Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reasons to love por ViBanaII

[Reviews - 215]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

16/07/2017

Domingo de actualización!!!

Hola, hola preciosuras :D Cómo están? Ya sé que probablemente estarán desesperados porque no había traído este capítulo desde hace rato, cuando dije que estaba en vacaciones y tendría más tiempo, eso es mentira... :c  pero bueno.
Ya está aquí, por lo que todos lloraban XD Encuentros, besos, abrazos, golpes, eeeennnn fin! 

Agradezco enormemente todo el amor que dejaron en el cap pasado. Son los mejores.
Me disculpo si encuentran alguna falta ortográfica, resulta que yo reviso, edito y publico, pero cuando leo el capítulo ya en la página, me doy cuenta de que me descaché en algunas palabras xD  
También les quiero recordar que tengo una cuenta en wattpad y una página en facebook, los links aparecen en mi perfil, pero pueden dar click aquí: 

Un Mundo de Relatos

AliV en Wattpad

Como no tengo mucho más que decir, los dejo leer tranquilamente. Nos vemos al final! :D

XVIII

 

     Sasuke sabía que en algún momento pasaría algo impresionante en su vida, pero nunca imaginó que fuera como lo de la noche anterior ¡eso estaba en otro nivel! Primero la ridícula disputa por Gaara, entre su hermano y el tonto con el antifaz de arlequín, que resultó ser Naruto. Después, su pelea con el asistente de Deidara, del que ahora sabían era el mentiroso exesposo de la hermana del rubio, quien también era hermano de Gaara y habían tenido una extraña relación amorosa, o algo así había logrado entender; pero ¡cómo no lo había notado antes! El doctor era una copia joven del señor Namikaze; que tonto no haberlo hecho desde un principio. Pero incluso ahora, seguía tan shockeado por tanta información, que aún no terminaba de asimilarla.

Revolvió su cabello sintiéndose frustrado por toda la información y las cartas que había estado releyendo durante la mañana. Naruto era un idiota que quería ser sincero, pues en una de ellas, la última para ser precisos, mencionaba que le diría todo sobre él, incluyendo su relación con alguien cercano; ahora entendía que se refería a Gaara. También comprendió muchas cosas referentes a su pasada relación, entre ellas, el hecho de que Naruto no se opusiera a la idea de mantenerla oculta o no preguntara por su familia, cuando él ya debía saber bastante sobre ellos. Su tonto rubio le había mentido.

– ¡Paapiiii! –Sasuke se sobresaltó al escuchar el agudo grito de Mizuki y luego verla en pañales, corriendo en su dirección, trayendo consigo un bonito vestido azul.

– ¿Por qué estás sin ropa, Mizuki? –preguntó.

Sasuke nuevamente tomó asiento en el sofá de la sala y esperó a que la niña se sentara a su lado.

–Papi quiero ponerme este –exclamó, tendiéndole la prenda para que la tomara.

– ¿No quieres algo más cómodo? –cuestionó indeciso. No le gustaban los vestidos y prefería que su hija vistiera con ropas cómodas como lo hacía Yusuke; pero no, porque ella es niña y su madre se lo recordaba a cada rato y lo regañaba por no comprarle cosas que las niñas necesitaban, como la colección de feos vestidos que ella se encargaba de regalarle. No había cosa más horrorosa que ver la mitad del closet de su niña lleno de esas prendas estorbosas.

–Es que la abuela dice que me veo bonita con vestidos, y hoy iremos con el tío Gaara ¿verdad? Quiero que me diga que estoy bonita –explicó la pequeña ilusionada.

Ah, Sasuke ya iba entendiendo. Un par de años atrás, se preguntó si sus niños se pelearían por sus tíos como lo hacían los hijos de Temari y Kankuro con Gaara; y el resultado no era muy diferente. Mizuki y Yusuke se peleaban por la atención especial de uno de sus tíos, sí, la de Gaara y algunas veces de Deidara, dejando a sus hermanos relegados a un segundo plano, y quejándose con Sasuke porque no era justo que los niños solo los determinaran cuando los otros dos no estaban cerca. Para Sasuke, por supuesto, era gracioso, hasta que sentía que a él también lo ignoraban y ahí, todo cambiaba, porque eran sus bebés y no quería compartirlos más de lo estrictamente necesario.

–Pero si te pones esto, no podrás jugar con tu tío –dijo, tratando de convencerla para que desistiera de la idea de usar ese vestido–. Te verás preciosa con todo lo que te pongas.

– ¿Me veré bonita si me pongo el pijama de panda? –preguntó inocentemente.

Sasuke sonrío divertido, pero asintió. –Sí, pero tendrás mucho calor, ¿por qué no te pones ese overol que te regaló Gaara? Le gustará verte con él.

– ¡¿De verdad?! –los ojitos de Mizuki brillaron con desbordante emoción.

Sasuke asintió y eso fue suficiente para que su hija desistiera de la idea de usar el vestido. Ambos se levantaron del sofá, tomando camino a la habitación que los niños seguían compartiendo, porque Sasuke creía que eran muy pequeños todavía como para separarlos, sobre todo cuando ambos eran unos miedosos.

Cuando ingresaron a la habitación, Yusuke no había sido lo suficientemente rápido, para ocultar lo que sea que estuviera viendo y que él no se diera cuenta.

– ¿Qué estás escondiendo Yusuke? –cuestionó sin rodeos, notando en seguida como el miedo inundaba a su pequeño.

Sasuke esperó pacientemente a que Yusuke estirara su mano, enseñándole aquella fotografía que él juraba tenía bien oculta y fuera del alcance de los niños, especialmente del pelirrojo, porque sabía que ninguno reaccionaba bien ante el recuerdo, especialmente él. Sin embargo, el puchero en sus labios era una de sus debilidades y viendo a Yusuke a punto de llorar por saberse descubierto ante algo inevitable, fue su punto de quiebre.

Sasuke suspiró, definitivamente no podía seguir con la absurda idea de que ellos estarían mejor si no recordaban al doctor. Lo único que no entendía, y torturaba su mente, era desconocer porqué Yusuke era tan apegado a Naruto y reacio a olvidarlo.

–Está bien, bebé, puedes conservarla –dijo el mayor, poniéndose de rodillas para besar la cabecita de Yusuke–. No te asustes, solo quería saber qué estabas ocultando ¿bien? Ya está, no llores.

–Gracias papi –susurró tan bajo el pequeño, que Sasuke casi no comprendió sus palabras.

El mayor sonrió. – ¿Qué tal si nos arreglamos para ir a casa de Sai?

 

 

     Naruto se quejó, cuando sintió todo el peso de Haruka caerle encima, lastimándolo. Luego lo sintió removerse hasta tenerlo a un costado.

– ¿Papi? –llamó con preocupación–. ¿Estás bien? ¿Te hice daño? ¡Lo siento! –chilló el pequeño con voz atropellada y casi inentendible, mientras tocaba su amoratado y dolorido rostro.

–Ya, ya –murmuró–. No pasa nada, estoy bien.

– ¿Por qué tu cara está así? –preguntó nuevamente sin dejar de sonar asustado.

–Estaba jugando con mi hermano y me caí de cara –respondió cerrando los ojos–. Vamos a dormir un poquito más –susurró, estrechando al niño entre sus brazos.

– ¡Papá no! –se quejó, removiéndose entre sus brazos–. ¡Levántate! Vamos a comprar juguetes. Lo prometiste –le recordó.

–Podemos ir en la tarde, aún es muy temprano.

–Tío Haku dijo que ya es medio día.

– ¡Mierda! –exclamó el rubio, saltando fuera de la cama–. ¡La abuela me va a matar!

–Papi, palabra fea.

–Lo sé, bebé, lo siento –se disculpó apresuradamente, mientras empezaba a quitarse la ropa–. Es solo que papá recordó que tenía que hacer algo en la mañana… ¡auch! –. Haruka se echó a reír al ver a su padre tropezar con sus propios pies, y caer de cara contra el piso–. ¿Te parece muy gracioso? –cuestionó acercándose con gesto amenazador, logrando que el niño riera nuevamente e iniciara una carrera para alejarse de él.

– ¡No, no! –exclamó el pequeño entre carcajadas, a causa de las cosquillas que el mayor repartía en su pequeña pancita.

–Veo que ya estás despierto –. Naruto se congeló al escuchar la voz de Haku en la puerta–. He tenido que llamar a tu abuela, exigió que estuviéramos para el almuerzo. Tienes media hora para estar listo.

–Haku, no –gimió el mayor con gesto quejumbroso–. Me va a regañar.

–Lo que viene importándome muy poco –le aseguró–. Ayer le dijiste que estaríamos temprano, pero tan jodidamente cansado como estabas, te quedaste rendido. Ahora, muévete.

–Podemos esperar… –murmuró esperanzado, sabiendo de antemano que su amigo no daría su brazo a torcer.

–No. Ahora –sentenció.

Naruto resopló. Era tan terco.

–Bien.

Casi una hora después, los cuatro se encontraban en un taxi de camino a la casa de la familia de Naruto, con Haku refunfuñando por la paciencia y poca importancia que su rubio amigo parecía darle al asunto; mientras Ryu se mantenía en el asiento del copiloto, con su torso girado para observar embobado, al bonito pelinegro que hacía graciosas muecas. Por su parte, Naruto iba manteniendo una conversación con Haruka, sobre lo que harían y porqué no estaban yendo a comprar juguetes como había prometido.

–Tenemos que ir a la casa de los abuelos, para que los conozcas. Y a tus tíos también.

– ¿Más tíos? –Preguntó con creciente curiosidad.

–Y muchos primos –agregó, notando el brillo de emoción iluminar todo su rostro.

– ¿Puedo jugar con ellos?

– ¡Por supuesto! –le aseguró, sonriendo enormemente–. Ya no te aburrirás como cuando juegas conmigo.

–Yo no me aburro contigo, papi –lo contradijo–, porque tú eres muy divertido. ¡Eres el mejor!

–Ah, mi bebé también es el mejor –dijo, abrazando al menor con tanta fuerza, sin lastimarlo.

–Hemos llegado señores –anunció el conductor cuando sobrepasó la seguridad de las rejas y se adentró en la propiedad, hasta detenerse frente a la casa.

– ¡Guau! Nunca me dijiste que vivías en una mansión –exclamó Ryu maravillado ante lo que veía.

–No lo hago –respondió el rubio–. Esta es la casa de mis abuelos... Al viejo pervertido le faltaban dos tornillos cuando compró esto. Yo vivía con mi padre y mi hermana menor en una casa menos ostentosa.

– ¿Y nos quedaremos aquí? –siguió preguntando, en lo que avanzaban hasta la entrada de la casa, donde un grupo de personas los estaban esperando–. ¿Esa es tu familia?

– ¿Por qué mejor no cierras el pico? –resopló Haku, molesto por el parloteo del chico.

–Eres malo –murmuró Ryu entre pucheros que le parecieron desagradables.

Haku pensaba refutar, cuando se vio interrumpido por la escandalosa voz de Tsunade.

– ¡Ya están aquí!

–Sí lo son –respondió Ryu para sí mismo, al notar la efusividad de la mujer, comparándola con la que Naruto solía tener en ocasiones.

– ¡Creí que no vendrían! –chilló la anciana–. Tú, ¿que parte de los espero a primera hora no entendiste?

–Madre, detente –la interrumpió Minato, luego de fijarse en su hijo y ver como un pequeño niño se ocultaba entre sus piernas, mientras ella gritaba. Él no había sido el único, y por esa razón, la mayoría había frenado sus intenciones de correr hasta el rubio y abrazarlo, para darle la bienvenida.

–Hola familia –saludó Naruto, tomando a Haruka en sus brazos para ingresar a la casa. Una vez todos estuvieron nuevamente reunidos en la sala, su sonrisa apareció nuevamente en su rostro–. Él es Haruka –lo presentó, pero el pequeño apenas giró su rostro, dando un rápido vistazo a todos ellos, antes de esconderse nuevamente en el cuello de su padre, sintiéndose intimidado por tanta atención–. Anda, Haru, saluda.

El niño por fin dejó de ocultarse en el hombro de su padre, para fijarse en las silenciosas personas que los observabas y parecían estar esperando por él.

–Hola –saludó, agitando tímidamente su mano–. Soy Haduka.

Haru se volvió para mirar a su padre, quien sonreía ampliamente.

– ¿Ves? Te dije que conocerías a muchas personas. ¿Quieres jugar con ellos? –Naruto señaló al pequeño grupo de niños que los observaba. Haruka pareció dudarlo un poco, pero finalmente asintió. El rubio lo dejó en el piso, pero antes de darle permiso, se hincó a su lado y estiró los brazos en dirección a sus sobrinos–. ¿Quién quiere saludar al tío Naruto?

Los gritos de alegría no se hicieron esperar, mientras corrían a los grandes brazos del hombre que hacía mucho no veían y era una de sus personas favoritas.

–Oh, Lilly-chan, estás más grande desde la última vez que te vi, ¿tú papá sigue siendo un tonto? –La niña se echó a reír, dejándose abrazar–. ¡Miku-chan, Kana-chan! ¿Me extrañaron? Oh, Kana ¿te falta un diente?

–Papi, dijo que me saldría uno nuevo y me haría más inteligente.

Naruto se fijó en Shikamaru, quien bufó ante el gesto de burla del rubio, luego miró nuevamente a su sobrina.

–Tú papá sabe lo que dice –asintió, sin parecer muy convencido–. ¿Y qué hay del pequeño hombrecito de la casa? ¿Ya no me recuerdas, Shika-chan?

– ¡El tío zorro! –Exclamó el niño.

– ¡Eso es piña enana! –asintió y luego se echó a reír al ver el descontento en su rostro por aquel viejo apodo–. Mira, te presento a Haruka, él es mi hijo, eso lo hace tu primo como lo son Kana y Lilly –explicó diligentemente, no sólo a su sobrino, sino a todos los niños, quienes le miraban atentamente–. ¿Pueden llevarlo a jugar con ustedes?

– ¡Un bebé zorro! –Señaló Miku, emocionada, apretando suavemente las mejillas de Haruka.

–Exacto, pero es un poco tímido. Tienen que cuidarlo porque es el menor, ¿de acuerdo?

– ¡Sí! –exclamaron los pequeños al unísono, luego tomaron la mano de Haru y lo guiaron al cuarto de juegos.

–Creo que hay mucho de qué hablar –dijo Minato cuando los más jóvenes de la familia se marcharon, dándoles la oportunidad de hablar seria y calmadamente–. Pero antes, déjame darte la bienvenida –murmuró, sonriendo enormemente–. Me alegra tenerte de regreso, hijo.

Naruto sonrió, correspondiendo con el mismo cariño.

–Estoy de vuelta.

Inmediatamente llegó el turno de sus abuelos y demás familiares, incluso saludaron al viejo amigo de la familia, Haku, y conocieron a Ryu. Finalmente, Naruto pudo acercarse a Gaara, quien parecía esquivarlo.

– ¿Ahora me ignoras? –Preguntó, parándose frente a él, sin darle oportunidad de huir–. Creí que te alegraba… –Sin embargo, se vio interrumpido por el fuerte abrazo del pelirrojo–. Ya estoy aquí –susurró, palmeando lentamente su espalda.

–No me odias –logró escuchar el murmullo del menor.

Naruto lo abrazó con más fuerza, mientras sonreía tristemente tras escuchar tales palabras. Haku tenía razón; su precioso Gaara era más sensible de lo que parecía a simple vista, y él, era su punto más débil.

–Nunca, cariño –le aseguró, empleando el mismo tono de voz–. Nunca te odié. Te amo lo suficiente como para siquiera pensar en tal ridiculez… Lamento lo de ayer –se disculpó, levantando su rostro, acariciando los moretones que lo decoraban–. Te hice daño y ahora tu rostro luce más horrible que de costumbre.

–Eres un tonto –sonrió sin poder evitarlo.

– ¿Chicos? –Los llamó Jiraiya–. Lamento interrumpirlos, pero será mejor que se acerquen; aprovecharemos que los niños están jugando para hablar.

Naruto inspiró profundamente por la significativa mirada que su abuelo le dedicó. Sí, el hombre se refería a Naruto, contándoles todo, mientras ellos escuchaban y después, se tomarían el tiempo para juzgar y discutir. Se acercó a Haku y se sentó con Gaara junto a él.

–Tenía la firme intención de preguntarte todo lo que habías hecho durante tu viaje. Pero dado el sorprendente caso de tu hijo… Jesús, tengo otro nieto –la incredulidad aún era parte de su voz, pero eso no evitó que una sonrisa se posara en sus labios ante ese descubrimiento–. Podrías contarnos sobre él.

Naruto desvió momentáneamente su mirada en dirección a Haku. El chico se encogió de hombros y asintió brevemente.

–Está bien.

Naruto se aclaró la garganta, enderezándose en el sofá para iniciar su historia.

–Su nombre completo es Haruka Uzumaki, cumplió tres años en abril...

–Él nació antes de que te fueras, pero tú no…

–Ino, déjalo hablar –intervino su padre.

Una vez que todo volvió a quedar en silencio, Naruto retomó la conversación: –Su madre es la hermana de Haku –reveló, asombrando a la mayoría, mientras su amigo se mantenía cabizbajo–. Él y yo fuimos nombrados padrinos de Haru en cuanto nació; fue madre soltera, así que los dos éramos las figuras paternas del niño.

«Al principio no parecía haber problema con ello, pues Haku y yo le ayudábamos con los gastos y ella trabajaba, así que al niño no le hacía falta nada –. El rubio hizo una pausa, trayendo a su mente los recuerdos de aquel tiempo. Sus cejas se fruncieron–. Pero…tras la muerte de Karin y mi partida, evité el contacto con todos durante un largo tiempo, eso los incluyó a ellos. Aproximadamente medio año después viajé a otro país, fui a Grecia, y sabía que Bee estaba viviendo allá, así que me quedé un tiempo con ellos; hasta que contacté nuevamente con Haku, porque quería saber del niño. Fue entonces que él pudo decirme lo que había pasado durante todo ese tiempo. Me dijo que ella se había marchado y solo había dejado una carta como explicación con indicaciones incluidas. En la carta decía que estaba cansada de vivir de esa manera, que ella nunca quiso ser madre y si había decidido tener al bebé, era porque no podía atentar contra una vida y nosotros no lo habríamos permitido…»

–Qué horrible –jadeó Tsunade.

Naruto negó lentamente y prosiguió con la historia:

–Eso no es todo. Hana cedió todos los derechos del niño a Haku y a mí como sus tutores legales –dejó escapar una desganada sonrisa–. Nos estaba entregando a Haruka sin importarle que él pudiera preguntar por su madre; nosotros tendríamos que arreglárnosla. Tras eso, no hice más preguntas, ni quise cuestionarle nada, pero le pedí a Haku que iniciara todos los trámites y registrara al niño como suyo, pero Hana fue lista.

– ¿A qué te refieres? –Cuestionó Minato intrigado–. ¿Tiene relación con el hecho de que tú seas su padre?

–Ella quiso que yo fuera el padre del niño, así que no lo pensé realmente cuando le pedí a Haku que hiciera exactamente lo que Hana pidió –declaró–. Luego de que todo estuviera en orden, ellos viajaron a donde me encontraba en ese instante, hasta que decidimos que era momento de regresar a casa.

–Eso fue, ah… hijo, tú…

–Fui impulsivo en ese momento, lo sé, pero ahora no importa –aseguró el rubio, interrumpiendo a Minato–. Él es legalmente mi hijo, y nada ni nadie puede contradecirme.

El silenció inundó la habitación mientras terminaban de procesar la información recibida. Naruto solo estaba a la espera de las reacciones de su familia y lo que fueran a decir. Aunque no lo demostraba, se sentía preocupado ante un posible rechazo, porque inevitablemente sería algo doloroso para él; especialmente cuando ya había hecho infinidad de promesas a su hijo y amigo, sobre tener una gran familia. Lo bueno, es que Naruto estaba seguro, de que ellos no le darían la espalda y los aceptarían. Su familia tenía un gran corazón.

–Pues, hay que decir que idiota impulsivo has sido toda tu vida, así que no es sorprendente –dijo Sasori en un tonto intento de alivianar la incomodidad que todos sentían–. Ya tienes a alguien que te aguante, pobre criatura.

Jiraiya sonrió y se aclaró la garganta.

–Creo que eso es suficiente y no hay necesidad de más explicaciones –se dirigió a todos–. Naruto, todos sabemos cómo eres y el gran corazón que posees. No hiciste nada malo y tomaste una buena decisión que ha traído felicidad a ese niño y a ti ¿o me equivoco? –Naruto asintió, sonriendo ampliamente como respuesta. Entonces Jiraiya se fijó en el cabizbajo pelinegro sentado junto a su nieto–. Hijo, no quiero que te sientas incómodo con nosotros. Lo que hizo tu hermana no tiene que ver contigo, fue su decisión; en cambio, piensa en que ella lo quería lo suficiente para dejarlo en las mejores manos que pudo imaginar y agradece que lo dejo con ustedes. Haruka ahora es miembro de esta familia y tú lo has sido desde hace muchos años.

Haku entonces se atrevió a levantar su rostro y mirarlos, notando las expresiones de apoyo y aceptación que la familia le brindaba. Sin embargo, no estaba seguro.

– ¿No están molestos? –cuestionó con duda y aprehensión.

–Con tu hermana sí –respondió Ino–. Nunca me cayó bien esa perra infeliz. Se arrepentirá.

–Ino, cuida tu lenguaje –la amonestó su abuela.

–El punto es –intervino Minato–, que no tienes que preocuparte ni temer. Todo está bien, Haku.

–Gracias –murmuró.

–Nada de “gracias” –resopló el mayor–. Somos una familia, y nos apoyamos en todo momento. Ahora bien, dejaremos el asunto y pasaremos al comedor, seguramente deben estar hambrientos.

Naruto fue el primero en saltar de su asiento.

–Yo sí –afirmó quejumbrosamente, mientras seguí a su padre–. Haku no me dejó desayunar, ni siquiera tomar café. Es un insensible.

 

El almuerzo fue un agradable caos, entre los más jóvenes y algunos adultos, a quienes les era inevitable no contagiarse de la emoción que los pequeños emanaban; y solo para que quede claro, se trataba de un único adulto. Sí, el que a veces tenía mentalidad de niño de cinco años, porque los otros sólo se reían y trataban de evitar las provocaciones del rubio. Hasta que Ino intervenía y los regañaba, justo como en el pasado.

–Ah, ah, ah ¡Ino! –Gritó Naruto, quejándose por el jalón de oreja que su hermana le había dado–. Solo estaba jugando.

–Sí, pero no tienes dos años para andar tirando la comida. Tonto.

–No la tiré, solo se la pasaba a Gaara y a Haku –argumentó, tratando de defenderse.

–Claro, y accidentalmente cayó en sus cabezas.

Naruto se encogió de hombros.

–Tal vez.

Pasada la divertida hora del almuerzo, los adultos regresaron a la sala de estar, mientras los pequeños retomaron sus juegos, ajenos a lo que los mayores pudieran estar hablando.

– ¿Saben algo de Karui?

– ¿Ahora te preocupa?

Naruto le sacó la lengua a Kankuro y luego se encogió de hombros.

–Sólo quiero saber.

–Llamé esta mañana para preguntar. Tiene la nariz rota, algunas contusiones, nada realmente grave –respondió Tsunade tras un suspiro–. Pero esa no era forma de actuar, mocoso. Te conozco y pudiste hacerle algo peor –le reprendió.

– ¿Han hablado con él? –Siguió con sus preguntas, ignorando los regaños de su abuela.

–Nadie ha ido a verlo –negó esta vez, Minato–. Tampoco creo que sea adecuado.

–Probablemente ya fue dado de alta –agregó la anciana.

–Y no hay razón para buscarlo –dijo Gaara–. Ya te desquitaste con el hombre.

El rubio resopló, disgustado ante la posibilidad y negó con su cabeza.

–No es por eso. Había algo… Karui dijo algo, pero no estoy seguro de saber a qué se refería; tenía que ver con Karin y la razón por la que se alejó de ella. Pero estaba tan molesto, que no le presté atención hasta después de que pasara todo.

–No creo que haya sido tan importante –murmuró Temari pensativa–. Como sea.

–Me dejó intrigado, quisiera hablar con él –agregó, siendo insistente.

–Tal vez podamos buscarlo después –Gaara palmeó su rodilla, sonriéndole–. ¿Qué tal si me presentas personalmente a tu hijo?

Una enorme sonrisa brilló en su rostro.

–Lo amarás.

Naruto tomó su mano, llevándolo al cuarto de juegos donde su pequeño todavía jugaba entretenidamente con sus primos.

–Haru –lo llamó, siendo rápidamente atendido por el niño, quien se acercó a ellos. Naruto lo tomó entre sus brazos–. Quiero presentarte a alguien. Él es Gaara, mi hermano.

El pequeño contempló silenciosamente a Gaara, estudiándolo por unos segundos, luego se giró a mirar a su padre.

– ¿Con él estabas jugando? –Preguntó curiosamente, sacando una carcajada del rubio, y una confundida expresión de Gaara.

– ¿Qué?

–Papi estaba jugando con su hermano y se cayó –señaló el rostro de Naruto y luego el de Gaara–. El tuyo también se ve feo.

–Ah –Gaara se carcajeó, porque estaba seguro de que Naruto había inventado algo así.

– ¿Te duele? A papi le duele.

–Sí, a mí también –asintió.

–Mmm –Haruka tarareó pensativamente, entonces, se volvió a dirigir al pelirrojo–. ¿Tú eres mi tío?

Naruto vio la duda en su hermano y la inseguridad para darle una respuesta a su hijo; sabía las posibles razones, pero le disgustaba que fuera tan inseguro. ¿Tanto le costaba responder que sí?

–Te voy a contar un secreto –murmuró, tomando asiento en el piso, manteniendo al niño en su regazo. Asimismo, hizo una seña a Gaara para que sentara con ellos–. Esta persona es mi hermano, mi mejor amigo, la persona en quien más confío y amo, tanto como a ti.

Gaara se sintió avergonzado a medida que escuchaba las palabras que decía Naruto, porque se daba cuenta de que él, a pesar de todos los golpes que había recibido en su vida, seguía siendo el mismo ser cálido, divertido y sensible que tanto amaba. En cambio, si lo comparaba consigo mismo, el miedo y la vergüenza habían provocado un notable cambio, no solo es su personalidad sino también en su manera de percibir el mundo y tratar con los demás. Hoy en día era todo lo contrario a lo que alguna vez había sido, y eso, definitivamente había logrado dañar alguna parte en su interior, porque ya no sabía realmente cómo responder a los demás.

– ¿El tío mapache?

– ¿Recuerdas que te hablé de él?

– ¡Sí!

– ¿Le hablabas de mí? –preguntó asombrado.

–Por supuesto.

–Papi dijo que eras genial y me comprarás muchos juguetes.

– ¿En serio? –Preguntó interesado–. ¿Puedo saber que más dijo?

–Mmm… dice que eres buena persona y muy dulce –respondió–; también, que tienes una bonita mirada y que lo hacías muy feliz, y…

–Ya estás hablando de más, mocoso. Mejor cierra la boca –le interrumpió Naruto, sintiendo que su rostro ya debía encontrarse sonrojado por todo lo que su pequeño estaba revelando–. Qué cosas dice, je… Se supone que era un secreto entre tú y yo –murmuró al menor. Entonces, la carcajada que soltó Gaara le hizo olvidarse de regañar a su hijo–. ¿Qué es gracioso? ¡Me está haciendo quedar en ridículo! No creas nada de lo que dijo.

– ¿Debería hacerlo? –Cuestionó, su sonrisa apagándose y sus cejas arqueándose en un contrariado gesto–. ¿Te molesta que lo sepa?

–No –respondió al instante–. No me molesta que recuerdes cosas que ya sabías, porque las dije hace mucho –le aseguró–. ¡Pero este niño no puede andar diciendo todo lo que hablamos!

– ¡Tú también lo hiciste! –exclamó Haruka.

Naruto se entretuvo un momento con Haruka, haciéndole cosquillas por ser un pequeño bocón; tiempo que aprovechó Gaara para responder la llamada que le entraba en ese instante.

– ¿Hola?

Qué tal cariño, ¿dónde estás?

–Ah, Sai. Te dije que estaría con mi familia, ¿por qué?

Es que, el idiota de Sasuke trajo a los niños a casa, ellos creían que estabas aquí conmigo… –Hubo una pausa por parte de Sai, en la que Gaara pudo escuchar el bullicio al otro lado de la línea, luego, sintió la respiración de Sai de vuelta al teléfono–. Lo siento, Mizuki está armando un pequeño escándalo. Intenté explicarle que tú estabas ocupado, pero no le importa; incluso se puso esa cosa que tú le regalaste y exige verte.

Gaara inhaló. Ese era un gran problema. Lo niños sentían un especial apego por él, y las promesas se las tomaban muy en serio, si no cumplían con su palabra, podían convertirse en los seres más fastidiosos y berrinchudos de la vida. Casi parecidos a sus hermanos cuando estaban pequeños y peleaban por niñerías.

– ¿Dónde está Sasuke ahora?

–Sigue aquí. Trató de convencerlos para que fueran al acuario y regresaran mañana, pero no quieren.

–El acuario es buena idea –murmuró pensativamente–. Llévenlos. Nos encontraremos allá, también iré con los niños.

Eres el mejor. Te amo.

–Sí, sí. Nos vemos allá, adiós –. El pelirrojo terminó la llamada y regresó con su hermano, quien lo observaba en silencio–. ¿Qué?

Naruto se mordió el labio inferior, inseguro, pero Gaara lo alentó con un pequeño gesto, a que revelara sus pensamientos. Sabiendo que no terminaría siendo una agradable conversación, Naruto miró a todos lados, dándose cuenta de que solo ellos ocupaban la sala; probablemente los niños se habían dispersado para juagar o habían regresado con los demás.

– ¿Siempre le hablas así?

– ¿A quién? –preguntó confundido.

–Al Uchiha –señaló–. Suenas tan gélido, como si te molestara hablar con él.

–Eso no te importa –respondió la defensiva, sintiéndose repentinamente disgustado por la conclusión de su hermano–. Así hablo yo.

Naruto frunció el ceño.

–No me vengas con esa actitud de mierda y esa respuesta que ni tú crees –alegó en el mismo tono–. Te conozco mejor que eso y tú no eres así…

– ¿Qué esperabas? ¿Pensaste encontrar al mismo Gaara de hace once años? Las personas cambian –le interrumpió.

Naruto guardó silencio por unos segundos, hasta que sintió algo en su mente haciendo clic, encajando algunas piezas.

–Fue por mí –afirmó con voz átona, sorprendiéndose no solo a sí mismo, sino también a Gaara–. Cambiaste tanto por mi culpa…

– ¿Qué? ¡No! –contradijo rápidamente, olvidándose de su enojo–. ¿Por qué sales con algo así? Por favor, no te lastimes creyendo cosas que no son.

–Gaara no lo hagas. No mientas, conmigo nunca te comportaste así.

–No, tú no lo hagas –interrumpió con brusquedad–. Ambos sabemos todo lo que ha pasado durante estos años desde que nos separamos, y no puedes pretender que todo siga igual, porque no lo es. Míranos, Naruto, no somos los adolescentes de antaño y no podemos comportarnos como en ese tiempo...

–¿Qué hay de tu sonrisa? Ni siquiera sonríes como antes y mucho menos cuando hablas con él. ¿Siquiera lo amas? –Cuestionó entonces, abordándolo con una nueva pregunta que logró impactar al pelirrojo, pues no esperaba algo así; sin embargo, Gaara dejó pasar la sorpresa, reconociendo en ese momento que tenía que ser sincero al menos por un instante, y qué mejor que con la persona que lo conocía como ninguno. Porque a pesar del tiempo, los cambios y el daño que ambos sufrieron, entre ellos había cosas que se mantenían, incluyendo ese silencioso deseo de sinceridad, aunque en ocasiones fuese doloroso.

–Tanto que me asfixia –asintió en voz baja, manteniendo la firmeza en su voz–. Él es tan molesto y escandaloso. A veces es muy ridículo y cursi, y tiende a desesperarme... –Una nostálgica expresión se formó en su rostro mientras describía a su pareja–... Es tan insistente, que siempre logra que deje todo por ir con él, y aún así, sigo pensando que es demasiado para mi. Le he mentido tanto, Naruto; lo he lastimado con mis palabras y muchas de mis acciones incorrectas, que no sé cómo ha soportado todo y sigue a mi lado. Incluso me propuso matrimonio, ¿puedes creerlo?

–Nadie más lo sabe ¿no? Ni siquiera él –agregó entre susurros–. ¿Por qué es tan difícil todo? ¿y por qué no se han casado?

Gaara soltó una triste carcajada, sintiendo el nudo en su garganta que amenazaba con tensarse cuando las punzadas de dolor seguían picando su cuerpo. Sus ojos ya estaban cristalinos cuando se preparó para soltar la parte más dolorosa de todo lo que había dicho.

–Es por ti –murmuró, por fin, sin querer mentir–. Supongo que estás consciente de que la mitad de la familia no acepta abiertamente mi relación con Sai por nuestro pasado juntos, Naruto... Y no puedo seguir viviendo así, no es justo. Amo a Sai, quiero avanzar con él y que todos estén orgullosos y felices por nosotros; deseo tanto que su familia me acepte realmente y crean que realmente lo amo. Odio tanto que todos duden de mi...

–Oh, Gaara... fue mi culpa. Todo es mi culpa.

–Acéptalo, Naruto –pidió cabizbajo, sintiendo las lágrimas deslizarse por sus mejillas–. Déjame amarlo...

Acercándose la poca distancia que los separaba, Naruto se aferró a Gaara tan fuerte como le fue posible. No podía creer cuanto daño estuvo causándole a su adorado pelirrojo, por algo que había sido maravilloso en su tiempo. Gaara no lo merecía. Verlo sufrir de esa manera era inaceptable para el rubio, cuando él era una persona tan bella ¿qué le había hecho? Estaba seguro que todo se debía a sus miedos infundados, desatados cuando se había marchado hacía tanto tiempo, pero él había sido el principal detonante para que tomara ese camino, obteniendo las dolorosas consecuencias que estaba viendo, el daño que le había causado.

–El que me amaras fue un castigo –susurró repentinamente, cerrando los ojos ante un nuevo y doloroso descubrimiento.–. Lo siento. Perdóname Gaara.

–No te atrevas –sollozó, manteniendo su rostro oculto en su hombro–. No lo pienses siquiera. Nuestro amor fue uno de los más dulces y puros que pudimos sentir y profesar. Nunca me arrepentiré de mi primer amor.

Tras decir esas palabras, Gaara se separó lo suficiente como para mirarlo a cara y levantar las manos, acariciando sus mejillas y los rastros de lágrimas que había en ellas.

–No sabes cuánto lamento que hayas sufrido tanto por mi culpa –dijo en voz baja–; es algo que me carcomerá por el resto de mi vida. Si lo hubiera sabido, yo nunca...

Ninguno pensó que estuviera mal que, en ese instante, Gaara lo interrumpiera abruptamente con un delicado beso con sabor a amor, viejos recuerdos, tristezas y despedidas. Porque, sin importar quién lo hubiera iniciado, era algo que ambos parecían necesitar, no por el hecho de querer besar al otro en sí, sino por el cúmulo de sentimientos que los rodeaban, y por el ciclo que ambos sabían, debían terminar.

El beso fue un lento y ansioso roce entre sus labios, algo inseguro, tímido y hasta vergonzoso. No hubo lenguas pidiendo permisos para hallanar espacios no correspondidos, ni esfuerzos para avanzar a un nivel al que ninguno quería llegar. Duró todo el tiempo que fue necesario y fue tan profundo, como para lograr calmar los viejos y rotos sentimientos de ambos. Una pequeña muestra del afecto y amor que solían sentir. Una sincera y aceptada despedida, a lo que una vez fue, el amor de sus vidas.

Un cómodo silencio se instauró entre ellos, luego de aquel acto; ambos se miraban fijamente, sin querer arruinar lo que parecía el final de la tormenta, pero aún tenían cosas por decir.

–Solo quiero que seas feliz –susurró, acariciando las sonrojadas mejillas de Gaara–. Si es realmente él, quien puede lograrlo, está bien para mi. No tienes que pedirme permiso, ni tu, ni yo lo merecemos –Entonces, Naruto sonrió cómo sabía le gustaba a Gaara–. Te amo mapache apestoso.

Y Gaara no pudo evitar reír, y abrazar nuevamente al rubio.

–También te amo zorro escandaloso.

–Oww, eres adorable –comentó–. Y exijo ser el único y exclusivo padrino.

–Idiota –sonrío más animado, reconociendo el final de aquel tema, que no volvería a ser tocado por ninguno–. ¿Quieres ir conmigo al acuario? Los hijos de Sasuke están armando un pequeño caos porque prometió que me verían hoy.

–Es comprensible, eres irresistible –aseguró–. Te llevas bien con él ¿no es así?

–Supongo –asintió levemente–. Trabajamos juntos, es mi cuñado y soy padrino de uno de sus hijos. ¿Por qué?

–Curiosidad –respondió rápidamente, encogiéndose de hombros.

Gaara le miró incrédulo.

– ¿Vienes o no?

–Supongo.

–Eres un tonto –. Ambos salieron de la sala en busca de la familia y los niños –. ¿Me contarás lo que sucedió entre ustedes?

–No hay mucho que decir –se apresuró a responder, antes de verse interrumpido por su hijo y Haku, quienes se dirigían a ellos–. Oye, bebé ¿quieres ir al acuario? 

– ¿Qué es? –preguntó el niño con curiosidad.

–Es un lugar donde hay muchos peces de diferentes tamaños, unos son bonitos y otros tan feos como Haku.

– ¡¿En serio?! Sí quiero –exclamó emocionado–. Pero papi, mi tío no es feo.

Naruto se rió.

–Tu hijo sabe –escuchó decir a Gaara antes de alejarse para hablar con sus hermanos.

–Anda, vamos a despedirnos de los abuelos –dijo,  notando después, como su pequeño arrugaba su frente–. ¿Qué pasa?

–No quiero lejos –susurró entre pucheros que le daban un tierno aspecto–, quiero aquí.

–Ah bebé, no te preocupes –besó su sien–. Solo iremos a dar un paseo y luego regresaremos. No vamos a dejar a los abuelos.

– ¿Mis primos?

–Bueno, ellos no viven en esta casa pero pueden venir a jugar contigo.

– ¿De verdad? –Naruto asintió–. Está bien.

Tras la despedida y muchas promesas de ser cuidadosos con los niños, Gaara, Naruto, Haku y Ryu, se dirigieron al acuario en el auto de Shikamaru, pues era el más grande, teniendo en cuenta la cantidad de personas que irían.

–Ryu, deja de saltar en la silla, pareces un niño –dijo Haku, quien iba a su lado, aguantando no solo al chico, sino a todos los niños,  porque sí, todos los sobrinos de sus amigos irían; Haku estaba totalmente seguro de que sus padres solo querían tiempo a solas y habían encontrado una gran opotunidad cuando Gaara les insinuó la salida a aquel recinto.

–Estoy emocionado, esta es mi primera vez en un acuario, déjame.

Haku bufó, distrayéndose con el pequeño Haru en sus brazos.

– ¿Entonces me vas a decir o no? –preguntó Gaara, aprovechando que todos estaban entretenidos y Naruto estaba sentado a su lado mientras conducía.

–Te lo diré, pero no hoy.

–Solo una pregunta: no era una mera relación profesional, ¿verdad? –Naruto no le miró, pero pudo notar como negaba–. ¡Ja! tanto que el bastardo quería ocultarlo y se trataba de ti. ¿Alguien más lo sabe?

–Mmm. Sasori tal vez lo descubrió en ese entonces… No digas nada –pidió en voz baja.

–Bien, estaré esperando.

–Papi ¿ya llegamos? –escucharon la aguda y ansiosa voz de Haruka.

–Ya casi bebé –le aseguró el rubio.

Llegaron al acuario casi media hora después; los niños, incluyendo a Ryu, saltaban emocionados de un lugar a otro siendo vigilados por Haku mientras Naruto se acercaba a la taquilla a comprar las entradas y Gaara se alejaba para atender su celular. Cuando todos estuvieron nuevamente reunidos, se apresuraron a entrar, especialmente los más pequeños.

–Eh, eh, ¡quietos! –pronunció Naruto, deteniendo los escapes de sus sobrinos–. Tienen dos opciones, toman la mano de un adulto y hacemos todos juntos el recorrido, o regresamos a casa.

– ¡Tío zorro no es justo! –se quejó Shikadai, sin embargo, se acercó y tomó la mano de Gaara. Las niñas y Haruka, fueron con Haku y Ryu, dejando a Naruto solo y sintiéndose indignado con su hijo, por haber preferido a otro que no fuera él.

–¡Haru me cambiaste! –chilló Naruto dramáticamente–. Bien, yo iré con Gaara entonces –dijo, tomando la mano del pelirrojo, en un acto infantil.

–Eres irritable –se quejó Haku, emprendiendo el recorrido para ver las exhibiciones, seguido por Ryu.

–Y él es un gruñón ¡deberías conseguirte un novio! –gritó, provocando que todo el que estuviera cerca les echara un vistazo, y que Haku se detuviera y le dedicara una molesta mirada, que advertía problemas.

–Ya déjalo. Mejor, ayúdame a buscar a Sai, debe estar cerca...

Sin embargo, todos se alarmaron cuando escucharon el grito de Ryu, llamando a Haruka mientras corría, persiguiéndolo. Naruto soltó la mano de Gaara y siguió al joven, sintiendo como su corazón se aceleraba ante la idea de su niño desaparecido, ¿qué clase de broma era esa?

 

– ¿Por qué no llega? ¡Quiero al tío Gaara! –exigió la pequeña rubia, zapateando el piso con enfado. Habían llegado hacía un rato y estaban esperando en una zona de descanso donde no había tanta gente.

–Y ya te dije que no tardará –respondió Sasuke con seriedad–. Sigue con esa actitud y nos iremos a casa. No voy a tolerar ese comportamiento.

Mizuki frunció el ceño ante el regaño, pero se mantuvo en silencio.

– ¿Podemos seguir viendo los pececitos? –preguntó Yusuke tímidamente, mirando a su padre.

–Estamos esperando a Gaara, en cuanto él llegue, continuamos ¿de acuerdo?

–Bueno…

Ah, sus niños le provocarían un ataque con esas personalidades que se cargaban; no lograba evitar chocar con Mizuki en ciertas ocasiones cuando decidía volverse insoportable, como en ese momento, y tampoco podía con Yusuke y la dulzura que emanaba su inocente ser.

– ¡Señor Sake!

Sasuke se inquietó ante el grito y la repentina aparición del pequeño que había conocido el día anterior, sonriéndole con emoción.

– ¡Hola! –saludó el pequeño–. ¡Zuki, Yu!

– ¿Conoces al niño? –preguntó Sai, incrédulo, mirando de un lado a otro.

–Haruka ¿qué haces aquí? –cuestionó rápidamente, observando a su alrededor para ver si podía avistar al tonto que estaba ayer con el niño–. ¿Te volviste a escapar? ¿Dónde está Ryu?

–Mmm, estoy con mi papi –respondió como si nada.

Bueno, al parecer no solo el niñero era un torpe estúpido, el padre también.

–Debemos buscar a sus padres, Sasuke –sugirió su hermano–. Estarán preocupados.

–No, está bien –negó el menor, tomando la mano de Haruka para que no se alejara–. Aparecerá en cualquier momento…

– ¿Cómo estás seguro?

–Porque un idiota estará gritando como loco el nombre del niño –. Corroborando lo dicho, ambos escucharon el escándalo que armaba un joven, gritando y corriendo por toda la sala, buscando al pequeño–. Te lo dije.

– ¡Ryu! –exclamó Haru, llamando la atención del chico, quien se acercó rápidamente a ellos, tomando al niño y estrechándolo en sus brazos, justo como la vez anterior. Los Uchiha se alejaron a una distancia prudente, sin quitarles la mirada de encima–. ¡Déjame! –se quejó, afectado por el abrazo.

–Tú quieres que yo muera –dijo Ryu–. Es la segunda vez que me haces lo mismo, ¿por qué no entiendes que es peligroso que te alejes Haru?

– ¡Encontré al señor Sake! –comentó.

–Eso no importa, ¡no te alejes de nuevo!

– ¡Ryu, Haru!

La piel se le erizó al escuchar el grito y pasos acercándose a ellos.

–Me va a matar –lloriqueó el joven separándose lentamente del niño, para darle paso al asustado padre.

– ¡Acaso estás loco! ¡¿Por qué hiciste eso Haru?! –Exclamó Naruto, dejando ver cuán agitado y asustado estaba–. ¿En qué estabas pensando? ¡Pudo pasarte algo! ¡no lo vuelvas a hacer!

El niño se sintió abrumado ante las expresiones en el rostro de su padre y tantos gritos dirigidos a él. Sus ojos se llenaron de lágrimas y el llanto no se hizo esperar.

–Eres un imbécil. Ahora, tranquilízalo –dijo Haku.

–Ya, ya, lo siento bebé –murmuró el rubio, acunándolo entre sus brazos, intentando calmarlo a él y a sí mismo–. Está bien, no llores por favor. Papá solo estaba asustado.

Naruto alejó al niño de su pecho y limpió todo rastro de lágrimas y mocos de su pequeño rostro, dejando a su paso, un enorme puchero.

– ¿Me dices por qué saliste corriendo?

–Papi molesto –murmuró el menor.

–No, no me voy a enojar, solo quiero saber –le aseguró, sonriéndole.

–Encontré al señor Sake –respondió el niño, señalando a un lado.

Naruto siguió con la mirada el lugar que indicaba, encontrándose con quien menos esperaba en ese momento. Sasuke estaba rojo, con el ceño fruncido y parecía a punto de explotar. Ah, justo lo que quería para rematar el momento.

–Jodida mierda –maldijo para sí mismo, sin embargo, no pudo evitar sonreír–. ¿De dónde conoces al señor Sake? –preguntó mientras se acercaba lentamente al grupo que su familia y los Uchiha habían formado.

– ¡Piscina de pelotas! –respondió más animado–. Con Ryu.

– ¿Algo qué decir? –Naruto miró directamente al chico que intentaba inútilmente ocultarse detrás de Gaara, mientras dejaba a Haru ir con sus primos.

–Bu, bueno –empezó a decir–, en mi defensa, ayer cuando estaba hablando contigo se escapó…

– ¡Ayer también!

– ¡Lo siento, solo me distraje unos segundos y él ya había desaparecido! –explicó–. Luego lo encontré con el señor Sake ¡y me regañó! ¡No cuidaré más a tu hijo, siempre me mete en problemas!

–Dejan el escándalo ya o nos marchamos enseguida –ordenó Haku, impidiendo que Naruto hablara–. Sin reclamos o arreglamos este asunto en casa, a mi manera –advirtió.

–Bien –resopló el rubio, disgustado y asustado ante esa posibilidad. No, no, él prefería a Haku de buenas; el hombre enojado era un demonio.

–Y cambia esa estúpida expresión o te la arreglo yo.

–No seas agresivo Haku, que estamos en público.

–Imbécil.

–No digas palabras feas tío –le amonestó el pequeño Haruka, logrando que su enojado rostro se deformara en una sonrisa.

–Lo siento cariño. 

–Guau, esto es mejor que una de esas novelas que ve mamá –escucharon decir a Sai, luego un quejido salió de sus labios al sentir un codazo de Gaara en su costado–. Ya, lo siento.

Naruto inspiró profundamente, sabiendo que la tormenta aun no terminaba.

–Qué tal Sai –saludó el rubio, extendiendo la mano para saludar a su cuñado.

–Hola Naruto –respondió el pelinegro, un tanto desconfiado–. Luces… bien.

Sai se quejó ante un nuevo golpe.

–Se pondrá mejor –le guiñó un ojo, dejándolo confundido y sin oportunidad de preguntar.

Se alejó de la pareja de su hermano, para acercarse a Sasuke; no obstante, ignoró al Uchiha, y se enfocó en los pequeños tras sus piernas. Rogó internamente, que Sasuke no le negara la oportunidad.

–Hola niños, ¿me recuerdan? –preguntó con cuidado, arrodillándose frente a ellos–. Soy Naruto.

Los hermanos se acercaron lentamente, mirándolo con curiosidad.

– ¿Nadu? –preguntó Yusuke solo para asegurarse. El rubio asintió y le sonrió–. ¡Nadu!

Lo pequeños bracitos del niño rodearon su cuello con toda la fuerza que le fue posible, mientras él se encargaba de acariciar cariñosamente su espalda. Mizuki también se le unió, sumiéndose así, los tres en un emotivo abrazo, que ni Sasuke se atrevió a interrumpir.

– ¡Mizu-chan, Yu-chan, que grandes están! Los extrañé tanto…

Podía estar furioso con Naruto, pero sabía cuán importante era el doctor para sus hijos, así que concederles ese gramo de felicidad, a costa de sus sentimientos, no tenía importancia.

–Sí te encontré aquí con los pececitos –dijo Yusuke, dejando ver cuán feliz estaba.

– ¡Papi ya encontramos a Nadu! –agregó Mizuki mirando a su padre, con una hermosa sonrisa en su rostro.

–Ya lo veo –asintió, forzando una mueca para no preocupar a los niños–. ¿Por qué no van con Gaara a ver los peces? Estaremos tras de ustedes.

– ¿Nadu no se irá? –preguntó con temor, aferrándose al rubio.

–No cariño, no me iré –le aseguró, palmeando su espalda–. Tengo que hablar con papá, ¿bien? Pueden ir con Haru, ya lo conocieron. Es mi bebé.

– ¿Es tu bebé? –preguntó Mizuki, ladeando su cabeza, confundida.

–Así es.

–Bueno –se encogió de hombros, caminando hasta donde se encontraba su tío Gaara con Haruka.

Yusuke frunció el ceño ante la respuesta y se cruzó de brazos. Naruto conocía bien esa expresión y le causaba ternura. El pequeño pelirrojo estaba celoso.

–No quiero.

–Oye, eso no está bien. Él es más pequeño que tú, tienes que cuidarlo –dijo, hablando cuidadosamente–. No te puedes enojar por eso… Tú también eres mi bebé, pero es un secreto –susurró, aunque estaba seguro que Sasuke los escuchaba atentamente–. ¿Lo llevas a ver los pececitos? Tú ya los conoces, pero él no.

– ¿Le puedo mostrar el pulpo grande?

–Y los caballitos de mar también –respondió.

Yusuke asintió efusivamente, alejándose de ellos. Naruto se mantuvo en su posición hasta que el niño llegó con los demás, y Gaara le dedicó una inquisitiva mirada, a la que él negó e indicó que emprendieran el recorrido. Una vez que los perdió de vista, el doctor se armó de valor y se puso lentamente de pie, enfrentando a Sasuke, quien lo recibió con un fuerte golpe en la mejilla. Se mordió el labio con fuerza para no gritar y llamar nuevamente la atención. Bien, se lo esperaba y lo tenía merecido, pero joder ¡cómo dolía!

Sobando su adolorida mejilla, Naruto volvió a enfrentarse a Sasuke, rogando porque eso fuera todo y pudieran hablar con más calma.

–Vete al infierno –fue lo primero que dijo Sasuke–. Dos años y apareces con un hijo. Eres despreciable.

–Déjame explicar.

–Ni te molestes, no tiene ciencia –replicó–. Te largaste, conociste a una mujer, tuvieron un hijo y ahora regresaron como una feliz familia. Jódete Naruto.

– ¿Leíste siquiera alguna de mis cartas?

Sí, tanto que se las sabía de memoria y por más que lo negara, Naruto no le creería.

–Bien, prometí que te diría todo de mí, solo que no esperaba lo de ayer y mucho menos encontrarnos en esta situación. Así que lo resumiré un poco.

–Quiero saberlo todo.

Ambos iniciaron una lenta marcha, recorriendo el lugar, manteniendo una distancia prudente que no les dificultara conversar. Sasuke estaba enojado, pero no era estúpido; le permitiría al rubio hablar y decir todo lo que quisiera, luego se marcharía.

–Supongo que te diste cuenta que Gaara es mi hermano –empezó con la parte más obvia–. Su madre biológica murió cuando nació y el padre los dejó después, así que fueron criados por mis padres… Hubo un tiempo en nuestra adolescencia, donde realmente nos enamoramos…

Sasuke se detuvo abruptamente.

– ¿Lo que decía la rubia era cierto?

–Ino tiende a exagerar un poco las cosas, pero sí –asintió–. Como decía, al principio fue difícil, sobre todo para nuestros padres, pero lo aceptaron. Luego, Karin se marchó, lo demás ya lo sabes –Naruto se detuvo frente a una de las exhibiciones, mirando a los peces nadar de un lado a otro. Sasuke lo contempló detenidamente, notando el agotamiento en su rostro, además, el doctor lucía más serio, no como recordaba. No era el Naruto que había conocido–. Yo fui la última persona con la que habló, antes de verla morir en la cama de ese hospital. El que me marchara solo fue su último deseo egoísta; al parecer siempre estuvo al tanto de toda la mierda que cargaba y quería que me deshiciera de ella. Quería que sanara.

–Claro, y eso incluyó que consiguieras a alguien y formaras una familia –murmuró sin poder evitar la rudeza en su voz.

Naruto sonrió melancólicamente.

–Regresé hace unos días y solo hasta ayer me presenté ante mi familia, pero no salió como esperaba. Esta mañana fuimos a casa, y tuve que explicarles porqué tenía un hijo, cuando supuestamente soy gay y no tengo pareja...

–De seguro fue una respuesta interesante.

– ¿Le preguntaste por sus padres? ¿Qué respondió?

Sasuke le miró confundido, pero Naruto seguía con la vista fija en la vitrina, hasta que reparó en la pregunta que le había hecho.

–Dijo que su madre estaba de viaje y su padre en una reunión con su tío. ¿Qué tiene que ver?

–Haruka tiene tres años, Sasuke –explicó lentamente–. Su madre es la hermana de Haku…

–Me ocultaste que tenías un hijo –espetó ante la nueva información–. Eres un bastardo.

– ¿Me estás escuchando? Yo no soy su padre biológico –Sasuke boqueó como los peces que tenía en frente, luego de escuchar la respuesta–. Ella era madre soltera pero no era lo que quería y lo abandonó; me enteré hace un año, desde entonces yo me he hecho cargo de él –declaró, su ceño se mantenía fruncido mientras hablaba–. No estaba en mis planes, Sasuke. En ese tiempo no tenía cabeza para nada. Con la muerte de Karin, mi partida y todo lo que dejaba, mi vida era un caos; pero cuando Haku me dijo lo que ella había hecho, no pensé en las consecuencias que podría traer y acepté hacer lo que pedía, así que lo adopté.

–Nunca piensas antes de actuar.

Naruto finalmente se giró, mirándolo. Una pequeña sonrisa apenas asomaba en su rostro al notar que Sasuke estaba más calmado.

–Tienes razón y no puedes juzgarme cuando hiciste lo mismo –le recordó–. De todas formas, Haruka siempre me ha visto como su padre, así que ese no era el problema. ¿Cómo le explico entonces, a un niño de dos años que su madre no va a regresar porque no lo quiere? Es insoportable verlo a los ojos y mentirle, diciéndole que está de viaje –Naruto suspiró–. En fin, no importa si me crees o no, solo quería que lo supieras…

Sasuke iba a hablar, decir lo que pensaba, pero Naruto se lo impidió.

–Nunca tuve la intención de dejarte así –retomó la palabra, ahondando en aquel tema que a ambos concernía–. Lo que escribí en esas cartas era verdad, Sasuke. Lo creía en ese entonces y lo hago ahora, la diferencia, es que en este momento solo quiero que me perdones por el daño que te pude causar, no solo a ti, sino también a tus hijos, lo demás no importa –el tono de su voz fue bajando hasta que finalmente dejó de escucharse, cuando pronunció las últimas palabras.

¿Cuál había sido su pensamiento antes de que Naruto empezara a darle explicaciones? Ah sí, que en cuanto lo escuchara, se marcharía. ¿Y qué iba a hacer? Todo lo contrario. 

Sasuke suspiró profundamente y sacudió su cabeza, sabiendo que lo que saldría de su boca, no era lo que había estado ensayando en el pasado para cuando llegara el momento de hablar con Naruto. Eso no indicaba que el enojo por todo lo que había ocasionado, se disipara, pero sus pensamientos ya estaban más claros y podía proceder con la seguridad de que no se arrepentiría después de lo que dijera en ese momento.

Nunca entendería cuanto dolor había estado sintiendo Naruto desde joven, pero tenía una vaga idea y eso era suficiente para que diera una justificación a sus actos y aceptara a regañadientes todo lo que le había dicho, incluyendo la sorpresa del pequeño que ahora era su hijo. Aunque le molestó descubrirlo, conocer la verdadera historia le había abierto los ojos, obligándolo a tragarse de nuevo la retahíla de insultos y todo lo que le se hubiera ocurrido en ese instante contra el rubio, por haberlo abandonado y engañado.

–Espera un momento –interrumpió sus propios pensamientos, atrayendo también la atención de Naruto–. Me dejaste hace dos años, me enviaste cartas donde te negabas a abandonarme a pesar de la distancia, incluso me diste un regalo con un cursi y profundo mensaje en latín, y ahora que regresas, me dices que solo quieres que te perdone y ya, ¿solo eso? –cuestionó. Naruto sintió que había algo de indignación en la voz del pelinegro–. Me mantuviste a la expectativa, con la jodida esperanza de que regresaras y te hiciera sufrir para que te ganaras mi perdón y luego estar juntos de nuevo, pero ahora dices que ya no importa. ¿A qué juegas?

Naruto se mostró evidentemente confundido y sorprendido por sus palabras.

–Yo creí que… –empezó tentativamente, sin saber exactamente qué decir–... En realidad, pensé que lo habías superado y estabas con alguien.

–O sea que, ¿asumiste que yo debía estar con alguien? –Naruto se encogió de hombros–. Eres un imbécil.

–Oye, yo no te estoy insultando –se quejó, frunciendo el ceño–. Te dije que me rehusaba a olvidarte, pero no podía ser egoísta contigo y obligarte a que esperaras sin saber cuánto tiempo tardaría. Nunca supe realmente si me querías lo suficiente o sólo era algo pasajero ¿Qué podía suponer? –dijo, recordando aquel tiempo–. Entonces, tenía este dilema en mi cabeza; sobre mí, regresando con la esperanza, pero también la sensación de inseguridad porque temía a lo que me pudiera enfrentar. ¿Qué si Sasuke no me esperó, conoció a alguien mejor, adecuado para ser su pareja, o peor, una madre para sus hijos? ¿Qué debía hacer? Te entregué mi corazón Sasuke, y me hice fuerte por temor a lo que pudiera encontrar a mi regreso...

–Si tan solo me lo hubieras dicho –le reprochó.

–Estabamos hasta la mierda de mentiras, Sasuke. Ocultar un poco más no iba a hacer diferencia –murmuró–. En todo caso, no parecía ser lo suficientemente interesante para ti. ¿Habría importado que te lo dijera?

–No puedes saberlo –negó lentamente–. Lo estabas asumiendo en ese entonces y lo haces ahora.

– ¡Era lo que me demostrabas! –exclamó–. A pesar de querer decírtelo, contarte todo de mí, mis miedos, lo que ocultaba, ¡tu me lo impedías! En ocasiones eras tan difícil que prefería seguir actuando como siempre...

–Yo no era alguien con quien pasar el rato.

– ¡Por supuesto que no! –revolvió su cabello desesperado y frustrado–. Joder Sasuke, ¡te amaba! ¿de acuerdo? –reveló, asombrando al menor–. Pero no podía hacer más de lo que hacía cuando tu no sentías lo mismo, ¡ni siquiera conocíamos a nuestras familias! –Naruto suspiró, tallando sus ojos con las posibles lágrimas acumuladas en ellos–. Simplemente... yo solo quería un poco más de ti.

Él era... ah, ahora que lo veía, Naruto realmente era un despistado y torpe hombre que no se daba cuenta de las cosas; y él era, el ser más imbécil del mundo, ¿tan mal se proyectaba ante las personas? Pero qué insensible había sido con el rubio cuando solo exigía silenciosamente lo mismo que él estaba recibiendo. El cariño de alguien que te quería realmente y lo aceptaba todo de ti. Las personas tenían razón cuando lo llamaban ogro. Ay, que desagradable era admitirlo.

–Ambos nos equivocamos –expuso finalmente–. Desde el principio cometimos errores –Sasuke percibió el desánimo en Naruto, así que se apresuró a continuar–. A pesar de todo lo que sucedió, de las mentiras y lo que ocultamos, yo también te quería. Dios, Naruto incluso te permitía compartir tiempo con mis hijos, cuando nadie más que mi familia tenía ese privilegio. Te acepté silenciosamente en mi vida ¡y te iba a presentar con mi familia, pero desapareciste! Yo iba realmente en serio contigo.

– ¿De verdad?

Sasuke lo ignoró.

–Entonces, ¿lo lograste? –indagó, cambiando el tema, acercándose peligrosamente a él.

– ¿Qué cosa? –inquirió nuevamente confundido.

–Sanar –murmuró cabizbajo–. ¿Lo lograste?

Naruto desvió la mirada a la vitrina, una pequeña sonrisa formándose en su rostro. Sasuke podía tener dificultades para expresar sus emociones y pensamientos respecto al tema, pero el tonto lo hacía todo tan simple cuando podía, incluso cambiar la conversación y seguir preocupándose, a pesar de estar molesto... Bueno, al menos ahora tenía la certeza de que le había dicho la verdad cuando le aseguró que lo quería.

–Estoy de vuelta, ¿no? –respondió, sus manos subieron nuevamente a su rostro, cubriendo sus ojos, o limpiando las furtivas lágrimas que resbalan por sus mejillas.

– ¿Para siempre? –se aseguró el pelinegro, alejando las manos del mayor, reemplazandolas por las suyas.

–Para siempre –afirmó Naruto, asintiendo con su cabeza–. ¿Me aceptarás de nuevo, incluso con una pequeña y bonita carga?

Finalmente acarició con olvidada ternura, las sonrojadas mejillas de Naruto.

–Estoy dispuesto a considerarlo –asintió pensativamente, luego, lo miró fijamente–. Te extrañé Naruto.

Coomo si hubiera abierto una llave, los ojos de Naruto se cristalizaron nuevamente, dejando escapar las lágrimas que no podía seguir reteniendo. Y Sasuke pacientemente limpió los pequeños ríos salinos en sus mejillas, acortando lentamente la distancia a su paso, hasta que los centímetros fueron escasos; sin embargo, Naruto desvío su rostro.

–No puedo hacerlo –le dijo, notando la confusión y desconcierto en su rostro–. Es que... cubrí mi cuota de beso por despedida y reconciliación.

–No entiendo –murmuró con la sensación de que no le gustaría lo que le iba a decir.

–Bueno, es que... tuve una larga y emotiva charla con Gaara ante de venir a aquí.

Sasuke se separó en cuanto la verdad golpeó su cerebro, pero Naruto no lo dejó ir muy lejos; sus manos lo sujetaban firmemente de la camisa.

– ¿Me estás diciendo que tú y Gaara...?

A pesar de dejar la pregunta incompleta, Naruto entendió y asintió.

–Fue un beso de despedida –respondió con sinceridad, sin darle mayor importancia–, uno que cerraba un ciclo que no debía seguir abierto.

Esta vez fue él, quien acortó la distancia, acarició las mejillas de Sasuke y le obligó a cerrar los ojos.

–Lo besaste –susurró.

–Lo hice –aceptó. Sus dedos rozaron con delicadeza los labios del pelinegro–. Porque el primer amor debía terminar para dar paso al verdadero –agregó.

Sus labios finalmente besaron la pálida y relajada frente del pelinegro, poco antes de que Sasuke abriera los ojos y le mirara fijamente, con un nuevo brillo en sus negras orbes.

Naruto sonrió.

–Se mi verdadero amor –susurraron el uno al otro. 

Notas finales:

Si han llegado hasta el final muchísimas gracias por leer, en serio, pese a las actualizaciones esporádicas, siempre están aquí, lo valoro mucho. :')

Yo les dije en la página de facebook que habría escena de beso! Solo que no especifiqué entre quienes... No contaban con mi asctucia 'u'
Espero hayan entendido lo que ese beso significaba.
Para los que apostaban por Sasuke golpeando a Naruto, pues sí, tenían razón. Qué creían.

Escribir la parte GaaNaru fue taaan difícil y emocionante, es de mis favoritas, y el final SasuNaru asjdbñjnhajc my feels a flor de piel. *-*

¡MIL GRACIAS! :D 

xoxo Al~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).