Tras ese baño relajante y excitante, abrieron las ventanas para que el viento se adueñase del hogar, que refrescase la mañana, comenzaron con el desayuno.
Café, tostadas, mantequilla, mermelada… Todo entre risas, empujones graciosos y miradas fingidas de enfados, el amor era lo más palpable, lo que el viento no pudo llevarse.
Esos tres años fueron la clave en la relación, comenzaron mal, pero aprendieron de los errores, después del primer año pensaron que estaba todo perdido, comenzaron una rutina, discusiones y reproches, se veía un vacío desgarrador, el único que luchaba era Shuichi, era el único que veía un futuro, donde poder disfrutar, pero Yuki…
Yuki se balanceaba entre el pasado y el presente, aun así vio el enorme esfuerzo de Shuichi por permanecer a su lado, que nunca huyó, sufrió demasiadas cosas sin justificar, a pesar de estar encerrado en aquella oscuridad, Shuichi lo suprimió todo, de una manera delicada, con precaución, eso les ayudó a seguir adelante.
El segundo año fue el que creían que más iban a disfrutar, todo estaba más tranquilo, aprendieron a escucharse, a ponerse en el lugar del otro, respetar espacios y horarios, a pesar de todo eso, parecía que el destino los quería castigar, – o eso decía Yuki- el trabajo de ambos impidió estar juntos por mucho tiempo.
Conciertos, entrevistas, firmas, reuniones, aún así no impidió realizar escapadas, algún que otro mensaje. Y en lugar de distanciarse, ayudó a unirse más cuando parecía que se iba a derrumbar todo. Cuando terminó el año decidieron tomarse un descanso, publicó último libro y se realizó la última gira, aquella noche fue como la primera, pero más desenfrenada, más íntima. Pasaron los meses y llegó el invierno, el progreso fue mayor, compartían las mañanas y las noches, los paseos, se liberaron eliminando toda vergüenza.
Pero como cualquier pareja tenían discusiones, ahí era donde sus caracteres chocaban, donde parecía que no había habido ningún progreso, acababan separados reflexionando y volvían disculpándose.
En resumido, todo iba por buen camino...
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Shuichi mientras desayunaba mirando concentrado en su tostada, sentía la mirada felina de cierta persona, quien lo observaba mientras se “escondía” detrás del periódico, Shuichi no sabía si quitarle importancia o decirle algo, pero se le ocurrió algo mejor.
Los reportajes del periódico les parecía menos importante que su pequeño, el rubio miraba al pequeño mirarlo desayunar embelesado, hasta que vio algo que le llamó la atención, una gota de café se deslizaba desde la comisura de los labios descendiendo por un costado de la barbilla y se escondía en el cuello de la camiseta, donde probablemente acabaría en el pecho…
Pero.
No.
Dobló el periódico rápidamente, y se levantó dispuesto a ir a su estudio, así poder preparar su próxima obra. Aquel gesto llamó la atención de Shuichi.
-¿Tan malas eran las vistas?
Yuki se detuvo.
-Te equivocas, quería ser más fuerte ante la tentación.
-¿No fue suficiente con lo del baño?-Aquella pregunta causó una ligera sonrisa al escritor.
-Entonces era una invitación… ¿Me equivoco?
-Quería comprobar si era cierto que el libido aumenta por las mañanas-Susurró indiferente, pero con cierta agudeza, mientras se terminaba el café.-Pero veo que es un mito.
-¿Así que lo quieres volver a comprobar?
Shuichi levantó sus hombros esperando cualquier respuesta, pero sabía que la más acertada es que ambos pensaban.
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Entre besos y sonrisas, abrí la puerta de la habitación teniendo a Shuichi encima, cargándolo hasta llegar a la cama, soltándolo de golpe tras asegurarse que no fuese a caer; me separé manteniendo mi nariz rozando la suya, me separé para poder admirar a la persona más bonita que conocí en, una de las cosas que más disfrutaba era ver a Shu como seguía siendo tímido en la cama provocando que sus mejillas estuviesen enrojecidas, sus brazos permanecían a los lados de su cabeza, quieto, analizándome, me quite la camiseta que hacía unos minutos me había puesto, noté unas pequeñas manos tozando mi abdomen, arañándome, generando un calor que descendía por debajo de mi vientre; me agaché dejando un largo beso, pasando por el cuello, mientras le quitaba la fina camiseta a Shuichi, continué por los hombros, dejando una pequeña marca, decidí tomarme un tiempo en uno de sus pequeños pezones, mientras el gemía mi nombre entre jadeos y pequeños espasmos.
Mientras abrí sus delgadas piernas, colocándome en medio, me aferre al borde del pantalón corto, agradecía que fuesen elásticos y así poder facilitar el proceso, y por la desesperación, los pantalones fueron acompañados, separé mi cuerpo de sus piernas, uniéndolas en el camino, elevándolas y recordando el cuerpo que analice en el baño.
Shu dobló sus piernas escondiéndose, esperando que yo estuviese en el mismo estado, y así lo hice, quedando ambos en la misma situación; separé sus piernas lentamente y rocé con las yemas de mis dedos, la ingle, esa zona tan eléctrica y polémica para los gemidos, continué por la base de la erección elevando mi mano hasta la punta, volví a bajar rozando el peroné y finalmente introduciendo un dedo en ese lugar, el lugar de unión.
Sentí los brazos de Shuichi abrazarme, gimiendo mi nombre, hundiendo su cabeza en mi cuello, clavando sus uñas en mi espada; decidí tomarme mi tiempo, explorando, observando cada gesto, expresión y sonido.
-Creo que tienes razón.
Shuichi abrió sus ojos húmedos tras escucharme hablar.
-¿Eh?...
-El libido por la mañana es más intenso.
Sonrió y me besó, tras mirarnos a los ojos y asentir con la mirada, me acomodé y amolde a su cuerpo, disfrute de ese calor, que a pesar de ser verano, era agradable, introduje mi erección en la caliente cavidad, lenta y delicadamente.
Permanecimos en la misma posición no sé por cuanto tiempo, pero mientras… nos mirábamos y sonreíamos… analizábamos el movimiento de nuestras pupilas… compartiendo el mismo aire… hasta que comencé a moverme… los susurros comenzaron a elevarse… se ahogaron los gemidos en besos… no importaba la hora… el lugar… la situación… solo éramos nosotros…