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Diario de un soltero GAY por jotaceh

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Notas del capitulo:

Feliz año nuevo para todos!!!

Espero que este año que comienza sea hermoso para todos ustedes, que sus sueños se cumplan y que puedan gozar con todas las personas que aman...

Recuerden que si tienen que elegir, traten siempre de priorizar a las personas... porque el dinero, la fama, los tragos... las cosas en sí, se pueden cambiar... pero el amor de las personas, jamás....

 

Los quiero mucho y les envío un millón de abrazos a todos....

Día 72: Abuela

El día en que doña Conchuda visitaría "mi hogar" llegó finalmente y tenía todo preparado para mostrarle una familia decente, aún cuando los actores que conseguí fueran todo menos recatados.

Fuimos de compra, mis padres falsos tenían que verse distinguidos y con las ropas que suelen ponerse, eso era imposible.

-¿Tú crees que esta minifalda me queda?... No sabes nada de moda, la idea es mostrar la tirita del colalés... Ups, ¿esa es cinta adhesiva? Creo que se desprendió mi Luchito, y yo que lo escondí tan bien entre mis piernas....- eran las cosas que me decía Cata.

Pasamos una vergüenza terrible y es que su pene afloró de la nada y se levantó sobre una delgada falda. Todas las viejas del local quedaron pasmadas.

-¿Qué? ¿Acaso nunca han visto uno? Estoy segura que se atragantan con uno todas las noches y ahora se hacen las santas...- pronunciaba entre dientes mi amiga, enfadada por lo mal que la veían.

Al final le elegí un vestido largo y unos tacos decentes. Parecía normal, aunque... Para ser sincero, se le notan algunos rasgos masculinos. Si la vieja fea ésa pregunta, le diré que es italiana.

Luego venía La Papucha, quién desde ahora sería Luís. No sé qué le dio, desde que se enteraron todos los reos que era marica, se ha liberado mucho y ahora sólo usa pantalones apretados, de colores fluorescentes y camisas cortas sin mangas. A leguas se nota lo buena que es para la polla.

Con él no fue tan difícil, sólo le compramos un traje formal, una camisa celeste, corbata negra y zapatos del mismo tono.

La casa estaba ordenada, parecía Iglesia y es que coloqué muchas  cruces e imágenes de la Virgen, para que crean que somos devotos.

-Lo más cerca que he estado de la santidad es cuándo me cogió un cura...- contó de pronto Cata. Dios, si hasta los sacerdotes se atendían con mi amiga.

Sonó el timbre y fui a abrir, ahí me encontré con Pablo y su horrible madre.

-Por lo menos parece una casa decente, no una socha como imaginé...- mencionó Doña Conchuda mientras ingresaba con su bastón, sin siquiera saludarme.

Llegamos a la sala de estar y ahí les presenté a mis falsos padres.

-¿Y cuál es tu madre? ¿El hombre con tetas y peluca? ¿O el varón con parada de mujer y los labios pintados?- mierda, no me percaté que La Papucha se había maquillado.

-Creo que se ha equivocado señora, yo soy una mujer.... Me llamo Catalina, madre de este joven tan bello...- la pelirroja intentó calmarse, sabía que si no fuera por ayudarme, le hubiera golpeado a esa arrugada.

-Pues si eres mujer, estás bastante fea, deja que te confiese...- tuve que sostener el brazo de Cata, estuvo a punto de lanzarse sobre Doña Conchuda.

Los ánimos se relajaron cuando llevé el té con galletas. Ahí contamos la mentira del matrimonio, de la empresa familiar y lo mucho que me amaban. Iba todo perfecto, estaba sonriendo de la felicidad, cuando....

-¿Por qué me encerraron en mi cuarto?- apareció en la sala la anciana loca del manicomio.

Estaba perdido, la madre de Pablo me veía con rechazo, creyendo que yo la había encerrado. Bueno, en realidad fui yo, pero es que ella es demasiado peligrosa.

- Mamá, qué bueno que despertaste... Te encerramos para que no te pierdas, ¿no te acuerdas lo que pasó el otro día?- la pelirroja al rescate.

Cata inventó que era su madre, por ende mi abuela, y que sufría de Alzheimer, así que tenemos que cuidarla mucho. Por suerte la vieja no siguió hablando y todo quedó como si fuera una pariente más.

-Si quieres que sea tu abuela, vas a tener que darme algo a cambio... Algo muy bueno...- estábamos caminando hacia el comedor, para cenar, cuando la anciana me susurró al oído.

Era obvio que esa fea arrugada querría aprovecharse de este plan. Estoy seguro que lo planeó todo. Ahora voy a tener que caer en su chantaje, o sino va a contar la verdad.

 


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