Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reasons to love por ViBanaII

[Reviews - 215]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

11/12/2016

¡Holaaaa mis hermosas criaturas! 

Uff siento que han sido años, pero solo ha pasado poco menos de un mes. Me querrán matar, lo siento! 
Les cuento: Estaba en finales de la U, luego que llega diciembre y a decorar y pues que también había estado ayudando a mi mamá con algunas cosas y terminaba muerta! Y de paso, me salía la pagina en mantenimiento, pues, nada qué hacer.
En fin, eso ya no importa xD

Hoy les traigo el cap 11 (algo corto, por cierto), donde me centraré especialmente en Gaara (ya les di spoiler en los ovas) y podrán saber (por fin!) que es lo que tanto le atormenta... Ojo, que podrían decepcionarse, o asombrarse.

DEDICADO A: Naruf, HiroDUzumaki, Nanami-chan, Aoi Ito, Nagiss, Ana, SukiSasuNaru50, Lucy, Cecy, Bichito, Lizzi y todos los preciosos que me leen. Los amo criaturitas 

XI

 

Tras una agitada semana en la clínica, atendiendo a sus adorados pacientes y discutiendo con el gruñón de Sasuke cada vez que lo llamaba (porque el menor aún se encontraba de viaje), Naruto decidió que ya estaba listo para darse un merecido descanso. Sabía que no tomaría vacaciones, porque sólo llevaba poco más de cinco meses en la clínica y realmente no es como si las quisiera; así que sólo serían unos días en los que se desconectaría del trabajo y su vida en general, para dedicarse a ver únicamente por él. Como todos deseaban.

Había pensado en viajar a Konoha y quedarse allá durante las dos semanas que estaría fuera, pero, teniendo en cuenta que ya no tenía un motivo en específico para volver allí, lo dejó pasar. Saldría de la ciudad, eso sí; iría a un hostal con aguas termales y se relajaría, pero antes, visitaría a su madre y luego se reuniría con Ino, porque le había insistido, argumentando tener un presente sin ningún motivo y quería dárselo antes de que se marchara; y contra eso, no podía competir. No obstante, antes de siquiera poder alistar sus pertenencias y marchase, recibió una invitación de parte de un colega, para que asistiera a una conferencia dirigida a especialmente a su campo. Naruto pensaba negarse, pero como dicha conferencia sería poco antes del tiempo en el que tomaría vacaciones, decidió finalmente aceptar. Aquel evento estaría dividido, así que su estadía en la ciudad donde se realizaría, se prolongaría por al menos tres días, obligándolo así, a retrasar su viaje un par de días más; luego de eso, seguiría con su plan inicial: visitar a su madre. A fin de cuentas, no es como si necesitara tanto tiempo para descansar.

 

Ah, y ahora que lo recordaba, en ningún momento se le ocurrió mencionarle a Sasuke acerca de su repentina y corta ausencia. ¿Había hecho mal? Bueno, no es como si fuera algo realmente importante; Sasuke no le había dicho de su viaje de negocios, así que él no mencionaría sus cortas vacaciones, hasta que el menor le preguntara. Estaba seguro que se llevaría una gran y desagradable sorpresa.

 

 

* * * * *

 

Kankuro nunca esperó que aquella mañana de miércoles, su hermano menor le llamara para pedirle (con un tono de timidez y quizá hasta vergüenza), que le ayudara a reunirse con su padre; eso incluía a Temari, porque hacía mucho había dejado de hablarle. En fin, quería una reunión familiar, porque ya era hora de que aclarara todo aquel mal entendido que los había mantenido distanciados. Y sí, había estado tan sorprendido y conmocionado, que hasta su esposa llegó a preocuparse. Pero eso no fue importante, porque lo primero que hizo luego de aquella petición, fue llamar a Temari y comunicarle los deseos del pelirrojo. Así que juntos se habían puesto en marcha y organizaron todo para la cena del día siguiente, con la idea de que no era necesario esperar más tiempo cuando ya habían sido muchos años.

La reunión se haría en casa de su hermana, así que el jueves, llegó muy temprano a su casa. Ambos habían pedido permiso en el trabajo porque simplemente no podían dejar pasar esa oportunidad y todo debía salir a la perfección.

– ¿Qué crees que haya pasado para que tomara esa decisión? –le preguntó a Temari cuando estaban sentados en la sala de estar.

El silencio reinaba en su mayoría, debido a que los pequeños de la familia estaban con la esposa de Kankuro y no regresarían sino hasta la tarde, dándoles el tiempo suficiente para organizar y hablar sin interrupciones.

–No lo sé, no he hablado con él desde el día de su cumpleaños. Tampoco lo he visto mucho, ni siquiera ha ido a las reuniones empresariales, desde la primera vez que firmamos la alianza Uchiha-Senju –respondió encogiéndose de hombros–.Lo último que supe fue que estuvo de viaje.

–Ustedes realmente dejaron de hablar, ¿no?

Temari suspiró.

–Yo solo quería que se diera cuenta que estaba cometiendo un error –susurró–. Supongo que al fin abrió los ojos.

–Ha sido una sorpresa para todos. Papá ni siquiera podía creerlo cuando lo llamé para decirle sobre la reunión. Se puso feliz.

Ambos sonrieron al imaginarse al hombre con una brillante sonrisa en el rostro.

– ¿También invitaste a Sasori? Se mudó el mes pasado, dijo que quería vivir en la ciudad.

–Sí –asintió el menor–. Todos vendrán.

–No todos –corrigió Temari, negando levemente con su cabeza–. Uno de ellos no podrá porque está de viaje. Algo con el trabajo, o eso entendí. Es una lástima.

–Bueno, al menos es un gran paso para empezar –dijo Kankuro–. Creo que todo saldrá bien.

–Es lo que más deseo.

 

Gaara apretó el volante del carro tanto como le fue posible, para después soltarlo al mismo tiempo que dejaba escapar un largo suspiro. ¿Dónde estaba toda aquella valentía que había adquirido durante los últimos días? No podía arrepentirse en ese momento. No cuando estaba estacionado unas cuantas casas más atrás de la de su hermana. No cuando se había tomado todo el tiempo que pudo y se había retrasado a propósito, aunque solo llevara veinte minutos de la hora acordada. No cuando sabía con plena seguridad, la ilusión que les hacía a su padre y hermanos, el poder tenerlos a todos reunidos. No podía hacerle eso a ninguno. No podía hacerse eso a sí mismo. Ya era tiempo de dejar de sufrir por un tonto error que había cometido en el pasado.

–Puedes hacerlo –murmuró para sí, dándose ánimos.

Asintiendo con determinación, Gaara encendió el auto y avanzó los pocos metros que lo separaban de la entrada. Tomando todo el aire que sus pulmones le permitieron y soltándolo después, salió del auto sin pensarlo más de lo necesario y caminó hasta la puerta. Vaciló momentáneamente al levantar su mano, pero después tocó. Tres golpes y luego el timbre, porque lo había olvidado. Que idiota, resopló tras darse cuenta; sin embargo, no fue suficiente distracción porque la puerta, en ese momento, ya estaba siendo abierta.

La castaña cabellera de Kankuro fue lo primero que percibió, antes de verlo aparecer por completo frente a él. Su rostro lucía aliviado al darse cuenta que se trataba de él. Una cálida sonrisa fue su saludo antes de hacerse a un lado y dejarle pasar. Gaara avanzó unos cuantos pasos y luego se detuvo. Estaba entrando en pánico; sentía que no podría con todo eso. La carga emocional era mucha para él y no sabía realmente cómo actuar. Hasta que sintió la mano de su hermano en su espalda, brindándole pequeñas caricias reconfortantes. Le estaba dando valor.

–Están en la sala –dijo Kankuro en voz baja, dándole un leve empujón para que retomara su camino, esta vez dirigiéndole a aquella habitación.

Sus pasos eran cortos y lentos, pero la distancia que tenía que recorrer era mínima, así que no les tomó mucho tiempo llegar hasta allí. En ese momento, Gaara se sentía excesiva y asquerosamente nervioso, ni siquiera miraba hacia el frente, manteniendo su cabeza gacha incluso cuando entraron a la habitación y el silencio se hizo presente. No quería levantar la cabeza y mirar a ninguno de los que se encontraba ahí. De hecho, estaba a punto de darse media vuelta y escapar de ese lugar. El miedo que sentía se intensificó haciendo que todo fuera más difícil. No era nada parecido a la primera vez que los vio tras tantos años; porque esas veces habían estado en público. Pero ahora, en ese momento, cuando sabía que no podía simplemente actuar como si no tuvieran relación alguna, no sabía qué hacer.

Hasta que un par de brazos lo rodearon, abrazándolo con tanta fuerza como le fue posible; transmitiéndole tanto con ese gesto. Dándole a entender que no le odiaba, que ninguno lo hacía, porque no importaba todo lo que había hecho en el pasado, ellos nunca dejaron de amarlo.

Mi hijo…

Solo en ese momento, se dio cuenta de que había contenido la respiración, y que, al momento de volver a respirar, el nudo en su garganta por fin cedió y todos los sentimientos que trataba de contener, fueron drenados de su interior.

Papá… –susurró en cuanto pudo–. Lo siento… lo siento, lo siento papá.

Por primera vez, tras tantos años, Gaara se permitió llorar. Llorar en los brazos de su padre mientras se disculpaba. Un lo siento por haberse marchado, otro por dejarlos atrás y luego hacer como si no existieran; y muchos más porque así lo sentía… Y siguió llorando tanto como le fue posible, porque en ese momento, se sintió como si fuera aquel pequeño de ocho años que se refugiaba en los brazos de aquel hombre cada vez que pasaba algo malo y no lo dejaba hasta que hubiese cesado su llanto.

Y Minato lo sostuvo, dejando que se descargara lentamente; ayudando a que el menor aliviara su dolor, arrullándolo como solía hacer cuando era un bebé y poco más. Porque en ese momento, Gaara era su pequeño niño indefenso del pasado y no aquel inexpresivo hombre que había visto la primera vez que se encontraron en aquella sala de juntas, tras tantos años sin verlo y solo obteniendo información de su vida, por medio de su hermana mayor, Temari y Jiraiya. En ese instante, sólo estaba Gaara, su pequeño pelirrojo. Y de no ser por Ino, aquel abrazo se habría prolongado por más tiempo del que hubieran imaginado. Pero ella no quería ser dejada atrás, quería acercarse también y abrazar al pelirrojo sin temor de ser rechazada (aunque eso nunca pasara), o teniendo que contenerse porque a Gaara no le hubiera gustado que alguien se enterara de que ellos eran su familia, como había pasado hasta ahora. Ya no más. En ese momento, por fin podía actuar frente a él como lo que era, su pequeña y mimada hermana menor.

– ¡Papá, déjalo! –exclamó la menor infantilmente, logrando que toda la atención recayera en ella–. Déjame a mi panda –dijo acercándose hasta ellos para apartar a Minato del menor y así, sumirse en un nuevo abrazo con él–. Estúpido panda insensible, debería golpearte. Idiota…

–Lo siento –susurró Gaara mientras acariciaba lentamente su espalda.

–Ino, no seas tan dura con él –amonestó Minato, manteniendo una cálida sonrisa en su rostro.

–Pero me alegra mucho que decidieras reunirte con nosotros –finalizó, completando lo que estaba diciendo–. No me dejaron terminar –argumentó después, rodando los ojos–. Todavía quiero golpearte.

–Deberías hacerlo, se lo merece. Puedo hacerlo por ti –escucharon decir a alguien más. Solo entonces, Gaara se percató de la presencia de los demás miembros de su familia; Sasori, Nagato, sus abuelos, todos sus sobrinos y cuñados… Todos, excepto uno.

–Sasori, no –regañó Tsunade dándole un leve golpe en el brazo, antes de caminar hasta Gaara y envolverlo en un apretado abrazo–. ¡Mi niño hermoso, te extrañaba tanto! –exclamó la anciana.

–Yo también, abuela –susurró teniendo un poco de dificultad por la presión que los brazos de la mayor ejercían en su cuerpo.

–Suéltalo mujer, el pobre no puede ni respirar –dijo Jiraiya, liberando al menor–. Muchacho, me alegra ver que estás bien. Ya tendremos tiempo para ponernos al día y que podamos hablar de mis nuevos proyectos.

–Es muy pronto para empezar a hablar de tus cosas pervertidas, ero-sennin. No te dejaré –señaló Ino, empujando a su abuelo para que se separara de su hermano.

–Además están los niños, viejo. Deja tus cochinadas para después –agregó Kankuro, señalando al pequeño grupo que estaba entretenido jugando.

Gaara no pudo evitar que una pequeña risa escapara de sus labios al escucharlos; todavía se comportaban tal como en el pasado.

Se dio cuenta de que había extrañado eso; estar en la gran casa familiar con sus padres y hermanos; escuchar las tontas discusiones de sus hermanas, los regaños de su madre y la apacible voz de su padre tratando de calmar los ánimos, mientras que los demás solo se reían alejados de todo aquel gracioso drama. ¿Qué había estado pensando todo ese tiempo en el que se mantuvo lejos de ellos?

–Será mejor que todos se calmen –dijo Temari tomando la palabra–. Me alegra ver que toda la familia por fin está reunida…

–Eso debería estarlo diciendo papá –murmuró Ino cruzando los brazos–. No tú.

–No me interrumpas, mocosa.

– ¡Me dijiste mocosa! –Gritó acercándose a la mayor–. ¡Tú eres una anciana!

– ¡La anciana es otra!

– ¡Temari! –gritó esta vez Tsunade, porque sabía que se había dirigido a ella, indirectamente.

–Ya van a empezar –escucharon suspirar a Nagato.

– ¡Ja! Esto es muy gracioso, hacía mucho no veía algo así –comentó Sasori, riendo divertido por la situación.

–Mujeres, ustedes son un fastidio –se quejó Shikamaru.

– ¡Tú te callas! –exclamaron las rubias mirando al chico, quien se asustó y se alejó lo suficiente como para no sufrir algún daño por parte de ellas.

–Bien, todos a callar –pidió Minato, alzando la voz lo suficiente para que todos se calmaran y dejaran el tonto escándalo. Sin embargo, solo la pregunta que hizo Gaara, fue suficiente para que todos se detuvieran y se volvieran para mirarlo.

– ¿Él no vino? –preguntó; su voz tenía notas de curiosidad y decepción, que fueron claramente detectadas por los demás.

Temari fue la primera en hablar:

–Empezaré a servir la cena, ¿alguno quiere ayudarme? – Y con suma rapidez, la mayoría se fue retirando de la sala, dejando a Minato y Gaara a solas–.Sería mejor si hablaran en el estudio. Nadie les interrumpirá –escucharon decir a la chica antes de retirarse.

Minato le tomó la palabra y se encaminó primero al estudio, siendo seguido poco después por el pelirrojo. Una vez dentro, el mayor tomó asiento y esperó a que su hijo hiciera lo mismo, sin embargo, Gaara se mantuvo de pie, cabizbajo.

–Realmente fue una sorpresa que pidieras que nos reuniéramos, Gaara –empezó a decir Minato, no parecía enojado y mantenía un tono de voz moderado–. Tenía la plena seguridad, en que lo que menos querías, era estar cerca de nosotros. Creí que nos odiabas…

–Eso no es cierto –contradijo rápidamente–. Nunca podría odiarlos. Ustedes me dieron todo, son mi familia.

–La última vez que te vimos fue cuando murió Kushina, hace nueve años –susurró,  aunque fuera doloroso por los recuerdos de aquel pasado–. Entonces, ¿por qué, Gaara? –Se atrevió a preguntar–. ¿Hicimos algo que no fue de tu agrado? ¿Fuimos una mala familia para ti? Nunca entendí, ninguno pudo entender realmente cuales fueron tus razones. Yo… yo he pasado los últimos años, preguntándome qué hicimos, qué hice para que tomaras esa decisión… Fui un mal padre.

– ¡No! –negó rotundamente–. Nunca lo fuiste, ninguno fue malo conmigo. Ustedes eran… más de lo que podía pedir. Yo no me sentía digno de tener una familia como la tuya –reveló, asombrando al mayor–. Yo no soy tu hijo de verdad. No quería sentir que era un compromiso cuidar de mí. Ya había arruinado a la familia con lo que había hecho antes, y que mi hermana se fuera y después mamá muriera… Yo, yo no estuve realmente cuando él me necesitaba… No quería ser parte de su dolor, porque sabía que no podía hacer mucho por él. Yo lo dejé y solo quise escapar, por eso decidí estudiar en la capital. También tenía miedo de que me rechazaran por no ser lo que esperaban y por negar que...

– ¡¿Qué estás diciendo?! –exclamó el rubio, interrumpiéndolo con brusquedad.

Minato se levantó apresuradamente del sofá y se acercó hasta el menor, tomándolo de los hombros para obligarle a que levantara la cabeza y le mirara. Su rostro parecía estar batallando por elegir cual expresión poner. Sentía enojo, tristeza, decepción… pero también, y por más extraño que pareciera, había una mínima comprensión en su mirada.

–Me estás… ¿estás diciendo que todos estos años te negaste a vernos porque no te sentías parte de familia? –Cuestionó con incredulidad–. ¿Quieres decir que, todo este tiempo alejado de nosotros, fue porque no estuviste para apoyar a nadie cuando tu madre murió? ¿Sentiste miedo de que te odiáramos y rechazáramos por tontos temores auto-infundados? ¡Eres mi hijo, Gaara! Desde el día en que Karura murió y nosotros decidimos que tú y tus hermanos formarían parte de nuestra familia. ¡Eso nunca cambiará! ¿Lo entiendes? –Su voz fue apagándose hasta convertirse en un murmullo–. Todos ustedes son mis hijos.

–Lo siento, papá –se disculpó nuevamente–. Tenía miedo.

–No, yo lo siento. Nunca supe que te sentías así –dijo–. Si te hubiera puesto más atención, lo hubiera sabido. Tú nos necesitabas… Mi pequeño niño –. Gaara nuevamente, se vio envuelto en los protectores brazos de aquel hombre; ambos sintiéndose culpables por… por estúpidos errores pasados–. También me necesitabas.

–Padre…

–No, no, está bien –dijo tras separarse para mirarle nuevamente–. Vamos, vamos a olvidar esto por favor, ¿sí? No sirve de nada enojarnos por algo que ya no tiene importancia. No quiero que sigamos separados, comportándonos como si fuéramos extraños. Eres parte de la familia y ya ha pasado mucho tiempo; no te alejes más. Por favor, Gaara.

Y tras lo que parecieron muchos minutos entre palabras, más disculpas y un sinfín de pequeñas razones, Gaara y Minato se permitieron sonreír de alegría. Porque había sido una separación absurda y realmente sin sentido. Porque el pasado que tanto le atormentaba, se habría podido solucionar hacía muchísimo tiempo, si hubiera tenido el valor suficiente para hablar y decirle a su familia cómo se sentía. Si hubiera sido más expresivo, Gaara habría podido evitar tanto dolor para ellos y para sí mismo. Porque ya había sido suficiente con la perdida de sus verdaderos padres, y luego la de su madre adoptiva, para después agregar a aquel dolor, su distanciamiento sin razón aparente. Razón que ahora Minato podía entender mejor, llegando nuevamente a la conclusión de que había sido por su culpa; por no ser un buen padre y descuidar a su hijo cuando más vulnerable se sentía. Pero en ese tiempo no podía pensar con claridad, su vida se convirtió en un caos con una de sus hijas revelándose contra ellos, abandonando la casa, y luego su esposa siendo detectada con cáncer y depresión. No había sido fácil. 

– ¿Por qué él no vino? ¿No quería verme? –se atrevió a preguntar una vez el silencio volvió a instaurarse entre los dos. Habían estado hablando un buen tiempo y su padre no había mencionado a la única persona que mayor interés le generaba–. ¿Me odia?

Minato sonrió antes de responderle.

–No está en la ciudad –dijo–. Hace unas semanas le pidió a mi madre un descanso de su trabajo, pero retrasó sus vacaciones por una conferencia a la que fue invitado. Se marchó hace tres días. No sabe nada… –confesó esto último en voz baja.

–Ya veo –murmuró–. ¿Nadie le dijo?

–Yo… realmente no estaba seguro de llamarle y decirle, no puedo imaginar cuál sería su reacción –dijo–. Solo te puedo asegurar que él no te odia.

– ¿Cuándo estará de regreso? –preguntó, dejando ver un atisbo de tristeza y algo de desesperación.

–En julio, tal vez –respondió–. ¿Quieres que le diga, o prefieres ser quien hable con él?

–Déjalo –se negó–. Esperaré a que regrese.

Lo que sea que estuvieran a punto de decir para seguir con su conversación, fue interrumpido por Nagato, quien, tras tocar la puerta, la abrió y les informó que ya era hora de cenar y solo faltaban ellos a la mesa. Minato les sonrió y se adelantó dejando al par de pelirrojos atrás.

–Veo que lo llevas puesto –comentó Nagato, señalando con un gesto de su mano, el cuello del menor.

–Ah, esto –asintió levemente, tomando entre su dedos el pequeño artículo que colgaba–. Nunca te agradecí por él…

–No tienes por qué –negó con una sonrisa formándose en sus labios–. Yo no te lo di; solo fui un medio para que llegara hasta ti.

Nagato le dedicó un pequeño guiño antes de alejarse del menor, dejándolo solo y con sus pensamientos revoloteando en su cabeza. Si no había sido él, entonces...

Una nostálgica sonrisa se dibujó en sus labios mientras pensaba en aquella persona.

–…Naruto.

Notas finales:

Si llegaste aquí, ¡GRACIAS por leer! :D

¡Ya sé! Estarán con cara de (o.o)/ Qué puta mierda ha pasado aquí... O sea, qué!? 
Se lo esperaban? 
Tengo que confesar, que esto era uno de los puntos que más me emocionaba, y que ya lo tenía pensado desde que tenía la historia en borradores. 

Algunos datos: 
Recuerdan aquellos regalos que mandó a hacer Naruto para su familia en navidad? 
Karura es el nombre de la verdadera madre de Gaara (en el original)
En todas las partes de los capítulos donde aparecía Gaara, había alguna referencia respecto a su familia. Incluso cuando me centraba en las partes de los Senju Namikaze :) 
El cap sería más largo, pero las últimas partes no las sentía parte de esto, así que aparecerán en el siguiente capítulo (era sobre Sasuke)
Y publicaré la carta que recibió Gaara en su cumpleaños! Será un OVA

Ya saben como hacerme saber sus opiniones, odio, amorsh, tortura, etc, etc... :D

¡Hasta pronto linduras!

xoxo Al~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).