Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Veneno y antídoto por LadyBondage

[Reviews - 575]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola chicas y chicos, mil gracias por leer, comentar y marcas de favoritos. Me hacen inmensamente feliz, he traído este capitulo tarde pero al fin me decidí a subirlo. Prometo contestar todos sus comentarios, sólo tenganme paciencia porque he estado pasando por una situación un poquito complicada en mi trabajo, y además recién estoy saliendo con alguien así que la ilusión llena mi vida de nuevo pero voy a seguir actualizando, eso no se discute hehehehe.

 

A leer.

Mentiras piadosas

[1]

 

Sasuke corta la carne sin pizca de sutileza, lo que no pasa desapercibido para Naruto que atento a las acciones de su esposo, decide guardar silencio. Algo pasa con Sasuke, no es normal en él tener una actitud distraída. Durante los días pasados habían estado practicando la lengua muerta, pero Sasuke no parecía ponerle empeño a sus clases como maestro y Naruto no entendía exactamente que sucedía en la cabeza de su esposo.

 

Finalmente, harto de sus fraudulentos intentos por demostrar un apetito que no sentía, Sasuke se pone de pie echando la silla hacia atrás.

Estaban degustando sus alimentos en la terraza de su alcoba, con la luz del sol iluminando sus rostros y la suave ventisca de un sempiterno verano.

 

— ¿Qué sucede? —Naruto inquiere a un Sasuke disgustado.

 

Simplemente no podía ocultar su desagrado por la estadía de Itachi en el reino de Fuego, quería que su hermano se largara cuanto antes, sin embargo, a su padre tampoco le había agradado la idea de recibirlo después de la vergüenza que les había hecho pasar delante de los Namikaze, así que su ‘castigo’ había sido demorar la escolta que lo llevaría a casa.

 

Por lo tanto, Naruto tenía estrictamente prohibido salir sin algún acompañante, Sasuke había pedido exclusivamente que sólo fuese Ino Yamanaka quien paseara con el rubio por los amplios jardines y lo mantuviera distraído lejos del bosque donde Itachi se encontraba confinado.

 

Ni siquiera Yamanaka tenía idea de lo que sucedía, sólo se limitaba a seguir órdenes. Y Sasuke buscaba la manera de comprender porque se sentía tan malditamente preocupado. La presencia de Itachi era una sombra que lo seguía a donde fuera.

 

—Nada, termina tu desayuno.

 

Naruto le echa una mirada a su plato, la carne de res azada y con cebollines olía delicioso junto a un jugo de alfalfa y miel, pero extrañamente la inapetencia se había decidido a cerrarle el estómago.

 

—Ya no tengo hambre, Sasuke. —alza la cabeza mirando a su esposo fijamente. El Uchiha da un leve cabeceo de arriba hacia abajo.

—Pero no has comido bien últimamente. —le dice seguro. Naruto traga saliva duramente.

—Y tú pareces ajeno a todos. —contrataca. Sasuke se echa a reír socarrón.

 

El ligero tono de su risa mezclada con la ronquedad de su voz grave causa estragos en Naruto.

 

— ¿Acaso te preocupas por mí?

 

Sasuke esperaba que Naruto se negara y le dijera con efusividad lo idiota que era por pensar tales cosas.

 

— ¡Sí!

 

Sin duda, esa respuesta no la esperaba. Naruto se levanta con un movimiento elegante, su larga túnica de seda azul brilla gracias al astro amarillo que se empeña en enaltecer la belleza celestial de Naruto.

 

¿Hace cuánto tiempo que no intimaban? Con el asunto de Itachi a cuestas, Sasuke olvidó la última vez que sus ásperas manos pasearon por el delgado cuerpo de su esposo.

 

Quiere hacerlo ahora, una oleada de calor atraviesa su cuerpo, los azotes que experimenta cuando el aliento de Naruto golpea sus labios despiertan su libido.

 

—Eres muy hermoso, Naruto. —Sasuke estaba siendo cariñoso en su forma de hablar, lo cual provocaba sensaciones extrañas en el interior del príncipe de Fuego.

—Yo… ¿por qué me dices eso?

— ¿No es obvio?

 

Las manos de Sasuke retiran los cabellos rubios del rostro de Naruto. De esa manera se permite admirar esos enormes ojos de mar, la nariz respingada roza la suya.

 

—No, no lo es. —se apresura a contestar el joven creador.

 

Naruto huele las intenciones de Sasuke, empezaba otro mes y no había podido conseguir la infusión con la facilidad de la última vez ya que Ino le había dicho que por los malestares de la caída le estaban administrando una medicina que no podía ser mezclada con algo altamente peligroso como el té de clavo. Tenía que ser precavido si no quería quedar en cinta.

 

—Quisiera…

 

Los labios de Sasuke se pasean libremente por su cuello de cisne, aspirando el aroma a canela con chocolate que destila la piel bronceada.

 

—No-no podemos. —titubea Naruto.

 

De igual modo es ignorado por aquellas manos que se cuelan por la túnica buscando más porción del príncipe. Naruto gime suavemente contra su oído cuando Sasuke aprieta sus nalgas, los largos dedos pálidos se adhieren a las redondas mejillas de Naruto.

 

—Oh… Sasuke…

 

El príncipe lleva sus manos a las hebras azabaches de su esposo, son suaves y sedosas, tal como las sedas que viste. Sasuke suspira con una apacible calma mientras recibe los labios de Naruto. La ansiedad se percibe en el beso hambriento, Naruto perdiendo todo el decoro se empuja contra el varón sugerentemente, atrayendo a Sasuke a un juego de lenguas bastante sensual.

 

No pudiendo más con el apabullante brío, Sasuke en un arrebato de locura retira de la pequeña mesa circula todos los recipientes causando sonidos sonoros que hacen eco en los aposentos del matrimonio.

 

Posiciona a Naruto sobre la superficie de madera colándose entre esos cálidos muslos a los que les obsequia un suave apretujón.

 

Un gemido bravío llega a sus oídos. Libera los labios de Naruto, dirige su boca de pecado a un pezón de cereza, Naruto muerde su labio inferior para acallar su excitación alebrestada.

 

Ergo, viene una ceremonia de besos largos por toda la piel del pecho de Naruto. Sasuke deja marcas rojizas trazando un camino recto hasta el sexo despierto de Naruto.

Era una suerte que su esposo no usara nada más debajo de sus túnicas que usaba para dormir.

 

Toda la excitación se viene abajo con un fuerte golpe contra la puerta.

 

Entonces Naruto en un acto de hipócrita vergüenza vuelve en si cubriéndose su incipiente desnudez, mira a Sasuke con el miedo plasmado en sus irises de cielo despejado. Y Sasuke farfulla maldiciones por lo bajo.

 

 

 

[2]

 

Itachi se desesperaba más con cada día que pasaba. Deidara lo notaba perfectamente desde su precaria situación distante. El Uchiha no se dirigía a él más que para lo estrictamente necesario, y luego de aquella frugal confesión. Se daba cuenta que Itachi nunca estuvo enamorado de él o sintió mínimamente algo hacia su persona.

 

Mientras Deidara se tomaba un espacio para sí mismo, Itachi planeaba como deshacerse de toda la guardia que escoltaba la cabaña para ir a los brazos de Naruto.

 

No muy lejos de ahí, una caravana de veinte hombres flanquean un palanquín que es arrastrado por siete caballos de raza pura.

 

La comitiva detiene sus pasos frente a la choza de madera, del palanquín desciende la altísima figura de la Reina Madre alzando los faldones de su vestido con ambas manos. Sus damas de la corte se quedan arriba mientras ella camina hacia la entrada de la cabaña.

 

—Abran. —ordena a las guardias.

 

Itachi y Deidara se ponen de pie cuando escuchan el ruido que se suscita allá afuera.

 

— ¿Quién podrá ser? —Deidara susurra para sí.

 

El Uchiha deja el libro que estaba hojeando momentos antes sobre una pequeña mesa alta de forma circular donde reposa un candelabro de oro blanco.

 

La puerta se abre lentamente dando paso a la luz matinal, un guardia entra echando una severa mirada a su alrededor. Después se hace presente la poderosa figura de la madre del rey; Tsunade Senju.

 

Deidara tenía mucho tiempo sin verle, había olvidado lo hermosa y bien conservada que estaba para ser una mujer adulta. Itachi pasa saliva despacio, él había tenido oportunidad de convivir con Tsunade, lo que recordaba de ella además de su carácter amable, era su terrible malhumor.

 

—Así que este es el confinamiento que ha consentido mi hijo Minato hacia traidores como ustedes. —Es lo primero que se le viene a la cabeza, y que su lengua siempre plúmbea suelta sin recato.

—Mi reina…

 

Tsunade recorre con la mirada a Deidara Uzumaki, su nieto político, aquel chiquillo escuálido y pálido que soñaba con ser escudero del rey para protegerlo de todo mal. Extrañamente Deidara había resultado ser ese mal.

 

—Naruto confiaba en ti, Deidara. Te quería como un hermano, siempre te tratamos como un hijo más a pesar de no serlo. Realmente no encuentro palabras para declarar mi decepción hacia a ti.

 

Deidara siente que algo se ha atorado en su garganta, los ojos le escocen, tiene que soportar el dolor que se anida en su pecho. Reconocía sus errores y las consecuencias de estos.

 

—No hay modo de eximirme, y tampoco de recuperar su confianza. —con la firme convicción de hacer lo correcto, levanta su barbilla, a pesar de que quiere derretirse en lágrimas, se mantiene estoico haciéndole frente a la reina.

 

La mujer se maravilla por la actitud rozagante de Deidara. Una ligera sonrisa cruza sus labios, sus ojos verdes recaen en Itachi, quien hasta el momento pensaba que no iba a dirigirse a él.

 

—Tu padre ha enviado barcos para llevarte a casa, en unos tres o cuatro días estarán aquí. Lamenta habernos hecho esperar tanto. —anuncia con voz serena.

 

Itachi mira a Deidara furtivamente, luego a la reina. La preocupación hace mella en su rostro desencajado por la sorpresa.

 

No iba a irse de las tierras del Fuego, no sin antes tener una charla profunda con Naruto. Para eso había llegado hasta ahí, para declararle su amor al príncipe.

 

— ¡Me niego rotundamente! —alza la voz. Un guardia da un paso hacia adelante protegiendo a su reina.

 

Pero Tsunade no siente la amenaza que quiere transmitir Itachi. Con una amplia sonrisa vuelve a hablar:

 

—No es una sugerencia, Itachi. Es una orden por parte de ambos reinos, después de lo que le hiciste a mi nieto no creo que debas permanecer aquí más tiempo del necesario.

—Orden que me niego a obedecer. —debate airado.

 

Tsunade no esperaba afrontarse a una determinación de hierro como la de Itachi. Sabía que los Uchiha eran porfiados por naturaleza, más no irracionales.

 

—Mi visita aquí se ha terminado. —se da la vuelta, el guardia imita el gesto de su reina.

 

Ninguno de los dos ve los labios apretados de Itachi ni su endeble decisión ardiendo en sus ojos.

 

 

[3]

 

Naruto decide darse un respiro lejos de Ino. No sabía porque su amiga rubia se empeñaba en estar todo el tiempo con él, incluso en los avíos donde menos le necesitaba.

 

Afortunadamente la ligera intervención de Sai había ayudado en algo llevándose a Ino. Sonríe al recordar que también fue gracias a Sai que su escena indecorosa con Sasuke fue interrumpida. Después de ello no había vuelto a ver a su esposo.

 

Decide recorrer los jardines acuáticos llegando al bosque de sendas sinoples y arboles gigantes. Durante su recorrido Naruto tiene leves recuerdos de la caída de hace días, había perdido el conocimiento pero antes de ello el rostro de Sasuke apareció fugazmente.

 

Cierra los ojos tratando de mantener ese ramalazo en su cabeza.

Sasuke, su mirada llena de preocupación, sus labios en una mueca de horror y su cabello… largo. Si, ahora que lo recordaba mejor, el cabello negro caía por los hombros rozándole el rostro.

 

Ese no era Sasuke.

 

Cuando Naruto gira sobre sus talones para volver al castillo se ve rodeado de arboles y de diferentes caminos, no sabe cuál de ellos lo llevará a casa.

 

Itachi aprovecha la caída del atardecer para escapar de la cabaña, Deidara estaba dándose un baño de sales minerales y aceites de frutos. Era la única oportunidad que tenía para dirigirse al castillo y colarse dentro.

 

Los guardias habían hecho un cambio de turno así que no le sorprendió salir de la choza y no hallar a nadie aguardándolos.

 

A paso apresurado se adentra al bosque dejando como último rastro el suave compas de su largo cabello bailando sobre su espalda.

 

Naruto camina rápidamente, su capa obscura roza las ramas de los árboles, mira a todas sus direcciones pero en ninguna halla el posible camino de vuelta. ¿Cómo pudo ser tan despistado?

 

Esa parte del bosque no la conocía.

 

Un ruido de algo rompiéndose interrumpe sus cavilaciones, echa una mirada por encima de su hombro, agudiza el oído. El sonido vuelve a llenar el ambiente.

 

— ¿Quién anda ahí?

—Naruto.

 

Esa voz grave, nítida, ligera como el viento. Alguien está detrás de él. El corazón de Naruto late frenéticamente, puede escuchar sus latidos en los oídos.

 

—Date la vuelta. —obedientemente mueve sus pies.

 

Frente a él está quien lo salvó aquella tarde cuando resbaló de la pendiente. Pero no es Sasuke, inconscientemente lleva la mano derecha a su cuello acariciando la piedra hexagonal.

 

Son tan parecidos, sin embargo jamás olvidará aquella descripción que le brindó durante su cortejo…

 

«Poseo largo cabello obscuro, mis ojos son del mismo tono apagado, mi piel es el reflejo de la una luna dormida, cuando me conozcas, entonces verás en mi a tu verdadero amor»

 

—Itachi…

 

 

[4]

 

Sasuke tamborilea los dedos sobre la mesa. Sai arrastra las palabras producto del aguardiente.

 

— ¿Y dónde está Ino? —pregunta desinteresado. Es sólo para hacer un tema entre los dos. Sai se echa a reír ruidosamente.

—Fue a buscar a tu príncipe, creo le escuché decir.

—Ya.

 

Sai se recuesta sobre su hombro izquierdo, balbucea palabras inentendibles hasta que un enunciado completo provoca toda la atención de Sasuke.

 

— ¿Qué… dijiste?

—Ino ha estado recolectando flor de clavo cerca de los Ríos Sagrados para Naruto, estaba hablando… con la cocinera… hehehe, la cocinera decía que… —hipa otra vez. —No recuerdo nada más. ¿Ya nos vamos Sasuke?

 

El descubrimiento le sabe a bilis en la boca. Naruto estaba evitando quedar en cinta. Sabía lo que era el té de clavo, lo habían bebido sus amantes, y le explicaron para que servía.

 

Saber que su esposo no quería tener descendencia con él lo entristecía de alguna manera.

 

—Vámonos, Sai.

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).