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Veneno y antídoto por LadyBondage

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Notas del capitulo:

Antes que nada, quiero aclarar que en el capitulo anterior me equivoqué y puse Itachi en vez de Kakashi, espero me disculpen, pronto corregire ese error.

Sin más, a leeer.

Veneno

[1]

 

Itachi nunca imaginó que en el Reino de Fuego el invierno azotaría sus tierras con tal fervor que calaba hasta los huesos. Pero, ya nada debería sorprenderle, no después de la tormenta que habían pasado hace unas cuantas lunas. El tiempo considerablemente rápido azoraba los corazones de los sobrevivientes.

 

La paz tardaría en sanar las heridas de aquellos que habían perdido a sus seres queridos. Y en el suyo propio, él había perdido no sólo a su mejor amigo, sino a un hermano que había dejado en el olvido. Sasuke se fue. Nada podía hacer para cambiarlo y aunque el pensamiento de Sasuke herido lo sumergía en pesadillas que lo obligaban a no conciliar el sueño, aún tenía la esperanza de que un gran barco pirata remeciera las olas y con el estandarte Uchiha apabullara miradas, y ahí, orgulloso en el mástil, estaría Sasuke con una enorme sonrisa de autosuficiencia.

 

—Hace frío aquí —expresa Deidara. Itachi admira el cielo despejado.

 

Lagos y lagunas del reino se estremecían ante el tacto del hielo, el sol dejó de resplandecer cada recoveco del castillo y ahora una neblina espumosa se alzaba por cada costado habido.

Deidara buscó a Itachi con demasiado interés luego de enterarse sobre la resolución de la Reina Madre, y de algún modo quería notificárselo al Uchiha antes de que alguien más lo hiciera.

 

—Estoy acostumbrado —responde condescendiente. Deidara asiente, abrazándose a sí mismo.

—El hielo corre por tus venas.

—Podría decirse —Itachi mantiene las manos sobre el borde de piedra, Deidara se asoma al precipicio. El mar embravecido rompiendo sus olas contra las rocas.

—Sí.

—Tú no has venido aquí para acompañarme a admirar el mar. ¿Qué sucede? —Itachi advierte el cambio en el rostro del rubio. Sus labios fruncidos y su entrecejo arrugado.

 

Deidara no responde al instante. Más preocupado en rebuscar las palabras correctas para que Itachi no malinterprete las cosas, aunque de cualquier modo lo terminara haciendo.

 

—Deidara… —suelta con tono de advertencia. Y Deidara sabe de sobra que a Itachi Uchiha es mejor no hacerlo enfadar.

—La Reina quiere que te comprometas con Naruto —dice al fin.

 

Itachi lo toma bruscamente de los hombros obligándolo a que lo viera.

 

— ¿Qué has dicho?

 

 

 

[2]

 

—Es lo mejor para todos, hijo.

 

Naruto está ausente, escuchando a su padre sin prestarle atención realmente. Sentado frente al Concejo del reino. Tsunade se encuentra a la cabeza y Kakashi junto a ella, protegiéndola como si de verdad corriese peligro.

Ese sentir ya lo pasaron hace tiempo, con la invasión de Orochimaru a Konohagakure.

 

—Naruto, ¿estás escuchando? —un viejo hombre pregunta, no tendrá más de setenta años encima. Su mirada grisácea contrasta con su piel morena.

—Hijo…

 

Al cerrar los ojos, Sasuke acude a sus recuerdos, con esa sonrisa resplandeciente. El calor abrasador de su cuerpo estremeciendo cada poro de su piel. Puede sentir su lengua hirsuta recorrer su largo cuello, y las manos blancas perderse por debajo de sus ropas.

 

Sasuke.

 

¿Dónde estás?

 

—Naruto.

 

Lo mejor para el reino seria que él estuviera muerto también. Era un cobarde, no podía gobernarlos. Tenía miedo ahora. Nunca antes lo había sentido, y es una sensación horrible. Le gustaría que Sasuke lo sostuviera de la mano y le diera un fuerte apretón.

Entonces así podría sentirse completamente seguro de lo que está haciendo, de las cosas que están por venir, que por muy difíciles que estas sean, él podrá contra todos y todo.

 

—No.

 

Naruto piensa en todos esos momentos que ha vivido junto a Sasuke, las sonrisas amenas de su esposo, sus brazos toscos, la piel blanquecina, sus labios acariciando cada porción de su piel.

Sasuke abrazándolo por la cintura mientras posa su mentón en el hombro derecho, juntos, admirando el ocaso, y sonriendo por un futuro que ha quedado marcado por la guerra.

 

Naruto piensa en Itachi, el hombre que lo había abandonado antes de siquiera conocerlo. Destrozándole el corazón con vagas palabras, huyendo con su primo y dejando en él la vergüenza de ser el abandonado y burlado príncipe del Reino de Fuego.

Piensa en los días posteriores al abandono. La desolación y la tristeza ahogándolo, y luego la llegada de un barco y el barullo alrededor de unos extranjeros.

En Sasuke burlándose de él, invitándolo a deshacerse de los malos recuerdos.

Extrayendo el veneno de Itachi.

 

—No voy a casarme con Itachi. —Naruto reafirma su posición. Podrá ser lo mejor para el reino pero no para él.

 

No se casará con un hombre que no ama, que lo traicionó. No deshonrará el recuerdo latente de su amado. Él le pertenece a un solo Uchiha, y su nombre es Sasuke.

 

 

 

[3]

 

Durante la noche, Itachi consigue colarse en el castillo principal de los reyes. Es muy tarde para una visita nocturna pero tiene que hacerlo.

 

Había sido informado de lo que acontecía a su alrededor gracias a Deidara. Y no le parecía lo más adecuado, la resolución no ayudaría al pueblo, obviamente y tampoco a Naruto, aunque eso había querido desde el principio.

Él no forzaría al rubio a contraer nupcias con él sólo por sus meros caprichos. La muerte de su hermano menor había golpeado su orgullo, y finalmente Itachi comprendía que el tamaño de amor que esos dos compartían había creado una barrera impenetrable, que ni él mismo podría agrietar.

 

La habitación de Naruto está en el fondo del pasillo. Es la última puerta bañada en oro y cobre. La puerta hace un ruido sordo al ser empujada hacia adentro. El blondo apenas se inmuta ante el sonido.

 

—Naruto.

 

Esa voz consigue atraerlo, deja las ropas que tenía en las manos bruscamente en la cama, Naruto está de pie, admirando las prendas de Sasuke, su capa y camisa que aun guardan el aroma de su dueño. Él las aspira en las noches junto con la almohada, es la única manera con la que puede dormir.

 

No esperaba una visita indeseable, pensó en Kakashi o su padre, porque ellos solían darle las buenas noches y traerle un poco de pan con miel, y leche de cabra.

Naruto no consumía nada pese a su condición.

 

—Tú… ¿qué haces aquí? —los ojos azules se han ensombrecido. Itachi percibe un ligero nerviosismo, Naruto se echa para atrás, arrobándose en una esquina de la habitación.

 

Nunca lo había visto así. Naruto era impulsivo y valiente. Pero esa actitud temerosa, aniñada. Como si buscara ser protegido.

Naruto no era así, definitivamente, y verle de ese modo le preocupaba. Qué más quisiera él que todo volviese a ser como antes.

 

—Quiero hablar contigo —Itachi dice con su voz de hielo. Y Naruto por un momento visualiza a Sasuke en el rostro de su hermano.

 

Y por esa fracción de tiempo es posible bajar la guardia y dar unos pasos seguros hacia el moreno.

 

—N-no. —Naruto menea la cabeza, intentando volver a su lugar seguro, sin embargo, son las manos duras de Itachi quien se lo impiden envolviéndolo desde la cintura.

—Naruto por favor, no puedes seguir ocultándote de mí ni de los demás.

 

Naruto se remueve entre sus brazos, inquieto, nervioso. No es más el chiquillo impetuoso que lograba darle frente a quien se opusiera a sus ideales, a sus actos. Naruto se había convertido en una masa sollozante y lastimera. Itachi estaba de acuerdo en sentir dolor, en dejar fluir sus miedos, su tristeza. Pero era suficiente, Naruto no podía darse el lujo de continuar así cuando tenía deberes que cumplir, cuando había una vida dentro de su vientre. Y eso lo sabía gracias a los guardias reales que se habían ido de la lengua.

 

Si, Naruto se convertiría en padre y ni siquiera tocaba sus alimentos.

 

— ¡Ya basta! —alza la voz, y Naruto deja de moverse, sobreponiéndose lentamente al sopor en el que se había sumergido.

 

Itachi lo mira, empero, no es una mirada cargada de lastima como la de su abuela o su padre. Es una mirada endurecida, que le pone los pelos de punta. Y es ahí cuando nota cuan altos son los Uchiha y cuan imponentes pueden ser.

 

—Llevas un hijo, el hijo de mi hermano en tu vientre —empieza Itachi en cuanto Naruto consigue tranquilizarse. —Eres el futuro rey de esta nación. Un líder que todo un pueblo espera, una guía para sus futuros sucesores.

Cada palabra se incrusta hondo en el joven corazón de Naruto. Baja la mirada, avergonzado por la manera en la que es reprendido.

 

—No puedo concebir la idea de que este seas tú ahora.

 

Suelta a Naruto, ya no es necesario sostenerlo. Él tenía que aprender a hacerlo solo. Porque no estaba Sasuke para socorrerlo. Todos lo echaban de menos. Era su hermano, a pesar de la rivalidad entre ellos, Itachi lo amó más que a nadie en este mundo.

 

—No quiero casarme contigo —dice Naruto después de un rato.

 

Itachi asiente.

 

—Yo tampoco —concede, —no quiero las sobras de Sasuke.

 

Naruto esboza una sonrisa corta.

 

—Tú me envenenaste el corazón. Yo no quería casarme pero cuando mi padre me dijo que eras tú, inmediatamente pensé que serias el esposo perfecto, y yo quise ser el mejor esposo para ti. Me educaron para ello, porque después de todo soy un príncipe que puede traer vida al mundo.

»Toda mi vida fui criado para ser un buen esposo, buen amante, pero cuando conocí a Sasuke después de que tú te fuiste, todos esos principios quise empujarlos hacia abajo, quise matar todo lo bueno para reemplazarlo. Sasuke no quería casarse conmigo, y yo tampoco. No lo odiaba, sólo estaba muy herido, y él amaba su vida de antes, surcando los mares, conquistando mujeres. Y después nos casamos, me entregué a él y comencé a quererlo. El amor vino a pasos lentos. Yo no tenía idea de lo que podía sentir por alguien.

 

Itachi escucha al tiempo que se sienta al borde de la cama de Naruto que también solía ser de Sasuke. Hay tantos recuerdos allí que no está seguro de querer desenterrarlos. El príncipe parece demasiado afectado.

 

—Lo sé.

 

Sabe cuánto ama a Sasuke, aun después de muerto, el amor que siente por su hermano seguirá ardiendo hasta que Naruto muera. De eso está completamente seguro. Empero, el tiempo apremia, y la situación política podría volverse en su contra. Minato tenía que dejar a su cargo el reino por el que tanto había luchado en las manos de su inestable hijo.

Naruto necesitaba un guía, y él se convertiría en ese guía.

 

—No me amas, lo entiendo. Pero no estoy buscando eso en este momento. Hay responsabilidades que te conciernen como príncipe. No puedes aplazarlas más. Y por mucho que busques excusas, sólo terminarás ahogándote en los problemas.

Necesitas tomar el poder, hacerte cargo de tu pueblo, evitar que se venga abajo todo lo que tu padre ha hecho.

 

Naruto se deja caer junto a Itachi, derrotado, cansado. Lo sabía, no quería hacerlo. Tomar el poder cuando la muerte de Sasuke seguía reciente.

Sin embargo, también sabe que necesita aliados, la inestabilidad en los otros reinos gracias a la guerra dejaría a muchos monarcas con el deseo de venganza. Por ahora todos se evocaban a Orochimaru, empero, no quería más guerras, más muertes, más sangre.

 

Itachi parecía querer ayudar.

 

Sólo por eso.

— ¿Cuál es el motivo de tu visita? —pregunta, directo, como siempre ha sido.

 

Itachi toma una bocanada de aire.

 

—Acepta el matrimonio conmigo. Tu padre insistirá, no hay otro candidato mejor. Yo no te obligaré a nada, dormiremos en habitaciones separadas, fingiremos ante el reino pero detrás de las puertas tomaremos caminos separados.

 

La propuesta es simplemente inverosímil pero la única salida al problema.

 

— ¿Por qué haces esto?

—Porque te lo debo, y se lo debo a Sasuke. No permitiré que otro malnacido se haga cargo de Konohagakure y de mi sobrino.

 

 

 

[4]

 

Sakura muerde su labio inferior. Sasuke no cederá, y ella comienza a hartarse de la situación que la supera. Sus hermanas se lo han dicho, ese hombre no se quedará más tiempo del necesario. Sus heridas no son profundas, podrá navegar con ellas.

 

Y es terco, no escucha razones. Repite y repite un solo nombre por las noches. Se abraza a las almohadas y entierra el rostro en ellas, como si buscara en la suave tela a alguien con tanto desespero que ella ha fruncido el ceño varias veces al percatarse de ello.

 

— ¿Por qué no quieres quedarte? Aquí no tendrás de que preocuparte, la tierra nos da todo a manos llenas, Sasuke.

 

El azabache se niega nuevamente, con los brazos cruzados, cansado de repetírselo a la hermosa ninfa.

 

—Alguien me espera Sakura. He demorado mucho en volver, necesito hacerlo. Tú sabes cómo puedo salir de aquí, sólo dímelo.

 

Ella gira el rostro, consternada, indecisa. Podría decírselo, pero eso sería firmar su sentencia, no quería dejarlo ir…

 

 

Notas finales:

No me maten todavía, yo sé porque he hecho esto (Itachi y Naruto) hehehehe. 


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