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Reasons to love por ViBanaII

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Notas del capitulo:

28/12/2016 (12;50 am. Es de madrugada!) :O

Hermosas criaturas del señor!! ¡Holaaaa! :D Espero estén teniendo unas hermosas vacaciones.

Yo sé que me han extrañado y pegaron el grito en cielo cuando leyeron el cap anterior, maldijeron y quisieron matarme y abrazarme :) 

Gracias porque sopresamos las 19k lecturas y los 100 rws. Los adoro! ('w')/

Tengo que decir, que la trama de esta historia es bastante fácil de resolver si se sabe leer entre líneas. Alguien logró resolver gran parte de ella, pero como la mayoría no, les voy a revelar más detalles como regalo atrasado de navidad :v 
No obstante, les voy a cagar también su año nuevo.

Mis razones para escribir: Naruf, Cecy, Lizzi, Ana, Lunini, Lucy HiroDUzumaki, Aoi Ito, Bichito, Nagiss, Suki, Ana-123456, Gugui, Nanami, Fuyuku (aka "teamobaka"), Damishi, Lunisha, Dan, Iza eroz... Y todos los adorados lectores que no mencioné y por supuestos a los preciosos lectores fantasma que aman esta historia :'D

Sus comentarios siempre me hacen sonreír, algunas veces sentir mal, llorar o reír... Todo eso es algo que me hace muy feliz y me ayuda a alejarme un rato del mundo real. Lo valoro mucho. Gracias. 

Nos leemos en las notas finales :D

XII

  

Sasuke bufó, resopló, se quejó y maldijo (todo mentalmente), al recordar aquella mañana cuando llamó a su estúpido rubio para pedirle que se reunieran y este le dijo que no se encontraba en la ciudad por cuestiones de trabajo y no regresaría hasta finales del mes, porque también tomaría vacaciones. ¡Vacaciones! Y no le había dicho nada antes. ¿Qué se creía? Marchándose así tan improvisadamente. Estúpido dobe, maldijo nuevamente porque le parecía increíble que ahora, gracias a su repentina partida, se quedara sin su pequeña y escasa dosis de rubio tonto. Lo bueno, es que a pesar de todo, no arruinaba sus planes. Pronto sería su cumpleaños y estaba completamente seguro, de que, ese sería un buen momento para llevar a cabo lo que quería. Sin embargo, ¡más de dos semanas sin el dobe! Empezaba a creer que se estaba volviendo un Naruto dependiente; pensando en él más de lo supuestamente normal, imaginando qué podría estar haciendo y llamándolo seguido (aunque sus llamadas solo duraran a lo mucho, un minuto), ¿acaso eso era posible? Bueno, eso era lo de menos; lo quería ver y ya. Sobre todo porque aún no le había dicho lo que pensaba hacer y no quería llevarse una desagradable sorpresa cuando lo hiciera.

– ¡Sasuke!

El Uchiha parpadeó rápidamente, enfocándose nuevamente en su alrededor. Ah sí, estaba en su oficina, escuchando -o eso parecía- a su hermano y su cuñado, sobre algo relacionado con la empresa y la reunión que tendrían… ¿Qué era lo que estaban diciendo?

– ¿Qué quieres? –inquirió intentado parecer a la par de la conversación que mantenían, cuando realmente se había perdido desde el principio.

–Llevo un buen rato llamándote, ¿en qué estás pensando? –preguntó Gaara mirándolo con las cejas enarcadas, a la espera de una rápida respuesta de su parte, como era usual.

–Deberías preguntar en quién está pensando –intervino Itachi con burla.

–No empieces –resopló el menor, frunciendo el ceño, captando rápidamente el nuevo hilo de conversación que iniciarían en torno a él.

–Ah –murmuró el pelirrojo pensativamente–. ¿Tal vez estás pensando en ese hombre? Sai mencionó algo sobre eso… ¿De quién se trata, Sasuke? –preguntó sintiendo repentina curiosidad.

–Nadie y no hablaré más del tema.

– ¡Pero si no has dicho nada! –Se quejó Itachi.

Sasuke ignoró los comentarios de su hermano y la burla implícita en el rostro de Gaara mientras tomaba el teléfono de la oficina para comunicarse con su secretaria.

–Anko.

¿Sí, señor Uchiha? –se escuchó al otro lado de la línea.

Mi padre vendrá por los niños, avisa a la niñera, por favor –dijo.

Sí señor.

– ¿Vamos? –Preguntó el menor dirigiéndose esta vez a los presentes mientras se ponía de pie, recogiendo y alistando los documentos que necesitaba–. No quiero llegar tarde a la reunión.

– ¿No irás a despedirte de los niños? –preguntó Itachi mirándole con incredulidad.

Sasuke negó mientras salían de la oficina, dirigiéndose al ascensor.

–Me están cobrando las últimas dos semanas que estuve fuera –dijo el menor, refiriéndose a los niños–. Yusuke últimamente está muy apegado a mí y Mizuki le sigue; incluso están durmiendo en mi cama. Si voy, se pondrán a llorar y no me dejarán marchar –explicó–. Es mejor que se vayan con papá, yo los veré allá.

– ¿Desde cuándo dejas de lado a tus hijos? –cuestionó el mayor sin mala intención.

–No lo estoy dejando de lado –bufó–. Tenemos una reunión con los Namikaze, después de eso iré por ellos.

– ¿Estarás en la cena, cierto? –preguntó esta vez Gaara, cambiando el tema a propósito.

–De no hacerlo, tendría problemas. Mamá y Sai se molestarían –respondió–. Como sea, ¿por qué estás aquí, en todo caso? ¿No se supone que deberías estar ayudando a Sai?

–Yo también me preguntaba lo mismo –murmuró Itachi–. Desde la primera reunión, no habías vuelto a estar presente…

–Puede hacerlo solo –se encogió de hombros sin darle mayor importancia a ese pequeño gran asunto–. Y Temari me llamó y dijo que probablemente me necesitarían –mintió respondiendo al mayor, pero sin mirar a ninguno de los dos pues se había adelantado unos cuantos pasos.

Sasuke e Itachi se miraron, sintiendo que compartían el mismo pensamiento; a Gaara parecía importarle poco la celebración de esa noche, cuando debía ser todo lo contrario. Después de todo, se trataba de su aniversario con Sai. Sin embargo, ninguno comentó nada al respecto; primero, porque no era realmente su asunto aunque se tratara de su familia, y segundo, porque conocían lo suficiente a Gaara, como para saber que él prefería pasar de aquel tipo de tareas. Además, si era necesario en aquella reunión, no podían simplemente negarse a que fuera con ellos. Pero no era así; si bien, la presencia de Gaara no era exactamente innecesaria, la verdadera razón, era que quería ver a su familia, sólo que ningún miembro de la familia Uchiha lo sabía, ni siquiera Sai, quien incluso le había preguntado por aquella extraña cena familiar que había tenido la semana pasada y a la que le hubiera encantando ir; Gaara lo supuso, pero sabía que ese no era el momento. Por eso esperaba que después de aquella reunión, tuviera un momento a solas con su familia para poderles invitar (aunque fuera de último momento) a su celebración.

 

* * * * *

 

A paso lento y tranquilo, avanzó por el empedrado camino hasta su destino. Tenía que llegar y tener una pequeña reunión con la mujer que sabía estaba esperando por ella. Desgraciadamente, para su suerte, no como lo hubiera querido. Cuando por fin estuvo frente a aquel lugar, pudo respirar con alivio; era el terreno familiar donde su madre había sido enterrada hacía algún tiempo. No recordaba cuantos años realmente, porque no había estado presente cuando sucedió. Gruesas lágrimas rodaron por sus ásperas mejillas tras sentarse frente a la tumba y leer la inscripción en el mármol. La tristeza la embargó, desatando todo el llanto que había contenido hasta ese momento; demostrando cuanto dolor había sentido; pidiéndole perdón por todo lo que había causado gracias a su inmaduro pasado. No había pensado en nadie, ni había sido justa con ella, con ninguno. No hasta que se dio cuenta de la realidad de la vida que había escogido y el infierno que había tenido que vivir, hasta llegar a donde estaba ahora. Sola y con el tiempo necesario para remediar lo que había hecho.

–Estaré contigo muy pronto –dijo–. Lo siento, sé que no me recibirás con los brazos abiertos. Sólo espero que puedas perdonarme, porque tú lo sabes. Sabes lo que hice y cuanto sufrí a causa de mis malas decisiones. Lo sé, lo sé, no tenían la culpa... Oh, mamá, tenía tanto miedo...

Se mantuvo así, sentada frente a la tumba y bajo la sombra de aquel árbol que la cubría del sol mañanero. No se levantó en ningún momento, ni siquiera cuando el encargado de la limpieza fue a cambiar las flores y arreglar los alrededores. Ni cuando llegó la tarde y se dio cuenta de que no había sido la única que había decidido visitar ese lugar. Se tensó; el miedo volvió a inundar su cuerpo y esperó a que pasara lo peor. Sin embargo, el hombre que se acercaba no era uno de ellos. De hecho, pudo reconocerlo; su perfume lo delató. Ella se lo había regalado cuando era un adolescente y hasta el día de hoy, parecía seguir usando la misma fragancia.

Era su sol.

 

 

Naruto detuvo el auto, dejándolo en el parqueadero y se encaminó al interior de aquel tranquilo lugar, tal como había prometido. El cementerio en el que Kushina había sido enterrada, quedaba cerca de la ciudad donde había vivido, en un pequeño pueblo del que su madre había sido oriunda. La tumba de su madre no estaba tan cerca debido a la pequeña extensión de terreno familiar que tenían, así que le tomó un tiempo llegar hasta allí. Iba caminando distraídamente, sin fijarse en nada; ni siquiera cuando chocó con alguien, antes de hacer un giro y dar con el lugar donde estaba su madre. Para su sorpresa, una mujer yacía sentada frente a la tumba de Kushina, y parecía estar hablando con ella.

Se mantuvo en silencio para tratar de escuchar lo que la desconocida pudiera estar diciendo, pero se llevó una gran sorpresa cuando la frase que soltó no fue dicha para su madre, sino que fue dirigida a él.

–Escuchar conversaciones ajenas es de mala educación –dijo sin darse vuelta. Su voz sonaba áspera y ahogada, como si se le dificultara hablar.

Naruto sólo escuchó una parte de lo dicho, así que se acercó más a la mujer. Incluso teniéndola a un lado, no pudo reconocerla. Las ropas que vestía eran  holgadas y viejas. Lo poco que dejaba ver la tela con la que cubría del sol toda su cabeza y parte de su cara, mostró lo pálida y casi traslúcida que era su piel, como si estuviera enferma.

La mujer tosió estrepitosamente cuando intentó levantarse, parecía sufrir con cada convulsión involuntaria de su cuerpo. Naruto la miró atentamente desde su posición, haciendo un rápido escaneo a su aspecto, confirmando que sí, ella en realidad estaba enferma, gravemente enferma.

– ¿Disculpe, se encuentra bien?

Naruto la miró con preocupación, notando como ella hacía un esfuerzo mientras se ponía de pie. Alzó la vista para analizarlo y reprimiendo un quejido, le sonrió levemente, manteniendo los labios apretados.

–Ha pasado tanto –logró musitar–. Llevo mucho tiempo queriendo saber de ti –. Naruto la miró confundido, no tenía la menor idea de qué hablaba–. Estoy feliz de ver el sol que me ilumina...

Esa frase logró sorprenderlo a tal punto, que tuvo que retroceder unos cuantos pasos para alejarse. En toda su vida sólo dos personas lo llamaron así, diciendo tales palabras. Una era Ino, su hermana menor. Y la otra era…

«"Naruto siempre va a ser el sol que nos ilumina,¿cierto?"

"Así es pequeña, una luz que siempre nos llenará de felicidad..." »

No podía ser cierto. No lo era, claro que no. Ella estaba viviendo su vida de ensueño junto al amor de su vida. No podía ser la mujer que tenía en frente.

– ¿Realmente eres tú? –Inquirió con voz ahogada y temerosa incredulidad.

Era imposible. La mujer que tenía frente a él estaba muy lejos de parecerse a la jovial y alegre joven que él había conocido; esa de la que hacía mucho tiempo no sabía. Pero, ¿qué diablos le había pasado? Ella lucía... Ella... Sí, era ella...

– ¡Oh por Dios! –gritó tomándola entre sus brazos antes de que se desplomara en el suelo.

 

* * * * *

 

Ino todavía se encontraba en la cafetería en la que había estado los últimos treinta minutos esperando a su hermano, hasta que decidió que era suficiente. Así que marcó con furia y rapidez, su número telefónico.

¿Hola? –Escuchó que contestaban, sin embargo no se detuvo a contemplar el tono de voz que él había empleado.

– ¿Dónde estás? Se supone que nos encontraríamos hace más de una hora. Espero que tengas una muy buena razón para... ¡¿Qué dices?! –Gritó de repente, atrayendo la atención de los pocos transeúntes que pasaban cerca pues ya se encontraba dirigiéndose a su auto, escuchando sin creer lo que decía su hermano–. ¿Dónde estás? Iré enseguida – Y tras terminar la llamada, salió a toda velocidad de ese lugar.

 

Ino llegó a aquel hospital con más rapidez de la que hubiera imaginado en otro momento, sin embargo había tardado dos horas, lo que equivalía a la mitad del tiempo que le hubiera tomado llegar a Konoha en una situación diferente; en todo caso, eso era lo que menos le importaba. Ingresó corriendo al conocido edificio sin acercarse a nadie, simplemente siguió avanzando hasta la sala de espera donde sabía que él se encontraría. Cuando llegó, pudo divisarlo rápidamente gracias a que se encontraba de pie, recostado a una pared mirando hacia la nada; además, su cabellera rubia era inconfundible.

– ¡Naruto! –exclamó llegando a su lado.

El rubio intentó sonreírle antes de deformar su expresión y romperse en llanto. Ella lo abrazó fuertemente y esperó a que se calmara. Luego de lo que parecieron largos minutos, por fin se alejó de ella.

– ¿Estás bien? Y ella… Quiero verla.

Naruto negó mientras la empujaba suavemente para que tomaran asiento en las solitarias sillas de aquel frío lugar.  

–No podemos hacer nada –dijo con lentitud–. Están haciéndole exámenes para conocer su estado.

–Pero ¿qué fue lo que sucedió? –Exigió saber la menor–. ¿Cómo la encontraste?

La pregunta le hizo rememorar aquellos minutos en el cementerio, y el dolor que sentía se hizo aún más insoportable. ¿Que cómo la había encontrado? Con pesar relató aquel suceso hasta los últimos minutos, antes de que le impidieran seguirlos hasta el área de urgencias y tuviera que relegarse a esperar. Para el momento en que terminó, Ino ya le acompañaba con el llanto, sólo que era un poco más moderado.

– ¿Has bebido algo? –inquirió con preocupación un par de minutos después, tras recomponerse. Su hermano no lucía nada bien, aunque era de esperar–. ¿Has avisado a alguien más? ¿Papá lo sabe?

Naruto negó lentamente sin querer pronunciar más palabras, porque, en el momento que hablara, lo único que saldría de su boca, serían los sollozos que estaba tratando de contener. Ino entendió que Naruto había empezado un estado al que solía decirle bloqueo temporal a causa de la conmoción. Ya lo habían vivido antes; primero con la partida de sus hermanos y luego la muerte de su madre; así que simplemente se puso de pie, susurrándole que regresaría luego de buscar algo para él. 

Entre los dos, ella era la que mejor podía soportar lo que estaban enfrentando, aunque fuera igual de doloroso. Pero tenía que hacerlo; su hermano realmente había sido muy cercano a ella y el que más había sufrido desde que había decidido marcharse. E Ino siempre estuvo allí, apoyándolo y siendo un soporte más, sobre todo cuando Naruto le confesó, hace muchos años, que todo lo que amaba se le estaba escapando rápida y devastadoramente de su vida (Gaara y su madre eran parte de ello). Había sufrido tanto desde entonces y ahora, que finalmente había decidido darse una oportunidad de empezar otra vez, el pasado aparecía para destruir lo poco que tenía construido. No era justo. Pero tampoco era como si pudiera evitarlo; porque también era parte de su vida, su familia, su sangre. Era su hermana la que se encontraba allí, y nunca había imaginado encontrarla de esa forma.

¿Papá?

El tono de espera había sonado cinco veces antes de que respondieran al otro lado, indicándole que tal vez su padre estaba en una reunión -la última del día-, pero sin embargo, había respondido porque se trataba de ella.

Ino, querida –saludó el mayor con algo de urgencia–. Estoy en una reunión importante, cielo. Te llamaré en cuanto termine…

Papá –interrumpió sin evitar que su voz se sintiera temblorosa–. Papá…

¿Hija, estás bien? Estás llorando. ¿Qué sucede? –cuestionó rápidamente al notarlo–. Ino, me estás preocupando.

Papá –llamó una vez más, esta vez, los sollozos le acompañaron–. Karin… es Karin, ella apareció…

 

Cuando Minato regresó a la sala de juntas, todos los presentes en la reunión se preocuparon al ver lo pálido que lucía; como si aquella llamada que los había interrumpido, trajera malas noticias.

– ¿Hijo, te encuentras bien? –Le preguntó enseguida Tsunade al tenerlo cerca.

– ¿Minato, ha pasado algo? –preguntó Jiraiya preocupándose también, el hombre ni siquiera respondía.

– ¡Cariño, habla!

–Se cancela la reunión. Lo siento, tengo que irme –fue lo único que pudo decir antes de devolver sus pasos hasta la salida, siendo rápidamente seguido por su madre.

–Temari –llamó Jiraiya a la rubia desde la puerta de aquella habitación, antes de retirarse también para saber qué era lo que estaba ocurriendo con su hijo y aquella misteriosa llamada–. Despide a los Uchiha de nuestra parte. Excúsanos con ellos, cariño, y diles que reanudaremos la reunión en otro momento –pidió aparentemente en calma.

– ¿Por qué se ha ido de esa forma? –Cuestionó con evidente preocupación–. ¿Quién le ha llamado para que lo dejara en ese estado?

–Solo puede tratarse de tus hermanos y ruego que no sea nada realmente terrible–respondió el anciano con dolorosa sinceridad–. Te avisaré en cuanto sepamos algo –aseguró antes de acercarse más y darle un cálido y reconfortante abrazo.

Jiraiya intuía que Temari podría estarse sintiendo impotente al no saber y mucho menos ayudar a aquel hombre que tanto había hecho por ella y sus hermanos; pero en ese momento, era más útil ahí, encargándose de la empresa mientras ellos solucionaban lo que sea que había inquietado a Minato.

–Ah, algo más –recordó el mayor antes de marcharse–. Se lo que sea, no se lo puedes decir a nadie si él no lo autoriza, lo sabes bien ¿no?

–Pero… ¿Y Kankuro y Gaara?

–No preocupemos a tus hermanos innecesariamente, ¿de acuerdo? Me iré ahora, adiós hija.

Observó a Temari asentir con lentitud antes de marcharse por fin. De regreso a la Habitación, Temari inspiró profundamente y se enfrentó al desconcertado grupo que aguardaba por ella y las noticias que pudiera darles.

–Lamento el percance –empezó a decir cuando estuvo frente a ellos–. El señor Namikaze ha recibido una llamada urgente y pide excusas por su repentina partida y la cancelación de la reunión. Le gustará saber si ustedes están de acuerdo con programar una nueva reunión para terminar con lo que se estaba tratando hasta ahora. Me comunicaré personalmente con ustedes para concretarlo nuevamente.

–Ha sido algo realmente grave. Minato-san no lucía nada bien –murmuró Itachi, asumiendo que había sido así; dejando de prestarle atención a lo que la hermana de su cuñado había dicho respecto a la reunión.

–Sinceramente, desconozco la razón –negó, mirando sutilmente a su hermano.

Gaara parecía estarse debatiendo mentalmente sobre lo que quería hacer. Sentado en la silla, tenía los puños apretados y una fina línea formada con sus labios. Temari apostaba a que su hermano menor estaba a poco de levantarse para seguir a su padre y averiguar por sí mismo, lo que había sucedido.

–Bueno –dijo Sasuke poniéndose de pie, empezando a recoger sus documentos para retirarse–. Si es motivo de fuerza mayor, no hay mucho que podamos hacer. Concreta una nueva reunión, no hay problema –aseguró.

–De acuerdo, gracias por comprender –agradeció Temari, estirando su mano y estrechándola con ambos Uchiha como gesto de despedida.

–Gaara, ¿vendrás con nosotros enseguida?

– ¿Qué? ¿Para qué? –cuestionó el pelirrojo con confusión.

Itachi y Sasuke se miraron justo como habían hecho antes de salir de la empresa Uchiha, y luego miraron a Gaara con incredulidad.

– ¿Su fiesta de aniversario? –Inquirió Sasuke sin evitar mirarle con extrañeza esta vez–. Lo hablamos antes de venir.

–Ah… sí.

Gaara soltó una silenciosa maldición al recordarlo. En lo que menos podía estar pensando en ese momento, era en esa tonta y ridícula fiesta sin sentido, que Sai se había empeñado en organizar.

–Hablaré un momento con Temari. Pueden adelantarse –dijo con simpleza, sin inmutarse más de lo necesario.

–Bien… –se adelantó Itachi–. Los vemos más tarde.

Tras la despedida y marcha de los Uchiha, todos en la sala se permitieron suspirar aliviados, estresados y hasta exasperados. Hasta que Gaara se acercó a su hermana.

–Quiero la verdad –exigió con extrema seriedad.

–No lo sé –respondió la mayor–. El abuelo no sabía.

–Temari…

– ¡No lo sé! –exclamó–. Puede que se trate de ellos, pero no es seguro. Si me llaman te lo diré. Debes irte…

–No me iré hasta saber qué sucede.

–Gaara, por favor. No quiero escándalos, y mucho menos que alguien sepa más de lo necesario. Los Uchiha te esperan, ve con ellos. Nos veremos más tarde en la fiesta.

–Como… ¿cómo puedo pensar en ir a una fiesta cuando no sé lo que sucede con mi familia? –cuestionó molesto.

–Fue así por los últimos siete años, Gaara, unas horas más no harán diferencia –respondió cortante, sin arrepentirse por el dolor que cruzó en la mirada de su hermano ante sus palabras.

Solo hasta ese momento, Nagato, quien había permanecido en silencio, se interpuso entre los dos, terminando con cualquier otra sarta de palabras hirientes y dolorosas entre ellos.

–Bien, suficiente –habló–. Los dos se irán. Gaara ve con los Uchiha. Temari, le diré a Shikamaru que te lleve a casa. Nos veremos en la mansión Uchiha después, hasta entonces, yo me haré cargo de todo.

– ¡Nagato!

–Es una orden, Gaara –dijo con firmeza, manteniéndose imperturbable ante la mirada proveniente del menor y el bufido de Temari.

Ambos salieron de la sala de juntas sin decir nada, ni siquiera entre ellos. Temari se dirigió a su oficina mientras Gaara tomaba el camino que lo conduciría a su encuentro con su familia política. Una vez solo, Nagato se permitió suspirar agotado mientras tomaba su teléfono.

Jiraiya-sensei –saludó en cuanto tomaron la llamada al otro lado de la línea–. ¿Cuál es el problema?

–Nagato, hijo –se escuchó la ahogada voz del mayor–. Fue Ino quien llamó. Se trata de Karin –reveló.

– ¿Karin? –exclamó extrañado–. ¿Ha pasado algo con ella?

–No lo sabemos –respondió–. Ino no dio mucha información y Minato está muy preocupado. Vamos a Konoha.

– ¿Por qué a Konoha?

–Están allá, no sabemos por qué.

–Está bien –dijo–. Yo me haré cargo de todo acá. Por favor, avísame en cuanto sepas algo.

–Lo haré hijo, descuida.

Jiraiya-sensei, debo hacerle una petición. No quiero que llames a ninguno de los chicos si las cosas no van bien –pidió el pelirrojo en voz baja.

Lo sé, también pensé en lo mismo. No sería conveniente, sobre todo si está relacionado con los chicos; Gaara no lo soportaría –confesó–. Te llamaré si sucede algo, hasta pronto.

 

* * * * *

 

Sai supuso, desde el momento en que había visto a Gaara llegar a la casa de sus padres, que algo no andaba bien con él. No obstante, le fue incapaz de reconocer qué era, hasta que la familia del pelirrojo hizo acto de presencia. Tras ser saludado por todos y que ellos se alejaran y Gaara los siguiera con prisa, le ayudó a captar rápidamente, que ellos tenían que ver con lo que estuviera molestado al pelirrojo; sin embargo, minutos después, la familia se integró a la fiesta como si nada, haciéndole pensar que tal vez, no era nada tan grave como pensaba. Así que dejando de lado su preocupación, se acercó al pequeño grupo de personas donde estaba su pareja charlando tranquilamente, para alejarlo de ellos y poder hablar y plantearle lo que había estado planeando desde hacía un buen tiempo.

– ¿Sucede algo? –cuestionó el menor en cuanto tuvo la oportunidad.

–No, no –negó, brindándole una pequeña y nerviosa sonrisa–. ¿Estás bien?

–Sí, ¿por qué? Estás nervioso Sai, ¿qué ocurre? –insistió.

–Yo… ¿recuerdas que te dije que esta sería una celebración por nuestro aniversario?

–Ajá, como todos los años desde que estamos juntos –asintió el menor con leve impaciencia, tratando de mirar disimuladamente en lugar donde se encontraban sus hermanos, para vigilar sus movimientos.

–Esta vez quería hacer algo… más significativo, algo que tuviera más valor –siguió diciendo.

– ¿A qué te refieres? –cuestionó esta vez centrando toda su atención en Sai, quien había empezado a ser más obvio en cuanto a su nerviosismo y ahora, parecía estar mirando en todas direcciones, menos a su rostro, mientras parecía buscar algo. Gaara sintió que un nudo se le formaba en la boca del estómago mientras empezaba a sospechar–. ¿Sai…? –le llamó con duda. No podía ser lo que estaba pensando, ¿cierto?

–Gaara –suspiró el mayor tras detenerse y mirarle fijamente. Se encontraban en el centro de la gran sala de la casa, por lo que, poco a poco empezaron a obtener la atención de todos los expectantes invitados–. ¿Cuántos años llevamos juntos?

–Eso qué tiene que ver… –Gaara le miró con extrañeza antes de verse interrumpido.

–Sólo responde, por favor –pidió Sai en voz baja.

–Cinco años –respondió, empleando el mismo tono del mayor–. ¿Por qué me estás preguntando esto? Sai qué estas…

Sin embargo, las palabras murieron en sus labios y la pregunta quedó en el aire, luego de que Sai se hincara lentamente sobre su rodilla derecha y extendiera frente a él una pequeña y abierta caja de terciopelo negro, enseñando una brillante argolla de plata.

–Gaara, cásate conmigo.

 

El tiempo pareció detenerse para Gaara, en el momento en que aquellas palabras fueron dichas. El silencio reinó en la sala y la expectación fue aún mayor. Una maldición cruzó por su mente al tiempo que repetía lo que acaba de suceder; seguía dudando de que realmente estuviera pasando algo así. Porque no podía ser cierto que, justamente ese día, su pareja estuviera haciendo algo como eso frente a tanta gente. Deseó no ser quien estuviera en esa situación.

Sin embargo, tuvo que golpearse mentalmente para reaccionar y reconocer que realmente no se trataba de un sueño y que sí, era verdad que Sai le acababa de pedir que se casara con él, y ahora, estaba esperando por una respuesta suya, que esperaba fuera rápida, porque la humillación y el miedo ya estaban haciéndose presentes en su níveo rostro, y era lo que menos quería para él.

Suspirando, cerró los ojos y dejó que su respuesta fuera un leve movimiento de su cabeza, porque no se sentía en plena capacidad para hablar y responder adecuadamente.

 

* * * * *

 

A Naruto le faltó muy poco para caer de rodillas al escuchar el dictamen del doctor que estaba a cargo de su hermana, luego de que los resultados fueran transmitidos. Tras su rápido escaneo esa tarde en el cementerio, supo que su hermana estaba enferma, pero desconocía qué tan grave era su estado hasta ese momento. Y aun así, le parecía increíble, porque algo como eso no podía estar pasando de nuevo.

–Esto… Es, es imposible –negó en cuanto pudo hablar–. Tiene que ser un error, Lee. Repite los exámenes,  hazle nuevos, otros. Por favor. Ella no puede, ella no…

Lee suspiró suavemente mientras negaba con la cabeza.

–Naruto –susurró acercándose más al rubio–. Los comprobé, hicimos todos los análisis posibles. No hay error alguno.

–Aún debe haber algo que podamos hacer –susurró al borde del llanto–. Debe empezar con medicinas, tratamientos… hay tiempo, tenemos tiempo ¿verdad?

Naruto se detuvo a contemplar a su amigo y ex compañero de trabajo. Esperó a que respondiera su desesperada pregunta, sin embargo, solo le escuchó exhalar un nuevo suspiro.

–Lee, aún hay tiempo para hacer algo, ¿cierto? –Sollozó mientras se aferraba a la bata médica que su amigo llevaba puesta–. Lee…

–Lo siento Naruto, en este momento todo es inútil, se encuentra en etapa terminal. No hay nada que podamos hacer.

Y con esas palabras, Naruto se derrumbó en los brazos de su amigo quien intentó inútilmente consolarlo. Ambos se mantuvieron así, hasta que la familiar presencia de alguien más, alertó al doctor.

–Ino –saludó el mayor al tenerla cerca.

– ¿Lee? Oh, ha pasado mucho tiempo… –murmuró la joven con aparente tranquilidad, hasta que se fijó realmente en su hermano–. ¿Qué ha pasado?

–Es, yo... –Lee respiró profundamente dándose nuevamente valor para decir la razón de porqué su amigo estaba en ese estado–. Estoy a cargo de tu hermana.

– ¿Y…? –Insistió la rubia con vacilación, no quería pero su mente empezaba a procesar con rapidez la situación–. ¿Qué está mal? ¡Lee, qué está mal! –cuestionó, su voz quebrándose a medida que pronunciaba las palabras.

Solo entonces, Naruto se separó del doctor y se acercó a su hermana para abrazarla con tanta fuerza como le fuera posible, sin dejar de sollozar y sin evitar repetir las palabras que habían quedado grabadas en su cabeza.

Etapa terminal. No hay tiempo.

 

Y esas fueron las peores palabras, que Minato también odió escuchar.

Notas finales:

¡¡GRACIAS POR LEER!!

*Sasuke es "Naruto dependiente" 
*Los hermanos Uchiha dudan de Gaara y sus sentimientos por Sai. Apuestas sobre su respuesta la propuesta del bello pintor? 
*La hermana perdida por fin apareció!

Ahora, en los comentarios, quiero leer sus "¡Lo sabía!"

Lastimosamente, el siguiente capítulo no será grato. Están avisados.

Feliz navidad (atrasada), Un grato y muy feliz año nuevo, y mis mejores, mejores y más sinceros deseos para todos ustedes. 

¡Hasta pronto!

xoxo AliV D


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