Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Tiempo. por Thelovearesick

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

— Me quiero intoxicar de ti —había dicho una noche mientras ambos permanecían en el sofá después de cenar. Sus ropas están mal acomodadas luego de acostarse el uno contra el otro, sonriendo con complicidad mientras la luz de la luna se filtraba por la ventana. La camisa del mayor se encontraba arrugada por el constante movimiento de su cuerpo en torno a su pareja.


Sus manos apenas y podían quedarse quietas, intentando sentir con sus dedos cada parte de la anatomía contraria pese al grosor de las prendas de su amante. Su cabello, siempre perfectamente ordenado, empezaba a perder su peinado al relajarse. Algunos mechones se esparcían por el varonil y atractivo rostro de facciones fuertes y marcadas. Una sonrisa se asomaba, sin querer perder detalle de ningún movimiento ajeno, como si fuera una especie de función personal a la que debía estar atento en todo momento.


La televisión estaba encendida y olvidada en el fondo, estando concentrados únicamente en la tenue iluminación reflejaban en ambas miradas. Un suspiro suave se escuchó, seguido del suave sonido de los murmullos lejanos de la televisión. El sonido había sido bajado de tal manera que apenas y era entendible lo mencionado. Una vieja película en blanco y negro se transmitía en ese momento en el canal de los clásicos.


Pese a eso, una risa nerviosa salió de los labios contrarios al escuchar esa declaración, siendo ambos completamente ajenos a todos los ruidos externos que pudieran interrumpir aquel momento tan íntimo. Era casi como si fueran las únicas personas en el mundo. Sus manos cubrieron ligeramente el rubor incipiente sobre su rostro. Los mechones de cabello rubio se esparcían de forma desordenada por todos lados, revelando que dentro de poco se necesitaría un corte de cabello.


La mirada del rostro ajeno reflejaba una fiereza bastante palpable ante sus ojos. Podía sentir sus manos rodeando todo, queriendo sentirlas con firmeza por cada pulgada de su anatomía. Era una sensación agradable ante la calidez que emanaba de sus dedos, sintiéndose en contraste con la temperatura del ambiente. Afuera se avecinaba una tormenta. El frío se filtraba por entre las ventanas y las puertas, pero Waylon únicamente podía pensar en lo cálidas que se sentían aquel par de manos por sobre su ropa.


— Déjame verte —


— Es vergonzoso, Eddie. Mi rostro se siente arder. Debo estar completamente enrojecido. —


— Déjame ver el rubor — volvió a repetir, retirando con una delicadeza gentil sus manos. La mirada de Eddie siempre reflejaba cierta devoción al observarle. Se sentía tan bien, tan amado y tan apreciado por aquel hombre, no sabiendo muy bien cuál era la razón de aquella fijación tan suya. Nunca se había considerado tan importante o tan esencial para ser notado por alguien más. ¿De dónde había salido este misterioso hombre en todo caso?


Las manos de Eddie recorrían todo con lentitud y suavidad. Sus dedos jugaron con los labios entreabiertos por un prolongado tiempo antes de besarlos. Waylon cerró instintivamente los ojos, alzando las manos y aferrándose a Eddie como si su vida dependiera de ello. Como si el beso contrario fuera una fuente de aire después de ahogarse en las profundidades de las aguas. Así de sentía Waylon todo el tiempo, actuando por instinto, con irracionalidad y necesidad. 


— Es vergonzoso. —


— ¿Qué cosa, cariño? -


—  Que me mires así, todo ruborizado y nervioso. Debo verme estúpido.


Los ojos de Eddie se abrieron con asombro antes de negar. Una de sus poderosas manos se entrelazó con la mano contrario en un gesto necesitado. Ambos sentían la calidez en la piel contraria. Era una necesidad mutua, tan personal y a la vez tan compartida.


— Eres de todo menos estúpido. Eres diferente –


— Extraño, anormal. —


—No. — Volvió a negar, dejando rastros de besos por todas partes. Besos en sus párpados. Besos en sus mejillas. Besos en su barbilla y sobre todo, en sus labios. —Anormal, no. Especial.


Waylon volvió a reír de manera nerviosa una vez más. Las manos de Eddie terminaron por levantar lentamente su sudadera y camisa, revelando su piel erizada ante sus atentos y profundos ojos azules. Un escalofrío pasó por su cuerpo, proveniente no de la temperatura, sino de la reacción que su piel experimentaba por sentir las caricias contrarias por todo su pecho. Waylon se removida por nerviosismo, sin poder contener la ligera risa nerviosa de entre sus labios, sintiéndose aún más estúpido que antes.


—Soy muy estúpido. —


—Oh señor, no insulte de tal manera a la persona que amo — respondía la melodiosa voz en protesta, dejando que sus besos alcanzaran a tocar con la misma delicadeza su cuerpo, haciendo que Waylon empezará a flotar en una delgada burbuja de sensaciones y emociones. Sentía que se derretía con cada toque, pronunciado el nombre del mayor como si fuera un mantra, sin poder recordar como pronunciar algo coherente.


— Tu olor... Me vuelve loco, cariño.  —


— El sentimiento es mutuo — pronunció, elevando la cabeza de tal manera que permitía cualquier acceso a su cuerpo, teniendo la necesidad de poder sentir las manos y los besos de Eddie en todos lados. Las manos contrarias se acentuaron a bajar sus pantalones apresuradamente, dejando en poco tiempo su cuerpo expuesto y listo para ser observado, para ser disfrutado tanto como quisieran ambos. Waylon no podía dejar de sonreír.


— Intoxícate de mí esta y todas las noches siguientes... — murmuró, elevando las caderas para que sus prendas cayeran de forma más fácil, sintiendo la respiración contraria contra su piel en poco tiempo.


Eddie olfateaba todo. La sensación de calor sobre su abdomen le hizo estremecer por completo. Su aliento se contuvo dentro de sus labios durante ese lento recorrido hasta sentir el aire caliente de Eddie sobre la sensible piel de su cuello. Las manos de Waylon no se quedaron quietas, levantando la camisa de vestir para acariciar la enorme espalda ajena, permitiéndose el ser partícipe de aquel momento de igual manera. Waylon quería sentirse intoxicado por aquella caliente sensación. Sus ojos se abrieron con lentitud, viendo el reflejo de todas las luces de la habitación sobre ese hermoso par de iris azul cielo.


—Te amo, Eddie. —


—Yo también te amo a ti — respondió, dejando que sus labios apresaran nuevamente los labios contrarios. Waylon quería llorar.


Las manos de Eddie eran como tatuajes sobre su piel. La sensación era poderosa en sus recuerdos. Había hecho el amor con su pareja tantas noches, en tantos lugares de su hogar. La necesidad de tenerlo cerca se acrecentaba día con día, noche tras noche, sin poder contener la oleada de dolor experimentada ahora, tiempo después. Las manos que había recorrido aquella piel se encontraban firmemente colocadas sobre un frío cristal. La mirada contaría le regresaba la misma devoción que siempre tuvo. Sus ojos eran tristes ahora. El dolor era un constante recordatorio de las cosas pérdidas, dejando a ambos amantes divididos, incompletos. Waylon no podía dejarle ahí por más tiempo.


El sonido del altavoz anunciaba que la hora de visitas estaría por terminar. Una desesperación, propia de las personas que se están ahogando en el agua, se apoderó de Waylon en ese momento. Sus manos se volvieron puños ajustados en poco tiempo, reprimiendo el impulso de gritar, de lanzar algo, de romper esa barrera que los alejaba a ambos para poder a sentir su piel. Para volver a sentirse vivo una vez más.


—Tienes que irte, cariño. Las horas de visita terminaron. No me gustaría que nos dejaran sin nuestras horas de visita. — Mencionó su voz. Waylon no quería llorar más.


Había sido bochornoso no poder contener las sensaciones que experimentaba en un lugar como ese. Ver a Eddie del otro lado del cristal lograba despertar en él aquellos sentimientos que quería evadir a toda cosa. La impotencia, la tristeza y la desesperación eran cosa del día a día, pero tener que demostrarlo ante los atentos ojos de los guardias era algo que no se repetiría por más tiempo.


Eddie siempre estaba tan sereno, procurando mantener la compostura para que ambos pudieran mantenerse en cierta calma. Sabía que era inútil, ya que Waylon siempre se regía más por su lado emocional que otra cosa. Conocía lo suficientemente bien a Eddie para reconocer las reacciones y sentimientos que experimentaba a la par. Había dolor también, pero sobre todas las cosas, había resignación. Esa era la cosa que más le dolía por sobre todas.


El altavoz volvió a mencionar las palabras en poco tiempo. Los ojos de Waylon se encontraron con la azul mirada por un breve lapso. Eddie siempre había tenido el poder de volver hipnóticos esos lapsos.


Como si fuera un hechizo, Waylon tuvo que cerrar los ojos para poder separarse del cristal, dejando que su mano abandonara la posición habitual, en un vano intento por generar una cercanía inexistente. La mano de Eddie se posaría de la misma forma, imitando un gesto que ambos ansiaban concretar sin mucho éxito ante la necesidad de sus pieles al sentirse. Una de las sensaciones más impotentes en realidad.


— Te amo, Eddie — mencionó a forma de despedida, atreviéndose a mirar sus ojos por una última vez durante ese día, ganando un suspiro cansado proveniente del aparato que los dejaba interactuar. La mano de Eddie presionaba la pequeña maquina con más fuerza de la debida.


— Yo también te amo, cariño. —contesto, dejando que sus manos se retiraran de la zona, siendo apresadas en poco tiempo por un par de esposas sobre sus muñecas provenientes de las acciones de uno de los guardias. Waylon se dio la vuelta. Nunca le había gustado ser testigo de esos momentos.


Los pasos de Waylon eran pesados y cansados. Se sentía mareado de repente, prefiriendo alejarse de forma apresurada, sintiendo el ambiente denso a su alrededor. El guardia seguridad que se encontraba en la puerta entregó al rubio sus pertenencias, no teniendo permitido entrar con objetos metálicos que pudieran ser punzantes. Era absurdo de cierta manera, ya que no había posibilidad de que pudiera traspasar alguna de sus llaves para hacerla llegar al mayor, pero las reglas de seguridad eran demasiado estrictas en todo caso.


Al salir, la luz del día era fuerte y encandilante. Sentía que había pasado una eternidad adentro del recinto, apurándose en abrir la puerta de su automóvil y cerrando la puerta con seguro, tomándose un momento para reorganizar un poco las ideas en su mente.


Eddie se encontraba encerrado en un asilo.


Tenía restringido verlo, sentirlo y escucharlo. Los pasos en donde podían encontrarse eran muy contados, sumado al hecho de estar siempre supervisados por el personal de seguridad en caso de que hubiera algún incidente. Nunca habían incidentes, sin embargo. Eddie siempre estaba tranquilo pese a todo. Se había estado rompiendo la cabeza en intentar descifrar el cómo lograba aquella tranquilidad tan evidente.


Waylon siempre quería gritar. No se explicaba como nadie había comprendido aquel grito de ayuda en su mirada, sin entender como no había acabado encerrado de la misma forma que su pareja. Había bastantes sensaciones en su pecho, un mar de ideas nublando su consciencia. Sus manos se aferraban al volante, aun sin prender el automóvil todavía.


El rubio siempre tenía que tomarse un par de minutos en cambiar las sensaciones que su cuerpo experimentaba ante aquellas visitas restringidas. Ver a Eddie de esa forma era algo verdaderamente duro de tragar. Sus ojos, al fin, ardían en el escozor de las primeras lágrimas que brotaban, una a una, sobre sus mejillas. Los vidrios estaban arriba, permitiendo que sus sollozos salieran disparados, uno a uno, estando en un estado completo de pesar. Siempre se había permitido esos momentos de liberación posteriores, siendo algo que era completamente rutinario después de las visitas, normalizando el hecho de que sus emociones pudieran salir tan a flote.


Imaginar a Eddie durante los momentos de intimidad, previos al infierno, no era exactamente una manera adecuada de consolarse. Lo único que quería Waylon en ese momento era intoxicarse una vez más.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).