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El Tiempo. por Thelovearesick

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Notas del capitulo:

Este capítulo se relaciona directamente con "El retrato."

Caminó a paso mucho más acelerado del que debería. La ansiedad y el nerviosismo se apoderaron de él, como en tantas múltiples ocasiones anteriores, siendo casi una parte fundamental de su verdadera naturaleza en todo caso. Al llegar al mostrado, después de haber realizado un recorrido en automóvil por más de 15 minutos, intentó mostrar una actitud casual y relajada. Era evidente que su intento por relajarse estaba fallando miserablemente.


La recepcionista era una mujer que aparentaba unos 30 años de edad. Su cabello estaba recogido totalmente por una cola de caballo, siendo de un castaño bastante oscuro y estando un poco más debajo de los hombros. Sus ojos eran castaños y su semblante era serio, casi como si fuera una especie de mascara inexpresiva. La sonrisa de Miles reflejaba su nerviosismo al parecer, ya que pudo detectar el ligero movimiento de ceja de la mujer contraria.


— No estamos en horarios de visita — comentó la mujer después de unos segundos, empezando a bajar la vista a los archivos y hojas acomodados en su escritorio. Miles aclaró la garganta, sintiendo como su respiración se entrecortó ligeramente ante el comentario tan osco por parte de la trabajadora. Muy en el fondo sabía que tomaba las cosas mucho más a la defensiva que en otros momentos.


— No vengo a visitar a nadie, vengo a recoger a alguien.  —


La joven mujer levantó nuevamente sus ojos al escuchar las palabras de Miles. Frunció ligeramente el entrecejo, empezando a abrir una de sus carpetas revisando hoja por hoja los expedientes, abriendo ligeramente al quedarse leyendo una hoja en particular de entre tantas.


— Walker…Chris. Si, aquí me marca que hoy es su día de salida —comentó, empezando a sacar la hoja, haciendo algunas anotaciones. La garganta de Miles se secó al momento. — De manera que usted es familiar de Walker, ¿o me equivocó?  —


— No, no soy su familiar. — Miles ya tenía previsto esa situación. Conocía de ante mano el control de seguridad dentro del asilo, sabiendo bien que eran muy cuidadosos en cuanto a permisos y salidas de pacientes se trataban. Siempre habrían de procurar que los pacientes salieran con personas que pudieran hacerse cargo. —Su hermana tuvo que salir de la ciudad recientemente, ella dejo una nota dándome autorización legal para poder proceder con el trámite de Chris. —


Miles extendió los diferentes documentos y permisos. Venía la firma de la hermana de Chris, además de una copia de sus identificaciones para corroborar que las firmas fueran correspondientes a su autorización. La recepcionista se tomó un lapso bastante prolongado en leer todas y cada una de las indicaciones que venía en el documento, en donde afirmaban que Miles Upshur tenía el poder legal para pasar a recoger al paciente Chris Walker por parte de sus familiares. La recepcionista, quien parecía quedar conforme con aquello, guardo todo dentro del expediente en un archivero cercano.


—Tiene que firmar algunos papeles y autorizaciones antes, pero parece que todo está en orden, señor Upshur, le informaré a uno de los guardias que pase a la habitación de Walker a recogerlo. —La recepcionista dejó algunas cuantas hojas marcadas en el escritorio, empezando a caminar rumbo a uno de los guardias cerca de la puerta.


Miles, por su parte, empezó a llenar uno a uno cada de los informes y solicitudes, revisando de reojo algunos de los comentarios e indicaciones sobre el estado de salud de Chris, tanto físico como mental. Había indicaciones de que debía mantenerse en constante reposo durante los primeros días, que los medicamentos tenían que respetarse en horarios y que pudiera parecer aturdido durante los primeros días en casa. Al leer parte del diagnóstico de los especialistas, había un par de cosas que resaltaban por sobre el resto.


Estrés postraumático. Era bastante común en los padecimientos de los soldados. El cuadro que había presentado Chris con este padecimiento había sido bastante severo durante su instancia en el extranjero. Se había infringido heridas con una navaja de afeitar y había empezado a balbucear cosas incoherentes antes de caer inconsciente ante sus compañeros. Al transportarlo de nueva cuenta a la base, su comportamiento agresivo había provocado que fuera sedado, por lo que en la mayor parte del camino había permanecido adormilado.


Había sido difícil lograr dominar a alguien del tamaño y complexión de Chris, fue de hecho tarea de varios hombres el poder contener su agresividad y sus movimientos al inyectarle el sedante. Todos estos datos los había obtenido de primera mano al investigar el caso particular de Chris. Había muchos huecos y cosas poco aclaradas de su estancia en el extranjero y su traslado en el asilo, por lo que había sido relativamente fácil poder lograr agilizar mucho de los trámites para sacarlo.


Le resultaba poco creíble el hecho de que Chris presentara comportamientos violentos ante el resto de las personas. Había seguido lo suficientemente de cerca su historia en ese lapso para saber que la personalidad del ex militar era tranquila, amable y bastante protectora con las personas que le rodeaban.


Su hermana había presentado una gran preocupación por las diferentes noticias dadas por los militares, por lo que contactar a Miles en busca de su ayuda como investigador había sido una de sus primeras opciones para lograr contactar con el paradero de su hermano. Ambos sabían que los soldados presentaban diferentes problemas al regresar, pero las circunstancias en las que Chris había desarrollado sus diversas crisis habían sido sospechosas en muchas maneras.


En algún momento dado, las sospechas de Miles se inclinaron a creer que era una trampa para mantener a Chris restringido en algún sitio en particular. No había encontrado alguna razón lógica para aquello, pero los diferentes huecos en su investigación apuntaban focos rojos respecto a ese tema. La complexión de Chris siempre era grande, resistente a muchas cosas, ya que su cuerpo estaba acostumbrado al ejercicio y entrenamiento constante tras años de disciplina. Era un hombre robusto y fuerte, capaz de soportar muchas cosas en realidad. Miles realmente esperaba que sus sospechas no fueran fundamentadas con algo, ya que de ser así, no sabría cómo sobrellevar las cosas de esa forma. ¿Qué pasaría si Chris estaba mucho más roto de lo que pensó?


Miles realmente quería pensar que podía recuperar el tiempo que había vivido al lado de Chris. Quería creer, con todas sus fuerzas, que podía volver a obtener aquellas suaves caricias, aquellas dulces palabras, que realmente podría volver a notar la suavidad de su mirada y sus gestos. Chris era una persona bastante interesante en más de un aspecto. Era cariñoso, suave y cálido. Miles no sabría que hacer si aquellas características murieran por completo.


Escuchó los pasos de los guardias en poco tiempo, seguido del sonido de las llaveas al tintinear entre sus dedos. Los ojos de Miles se abrieron al escuchar los pasos que seguían de cerca al guardia, notando las pausas y lentitud que presentaba al momento de avanzar, estando a una distancia considerable.


El guardia de seguridad no tardó en abrir la puerta al poco tiempo, dándole el paso a la imponente figura que avanzaba de manera cada vez más automatizada. La mirada de Chris se mantenía siempre fija en el suelo. Entre sus manos yacía una pequeña maleta, la cual lucía aún más diminuta entre sus dedos. De su cabeza, antiguamente afeitada, estaban empezando a brotar lentamente los primeros rastros de cabello. Su rostro estaba parcialmente marcado por las cicatrices de las heridas auto infringidas. Parecía cansado, realmente cansado en realidad.


Los ojos de Chris se levantaron en poco tiempo, mirando con una mezcla de sorpresa y duda el rostro del castaño frente a sí. El reportero sentía como su corazón se aceleraba al apenas notar aquella breve interacción, desviando su mirada con cierta pena después de unos segundos de mirarse ambos hombres a los ojos. Sentía un ligero sonrojo en sus mejillas. Las reacciones que le ocasionaba Chris Walker seguían aún presentes en sus recuerdos. Incluso sentía su garganta secarse al momento, preguntándose internamente si Chris estaría de acuerdo en realizar aquel pequeño viaje hasta su hogar.


Sabía que quizás no era el mejor ambiente el presentar su descuidado apartamento de soltero para que Chris pudiera descansar. Él respetaría cualquier decisión que tomara el ex militar, en la espera a que su hermana volviera de su viaje muy pronto, sabiendo bien que la mejor manera de recuperarse era estar en un ambiente seguro, con las personas que amas.


— Vengo a llevarte a casa, Chris — comentó con vacilación el periodista. El ambiente se había puesto denso de un momento a otro. Chris únicamente alcanzo a asentir con la cabeza.


Como Miles lo supuso, el viaje por carretera fue sumamente silencioso.


El asilo estaba un poco apartado de la ciudad, estando rodeado de un espeso bosque de pinos, manteniendo un estricto orden en cuanto a seguridad y visitas se trataban. Era un lugar amplio, bastante grande, con guaridas y personal por todas partes, que parecía más una enorme mansión que una institución mental en realidad. La estación de radio sintonizaba algunas viejas canciones en ese momento. La señal era muy mala, considerando que estaban bastante alejados de la ciudad.


La postura de Chris era un tanto rígida al momento de voltear hacía la ventana. Miles pudo notar de reojo como algunas marcas aparecían sobre sus muñecas, mostrando un ligero enrojecimiento sobre el área. ¿No se supone que debían cuidar de los internos? Un ligero sonido de molestia salió de sus labios al notarlo. Si Chris se dio cuenta de ese sonido nunca lo sabría, ya que parecía estar completamente ajeno a todo, sumergido en sus pensamientos en todo momento. Después de un lapso de viaje, ambos hombres llegaron al apartamento de Miles. En completo silencio, Chris fue el primer en salir del auto.


Todo era sumamente silencioso adentro. Chris se movía como si realmente no quisiera darse a notar. Su presencia distaba mucho de aquel hombre que había conocido tomando un par de tragos en el bar. Su sonrisa ya no se encontraba grabada en su rostro, de sus ojos ya no expedía aquel brillo tan particular que demostraba su sinceridad y cariño. Parecía tan distante, tan alejado, tan ajeno a todo…


Miles quería gritar que estaba ahí. 


Quería gritar que estaba ahí para él, para atenderlo en todo lo que le fuera posible. Ver los movimientos torpes y cansados del ex militar le generaba una extraña ansiedad que era completamente impropia en el pasado. Sabía bien que debía acostumbrarse a un par de días a que Chris pudiera tomar un ritmo mucho más sano en un entorno fuera del asilo, pero el brillo de sus ojos se había perdido en una perpetua expresión de adormecimiento. Miles intentaba creer que el efecto no duraría para siempre.


La comida fue igual de mecanizada de lo que había sido el resto del día. Ambos hombres se sentaron en completo silencio, uno frente al otro, en la pequeña mesa situada entre la sala y la cocina. El espacio en el apartamento era reducido, por lo que Miles había adaptado lo mejor posible lo que tenía para recrear al menos algo parecido a un comedor. Sobre el plato había un poco de carne y algunas cuantas verduras al vapor, acompañado de un par de vasos de jugo de naranja.


Miles había recodado que el ex militar era particularmente aficionado al sabor cítrico de esa marca en particular. Tal vez no podía darle los grandes cuidados que tanto hubiera deseado brindarle, pero el periodista estaba haciendo un esfuerzo constante para poder darle gusto en pequeños y significativos detalles. Chris parecía ligeramente más consciente, ya que al dar el primer sorbo, una muy ligera sonrisa se formó en sus labios.


— Tenía tiempo sin probar algo así — comentó con voz cansada, alzando la mirada en dirección al castaño. Miles parpadeó un par de veces. Era la primera vez que Chris le dirigía la palabra desde su reencuentro.


— Sí, compré un par de cajas ayer. Sabía que era tu marca favorita. —


— No tenías que molestarte, Miles. Bien podría tomar agua y me sabría diferente a lo que tomaba en el asilo. La comida no tenía un sabor muy definido en realidad. —


Los ojos de Chris bajaron lentamente, apretando un tanto más fuerte el cubierto al momento de comer. Miles pudo detectar un ligero cambio en su semblante, como si de un dolor o malestar se tratase, no pudiendo evitar levantar su postura al momento.


— ¿Estás bien, Chris? —


— Nada más tengo un pequeño malestar, estoy bien. —


— Tu voz…tu voz suena afectada, Chris, ¿acaso ellos te hicieron daño? Tienes marcas en las muñecas. Ellos no…ellos no debieron hacerte daño. —


— Miles. —


— Ellos debieron cuidarte mejor. — Las palabras de Miles estaban cargadas de molestia y decepción. Su puño se cerró con cierta fuerza, bajando un poco la mirada en un intento inútil por ocultar la exasperación de su semblante. Chris presentaba marcas que evidenciaban un abuso físico notable. Su garganta debió haber sido dañado por alguna especie de sometimiento. ¿Acaso le ponían esposas ajustadas día con día? Aquello no lo podía pasar por alto en definitiva.


— Tenemos que hacer algo. Debemos demandar a ese asilo. No pueden tener este tipo de trato inhumano con los pacientes. —


— Miles — la voz de Chris salió ligeramente más elevada en esta ocasión. Los ojos del castaño se elevaron en poco tiempo, encontrándose frente a si la expresión cansada y adormilada del hombre del que se había enamorado. Había evitado pensar por todos los medios posibles en lo que habían experimentado antes de que el infierno mismo comenzara, pero los recuerdos de aquellas noches posteriores siempre serían un constante recordatorio. — No había otra manera de contenerme. Yo era muy grande y fuerte para los enfermeros y doctores. Tenían que hacer algo antes de que lastimara a alguien o me lastimara a mí mismo otra vez. —


— Esa no es una justificación suficiente para este trato. Es inhumano Chris, ¿acaso no te das cuenta de lo que te han hecho? —


— No se compara a lo que me he hecho yo mismo. — Había un cierto tono familiar, uno que Miles conocía a la perfección, desviando cualquier dirección posible que no fuera la mirada ajena. Era casi como un regaño. Chris tenía esta tendencia protectora de decirle las cosas de una forma bastante particular.


El mayor parecía sermonearlo en muchas ocasiones, siendo un rasgo que el periodista había aprendido a identificar con facilidad. Era extraño, pero una oleada de calor parecía invadir el pecho del castaño al identificar ese tono, no pudiendo sostener el semblante de molestia por más tiempo. Una de sus manos se atrevió a sujetar la mano contraria en poco tiempo. El semblante de Chris parecía curioso en realidad, logrando enfocar su mirada en los movimientos contrarios con atención.


— Estoy preocupado nada más. Ha sido largo el tiempo de no vernos. Me hubiera podido estar contigo, ayudarte, cuidarte como era debido. Siento que te he fallado de alguna manera. — Los ojos de Miles volvieron a bajar una vez más. Se sentía aturdido en realidad, experimentando bastantes emociones y cambios en un periodo muy corto de tiempo. Se sentía realmente contento de poder tener a Chris en un ambiente mucho más cálido y seguro, pero la sensación de arrepentimiento era constante en su línea de pensamientos.


La realidad era que pocas cosas podía hacer para Chris durante su estancia en el asilo. El control de seguridad y de visitas era algo sumamente estricto, siendo constantemente monitoreado en sus visitas y contactos con las personas del exterior. Miles realmente había intentado obtener más información sobre su estado de salud, pero la información era restringida únicamente para el personal interno. Jamás se había sentido tan inútil sobre algo como esto, considerando que mucho de sus contactos eran fuentes de información bastante confiables.


Las manos de Chris no tardaron en estrecharse contra sus manos. Los pensamientos y vacilaciones de Miles fueron suspendidos al sentir los gruesos dedos contrarios entrelazarse con sus dedos. El gesto era cálido y el corazón del periodista no tardó en acelerarse. La mirada de Chris mostraba el mismo semblante que había conocido después de su primera noche juntos, al despertar justo al lado suyo en su habitación. Había ternura, calidez y cariño, algo impropio en el trato de dos desconocidos que habían pasado una noche de sexo casual sal salir de un bar. Las cosas con Chris siempre tenían un tinte diferente en todo caso, un claro indicador que era algo mucho más especial de lo que imaginaba. El recuerdo constante de esa noche era uno de sus tesoros, a la par de ser uno de sus mayores tormentos.


— Has hecho tantas cosas por mí, Miles, que no me alcanzaría el tiempo para pagártelo. —


Miles no sabía que decir en realidad. Parecía que las palabras sobraban en ese mismo momento, limitándose a apretar de igual manera sus dedos en torno a los dedos contrarios en un gesto suave y delicado. La mirada de Chris parecía reflejar cada una de las emociones y palabras que le era difícil mencionar en voz alta. Jamás se había caracterizado por ser una persona muy expresiva verbalmente, más sus actos, postura y expresiones eran lo suficiente para poder transmitir el sentimiento compartido.


La hora de la comida terminó poco tiempo después. Miles había empezado a lavar los trastes, dejando descansando a Chris en su habitación. El ex militar parecía no estar muy convencido de aquello, considerando alguna especie de falta de respeto que durmiera ahí, siendo mencionado por el propio Miles que durante esos días usaría el sofá para  mayor comodidad de Walker. La idea parecía no gustarle mucho al hombre, pero terminó accediendo al poco tiempo ante la insistencia del periodista sobre su salud y semblante de cansancio.


Miles se dedicó a acomodar la cocina y a recoger el montón de cosas que se encontraban regadas por su pequeña sala de estar. Había lamentado no haber recogido antes, pero arreglar los diferentes papeleos y estar al pendiente de la liberación de Chris era algo mucho más importante a tratar, estando absorto en conseguir todos los requerimientos en forma y tiempo.


Las horas pasaron más rápida con esta pequeña rutina hasta que la noche llegó de manera inesperada. El castaño había estado completamente absorto en la limpieza del apartamento, haciendo pequeñas visitas a su habitación para verificar que Chris estuviera cómodo o no necesitara de algo al momento. Parecía que el ex militar no había dormido en mucho tiempo, ya que no parecía inmutarse ante ningún ruido realizado por Miles.


Al dejar despejado el sofá finalmente, se dejó caer de manera cansada sobre el lugar, deseando poder tener una cerveza y un cigarro en ese mismo momento. No estaba dispuesto a abandonar la casa en todo caso. Estar al pendiente en caso de que Chris necesitara se había vuelto ahora en una prioridad. Además de eso, estaba seguro de que necesitaría un baño, sintiendo las pequeñas gotas de sudor resbalando de forma lenta por su rostro, empezando a retirar algunos mechones castaños de su visión ante la incomodidad de la sensación.  


Sus pensamientos empezaron a girar en torno a cuales eran las razones de aquella institución mental para retener de forma tan sospecha a pacientes como Chris Walker, manteniendo todo en confidencialidad. Había tantas preguntas en ese momento, sabiendo bien que la mayoría de aquellos cuestionamientos podrían ser aclarados por el propio ex militar. Miles sabía, sin embargo, que Chris no se encontraba en un estado mental para intentar aclarar todas sus dudas. Requería un trabajo de investigación previo para conocer más respecto al tema. Casi todas las corazonadas que tenía sobre estos temas eran acertadas.


Un ruido estruendoso lo sacó por completo de su línea de pensamientos, siendo provocado desde adentro de la habitación. Miles no tardó mucho tiempo en levantarse y caminar a gran velocidad hasta el cuarto, encontrando al abrir la puerta algunos objetos caídos desde su pequeña mesa de noche, notando la enorme figura de Chris ligeramente inclinada y encorvada, con la respiración entrecortada y agitada.


— ¿Chris? — la voz de Miles salió con duda y preocupación. Había gotas de sudor rodeando el rostro contrario, además de una marcada expresión de temor al momento de girar la vista en su dirección. Los ojos de Chris reflejaban miedo y confusión. La manera en la cual temblaban sus manos sobre su regazo era algo que en definitiva nunca había visto antes en su manera de comportarse.


La postura rígida y encorvada hacía parecer al mayor como si estuviera en medio de alguna especie de colapso nervioso. Miles no sabía si era prudente acercarse en un momento como este, sobre todo al notar como Chris parecía alejarse hasta quedar en el extremo opuesto de la cama, siendo un movimiento instintivo de advertencia ante su temor.


— Chris, soy yo, Miles…no voy a hacerte daño — comentó en forma baja y suave, intentando hacer un movimiento muy sutil al entrar a la habitación. La reacción de Chris no fue del todo negativa, pese aun permanecer en una postura bastante incomoda al momento.


Los ojos de Miles se enfocaron en analizar cada una de sus reacciones al momento de avanzar. Había vacilación en sus pasos, sobre todo al notar como la tensión en las manos contrarias parecía aumentar a medida que se acercaba. Estando cerca de la cama, Miles esperó pacientemente por notar algún movimiento que le indicara el alejarse. Chris permanecía en silencio, observando de igual manera cada uno de sus movimientos. El tiempo parecía detenerse a medida que ambos hombres se quedaban viéndose a los ojos fijamente. La mirada de Chris se entrecerró luego de un par de segundos, haciendo un gesto con las manos como indicación al castaño de que podría acercarse ahora.


Las manos de Miles fueron vacilantes al momento de colocarlas sobre los enormes hombros contrarios. El gesto parecía sorprender un poco al ex militar, pero lentamente sus músculos fueron relajándose cada vez más, alzando la cabeza mientras sus poderosas manos se adherían a las caderas contrarías.


—Lo siento… — Miles empezaba a pensar que la voz de Chris jamás regresaría la normalidad. Se escuchaba tan rota como lo estaba su expresión antes de sumergir su rostro sobre su estómago, dejando que sus brazos terminaran por aprisionar completamente sus caderas.


Las manos de Miles se aventuraron a hacer círculos lentos alrededor de sus hombros y espalda. Había un temblor que se aplacó al poco tiempo de sentir las caricias y las atenciones por parte de Miles. Era como si viera a un niño asustado. Las caricias de Miles se desviaron en dirección a la cabeza contraria de manera muy suave, casi delicada. El rostro de Chris seguía firmemente escondido sobre su estómago, notando como poco a poco el ex soldado levantar parte de su rostro en dirección a sus ojos al poco tiempo. La expresión en el rostro de Chris era el reflejo mismo del miedo.


— Ya estás…en casa — pronunció Miles luego de un momento de verse el uno al otro. La mirada de Chris parecía tan perdida en ese momento, haciendo que el castaño se preguntara internamente si el ex soldado sabía en donde estaba en ese mismo momento. Los dedos de Miles no tardaron en acariciar lentamente las marcas sobre las mejillas contrarias, regalando una triste y ligera sonrisa mientras notaba como el mayor terminaba por cerrar los ojos lentamente ante el gesto.


Sabía que había muchas cuestiones que realmente debería investigar. Sus sospechas se volvían cada vez más fundamentadas, notando como el semblante contrario empezaba a relajarse poco a poco, casi sintiéndolo adormilado ante sus roces. ¿Qué clase de cosas podrían transformar así a un hombre? Miles no lo sabía con certeza.


Por el momento se limitaría a apoyar en todo lo que le fuera posible en su recuperación. Estaría dispuesto a tomar todos los pequeños fragmentos de Chris que le fuera posible conservar preservar su estabilidad. Estaba seguro que jamás volvería a ser el hombre que alguna vez fue, pero Miles estaba dispuesto a acompañarlo en su proceso de recuperar el tiempo perdido de ahora en adelante.  


Chris era tan vulnerable ante sus ojos por ahora. Miles no tenía inconveniente alguno de poder regresarle el gesto al hacerse cargo de la situación al momento.

Notas finales:

Y si, esta es la resolución de "El retrato." Chris volvió a casa.


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