apoyo, y espero de corazón que no se lo hayan tomado a mal, y así como yo pido respeto, saben que les respeto y mucho, estoy profundamente agradecida con su amor y apoyo mostrado durante estos dos meses que llevo aquí, ustedes son mis musas, sus comentarios tan lindos y su constante apoyo me ayuda a mejorar y continuar escribiendo. 

 

Actualizaré este fic en una semana, cada final de temporada llevará 7 dias de descanso, mientras tanto, disfruten, un besito.


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