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Veneno y antídoto por LadyBondage

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Notas del capitulo:

Ya llegó, ya está aquí hahahah, lo prometido es deuda. ESPERO QUE LES GUSTE. 

 

A leer.

Encarnizado

[1]

 

Sasuke se deja envolver por los labios suaves de su esposo, Naruto lo invita a tocarle, a hacerle sentir los votos que emitieron frente a los dioses. Sus reservas le impiden de cierto modo entregarse totalmente al sentimiento que Naruto le provoca con el roce de su cuerpo, con la calidez que emana su piel.

 

En una súplica muda, Naruto le besa el mentón y el cuello, los ojos negros se entrecierran danzando con el vertiginoso placer que el cuerpo masculino de Sasuke experimenta. No podía creer que fuese Naruto quien tomase la iniciativa, y aunque no lo quisiera admitir, le gustaba.

 

El rubio mueve sus caderas sincrónicamente, despertando el miembro del mayor, Sasuke jadea incontenible contra los labios entreabiertos de su ángel. Sujeta las caderas desnudas, harto de ser quien sea manipulado por los actos del menor, en un rápido movimiento coloca a Naruto de espaldas al colchón.

 

— ¡Sasuke! —Naruto chilla con la sorpresa inundando sus bellos ojos azules. El Uchiha sonríe de lado, con la mirada obscurecida por la lujuria que vive en su sangre y que ha sido despertada por un incauto Naruto.

— ¿Quieres jugar, gatito?

 

Naruto le regresa la sonrisa, se le forman unos preciosos hoyuelos que a Sasuke le encantan.

 

—Si —responde atraído por el magnetismo que Sasuke ejerce sobre él.

—Hmp…

— ¿Acaso vas a castigarme?

—No podrás sentarte en un buen tiempo.

 

Y para continuar con la provocación, Naruto ensancha la sonrisa zorruna que incita al Uchiha a devorar el cuerpo enjuto que glorifica todos los pensamientos pecaminosos que ha tenido hacia Naruto desde que consumaron su matrimonio.

 

Las manos de Naruto, poseyendo una habilidad extraordinaria, digna de un amante avezado, desnudan el cuerpo de Sasuke. Las piezas de ropas caen al suelo deslizándose por el cuerpo pálido y fornido del Uchiha. A Naruto se le seca la boca, con la desnudez de Sasuke en todo su esplendor su propio miembro reacciona.

Sasuke es un hombre hermoso, su masculinidad ensalza cada parte de su anatomía, de sus facciones y la mirada que posee atrae tanto a hombres como mujeres. Naruto comprende el por qué muchas pueblerinas habían quedado prendadas de los Uchiha aquella tarde cuando arribaron a las tierras del Fuego.

 

Nadie podría ignorar nunca a un Uchiha, menos a uno con la altiveza de Sasuke.

 

—Hueles muy bien.

 

Se le erizan la piel cuando la nariz de Sasuke se pasea por su vientre plano en dirección al valle de su sexo, donde el escaso vello rubio de trigo recibe el aliento cálido proveniente de la boca pecaminosa de su esposo. Naruto exhala un gemido por encima de su raciocinio. Alejado de todo el recato y de sus buenas costumbres, en silencio pide más de eso.

 

Y Sasuke escucha las ordenes tácitas que le ha dado el cuerpo de Naruto.

 

Con la derecha envuelve el miembro de Naruto, la piel es suave y caliente, la punta rojiza se alza con orgullo y a Sasuke le da la sensación de que no ha comido en mucho tiempo, saliva inmediatamente.

 

No lo piensa dos veces, introduce el falo del rubio en el interior de su boca, la saliva escurre por todo el tronco. Naruto con las piernas abiertas y el sonrojo en las mejillas le da una mirada vidriosa, anhelante de saciar su placer escondido.

 

—Sasu…ke.

 

Naruto arquea su espalda, Sasuke succiona su miembro con la experticia que lo caracteriza, él había ido a sus aposentos con la firme intención de satisfacer a Sasuke, pero al contrario de su plan inicial, su esposo estaba dándole un placer mayor.

 

Las manos morenas se aferran a las sabanas de lino, los dedos de los pies se contraen, Sasuke sube y baja lentamente, saboreando el miembro que tiene en la boca. Naruto sabe a limón con sal, y una salpicada de azúcar. Es delicioso totalmente.

 

Sasuke solía pensar en su propio placer menos en el de sus amantes, pero con Naruto era diferente, había una mezcla de amor dominante y lujuria salvaje, aunado a los celos que su hermano le había provocado. Sasuke quería que Naruto entendiera finalmente que se pertenecían y que no lo dejaría ir nunca.

 

El estómago de Naruto se encoge, y el corazón se le estruja en el pecho. No puede aguantar más, Sasuke lo hace tan jodidamente bien que no puede soportar otro poco, tapa su boca cuando un grito emerge desde lo más profundo de su garganta. Una espesa esencia sale a tropel de su miembro y llena la boca del Uchiha, Naruto se avergüenza, no puede mirarle a los ojos.

 

—Lo siento tanto, no quise hacerlo.

 

El rostro sereno del mayor se aleja del miembro del rubio, las gotas blanquecinas mancharon las sabanas y su pecho, Naruto intenta cerrarle las piernas pero Sasuke coloca sus manos debajo de las rodillas del rubio.

 

—Eres delicioso, Naruto.

 

El sonrojo del príncipe abarca hasta las orejas. Toma una almohada para cubrir su rostro completamente, lejos de la mirada lasciva de Sasuke.

 

—Naruto, déjame verte, por favor. —Sasuke le pide con la voz suavecita, llena de un cariño que no había escuchado ni sentido anteriormente de parte de su esposo. Y desarmado ante la petición, Naruto empuja la almohada lejos de ambos, sus ojos azules hacen contacto con los orbes negros de Sasuke.

—Sasuke, yo…

—Guarda silencio.

 

Sasuke es demasiado rápido para el gusto de Naruto, ya se encuentra a centímetros de sus labios con los ojos puestos sobre él, admirándolo en la cercanía intima que ambos comparten, sin ningún extraño a la vista, rodeados del calor que despiden sus cuerpos, envueltos en los latidos sincrónicos de sus corazones.

 

—No hables más, sólo disfrútalo.

—Pero se supone que yo tenía que darte placer a ti, no tu a mí.

— ¿Y qué te hace pensar que no estoy recibiéndolo ya?

 

Naruto frunce el ceño, pero no tiene tiempo para pensarlo, dos dedos agiles se enzarzan en su estrecha entrada. Gime audiblemente, contra el oído del Uchiha. Aferra sus manos a los hombros anchos de su esposo.

 

—Relájate, Naruto. —Sasuke sisea con ternura, Naruto endulza su mirar y asiente lentamente cediéndole el permiso a su esposo de hacer con él lo que quiera.

 

Dos dedos se hacen lugar dentro de su más profunda estrechez, Naruto frunce el ceño porque la incomodidad es lo primero que le hace respingar. Sin embargo, confía en Sasuke, no es la primera vez que intiman, pese a que las veces anteriores ha sido un frenesí furioso por saciar sus instintos, está vez Sasuke quiere hacerlo lento, tomándose el tiempo suficiente para prepararlo, y eso confunde a Naruto, una parte de él quiere que Sasuke deje salir a la bestia que habita en su interior.

 

Sasuke mueve los dos dedos con premura, tanteando el cuerpo de su esposo, la calidez abrasadora enfulle sus extremidades, Naruto está preparado para recibirlo, el juego de besos y la felación anterior lo humedeció lo suficiente, no quiere ser hosco como anteriormente se comportaba, Naruto merece ser amado, sentirse importante por él.

 

—Uhg, Sasuke… por favor, ya para.

 

El susurro se cuela hasta su cerebro, donde toda cordura se diluye en un éxtasis que desea engullirlo, la bestia le sonríe mostrándole las fauces.

 

—Naruto, guarda la calma.

 

Sasuke aprisiona los hombros delgados contra el lecho, Naruto tiene ojos bien abiertos, por las comisuras de sus labios resbala saliva, el deseo bulle en todo el cuerpo delgado de su amante rubio.

 

Tampoco puede contenerse, no así con Naruto erotizando cada uno de sus sentidos, con sus caderas exigiendo su participación. Saca los dedos bruscamente de la calidez de Naruto para suplirlos por su henchido miembro que palpita de excitación.

 

Naruto grita su nombre con tanta fuerza que piensa que va a desgarrarse la garganta. Sasuke gruñe por lo alto, la cama chilla ante el osado acto.

 

Lagrimas ruedan por las mejillas morenas, Sasuke atrapa los labios del rubio, incitándolo a continuar un beso exigente, sucio y húmedo.

Naruto corresponde al ósculo demandante, su corazón late vertiginosamente, la luz lunar baña dos cuerpos perlados de sudor, unidos, una sola persona. La diferenciad está a las veces anteriores la encuentra en el cariño imprimido en cada caricia, cada beso y la mirada de Sasuke.

 

—Eres mío.

—Ah, Sasuke…, —las manos de Sasuke se clavan en sus caderas, la primer arremetida es brutal, no dolorosa, pero le deja sin aliento.

—Dilo.

 

Y nuevamente otro envite, este es más profundo, los gritos de Naruto aruñan el silencio nocturno.

 

—Ah..., soy tuyo, tuyo.

—Tan mío.

 

Sasuke no se reprime más, embiste a Naruto con el salvajismo que lo caracteriza, Naruto exige más, pide más, Sasuke ha tocado un punto donde toda la cordura se difumina con el placer encontrado. Y entonces nada existe para los dos más que ellos, sus miradas y sus cuerpos.

En una batalla encarnizada, donde no hay ganador o perdedor, sólo quieren entregarse todo el amor que no han recibido antes.

 

Sasuke cambia las posiciones, gira a Naruto, pecho y rodillas contra la cama, con las nalgas levantadas, Sasuke las amasa, muerde y azota, Naruto confunde sus gritos con gemidos, y balbuceos.

 

— ¿Lo quieres? —Naruto sabe a lo que se refiere, Sasuke le restriega su falo hinchado en las nalgas dejando a su paso un escaso líquido blanquecino, Naruto le mira por encima del hombro, sonrojado y con los labios entreabiertos.

— ¡Sí! Lo quiero, ah… Sasuke, métemela ya.

 

Y no se hace del rogar, separa las nalgas del menor e introduce con fuerza su miembro en la cavidad anal. Naruto gime en voz alta, con lo poco que le queda de voz.

Las caderas del mayor se mueven con destreza, lagrimas, fluidos y saliva se mezclan con el aroma dulzon del sexo, de la entrega apasionada de dos almas que buscaban limar sus asperezas.

 

Sasuke no soporta mucho para correrse dentro del rubio, su esencia llena por completo a Naruto.

 

 Y olvidan algo importante, es luna llena, uno de las noches más fértiles del Namikaze.

 

 

 

[2]

 

Deidara encuentra el mismo bar de días atrás, escucha vítores de los borrachos proclamando canticos de otros lares que no había escuchado antes. Envuelto en el calor de los cuerpos danzantes y el aroma a leña quemada, se ubica en una mesa apartada del bullicio. El posadero está en la barra sirviendo tarros de cerveza de raíz –una especialidad de la casa- a un grupo de forasteros con raras pintas. Deidara les echa una efusiva mirada, no quiere ser motivo de advertencia para los demás.

 

Una gentil moza lleva a su mesa cabra asada con cebollines y hongos blancos con una enorme tarra de cerveza helada para contrarrestar el calor de la noche.

 

—Escuché que varios enemigos nuestros se han aliado con Orochimaru.

 

El rubio no puede evitar escuchar eso, y mucho menos dejar de prestar atención. Conocía ese nombre, Orochimaru era un viejo rey egoísta y anhelante de poder. Últimamente había visto movimiento de soldados por aquí y por allá, pero no podían pedir explicaciones porque tanto Itachi como él estaban siendo castigados por la Reina Madre y a los soldados se les prohibió hablar con ellos.

 

—Es por eso que la reina nos mandó a traer, ese hombre atacará pronto.

 

Deidara abre la boca sorprendido, ¿iban a atacar el Reino de Fuego? ¿Y nadie le había dicho nada? Eso era muy importante, su familia vivía ahí, él creció allí, tal vez había traicionado la confianza de la Corona pero jamás dudaría en ayudar a su pueblo. Tenía que informárselo a Itachi, los Uchiha podrían unirse a la causa.

 

La moza vuelve a su mesa con una jarra de arcilla.

 

— ¿Quiere más?

—No, gracias.

Deja caer unas cuantas monedas de oro para cubrir la cena y la cerveza. Se incorpora rápidamente, la moza se hace a un lado permitiéndole el paso. Deidara empuja los cuerpos de los hombres borrachos que bailan torpemente con las mozas y cuando consigue llegar a la puerta, una mano blanca le impide la salida.

 

— ¿Un espía de Orochimaru, acaso?

 

La mirada azul escala desde la mano hasta el brazo cubierto por una túnica negra con nubes rojas engastadas de hilo de orquídea sino se equivoca, trepando hasta el hombro y el cuello, se encuentra con un par de ojos miel y una sonrisa descarada.

 

—Yo no…, tengo que irme.

—No, no te irás. Eres nuestro prisionero ahora.

 

Antes de que salga una explicación absurda de su boca, Deidara cierra los ojos, su cuerpo se desvanece hasta el piso de madera.

 

—No era necesario noquearlo de esa manera. —Replica Konan, enojada por la escasa sutileza de Pain al golpear la nuca del chico rubio.

—Sasori acaba de decir que es un espía, tenemos que llevarlo a la guarida y hacerlo cantar.

 

Esa noche, Deidara no llega a dormir a la cabaña que comparte con Itachi.

 

 

 

 

[3]

 

Los Uchiha llegan por la madrugada al Reino de Fuego con la firme intención de proporcionar al rey Minato hombres y barcos. Un emisario había llegado a sus lares para informarles de un levantamiento del otro lado del mar, y no estaban dispuestos a cederle a Orochimaru sus tierras ni a su gente.

 

Fugaku también tiene el compromiso de Itachi en mente, su hijo había regresado a Konoha por Naruto, justamente cuando Sasuke se había casado con el príncipe. Un problema que pretendía erradicar antes de que surgiera una batalla entre ambos hermanos por el amor del rubio.

 

—Vaya, y yo que pensaba que no echaría de menos volver aquí.

 

Obito, uno de los Uchiha más jóvenes desciende del barco con su característica desfachatez abundando en todas sus palabras.

 

—Probablemente está vez te den ganas de quedarte.

—Bah, ¿y dejar las tierras gélidas de los Uchiha?, ni loco.

 

 

 

 

 

 

 

[4]

 

—Ah, ah, ah, Sasuke…

—Joder, Naruto… voy a correrme.

—También yo, hazlo dentro de mí.

 

Naruto cabalga el falo de su esposo frenéticamente sosteniéndose de los hombros, cabeza hacia atrás, el cabello adhiriéndose a su frente y nuca. Habían perdido la cuenta de las veces que habían consumado su amor en su lecho matrimonial. Estaba seguro que en cuanto el alba tocara sus ventanas, le dolería todo el cuerpo pero estaba dispuesto a pagar ese ligero sufrimiento.

 

Finalmente, prediciendo lo anterior, ambos expulsan el éxtasis vivido alcanzando el nirvana juntos por octava vez. El interior de Naruto mana el semen aperlado de Sasuke, agotados se dejan caer sobre el mullido colchón, Sasuke abraza el cuerpo de su esposo, repartiendo besos castos en su frente, sale de su interior lentamente provocando en Naruto un gemido breve.

 

—Sasuke, quiero pedirte algo.

— ¿Qué?

—Prométeme que me dirás todo sobre ti, por favor. Y yo prometo no volverte a ocultar nada.

—Lo prometo, Naruto, lo prometo.

 

Naruto sonríe satisfecho, cede ante el sueño que viene atacándolo desde hace rato, cierra los ojos y se pierde entre los brazos de su esposo.

 

Notas finales:

Gracias a todas por sus comentarios, en el siguiente capitulo el pasado de Sasuke y la misteriosa mujer. Besos y abrazos a todas y todos.


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