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Veneno y antídoto por LadyBondage

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A casa

[1]

 

—Era hermosa, no lo niego pero tenía un algo que no me dejaba tranquilo. —dice uno de ellos sonriente, los demás a sus costados toman los tarros de cerveza y los beben rápidamente tragando el líquido amarillento.

 

Sasuke no sonríe, sólo escucha las historias de algunos de sus hombres, es la última noche en Colina de Luna, por la mañana zarparan al reinado de Hielo, donde su padre lo espera. Después de que el cuervo llegara a él con una misiva apremiante, tuvo que adelantar el viaje más de lo esperado.

 

— ¿Y usted comandante? —un hombre alto de mirada cansada y sonrisa fácil le pregunta con su pestilente aliento alcohólico inundando el ambiente.

— ¿Yo qué? —pregunta en voz fría, todas las sonrisas murieron cuando esos ojos negros los miraron.

—Nada, es decir, ¿no tiene ninguna conquista femenina de la que quiera hacer alarde?

 

Sasuke frunce el ceño y una fina ceja se levanta.

 

—No soy del tipo de hombre que se lleva a la cama a cualquier mujer, así que no. En este viaje no tuve la oportunidad de conocer a una que valiera la pena.

—Sasuke, eres un amargado —alguien le dice, su voz aguda llega hasta sus oídos, conoce ese tono irritante y burlón.

—Oh vamos Shimura, no me digas que tu encontraste a una mujer que calentara tu cama, con lo odioso que eres lo dudo. —responde sardónico.

 

Sai Shimura quien se encontraba bebiendo en la taberna en silencio decidió hacer partícipe de la entretenida charla. Una sonrisa ladina se abre paso para todos los demás soldados que continúan bebiendo con una animosidad abrumadora.

 

—La verdad si, un par de tetas me vienen bien. Pero ¿saben lo que realmente me gustaría? Encontrar a un creador, dicen que ellos son hermosos y buenos en la cama —los alaridos no se hacen esperar, Sasuke bufa.

—Los creadores hace años que son un misterio. —menciona uno de sus hombres en voz alta, un muchacho joven llamado Shikamaru, su actitud aburrida no deja lugar a dudas.

—Lo son —concuerda Sasuke, —yo jamás me atrevería a tomar a uno, no dejan de ser hombres. —bebe de su tarro. Sai niega con la cabeza.

—A mí no me importaría si con eso pudiera tener a uno en mi cama. —Sai replica divertido.

 

 

 

 

[2]

 

Naruto seca sus lágrimas fieramente con el dorso de su mano, nuevamente los recuerdos vienen a él: burlones y risueños, mientras su desgracia se ciñe firmemente sobre su cuerpo.

Cuando era niño había sido prometido al galante príncipe Itachi Uchiha, el hijo mayor de los señores Uchiha. Aquella vez, su padre le había hablado en tono calmudo mientras él jugueteaba con las mariposas de su invernadero a las orillas del lago sagrado donde solían ir a dar paseos.

 

Tenía siete años, pero según su padre, ya tenía la edad para entender lo que iba a pasar cuando alcanzará los dieciocho.

 

«—Contraerás matrimonio con un príncipe, y si los dioses lo permiten, tú serás algún día el rey de todo esto. —decía Minato a un Naruto de mirada cálida y sonrisa abierta. »

Nunca conoció a Itachi, pero su señor padre le informaba a diario de sus actividades en el reino de Hielo, a veces hablaban hasta que caía el atardecer sobre como seria su magnífica boda en Konoha, la capital del reino de Fuego, donde solían celebrarse eventos de magnitudes proporcionales. Naruto sabía perfectamente que ser un buen esposo en su condición era diferente, él cumpliría con el rol de una mujer pero no siéndolo.

 

No tenía problemas con saber que podía dar vida pero si con que lo trataran como una delicada princesa cuando era un hombre fuerte y testarudo.

 

Su padre lo llenó de tantos cuentos rosas que esperaba su matrimonio con ansias, marcaba en la pared las lunas que faltaban por convertirse en el flamante esposo de un Uchiha.

 

Y como era la tradición, quince días antes de la boda se da el flirteo donde el varón tiene que enviar cartas con promesas de amor a su prometido. Naruto respondía cada línea con una sonrisa de enamorado, soñaba con Itachi y con el momento de su noche de bodas en la que perdería su virginidad en las manos del ser amado.

 

Pero eso no iba a pasar, se convirtió en el hazmerreír de todo el pueblo cuando Itachi decidió abandonarlo rompiéndole cada ilusión que él mismo se forjó a base de mentiras.

 

Itachi nunca lo amó, nunca quiso ese compromiso.

 

—Aquí estás —escucha el susurro proveniente de la joven mujer. Ino pone las manos en jarras mientras se acerca a él lentamente. Su aroma de flores silvestres siempre la acompaña, es fácil reconocerla.

— ¿Qué pasa? —él le pregunta distraído. Ino toma asiento a su lado, ambos dirigen sus ojos azules al lago cristalino.

—Tu padre me ha enviado a por ti. Dice que tienen que hablar de algo importante pero tú no has hecho caso. —quiere sonar molesta, sin embargo su tono de voz de seda no se lo permite.

 

Ino Yamanaka es una joven cortesana de una de las familias nobles secundarias, son amigos desde la infancia. Ella siempre solía acompañarle en sus caminatas largas desde Konoha hasta el palacio real. Son muy unidos a pesar de la diferencia de edad. Ino es más grande por cinco años, la eterna soltera como la apodan en el reino. Aunque eso a ella no le molesta, a sus padres si, cualquier señorita a su edad ya debe estar bien casada pero Ino siempre rehúye del compromiso por miedo a tener hijos, se lo confesaba cuando nadie los podía escuchar, detrás de los muros de su escondite secreto: la Torre Norte, un efigie cilíndrica alta y ancha de piedra negra que podía surcar el cielo con la punta.

 

Él siempre la consolaba a ella cuando un pretendiente la rechazaba o no le agradaba su trato, pero esta vez, la joven lo consuela a él con su amable sonrisa de dientes parejitos y blanquísimos, sus ojos azules tan parecidos a los suyos revelan un cariño sincero.

 

—No puedo ni podré olvidarle. —Naruto baja la mirada hasta sus botas de cuero, a esas horas él estaría disfrutando de su luna de miel en las bellísimas playas del reino del Viento, en Suna, la capital árida y costera, un contraste incierto pero hermoso.

—Tendrás que hacerlo. —dice Ino con voz pausada. —La vida sigue, no por este fracaso permitirás que te derrote, Itachi no sabe lo que ha perdido.

 

«O tal vez sí» eso piensa Naruto. Porque sólo de ese modo entendería porque el gallardo príncipe decidió abandonarlo.

 

—Ve con tu padre, Naruto, de verdad está preocupado por ti, y creo que es hora de que afrontes la realidad. Dos semanas así te harán mucho daño, piensa en ti. Tú eres importante, hermoso e inteligente, otro varón apuesto vendrá a reclamarte pronto, ya lo verás. —la rubia parece honesta, Naruto la mira desesperanzado. Ino ha ganado está vez.

 

 

 

 

[3]

 

El barco arribó a mediodía a las inmediaciones de las costas frías de su reino. Sasuke y su sequito de hombres fieles lo siguen con las espadas apostadas a los flancos derechos y las miradas altivas.

Van detrás de su príncipe, el señorito Sasuke Uchiha, el mejor espadachín de los cinco reinos. Como todo Uchiha, tiene deberes pero por ser el menor se le deja viajar a cuanto lugar se le antoje.

 

—Mi señor. —el guardia principal que vigila los muros del alto castillo de piedra gris lo recibe con una reverencia digna para un príncipe. Sasuke asiente dando por confirmado su saludo.

—Quiero que bajen todo el cargamento de los barcos, preparen comida como para mil hombres porque mis soldados vienen hambrientos y cansados, dile a mi padre que estoy aquí, preparen mis aposentos mientras tanto. —su voz barítono resuena callando los murmullos de los demás guardias.

 

Hacen lo que su príncipe les pide con presteza, los señores Uchiha son avisados de la llegada del menor a casa.

 

Fugaku repentinamente siente un escalofrió escalándole los huesos hasta la cabeza, no sabe cómo decirle a su hijo lo que han hecho en su ausencia.

 

Madara, sentado en su viejo sillón de almohadones acolchonados deja su copa de vino dulce sobre la mesa del enorme salón donde realizan los festejos o las comidas familiares. La chimenea encendida proporciona calor en cada confín lúgubre y frio, el crepitar de las llamas es el sonido que armoniza el salón mientras esperan a Sasuke: Fugaku de pie junto al ventanal que da a los bosques de amplio follaje sinople y Madara con la mirada soberbia cruzando sus brazos a la altura de su regazo.

 

Los portones se abren de par en par y un gélido viento envolvente hace danzar a las llamas violentamente. Sasuke entra a paso elegante. Fugaku clava sus ojos negros en la nueva presencia.

 

Sasuke está muy alto, los meses afuera le dieron un efecto de crecimiento rápido o quizá fue el tiempo que no lo ha visto, pero su hijo menor ha crecido, su cabello negro roza los hombros, aun sostiene esa mirada bruna que apaga cualquier susurro, el rostro de facciones finas es una herencia de su madre. Sasuke es un aura masculina de belleza misteriosa que atrae y ya no deja ir.

 

Todos los Uchiha son hermosos, no cabe duda de eso, empero incluso el mismo Fugaku se sorprende del grado de atractivo en cada uno de sus dos hijos.

 

Madara se pone de pie para recibirlo.

 

—Sobrino, luces muy bien, el viaje te sentó de maravilla. —su voz de trueno llama la atención del menor. Sasuke se toma unos minutos para examinarlo a profundidad.

 

Su tío de sonrisa ladina se acerca a él, su cabello azabache es más largo que la última vez que lo vio, huele a leña quemada y a eucalipto fresco. Es alto, pero no tanto como él, se ha dejado crecer la barba de aspecto hirsuto. Sin embargo, el atractivo del viejo se conserva.

Los Uchiha visten las ropas del sempiterno invierno en su reino: capas negras, pantalones negros de seda mora y las camisas de algodón donde encima un chaleco de cuero.

 

—Me han dicho que es urgente, por eso vine. Si fuera por mí seguiría navegando y probando suerte por ahí. —dice ajeno al saludo amistoso de su tío.

 

Madara lo enreda en un abrazo de oso que amenaza con romperle todos los huesos, odia esos gestos de su tío, olvidaba lo terriblemente amable que a veces era, cuando su buen humor acechaba alejando al rabioso patriarca que en realidad es.

 

—Es urgente —rectifica Fugaku incorporándose a la conversación. —Y creo que es algo que no te agradara…

 

 

 

[4]

 

Naruto se queda mudo de la impresión. No sabe que decir con exactitud, todas las palabras se le han ido de la boca, sólo es consciente de que su mirada recae en su padre, el rey de Fuego, y su abuela, la señora de Konoha.

 

— ¿Comprometido? —apenas puede articular, se lleva una mano al pecho justo donde se encuentra el corazón, le late con fuerza galopante, al pasar saliva se da cuenta de lo seca que tiene la garganta.

—Madara, señor del reinado de Hielo nos ha pedido tu mano, nuevamente. —la reina madre es la primera en hablar dadas las circunstancias. Minato no se pronuncia ni a favor ni en contra sólo se mantiene callado sopesando la mirada de su hijo.

—Pero… ¡Itachi me dejó! ¿Es que cambio de opinión? ¿Se casara conmigo? —Naruto no puede evitarlo pero está ilusionado, tal vez su prometido se arrepintió de haberlo dejado así de repente.

 

Minato ladea la cabeza rompiendo el contacto visual con Naruto.

 

—No, cariño mío. Te comprometimos con Sasuke Uchiha, el hermano menor de Itachi.

 

 

 

Apéndice:

 

Existen cinco reinos.

El reino de Hielo, capital Kirigakure.

El reino de Fuego, capital Konohagakure.

El reino de los Mares, capital Iwagakure.

El reino del Viento, capital Sunagakure.

El reino de las Olas, no tiene capital. (Su extensión es pequeña y sólo tienen principado, el titulo de rey no lo conservan)

 

Acerca de los compromisos y las bodas:

Cada reinado tiene su tradición, pero en el reino de Fuego se maneja el compromiso por aislamiento, no se permite que los novios se conozcan hasta el momento de su boda, quince días antes se da el conocido flirteo o cortejo donde el varón tiene que enviar cartas profesando su amor a su pareja prometida, esto con la finalidad de afianzar los lazos que están próximos a unirse.

La luna de miel se puede llevar a cabo en cualquier lugar.

La edad para que una mujer contraiga matrimonio es de 18 a 20 años, si a partir de los 20 no contrae nupcias se le considera solterona.

La edad para que un creador contraiga matrimonio es de los 18 a los 23, esto debido a su etapa fértil de la cual hablaremos más tarde.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leerme, para las que me han leído antes, habrán notado que retome muchas cosas de Siervo, esto porque está historia digamos que se maneja en el mismo universo pero con diferencias notorias hahahaha.

En fin, gracias por leer, contestaré lentito, perdón.


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