Día 13: Buscando a la otra
Hoy no trabajé nada en la mañana y es que buscar en Facebook a alguien que no conoces, es más difícil de lo que parece. Resulta que como Marcos me dijo el otro día que se juntaría con una mujer, me entró la curiosidad de saber quién es la susodicha, si es solo una amiga o una zorra con la cual se acuesta. Primero que todo, quisiera aclarar que no lo hago por celos, porque eso significaría que siento algo por el larguirucho, cosa falsa. Lo que sucede es que soy chismoso, quiero saber todo lo que sucede a mí alrededor. Además, si se ha acostado con una cualquiera ¿no podría contagiarme alguna enfermedad de transmisión sexual? No ven, mis intereses son meramente científicos.
Lo primero fue ingresar al perfil del hermano de Roxana, y es que no lo tengo agregado. Revisé todas sus publicaciones, quienes le comentan y otros que le dan Me Gusta. ¿Tan popular es? Tiene aproximadamente a veinte personas que siempre le responden sus estupideces. ¡¡Veinte!! Y a mí con suerte me da Me Gusta la prima de mi mejor amiga del colegio, y porque siempre me tuvo ganas. Ahora que lo pienso, debería eliminarla, soy homosexual y ya nunca le podré corresponder. Solo que ¿quién me hará sentir popular entonces? Mejor la dejaré y si me pide sexo, le mostraré alguna pierna peluda por Webcam.
Con lo que había averiguado, llegué a cuatro posibles zorras, esas que más corazones le envían y las que muestran más las tetas en sus fotos de perfil. ¡Oh por Merkel! Ni siquiera las vacas tienen ubres tan grandes, ¿qué se habrán hecho esas pobres rameras? En fin, tuve que revisar sus cuentas también y me encontré con que dos estaban casadas y con hijos, ahí me pregunté: ¿las podré obviar? Claro que no, igualmente pueden ponerle los cuernos a sus esposos. Las otras dos estaban solteras, aunque son tantos los hombres que le publican, que de seguro quedan embarazadas pronto. ¿Y si uno de ellos tiene alguna enfermedad y contagia a esa mujer y ella a Marcos y él a mí? Comencé a entrar en pánico, pero justo en ese momento llegó mi jefe a mi puesto de trabajo.
-¿Acaso te pago para estar metido en Facebook?- Dijo mirándome con enojo, como si fuera mi padre al regañarme. ¿Quién se creyó? ¿Acaso no vio lo ocupado que estaba? -¿Y a usted le pagan por acostarse con sus empleadas?- Respondí sin mirarle a los ojos, pendiente todavía de la pantalla de mi computador, por eso no pude ver el rostro descompuesto del señor Foster. –No te irás de aquí hasta que ingreses todas estas facturas...- Escuché al rato, luego del estruendo que aquella pila gigante de documentos hicieron al caer estrepitosamente en el escritorio. Eran muchas, tantas que posiblemente estaría hasta muy tarde trabajando en ellas.
¿Qué sucedió? Estuve en la oficina hasta las doce de la noche. Terminé extenuado y con un dolor de cabeza monumental. Estaba solo en la oficina, en medio de la oscuridad, tecleando como loco, sin importarme que los dígitos estuvieran equivocados. ¡Esto es explotación! Así es que el jefe deberá asumir la culpa de mis errores, porque él es el responsable.
Cuando por fin podía irme, me fijé en el escritorio de Marcos, más específicamente en su computador. ¿Y si fuera tan imbécil como para dejar abierta su cuenta de Facebook? No, no podría ser tan tarado. No lo iba a hacer, hasta que la curiosidad me ganó y prendí el aparato. ¡¡Es un asno perdido!! Tuve acceso a toda su información y aprovechando, me metí a sus conversaciones. ¡Ahora si sabría con quién se acuesta!
-Quiero volver a verte amor... cada segundo que paso sin ti es una agonía... Me gustaría pasar todas las noches que restan de mi vida a tu lado...- Son algunas de las tantas frases dulzonas que se dicen con una de las tetonas. Yo sabía que era una de esas cuatro, y para más remate, es la que tiene las ubres más grandes. ¿El tamaño no importa? Pues parece que los hombres heterosexuales si caen en ello. Por lo que leí, llevan más de un año hablando melosamente, solo que todavía no han formalizado su relación. ¿Y lo llegarán a hacer? Claro que no, porque yo me encargaré de separarlos. Ahora pueden imaginar una risa macabra, porque es esa misma la que produje al idear mi maléfico plan.
Quince minutos me demoré en recordar que la otra noche, grabé con mi celular cómo intimaba con Marcos. ¿Qué pasaría si, accidentalmente, ese video se enviara en la conversación de la tetona? A todo esto la pobre se llamaba Deyanira, ¿habían escuchado un nombre tan de maraca? Si pide a gritos que la haga sufrir, no soy yo, es el destino. Finalmente conecté mi móvil al PC y adjunté la grabación en un mensaje. "No puedo seguir ocultándolo, soy gay y te usé para ocultarlo", es lo que le escribí. Ahora solo me queda esperar que ambos terminen para siempre y el larguirucho sea todo mío. Soy tan malo, que hasta me temo a mí mismo. Ya saben zorras, con mi hombre nadie se mete.