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Diario de un soltero GAY por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos

Espero que estén muy bien

 

Recuerden que pueden leer esta historia, también en Wattpad aquí

 

Saludos!

Día 21: Tras las rejas.

Habiendo tantos políticos corruptos, tanto narcotraficante en las calles y ladrones acechando en la oscuridad de la noche, ¿por qué tenían que apresarme justo a mí?? Yo que sólo he actuado siguiendo mis instintos, ¿qué tiene eso de malo?

Resulta que estaba de lo más bien en la habitación de Leonardo, quitándole la ropa interior, cuando el muy tarado  decide despertarse. Por favor, si todo el mundo sabe que al estar frente a un psicópata sólo hay que quedarse tranquilo y dejarse llevar por las manías del loco. ¡De toda la vida!

-Este sujeto es un completo peligro para la sociedad, deberían encarcelarlo...- Es lo que dijo el psicólogo cuando llegó la policía. Al verme ahí, en medio de su cama, se asustó tanto, que me botó con fuerza descomunal y me amenazó con una lámpara. El muy exagerado me quería pegar. ¿Por qué se molesta tanto? Si sólo quería divertirme un poco con él.

Y claro, como los jueces son unos homófobos de mierda, me sentenciaron a pasar dos meses tras las rejas.

-Yo sabía que éste iba a terminar así... No sé en qué nos equivocamos tanto...- repetía a cada rato mi papá la única vez que me ha venido a ver. Y mi madre tampoco estaba muy alejada de su esposo, tan sólo que no paraba de llorar. A la puta mierda, como si nunca hubieran sabido que estaba loco. ¿Por qué creían que las mascotas me duraban tres días? ¿O acaso no se daban cuenta que todos los compañeros de colegio me temían? Si tampoco les pegaba tanto, ¡Llorones!

Aunque ya da igual si estoy preso o si nadie viene a verme, ni siquiera el inútil de Ernesto, lo que más me molesta es que todas las historias de cárceles eran mentiras.

Ten cuidado que se te puede caer el jabón... ¿cuántas veces no hemos escuchado eso? Que en las cárceles hay tantos hombres necesitados que se terminan "afilando" entre ellos. ¡Pues no señores! No son más que mentiras, engaños que sólo lograron llenarme las cabeza de felicidad al entrar a este nido de ratas.

La verdad, es que me he agachado tantas veces en las duchas, ofreciendo todo lo que tengo, pero nunca nadie se ha atrevido a ayudarme. ¿Tan feo soy acaso? Y no sólo he hecho eso, sino que también he andado desnudo por las celdas, he gritado desesperado, pero no hay caso, aquí no hay ningún maldito heterocurioso.

¿Y ahora quién podrá ayudarme? Me siento tan solito.... Ah, pero pasarán dos meses y Leonardo será mío, eso es tan cierto como que llamo...

 

~*~ 

Día 22: Miedito

Que mierda de vida, no leía ni siquiera en el colegio y ahora resulta que mi único pasatiempo en la cárcel es adentrarme en uno de los cuantos libros deshojados de la biblioteca.

O sea, no es que haya sido mi idea, sino que fue mi única escapatoria. ¿Pueden creer que alguien en este mundo me quiere matar? ¿A mí? Yo que soy una persona tan amable y gentil. Este mundo está cada vez peor.

Resulta ser que el otro día fui al baño y me encontré con uno de los reclusos. Él estaba orinando y como yo también tenía deseos, me paré a su lado y comencé a expulsar el líquido amarillo. ¿Somos hombres no? Y vaya que varón tenía a mi lado. No la tenía larga como Leonardo, sino que más bien gruesa, como tronco para el fuego. ¡Ave María! Recordé los consejos de mi abuela cuando pequeño: "No importa el tamaño, sino que te sirva para jugar..." Está bien, la pobre vieja se refería a la cuerda para saltar, pero como soy tan buen nieto, aprendí muy bien y uso el consejo pada todo.

Estaba ahí, intentando mear, cuando no pude dejar de verle. ¿Qué cara habré puesto? Pues ni idea, lo único seguro es que cuando comencé a gemir, recién ahí el otro recluso se percató de mi exaltación.

-¿Qué miras maricón? ¿Te estás pajeando viendo mi pito?- Recuerdo su rostro apretado, sacando humo por las orejas casi. ¿De qué hablaba? Ni siquiera me había dado cuenta lo que había pasado ahí abajo.

¡Patitas para qué las quiero! Comencé a correr al mismo tiempo en que el delincuente sacó una navaja del porte de un plátano. ¡Nunca había tenido tanto miedo! Vi mi vida pasar y lloré al darme cuenta que he tenido muy poco placer.

El único lugar seguro para un miedoso como yo, es la biblioteca, ya que es ahí donde los gendarmes se esconden para tomar siestas y ningún preso se le ocurriría entrar a hacer fechorías ahí.

Ahora paso la gran cantidad del día en esa habitación, escondiéndome de "El Papucho", el líder de un cartel del narcotráfico. ¿Quién me manda a verle la verga a alguien tan peligroso?

 


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