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Diario de un soltero GAY por jotaceh

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Día 97: La línea de la vida

Ernesto...

Recuerdo las máquinas del hospital, las enfermeras revisando sus signos vitales.

Cuando uno está a punto de morir, la mirada cambia, es como si de a poco te comenzaras a resetear. El brillo de sus hijos estaba distante, posaba su mirada en mis ojos y luego se iba. Supongo que es producto del dolor, ¿quién puede soportar tanto sufrimiento?

Otra cosa que rememoro siempre es la actitud de doña María.

-¿Cómo se siente mi niño? - le mimaba con constancia.

Es como si hubiera vuelto a ser un niño, regresar a esos momentos en que tu madre te mece en la cuna, te canta con devoción y para ti, es todo tu mundo.

Yo estaba allí, aunque a la vez no. Supongo que la mente es sabia, te ayuda a enfrentar los problemas, porque yo colapsé. Me fui de mi cuerpo, evadí el sufrimiento y es que era demasiado para mí.

Todos hablan de la frialdad de los doctores, de lo fríos que deben ser al informar a las familias. Y es verdad, aunque ¿podría ser de otra manera?

-Por cómo lo veo, no creo que sobreviva a esta noche... Deben estar preparados para lo peor... - nos llamó a su oficina y con tranquilidad nos confesó la verdad.

¿Cómo se puede ver a alguien que sabes partirá luego? Ha sido lo más difícil que he debido afrontar. Lo vi y lloré, me derretí por dentro y colapsé. Su madre tuvo que llevarme al baño para que él no me viera.

Me fue imposible no recordar las veces en que lloraba solo en el baño de mi casa, esas veces en que mis padres no me creían y mi abuela seguía haciendo de las suyas.

Todos mencionan las últimas palabras que sus seres queridos le han dicho antes de partir, sin embargo, no hubo eso para mí.

Mi amado ya no podía hablar y sólo se dedicó a apretarme la mano. Podría estar muriendo, tan solo que sus manos seguían fuertes y se aferraron a mí.

El vacío es enorme y sé que nunca podré llenarlo con nada.

Perder a alguien que amas es una de las pruebas más difíciles que tiene la vida. Saber que nunca más le verás, la impotencia de saber que hagas lo que hagas, no podrás regresarlo a este plano.

Nadie está preparado para ello y yo, mucho menos. ¿Quién soy yo? Un simple tonto que está tan destruido por dentro, que no pudo reconocer al amor de su vida cuando se presentó y esperó hasta tenerle moribundo.

Hacía señas, le dolía mucho el pecho y de la nada, la sala se llenó de personas con bata blanca. Nos sacaron de allí y supe, que sería la última vez que le vería.

No me importó que no escuchara, corrí contra la gente que nos quería echar, tomé su mano y con toda la fuerza de mi corazón le dije que lo amaba.

Te amo Ernesto, te amo y siempre será así, porque encontrar a tu alma gemela en esta vida es difícil, y estoy alegre por ser uno de esos pocos que lo logra ubicar.

Caminé por el hospital, por sus pasillos viejos y estrechos. El frío era inmenso entre aquellas paredes. Mi mente estaba en blanco y solo dejé que mis pies me guiaran.

De pronto, una camilla se interpuso en mi recorrido. Una mujer gritaba sobre ella, mientras un hombre le calmaba.

-Todo estará bien mi amor, ya nacerá nuestro retoño... - dijo para animarla.

El mundo es un pañuelo, los padres allí en frente eran Laura y Omar. Mi Ernesto estaba muriendo, mientras nuestro hijo estaba a punto de nacer...

 

 


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