Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reasons to love por ViBanaII

[Reviews - 215]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

22 de octubre de 2017

 

Regresando nuevamente desde el más allá... HOLA!!!!! 

 

Los extrañe muchisimo! No tienen idea de lo preocupada y triste que a veces me sentía por todo el tiempo que estaba requiriendo hacer y publicar este capítulo, pero ya estoy nuevamente aquí y espero no tardar la próxima vez xc 

 

Un enorme abrazo a todos los que leen y dejan sus comentarios, a quellos que disfrutan en el anonimato y en general a todo el mundo que ha dado un vistazo a esta historia. Ustedes son los que me motivan a continuar. 

 

En capítulo anterior tuvimos reencuentros y revelaciones, golpes y más dudas que espero puedan resolver a continuación...

XIX

 

 

     La vieja casa se encontraba tal cual recordaba, las paredes sin pintar y las ventanas y puertas seguían con su rechinar cada vez que eran abiertas, solo el jardín mantenía su belleza con el césped cortado a ras y las pocas flores bien cuidadas. Bueno, Sasaki aún se desvivía por su jardín. Sus nudillos tocaron la puerta principal un par de veces, antes de que la mujer la abriera y se fijara en su visitante.

–Te tomó un buen tiempo –fueron sus palabras iniciales, antes de permitirle el paso a su casa y llevarlo hasta la salita de estar donde ambos tomaron asiento–. Evidentemente, ella no mentía cuando dijo que vendrías a visitarme. ¿Hace cuánto que lo sabes?

–Un mes –murmuró cabizbajo, sin poder evitar que el dolor se filtrara en su voz–. Su hermano me lo dijo y me acusó de su muerte... Yo creí que ella me había hecho caso y había regresado con su familia, ¿por qué no lo hizo, Sasaki? Seguiría viva.

La mujer tomó una profunda respiración y miró con pesar, la triste figura frente a ella.

–Porque, a pesar de que aseguraba no amarte, ella seguía esperando por ti, Karui.

–Ella me odiaba –refutó.

–Odiaba más el hecho de que la abandonaras cuando faltaban solo dos meses para que diera a luz. Odiaba el hecho de estar enferma y saber que no podía ser la madre que quiso para sus hijos, y detestó haberlos dejado con un extraño.

– ¡Solo tenía que regresar con su familia, así seguiría viva! –exclamó, sintiéndose abrumado por todas las sensaciones que lo embargaban–. Estaría viva...

– ¿Siquiera pensaste que ella solo trataba de hacer lo mejor para todos? A pesar de que ellos la descubrieron y amenazaron con matarla y quitarle a los niños, no quiso que su familia se viera inmiscuida en tus problemas...

–Ellos prometieron que no los lastimarían.

– ¿Y les creíste? –Sasaki bufó al obtener su silencio como respuesta–. Fuiste ingenuo. Ellos fueron a buscarte y la encontraron a ella, destrozaron su casa y la amenazaron.

Karui se talló los ojos y revolvió su cabello, sintiendo su interior destrozarse lentamente.

– ¿Le hicieron daño?

– ¿Más del que tú le habías hecho? Por supuesto que no –contradijo con dureza.

–Yo solo quería que ella estuviera bien, por eso me fui. Nunca quise que las cosas salieran de esa manera.

Sasaki suspiró; lentamente se acercó a Karui y palmeó su hombro, confortándolo.

–Karin solo era una víctima de los errores que, tanto tú como ella cometieron, y no quería que nadie más saliera herido. Por eso, luego de que diera prematuramente a luz, dejó a sus hijos con un extraño. Ni siquiera su familia lo sabe.

– ¿Por qué lo hizo? –cuestionó con voz ahogada.

–Realmente no lo sé –respondió con sinceridad–. Pero quizá, obtengas la respuesta dentro de poco… –Yoshi se alejó, acercándose a uno de los antiguos muebles que decoraban la sala y rebuscó en uno de sus cajones hasta que extrajo un sobre de él. Regresando sus pasos, se situó frente a Karui y le entregó el sobre–. Antes de marcharse, me pidió un favor. Ese te corresponde a ti, léelo cuando estés en tu casa, solo.

– ¿Ella le pidió que me lo entregara?

–Al parecer te conocía lo suficiente como para saber que vendrías en algún momento –sonrió al recordar el instante en que Karin le entregó aquella carta con sus peticiones–. Lo tenía todo fríamente calculado.

Karui asintió lentamente y se puso de pie.

–Gracias Sasaki, por todo lo que hiciste por ella. Si necesitas algo, si pudiera hacer cualquier cosa por ti...

–Sí –le interrumpió–. Quiero la dirección de residencia de la familia Namikaze.

– ¿Por qué? –inquirió con extrañeza.

–No tienes porqué saberlo –murmuró mientras miraba detenidamente la dirección que el hombre le había dado. Luego, lo acompañó de vuelta a la salida de su casa–. Adiós Karui, ten una buena vida.

 

 

 

     Sasuke se recargó en la silla, mirando con desagrado el paquete que su secretaria le había entregado pocos minutos atrás. Habían pasado casi tres meses desde su reencuentro con Naruto en el acuario, habían hablado y se habían dicho todo lo que tenían que decir en ese instante, finalizando con la frase más cursi que él hubiera podido expresar en algún momento.

Las cosas que decía y aguantaba por amor… De solo recordarlo le daba repelús.

Como ese nuevo intento de Naruto por obtener su perdón y una oportunidad para comenzar una relación, pero esta vez, con la certeza de que harían bien las cosas. Solo que no le estaba resultando nada fácil.

Inhalando aire profundamente, Sasuke se dispuso a abrir la caja para ver lo que contenía esta vez. Desde aquella larga conversación en el acuario, se habían reunido en otra ocasión, solo para escuchar las peticiones de Naruto y las condiciones de Sasuke, pero como se trataba del rubio, había hecho caso omiso a la mayoría de ellas y ahora le enviaba obsequios con estúpidos mensajes o pequeñas piezas de su historia. Justo en ese momento, estaba leyendo una de esas.

–...Y Gaara tuvo que usar un vestido blanco.

Sasuke no pudo evitar echarse a reír ante lo que leía e imaginaba. Su carcajada se hizo más fuerte al ver al protagonista entrar a su oficina. Entre ellos también hubo un pequeño enfrentamiento el mismo día que habló con Naruto, ese beso les había salido caro y doloroso a ambos. Sasuke no se había resistido y le había propinado un fuerte golpe al pelirrojo por dos sencillas razones: haber besado a Naruto y engañado a Sai. En ese instante, su hermano se enteró de aquel acontecimiento y, aunque no procedió como él, sí se enojó lo suficiente con ellos; luego se enteró que él y Gaara se habían separado un tiempo, cancelando todos los planes y cortando toda comunicación que tuvieran. Hasta hace poco, porque Gaara ya no soportaba estar sin Sai y prácticamente había rogado porque regresaran… Bueno, no exactamente así, pero eso era lo que había dicho Itachi.

–Veo que estás de buen humor –comentó el pelirrojo tomando asiento frente a él. Sasuke aún se sentía un incómodo con su presencia, pero Gaara era su cuñado y trabajaban juntos, ignorarlo no era una opción–. ¿Qué es esta vez?

Gaara se adelantó antes de que pudiera evitarlo y leyó la hoja, que minutos antes sostenía en su mano.

La risa fue cesando lentamente, mientras observaba a Gaara. Había ligeros cambios en él desde la llegada de Naruto; se notaba más relajado, a veces bromeaba y sonreía más que antes, incluso había algo diferente en la relación con su hermano, porque Sai, desde que regresaron, se la había pasado todo el tiempo hablando de ellos y como su "querido Gaa-chan" le demostraba su amor, a pesar del evidente distanciamiento que había tenido. Le envidiaba hasta cierto punto.

–Ese estúpido zorro. Ya verá, a ver si le quedan ganas de seguir... –bufó el pelirrojo, pero no le dio tanta importancia como esperaba–. Mira, también hay chocolates, muy de su estilo...

– ¿Querías decirme algo?

– ¿Mmm? Ah sí, habrá una cena familiar el sábado en casa de mis abuelos. Sai se encargará de decirle a tus padres, ya Itachi sabe.

– ¿Celebraremos algo?

–Sí, que me voy a casar con Sai.

– ¿Qué? Pero...

–Hemos decidido retomar los planes de matrimonio –comentó, tomando otro chocolate, llevándoselo a la boca.

Sasuke se sentía contrariado, mirando lo relajado que Gaara parecía estar.

–...Tú no querías casarte.

Gaara lo miró detenidamente por unos minutos y luego respondió:

–Realmente no sé qué es lo que tú y tu familia piensan de mí y la importancia que le doy a mi relación con tu hermano, y no sé si sea suficiente lo que diga y las mil veces que lo asegure pero, si no amara a Sai, no lo habría aguantado por más de siete años, no hubiera aceptado toda su estúpida forma de ser y amarme, y mucho menos le habría rogado a Naruto que lo aceptara en mi familia, a pesar de que sabía que no era necesario. Hay mucho que desconoces de nosotros, Sasuke, quizá cometemos muchos errores, pero te puedo asegurar, que ninguno juega a ser el más bastardo con su pareja.

Sasuke lo miró en silencio, procesando sus palabras. Vale, en algún momento llegó a juzgar mal a Gaara, pero no entendía la colación de Naruto en su relato.

– ¿Qué tiene que ver Naruto aquí?

–Estoy seguro de que lo sabes –dijo–, pero si no es así, lamento decirte que no seré yo quien te hable de eso.

–No entiendo.

–Entonces deberías hablar con él –sugirió–. Realmente no entiendo por qué le estás dando tantas vueltas a este asunto –señaló el desorden en su escritorio–, cuando hace mucho sabes la respuesta y lo que tienes que hacer.

Buen punto. Sasuke lo sabía.

–Entonces… ¿cena familiar?

También prefería no ahondar en ese tema más de lo necesario. Gaara sonrió entendiendo al instante.

–Algo así –afirmó dubitativo–, quizá algunos amigos cercanos.

–Bien –asintió sin darle importancia a ese detalle–. Estaremos allí.

– ¿Estaremos?

–Mis hijos y yo, por supuesto.

–Claro. Mi familia se alegrará de verlos –dijo el pelirrojo levantándose de la silla–. Hasta entonces.

–Sí, adiós.

 

 

     Sasuke sabía que pasaría un momento incómodo en cuanto llegara a la casa de la familia de Gaara y se encontrara nuevamente con Naruto. Y solo para aclarar, estaba nervioso. Lo que nunca esperó, fue encontrarse con un montón de personas (muchos de ellos desconocidos) rodeando a un animado doctor, que no paraba de charlar y reír en compañía de ellos; tanto así que ni siquiera había notado su presencia ni la de sus hijos.

– ¿Qué entiendes exactamente por cena familiar? –preguntó Sasuke a Gaara mientras ingresaban al salón donde estaban todos reunidos.

–Se suponía que era una cena familiar –resopló el pelirrojo–, pero el idiota de allá al parecer no lo tuvo claro –señaló a Naruto–. ¿Quieres dejar a los niños con mis sobrinos o te quedarás con ellos?

–Primero iremos a saludar –respondió.

Gaara asintió y esperó a que el menor saludara rápidamente a sus padres y hermanos, y después lo llevó con su familia, siendo acompañados también por Sai.

–Buenas noches –dijo Sasuke saludando al padre y abuelos de su cuñado–. Minato-san, Tsunade-sama, Jiraiya-sama, es un gusto verlos.

–Oh muchacho, deja las formalidades –dijo Jiraiya mientras estrechaba su mano–. Nos alegra que vinieras.

–Bueno, no podía faltar.

–Nada como tener a la familia reunida para festejar algo tan maravilloso –agregó Tsunade, mirando a su nieto junto a su prometido.

– ¡Nadu arriba! –exclamó de repente Mizuki, estirando sus bracitos a Minato.

El rubio se echó a reír ante la equivocación de la pequeña, pero no se negó y la cargó. Iniciando una conversación con ella mientras los demás seguían hablando.

– ¿Cómo estás Mizuki?

–Bien –respondió la niña–. ¿Nadu?

–Bueno, ¿qué te parece si le preguntas?

– ¿Qué?

–Yo me llamo Minato, soy el papá de Naruto –dijo lentamente–. Naruto está por allá ¿quieres ir con él?

Mizuki alternó su confundida mirada entre un rubio y otro.

– ¿Minato? –señaló a quien la cargaba.

–Así es –asintió sonriendo.

– ¿Y Nadu? Quiero a Nadu.

Minato la dejó en el piso y señaló nuevamente el lugar donde se encontraba su hijo charlando en compañía de sus amigos; le dio sencillas indicaciones a la niña y después la vio correr en su dirección, gritando alegremente, llamando a Naruto. Luego notó que el pequeño Yusuke se soltaba de la mano de Gaara y seguía la dirección de su hermana.

–Creo que les importa más Naruto que ir a jugar con los otros niños –escucharon decir a Tsunade.

–Iré a buscarlos.

–Déjalos Sasuke –intervino Gaara–. ¿Por qué mejor no te preparas?

Sasuke frunció el ceño ante la enigmática sonrisa del pelirrojo.

– ¿Para qué?

–Él.

Sasuke siguió el camino que Gaara señalaba, notando como un pequeño corría a toda velocidad en su dirección.

– ¡Señor Sake! ¡Señor Sake! –chilló Haruka hasta llegar y abrazarse a sus piernas–. ¡Hola señor Sake!

–Qué tal Haruka –saludó Sasuke levantando al niño en sus brazos.

– ¡Bien, bien, bien! –respondió animado, rebotando en los brazos del mayor–. Vamos con papi –pidió señalando al rubio.

–Pero...

Sasuke se giró para mirar a las personas que lo acompañaban en ese momento.

–No te preocupes, ya tendremos tiempo para hablar, ve con ellos –asintió Jiraiya, siendo comprensivo.

–Sí, Sasuke, ve a buscar a Naruto –agregó Gaara con un sugerente tono de voz y una extraña expresión en su rostro.

–Con permiso.

El Uchiha se alejó, escuchando a sus espaldas las carcajadas de su hermano y Gaara. No quería ni imaginar cuál era el chiste, porque era obvio que estaba relacionado con él.

–Señor Sake –lo llamó Haruka, tirando de la manga de su chaqueta.

– ¿Qué sucede? –fijó su atención en él mientras se dirigía en busca de sus hijos.

– ¿Jugamos con Zuki y Yu?

–Tú puedes jugar con ellos.

– ¡Sí! –exclamó alegremente–. Papi también.

– ¿Yo qué? 

– ¡Papi! –gritaron los tres niños al ver a sus respectivos padres.

–Hola Sasuke –dijo el rubio.

– ¿Qué tal dobe? –respondió el menor, sintiendo satisfacción al ver la ligera mueca que hizo Naruto ante su apodo.

–Me alegra verte...

– ¡Mío, mío, mío!

Yusuke se removió en los brazos de Naruto hasta que el rubio lo dejó sobre sus pies, igual que a su hermana; al verse libres se acercaron a su padre, exigiéndole su atención.

–Mi papi –sentenció el pequeño pelirrojo, mirando con su ceño fruncido a Haruka, que lucía confundido.

Sasuke suspiró y Naruto sonrió.

–Están celosos –dijo el rubio, estirando sus brazos para tomar a Haruka–. Mi precioso bebé, todavía tienes babas en tu mejilla –comentó mientras limpiaba su rostro bajo la atenta mirada de los hermanos Uchiha–. ¿Por qué no me buscaste cuando despertaste? ¿qué hacías con Sasuke?

Haruka hizo un puchero, pero no respondió.

– ¿Él es tu hijo? Creí que era el pelirrojo, se parece más a ti...

La voz de una de las personas con las que estaba hablando se escuchó a sus espaldas, recordándole que estaba con ellos antes de que se viera interrumpido por los hijos de Sasuke. Haruka se removió en sus brazos para fijarse en el hombre que hablaba, mirándole con curiosidad.

–Tú no dijiste eso –murmuró Naruto con la mandíbula tensa–. Haruka es mi pequeño bebé.

Todos los invitados que estaban prestándoles atención, se tensaron, manteniéndose en silencio y a la espera.

–Oye Naruto, cálmate –dijo el hombre evidentemente nervioso–. Lo siento amigo, cometí un error...

–Ya lo creo –espetó–. Espero que ahora lo tengas claro.

–Sí, sí, tranquilo hombre –murmuró–. Mejor preséntame a tú hijo, ¿quieres?

Entonces Naruto sonrió mientras asentía, sacándole un suspiro de alivio a su amigo. Los demás solo negaron o sonrieron, porque el rubio seguía siendo el mismo tipo impredecible que habían conocido desde jóvenes.

–Haru hijo, saluda a Kiba, es un amigo.

– ¿Cómo estás pequeño?

Haruka seguía mirándolos con curiosidad, hasta que habló:

–Hola, soy Haduka –se presentó sin darle tanta relevancia y luego miró a su padre, ignorando a Kiba por completo–. Papi, vamos con el señor Sake.

– ¿Señor Sake? –inquirió Kiba confundido.

 

Sasuke rodó los ojos al escucharlo, allí iba de nuevo.

–Ah sí –se apresuró a decir Naruto–. Él es Sasuke Uchiha, hermano menor de Sai.

–Otro Uchiha... sí, un gusto, Kiba Inuzuka.

Sasuke frunció el ceño ante el gesto y tono que empleó aquel desconocido. Sin embargo, aceptó su saludo.

–Cambia esa estúpida cara, imbécil, que te conozco.

El Uchiha estuvo a punto de protestar ante lo dicho por Naruto, cuando se percató de que se estaba dirigiendo a Kiba. Sasuke deseó saber a qué se refería el rubio.

–Papi, palabra fea –dijo Haruka.

–Lo siento bebé, fue culpa de Kiba.

Haruka entonces lo miró, dedicándole una molesta expresión. Kiba se carcajeó ante la reacción.

–Sin duda tienes genio –agregó, logrando que el pequeño le sacara la lengua. Kiba se rió nuevamente–. Le darás muchos dolores de cabeza a tu papá.

– ¿Por qué se fueron chicos? –una masculina voz se hizo presente, trayendo consigo nuevas caras que Sasuke no estaba seguro de reconocer–. ¿Querían estar solos?

– ¿Iban a hacer cochinadas antes de la cena? –agregó otro de los desconocidos.

– ¿Qué? –murmuró Sasuke con incredulidad, alternando su mirada entre Naruto y Kiba.

Ah, eso tenía que ser una broma, ¿qué clase de personas extrañas lo rodeaban? Sin duda, gente con la que el idiota de Naruto haría buenas migas, totalmente contrario a él y su repelente personalidad.

–Tienes suerte de que los niños no entiendan lo que estás diciendo, porque de lo contrario, te partiría la cara –dijo Naruto atrayendo nuevamente su atención–. Lo siento Sasuke. Mira, ya conoces a mi primo Sasori, cierto. Ellos son Lee Rock, Shino Aburame, Chouji Akimichi, Hinata Hyuga, su insípido primo Neji, a él ya lo conocías ¿no? Fue doctor de tus hijos. Y TenTen es su esposa.

–Sasuke Uchiha –se limitó a decir–. Si me disculpan...

–Qué, pero Sasuke ¿a dónde vas?

–Ya lo espantaron –murmuró Shino.

–Oye Uchiha –llamó Sasori con voz demasiado alta, atrayendo instantáneamente la atención de otros invitados. Sasuke supo que algo no andaba bien, cuando lo vio sonreír y a Naruto negar y maldecir en voz baja–. Kiba está casado con Hinata, así que no hará nada con Naruto, no tienes que preocuparte.

– ¡Sasori! –exclamó Naruto avergonzado. Su primo no podía estar jodiéndole de esa forma ¿acaso quería morirse? –. ¿Qué diablos haces?

– ¡Papi, palabra fea! –le amonestó Haruka.

–Lo siento cariño –murmuró el rubio, dejándolo en el piso–. Ve a jugar con tus primos. Papá irá en un rato, ¿de acuerdo?

– ¿Y el señor Sake?

–Él también irá.

Haruka asintió y se marchó, con una brillante sonrisa iluminando su rostro.

De vuelta en la conversación, Naruto pudo notar que sus viejos amigos le miraban sospechosamente, con sonrisas que ocultaban posibles comentarios incómodos por los que no quería pasar y menos, si el otro implicado se encontraba con ellos.

– ¿Mantienes una relación con este hombre? –preguntó TenTen, con inocente curiosidad.

– ¡Claro que no! –respondió, quizá muy rápido para su gusto.

–Por supuesto que sí –contradijo Sasori con seguridad.

Sasuke se giró rápidamente con la intención de marcharse para evitar seguir escuchando, pero se topó con un sonriente Gaara. Maldijo en su mente.

– ¿Por qué te vas? –cuestionó el pelirrojo–. ¿Ya conociste a mis amigos?

–Iré con mi familia –se limitó a decir mientras dejaba a los niños sobre sus pies y los tomaba de las manos.

–Oh, ellos están hablando con mi padre y mis abuelos –comentó–. Deja que los niños vayan a jugar con mis sobrinos y socializa un poco...

–No, gracias.

– ¿Quieres apostar?

–Simplemente no estoy de humor –dijo, mirándolo sospechosamente.

–Tú nunca estás de humor.

– ¿Qué tramas Gaara?

–Nada –respondió sin mirarlo directamente–. Niños vayan a jugar con los demás –dijo, logrando que los pequeños se soltaran del agarre de su padre y fueran con los otros niños. Gaara entonces regresó su mirada a Sasuke–. Vamos Sasuke, no es tan malo...

Gaara se detuvo cuando la voz de Lee volvió a escucharse.

– ¿Entonces tenían una relación y terminaron?

El pelirrojo miró a su cuñado y la expresión en su rostro bordeaba entre la molestia e incomodidad mientras escuchaba la conversación que mantenían los otros a poca distancia de ellos.

– ¡Claro que no! ¿De dónde sacas eso?

Y ese era Naruto tratando inútilmente de evitar el interesante tema del que no quería hablar pero que ya algunos conocían porque el chisme se había esparcido gracias a la enorme boca de Sasori y a un simple comentario que se le escapó a Gaara cuando le cuestionaron sobre su hermano y el de su prometido. Qué se podía hacer...

– ¿Recuerdas esa vez en el bar cuándo yo estaba hablando con los Uchiha y llegaste hasta su mesa para darme un golpe...?

Sasuke lo miró sorprendido ante el recuerdo, pero se mantuvo en silencio. Claro, Sasori era el tipo de esa vez, Sai lo había presentado como primo de Gaara, ¿quién iba a imaginar en ese entonces que también lo era de Naruto?

–Ay Dios, cállate –dijo el rubio sonrojándose y molestándose–. Eso fue hace más de dos años... No sigas.

– ¡Ajá! No lo estás negando –dijo el pelirrojo con diversión.

– ¿Qué sucedió esa noche? –preguntó Lee más curioso y divertido que antes.

– ¡Nada! –exclamó el rubio, interrumpiéndolo–. Sasori, te lo advierto.

–Ah, ustedes son una molestia –escucharon la voz de Shikamaru–. Dejen al tonto en paz, le dará un ataque.

–Pues tenemos a Lee para que lo atienda –respondió Chouji–. Yo sé que tú también quieres saber, Shikamaru...

Shikamaru chasqueó la lengua, pero sonrió con malicia, a Sasuke le sorprendió que su amigo lo fuera también de ellos, qué pequeño era el mundo... o él era muy ciego para no haberse dado cuenta de muchas cosas que ahora resultaban ser muy obvias.

–No le hagas caso –intervino Kiba–. Esto es interesante. Nunca había visto a Naruto así desde que lo molestábamos con Gaara, pero ahora es mejor... –murmuró–. No sé, hay algo aquí que es diferente.

–Entonces, estaban en el bar y... –continuó Chouji.

–Y nada, joder –espetó el rubio nuevamente, mirando a su primo–. No te atrevas.

No obstante, Sasori lo ignoró sin importarle las consecuencias y agregó:

–Pues eso no pareció cuando los vi salir del baño...

–Estás muerto –sentenció Naruto abalanzándose contra su primo.

–Bien, es momento de interferir –dijo Gaara acercándose rápidamente al par, tratando de separarlos–. Sasuke, llévate a Naruto y haz que se tranquilice.

En otras circunstancias, Sasuke habría ignorado esa orden y dejado que el rubio se desquitara, pero teniendo en cuenta de que se encontraban en una reunión familiar, y que estaban hablando de ellos, no podía simplemente hacerse el de la vista gorda.

–Tienen suerte de que Sasuke no hiciera lo mismo con ustedes –dijo Gaara y Sasuke estuvo de acuerdo mientras se alejaba con Naruto–. Será mejor que dejen las bromas... por ahora –agregó al final, echándose a reír. Imbécil, era igual que ellos.

–Ya suéltame, puedo seguir por mi cuenta –escuchó que Naruto le decía, siendo cortante, sin embargo, solo aflojó su agarre y dejó que su mano se deslizara hasta rozar con la del rubio, quien aprovechó y la tomó entre la suya mientras lo guiaba a un lugar más apartado. Sasuke se dejó llevar hasta que terminaron en lo que parecía una habitación de huéspedes en el primer piso–. Lamento eso –dijo Naruto tras cerrar la puerta–. Hace mucho no los veía y a mi primo se le ha ido la lengua, Gaara también fue de bocón.

– ¿Gaara lo sabe? –la sorpresa fue evidente en su voz mientras hablaba–. Se lo dijiste –asumió rápidamente.

Naruto se encogió de hombros.

–Sí, lo sospechó en su momento y posteriormente hablamos de eso. No tengo secretos con él.

–Pero sí con los demás –resopló, siendo evidente su disgusto al saberlo.

–Contigo tampoco –confesó el rubio sonriendo–. Te estoy diciendo todo de mí, sólo que es un proceso largo; en cambio, con Gaara todo es más sencillo, crecimos juntos y nos conocemos muy bien.

–Ya lo creo –respondió en el mismo tono, una mezcla entre celos y enfado que fueron evidentes para ambos.

Naruto se echó a reír mientras se acercaba a Sasuke, deshaciendo sus brazos cruzados e instaurándose entre ellos bajo su atenta mirada.

–No estés celoso cariño –murmuró acariciando su pecho–. Solo te estoy diciendo la verdad...

Sasuke frunció el ceño ante la animosidad del rubio.

– ¿Cuánto has bebido? –preguntó.

–No lo suficiente –bufó indignado–. Solo unas cuantas copas de vino, Sasuke; no puedo emborracharme porque es una reunión familiar y Haruka está conmigo. Si lo dices por lo que acabo de hacer, entonces lo siento, fui imprudente...

Naruto ya estaba alejándose cuando los fuertes brazos de Sasuke, apresaron su cintura impidiéndolo.

– ¿Así que no somos nada? –inquirió acercándose peligrosamente al sorprendido rostro del rubio–. No me gusta –murmuró.

–A mí tampoco –asintió en un susurro, cerrando los ojos cuándo sintió la cálida respiración de Sasuke en su cuello–. Pero no es mi decisión... Sigo esperando por ti, idiota.

Sasuke sonrió al escucharlo.

– ¿Y me extrañas?

–Todo el tiempo –reconoció, aunque le avergonzara–. Me estás torturando mucho teme –murmuró quejumbroso–. ¿Me vas a perdonar para que pueda besarte sin problema?

Una seductora sonrisa se dibujó en sus labios mientras una tentadora idea pululaba en su mente. Pese a los errores que el rubio había cometido en el pasado, en esos tres meses había estado demostrando que todo lo que le había prometido era cierto y lo cumpliría hasta que estuviera completamente seguro de que no guardaba ningún secreto, de que estaba dispuesto a ir contra todo, para que le diera la oportunidad que tanto deseaba. Una oportunidad que él ya había ofrecido en bandeja de plata y que su escandaloso y despistado rubio no había notado aún...

– ¿Y si nos saltamos esa parte?

– ¿Qué?

Ah, como le encantaban aquellas expresiones de Naruto en las que lucía confundido.

Sasuke rozó sus labios en el cuello del rubio, repartiendo cortos besos que erizaron la piel de mayor, provocándole un involuntario jadeo como respuesta. Más animado, Sasuke subió entonces a sus labios para dar inicio al beso que tanto anhelaban desde su reencuentro; no obstante, se vieron interrumpidos cuando el insistente toque de la puerta los sobresaltó.

Sasuke maldijo a quien fuera el imbécil que los había interrumpido mientras se encaminaba a la puerta, abriéndola en el acto.

–Qué.

–Lamento interrumpir –dijo el pelirrojo sin sentirlo realmente, a juzgar por la sonrisa en sus labios–, pero los necesito de regreso, tenemos un pequeño problema con Haruka y Yusuke...

– ¿Qué sucede? –preguntó esta vez Naruto, llegando a su lado.

–No les va a gustar...

–Sé claro, Gaara –pidió Sasuke–. ¿Qué hicieron los niños?

–Mmm, digamos que hay un conflicto entre alfas, por ver quien supera a quien...

– ¿Conflicto entre alfas? –repitió Naruto confundido–. ¿Qué clase de comparación es esa?

Gaara se encogió de hombros.

–Solo vayan –dijo–. También venía a avisarles que pronto se servirá la cena.

–Está bien.

Gaara se retiró dejándolos nuevamente solos, ambos sintiéndose extrañados y contrariados con lo que el pelirrojo había dicho, sus preciosos bebés no eran de los que peleaban, no había razón para ello.

– ¿Crees que sea muy malo?

–Son niños, Naruto –dijo Sasuke–, ¿qué pueden hacer además de comportarse cómo tal?

Naruto fue el primero en salir y caminar un tanto apresurado al lugar donde se llevaba a cabo la reunión, sin embargo, en cuanto estuvo cerca y cruzó la mirada con su hermano, este le señaló la entrada a otra habitación. Ambos se encaminaron directamente a la sala contigua, encontrándose con Haku e Itachi junto a los dos pequeños. Su amigo lucía muy frustrado y molesto mientras hablaba con firmeza al par de niños quienes no paraban de sollozar o arrugar sus rostros con disgusto, mientras Itachi se mantenía en silencio, pero vigilante.

– ¿Estuvo bien lo que hiciste? –cuestionó Haku mirando con su ceño fruncido a su sobrino quien parecía no querer hablar–. Respóndeme Haruka.

–No fue mi culpa –gimoteó el pequeño mientras respondía, sin evitar mirarlo con disgusto–. No me regañes.

–No me importa si fue o no tu culpa, te hice una pregunta y quiero que la respondas. ¿Estuvo bien o no? –demandó sin inmutarse, pese a la evidente falta de respeto del menor.

Sasuke frunció el ceño ante la dureza del hombre y decidió interrumpir, pero Naruto lo tomó de su chaqueta y se lo impidió, negando en silencio.

Haruka profundizó el puchero de sus labios mientras empezaba a negar con lentitud, moviendo su cabeza.

–Entonces, ¿por qué lo hiciste?

Haruka se negó a responder esta vez y en cambio, señaló a Yusuke.

– ¿Algo que decir Yusuke? –inquirió entonces, volviéndose para mirar al pelirrojo.

El pequeño Uchiha lo miró, frunciendo el ceño ante el tono con el que aquel hombre le había hablado. No le había gustado ni un poco.

–No me regañes, no eres mi papá –dijo el niño, asombrando a Haku por su actitud y a los demás también porque nunca se había comportado así con ningún adulto.

Tras eso, Haku fue incapaz de dirigirse nuevamente al niño, sin embargo, y en vista de lo que estaba sucediendo, esta vez fue Naruto quien tomó la palabra.

–Quiero que ambos se disculpen en este momento con Haku –había exigido el rubio, mientras avanzaba hasta situarse frente a ellos, notando como los pequeños ahora lo miraban a él y a Sasuke, con algo de sorpresa y temor reflejado en sus ojos–. Es una completa falta de respeto que respondan de esa manera a un adulto, y más si se trata de alguien familiar –Naruto miró a su hijo, su ceño aún se mantenía fruncido–. Haruka, discúlpate con tu tío.

–Lo siento –murmuró el niño, cabizbajo.

– ¿Yusuke? –indicó entonces mirando al pelirrojo.

El niño había mirado a Sasuke antes de volverse al rubio y finalmente mirar a Haku.

–Lo siento.

–Ahora, ¿alguno me quiere explicar qué sucedió?

Los niños se sobrecogieron ante el tono de voz del rubio y Haku suspiró.

–Estaban jugando con los demás, hasta que uno de ellos hizo un comentario sobre ustedes, no estoy seguro… –empezó a decir, encogiendo los hombros–. Cuando regresé con ellos, ambos estaban separados el uno del otro, llorando, mientras Lilly se acercaba a decirme que Haruka y Yusuke se habían peleado luego de que Haru dijera algo acerca de querer a Sasuke, no sé…, creo que se puso celoso y le molestó.

– ¿Qué quieres decir exactamente con que se pelearon? –cuestionó Sasuke con incredulidad, alternando su mirada entre ellos y los niños.

–Yusuke le pegó con uno de los carritos de juguete de Shikadai y Haruka le devolvió el golpe… –agregó Haku–. Dios, a ver a quién le sale primero un morado.

– ¿Qué ellos hicieron qué? –inquirió Sasuke perplejo. Le parecía imposible que ambos niños hubieran actuado de esa forma.

–No omitas nada Haku, por favor –habló finalmente Itachi, uniéndose a la conversación–. Está celoso Sasuke –dijo, señalando con un gesto de su cabeza a su sobrino–, no consciente que alguien más, además de Mizuki se acerque a ti.

– ¿Cómo puede ser posible? –preguntó el rubio–. Son niños.

–No quiere a Haruka –sentenció el mayor de los Uchiha–. Incluso le molesta que esté contigo. No lo acepta. No entiende por qué es tu hijo… Por eso se pelearon.

–No sé exactamente qué ocurre entre ellos, pero no voy a tolerar que Haruka reaccione así ante los demás ni le falte el respeto a nadie, o que alguien lo haga con él –dijo Haku mirando a Naruto con seriedad–. Tienes que hacer algo o esto será peor, y no voy a aceptar que vuelva a ser lastimado.

–Qué… ¿qué quieres decir? –preguntó el rubio dudoso. Empezaba a sospechar que lo que le dijera su amigo no le gustaría nada.

–Lo entiendes perfectamente Naruto –señaló el menor. Su voz antes firme y segura, ahora era más baja, débil y un tanto ahogada. Se sentía mal por estar hablando de esa forma y más por lo que diría a continuación, pero no podía dejarlo pasar; su pequeño sobrino había actuado mal, pero no permitiría que continuara así y su amigo debía ser consciente de que él haría cualquier cosa para proteger a Haruka–. Si decides continuar con el Uchiha y esto es solo el principio, no quiero ni pensar lo que pueda suceder después; Haruka ha pasado por mucho y no voy a permitir que se vea envuelto en este tipo de situaciones en las que obviamente saldrá más afectado que los otros –sintió sus ojos empañarse a causa del líquido acumulado, pero se negó a derramar alguna lágrima frente a ellos–. Tienes que arreglarlo o me veré obligado a decidir por ti, y sabes cuál será mi decisión porque la conoces y no dudaré si es lo mejor para él.

Haku dejó la habitación tan pronto como sus palabras fueron dichas, sin dar la oportunidad a su amigo para que procesara y refutara su discurso, negándose a un hecho que podría ser real si sentía que su sobrino estaba en peligro. No iba a permitir que algo tan perjudicial como los celos, dañaran a Haruka; el niño no lo merecía y si Naruto encontraba difícil tomar una decisión, entonces él sería la voz y el voto que decidiera por ellos y no lo pensaría mucho para tomar sus cosas, a Haru y alejarse de allí, al menos para marcar una distancia entre su niño y los del Uchiha, así no molestaba a nadie y Naruto podía continuar con su vida, dividiéndose entre ellos y su sobrino.

Sasuke se perdió en algún punto de la conversación porque no entendía muy bien de lo que hablaba el amigo de Naruto, aunque sentía que había mucho más de lo que pudieron haber dicho en voz alta. Su mirada se paseó de Yusuke a Haruka y de Naruto a Itachi; su hermano mantenía una seria expresión, pero se negaba a hacer algún comentario, más por respeto que por sentirlo así, lo cual agradeció.

–Déjanos solos, por favor –pidió mirando a su hermano quien asintió y se retiró en silencio, cerrando la puerta tras su salida para darles privacidad–. Vamos a hablar –indicó a los niños que se sentaran juntos en uno de los muebles y guio a Naruto al que estaba frente a ellos, sentándose a su lado. Sasuke se aclaró la garganta, y empezó a hablar, rogando porque entendieran lo que iba a decir–. Estoy decepcionado de ambos; encuentro inaceptable que se hayan peleado por cualquier razón. ¿A caso no puedes aceptar a Haruka como si fuera tu hermano?

La respiración en Naruto se cortó tras escuchar aquella pregunta. ¿Había sido real o solo fue una pregunta hecha al aire con las primeras palabras que a Sasuke se le habían cruzado por la cabeza? Porque aquella simple pregunta, para él tenía mucho significado.

–No lo quiero –dijo el menor con un tono de voz hostil, interrumpiendo su hilo de pensamientos, recordándole que estaban en medio de una seria e importante conversación.

–No me respondas en ese tono –advirtió Sasuke, aseverando su gesto ante la actitud de su hijo–. No voy a tolerar tu comportamiento y falta de respeto. ¿Qué pasa contigo Yusuke? Es decepcionante tu actitud. Si no puedes aceptar que Haruka es hijo de Naruto entonces me obligarás a tomar medidas a las que no quiero recurrir.

–Sasuke –intervino Naruto entre susurros, negando lentamente–, así no. Mejor cálmate y déjamelo a mí.

Sasuke bufó, pero aceptó que Naruto se hiciera cargo. Él tenía más tacto con los niños y el Uchiha estaba irritado y no podía proceder con claridad. Naruto entonces miró a los niños y se acercó a ellos.

–Sé que son muy inteligentes y entenderán lo que voy a decir... Bueno, ustedes dos deben aprender a llevarse bien o de lo contrario todo será más difícil. Yu-chan, eres un niño muy bueno y no debes pelear con Haru por tu papá o por mí, ambos te queremos mucho, pero también queremos a Haru y a Mizuki. Ustedes tres son muy importantes para mí y no puedo consentir que se peleen... –hizo una breve pausa, mirando atentamente las reacciones en sus rostros y como, a pesar de que no estuvieran entendiendo todo al pie de la letra, sabían que algo no estaba bien–. Haru es mi bebé, así como tú eres el bebé de Sasuke… Él puede irse si no aprenden a llevarse bien y yo no quiero que Haru se vaya de mi lado.

El entendimiento golpeó a Sasuke con rudeza, entendiendo por fin todo lo que Haku había dicho anteriormente. Así que se trataba de eso, bueno ¿qué carajos? El hombre había dicho algo sobre no permitir que el niño pasara por más sufrimiento. ¿Acaso había sido una amenaza?

–Naruto...

–Papi no –sollozó el niño tirándose al pecho de su padre–. No me voy papi, no me voy...

–Lo sé bebé, no lo voy a permitir. Tampoco voy a dejar a Yu-chan –agregó mirando al pelirrojo–. No quiero irme y dejarte.

–Nadu no –gimoteó también–. No te vayas. Papi...

–Oye campeón está bien, no llores más –dijo Sasuke, limpiando su rostro cuando lo puso en su regazo–. Tienes que prometer que no volverás a hacerle daño a Haruka –Sasuke suspiró cuando su hijo miró a otro lado, disgustado ante la petición–. Eso no está bien Yusuke, no es aceptable... Naruto se pone triste –Sasuke casi se sintió indignado al captar al instante la atención de su hijo; solo tenía que mencionar al rubio y ¡voilà! Estupendo–. Tú no quieres que Naruto esté triste, ¿verdad? –Yusuke negó rápidamente–, entonces debes ser un buen niño.

–Está bien.

–Ahora, discúlpate con Haruka.

Yusuke infló sus regordetas mejillas al escuchar a su padre, pero se giró para mirar a Naruto y a Haruka, quienes le devolvían la mirada, el menor con los ojos llorosos y un puchero en sus labios.

–Lo siento –murmuró, recibiendo una cálida sonrisa de parte de Naruto.

– ¿Tienes algo que decir Haruka?

–Mmm, no te voy a pegar otra vez –balbuceó en voz baja–, eso duele, lo siento.

–Oww, ¡mis bebés son los mejores! –exclamó el rubio, abrazando a ambos niños al mismo tiempo, provocando sus quejidos y el rodar de los ojos del pelinegro–. Tú también eres el mejor, cariño…

–Cállate –espetó sonrojándose–. Mejor regresemos con los demás.

Naruto se puso de pie con Haruka en sus brazos y Sasuke lo imitó.

–Si quieres adelántate, yo iré a mi habitación para revisar a Haru.

– ¿Por qué?

–Ha estado enfermo desde hace unos días, y su fiebre ha regresado –explicó, acariciando la cabeza de su hijo que yacía recostado en su hombro.

– ¿Debemos llevarlo a la clínica?

El interior de Naruto se llenó de una cálida sensación al ver la preocupación disimulada de Sasuke por su hijo, haciéndole sonreír y mirarlo con ternura mientras negaba lentamente. Su querido gruñón había cambiado mucho en los últimos años desde que se marchó; era más expresivo (sólo un poco, pero era algo) e indudablemente más cariñoso y atento con los demás.

–Descuida –dijo acortando la distancia entre los dos–. No tomará mucho tiempo.

–Podemos ir contigo –insistió, abrazándolo por la cintura con su brazo disponible.

–Está bien Sasuke, si empeora te diré –prometió, estremeciéndose ante la descuidada caricia que Sasuke le brindaba–. Ahora vuelve con los demás, Mizuki debe estar inquieta.

–Está bien –dijo finalmente, luego besó su sien y acarició la cabeza de Haruka, sintiendo el calor que desprendía su cuerpo.

Ambos salieron de la habitación y tomaron rumbos diferentes. Cuando Sasuke regresó a la fiesta con los demás, todos se giraron para verle, lo que le hizo sentir incómodo al instante, porque no le gustaba recibir la atención de tanta gente.

–Sasuke ¿y Naruto? –escuchó a Gaara preguntarle cuando se acercó al grupo donde estaban las familias reunidas.

–Fue a tomarle la temperatura a Haruka –respondió mientras dejaba a Yusuke en el piso junto a su hermana. Los niños tomaron sus manos y no se alejaron de su lado.

En cuanto Haku lo escuchó, se disculpó con ellos y se retiró, con Ryu siguiéndolo de cerca; Sasuke supuso que irían a buscar a Naruto para saber cómo estaba su sobrino.

– ¿Hay algo mal con el niño? –preguntó Mikoto con curiosidad, mientras alternaba miradas entre su hijo menor y los demás.

–Ha estado enfermo –dijo Minato–, lo más probable es que Naruto fuera a revisarlo y darle medicina.

– ¿No es nada grave, cierto? –la voz de su madre sonó preocupada mientras volvía a preguntar. Sasuke se sintió agradecido con ella por hacer la pregunta; puede que él ya le hubiera preguntado a Naruto, pero sabía que el doctor era capaz de mentirle para no preocuparlo y así lidiar con eso él solo.

–Oh, estoy seguro que Naruto lo sabría –comentó el mayor–, él es pediatra. Sin duda se daría cuenta si hay algo mal con la salud de su hijo.

–Es solo una fiebre estacional –agregó Tsunade para calmar la preocupación en el rostro de la mujer...

Por otro lado, cuando Haku y Ryu llegaron a la habitación de su amigo, lo encontraron todavía revisando a su bebé; Haku se sintió nuevamente mal por lo que habla dicho anteriormente. Sabía que no era capaz (o quizá sí, ya no estaba seguro), y que solo había dicho esas palabras para hacer ver a su amigo todo lo que podría pasar si no tomaba las decisiones adecuadas. Sin embargo, no tenía tan poco corazón para separar a Haruka de la única figura paterna que le quedaba.

–Hola –murmuró tímidamente acercándose a la cama, notando en la mesita de noche un cuenco con agua y algunas toallas–. ¿Cómo está?

Naruto le sonrió cansinamente antes de responder.

–Su fiebre ha vuelto a subir, lo estoy refrescando un poco.

– ¿Crees que debamos llevarlo...? –Su pregunta quedó inconclusa pero el rubio pudo comprender lo que quería decir, así que negó.  

–Es manejable, pero si aumenta tendremos que ir a urgencias.

–Se ve tan débil y decaído...

–Va a estar bien, Haku, ¿cierto Naruto? –agregó Ryu.

–Es solo la gripe y la fiebre, Haku, todo lo demás está bien –le aseguró manteniendo su voz baja–. Haru, bebé, vamos a comer.

– ¿Pan? –murmuró el pequeño sentándose en la cama, mirándole esperanzado, con sus ojitos brillantes.

Naruto sonrió enternecido, tomándolo en brazos.

–Estoy seguro de que tío Gaara tendrá uno especial para ti –asintió mientras hablaba–. Vamos con tío Haku.

Haruka estiró sus bracitos en dirección a su tío, quien lo tomó enseguida y lo arrulló en sus brazos, besando repetidamente su cabeza.

–Mi bebé –susurró, avanzando hacia el salón de la fiesta–, te vas a recuperar rápido para que podamos salir a jugar.

– ¿Piña bebé también? –preguntó, manteniendo su cabeza recostada en el pecho del mayor. 

–No deberías decirle así, ese no es su nombre –comentó, tratando de mantener su preocupación a raya.

–Mmm... –inhaló profundamente–. No sé.

–Está bien, tienes que aprender su nombre –dijo sin intención de discutir–. Haru, si te duele algo tienes que decirle a papá o a mí, ¿de acuerdo?

– ¿Ryu también?

–Sí.

– ¿Tía Ino?

–También.

– ¿Abelo pepertido?

Haku escuchó las risas de Naruto y Ryu a sus espaldas; pese a que debía molestarle que el niño repitiera los apodos con los que su padre se dirigía a los demás, Haru apenas y los pronunciaba correctamente.

–Es el abuelo Jiraiya –corrigió– y sí, a él también le puedes decir, si no encuentras a tu papá.

–Mmm…

– ¿Quieres ir con tus primos? –susurró su pregunta mientras señalaba la mesa donde estaban todos los niños de la familia reunidos, en un inútil intento por cenar ellos solos, sin la compañía de sus padres, al menos los más pequeños.

–No –balbuceó–, con papi.

–Está bien –suspiró–, ve con papá.

Naruto tomó rápidamente a Haru, besando su mejilla, sintiendo el calor que aun desprendía y el cual esperaba se mantuviera dentro de los límites tratables en casa, porque no quería llevarlo a la clínica.

–Papi vamos... señor Sake.

Naruto se sintió acongojado al escuchar la lenta y balbuceante voz de su pequeño; sabía que, por su edad, el niño no pronunciaba bien muchas palabras, pero en su estado actual, incluso hablar se le hacía difícil. Toda la energía que Haruka había tenido cuando despertó de su siesta, había caído en picada con la fiebre de regreso y aumentando más del rango en el que se había mantenido desde el día anterior. Eso lo tenía preocupado, a pesar de saber que podía tratarla en casa hasta cierto límite que esperaba no sobrepasar.

–Está bien cariño.

Naruto le hizo unas señas a Haku y a Ryu, quienes asistieron, y luego se alejó de ellos, buscando entre las mesas al sobresaliente pelinegro. Mirando de vuelta a su hijo, aún se preguntaba cómo había sido posible que se sintiera tan apegado a Sasuke cuando apenas si lo conocía; ni siquiera cuando se reencontró con él, le había descrito la apariencia de aquel moreno que lo tenía enamorado, solo le había hablado un par de veces de Sasuke, no más. Sin embargo, y como ya sabía, ellos se habían conocido en otras circunstancias y Haru rápidamente se sintió obnubilado por aquel hombre de semblante serio que le había hablado con firmeza y lo había regañado en más de una ocasión, sin contar las veces que Gaara o Ryu lo llevaban a visitarlo en su oficina porque Naruto aún no se sentía plenamente seguro de poder enfrentarse a Sasuke y Haruka se volvía exigente con respecto a él... Naruto estaba simplemente fascinado con aquella relación.

– ¿Está ocupada? –Naruto señaló la silla a su lado y esperó por una negativa antes de sentarse y saludar con un gesto a los demás presentes sentados a la mesa, que consistían en el hermano mayor de Sasuke y su pareja–. Lamento interrumpir.

–Oh, no, no –negó Deidara al instante–, está bien, no interrumpes nada –le sonrió–. ¿Haru-chan está bien?

Sasuke frunció levemente el ceño porque su cuñado se había adelantado para hacer la pregunta a la que él tenía más derecho por ser... ¿por ser qué? Según lo que recordaba, ellos aún no tenían nada definido. Bueno, lo que fuera, él tenía más derechos y punto.

–Solo es fiebre, estará bien –respondió Naruto.

– ¿Lo has llevado al médico? –siguió preguntando.

–Querido –dijo Itachi–, él es doctor.

–Oh, lo había olvidado –murmuró avergonzado.

Naruto sonrió levemente, restándole importancia al error del hombre. Cuando pensaba comentar, el pequeño en su regazo lo interrumpió:

–Papi.

– ¿Sí bebé?

–Señor Sake...

–Él está justo a nuestro lado –anunció en voz baja, sintiendo al instante a Haruka removerse para corroborar lo dicho, echándole un vistazo al pelinegro. Naruto miró a Sasuke–. Te estaba buscando.

Sasuke asintió, notando como la pequeña y caliente mano del menor, agarraba su chaqueta sin objeción.

– ¿Qué tal campeón? –dijo Sasuke, palmeando su costado.

 

–Mmm... bien, sí –murmuró nuevamente, Naruto esperó por sus palabras al verlo levantar la mirada en su dirección–. Papi quiero pan.

 

–Bien –el rubio sonrió ante la petición. Haruka podría estar enfermo, pero eso no lo eximía de ser un pequeño glotón que no olvidaba las promesas que le hacían–. Vamos a buscar al tío mapache...

–Nooo –se quejó cuando sintió que Naruto empezaba a ponerse de pie, separándolo de Sasuke–. Quiero aquí.

– ¿Qué sucede? –preguntó Sasuke sin comprender la situación.

–Haruka enfermo se vuelve más mimado, quejumbroso y llorón, todo al mismo tiempo –explicó tras suspirar pesadamente–. Tiene hambre y quiere comer, pero no quiere estar separado de ti...

–Entonces déjalo con Sasuke mientras buscas su comida –comentó Itachi, luego de prestar atención a sus palabras.

–No es posible –negó el rubio, recibiendo las incomprensibles miradas del trío que lo acompañaba. Naruto entonces decidió hacer una pequeña demostración, separando a Haruka de sus brazos, dejándolo con Sasuke, consiguiendo así un rápido gimoteo del niño antes de que empezara a sollozar, llamándolo. Naruto lo tomó nuevamente en sus brazos, calmando su llanto.

–No lo hagas llorar dobe –le regañó Sasuke. Naruto se encogió de hombros.

–Si Haru está enfermo lo único que quiere, es estar conmigo. En algunos casos, Haku es quien se encarga de él. Ahora, con Sasuke sucede lo mismo.

–Y eso es porque... –Itachi dejó la frase en el aire, instando a que Naruto respondiera.

–Haru lo asocia a una figura paterna –murmuró el rubio, asombrándolos–. Me refiero a que, él es consciente del trato que le das a tus hijos y se pregunta por qué no es así con él, cuando yo tengo el mismo trato con Mizuki y Yusuke, cuando están los tres juntos.

–Él está... él quiere...

– ¿Te lo ha dicho? ¿cómo lo sabes? –cuestionó Deidara, aún perplejo, interrumpiendo lo que Sasuke fuera a decir, que probablemente hubiera sido nada, teniendo en cuenta que aún estaba procesando la información.

– ¿Qué? No, Haruka solo tiene tres años, ni siquiera entiende lo que estamos hablando.

–Entonces, ¿cómo lo sabes? –repitió, confundido.

–Porque Haru mira a Sasuke con anhelo, como si estuviera esperando a que le dieran el permiso de dirigirse a él como quiere... –dijo finalmente, bajando un poco la cabeza para ver a su hijo y, además, ocultar su vergüenza. Había dicho mucho con tan pocas palabras y no se refería solamente a Haruka.

–Vaya, eso fue... inesperado –dijo Deidara sin saber claramente qué más agregar.

–Entonces, ¿dices que Haruka ve a Sasuke cómo su padre? –inquirió Itachi y Sasuke se preguntó si habrían olvidado que él estaba justo ahí como para que hablaran de él. Naruto solo asintió–. Pero tú eres su padre.

–Así es.

– ¿Y Haku?

–Haruka siempre lo ha visto como su tío, aunque sea también parte importante de su vida y una autoridad para él, sabe que es solo su tío. Sasuke es... diferente –se encogió de hombros, sin saber explicarse muy bien.

– ¿Qué hay de su madre?

Naruto estaba seguro que Deidara lo había dicho sin intención, pero la sola mención de aquella mujer lo molestó, y fue bastante evidente porque todos en la mesa guardaron silencio, incomodos.

–Está de viaje.

Fue Sasuke, para sorpresa de todos, quien respondió. Su voz sonando cortante y sin vacilaciones, dándoles a entender que no habría replicas o más preguntas respecto a ese tema, y que Naruto agradeció silenciosamente.

– ¡Papi, paaan!

El lloriqueo de Haruka aligeró el ambiente y los hizo concentrarse nuevamente en él; Naruto, sin pensarlo se puso de pie, llevándose a Sasuke con él, evitando así que el niño en sus brazos se pusiera a llorar al verse alejado del pelinegro. Gaara los vio a lo lejos, desde su mesa junto a su pareja, así que se excusó y los siguió hasta la cocina que era el lugar a donde se dirigían.

– ¿Está todo bien? –preguntó una vez estuvo lo suficientemente cerca, notando también que Sasuke era quien cargaba a Haru mientras esperaban a Naruto en el pequeño comedor que había ahí; el rubio rebuscaba entre la comida, esquivando a los cocineros y empleados, ignorando su presencia.

–Busca comida para Haruka –respondió el menor.

–No comida –murmuró el niño en sus brazos–, pan.

–El pan es comida –dijo Sasuke.

–Es pan, no comida –rebatió, haciendo que Sasuke bufara por su terquedad y Gaara se carcajeara.

–El pan es comida bebé, Sasuke tiene razón –escucharon decir a Naruto–. Déjalo en la mesa, por favor. Aquí tienes Haru –agregó poniendo un plato en la mesa y estirando una rebanada de pan al niño para que la tomara.

– ¿Sin pasas? –preguntó el niño, revisando el pan para llevarlo a su boca.

–Sin pasas –aseguró su padre antes de mirar a Gaara–. Rojito, ¿ya vamos a cenar? No he comido nada desde el almuerzo.

–Sí, ya está todo listo –asintió el pelirrojo, rodando los ojos ante el apodo–, solo quería advertirles que estén preparados para el brindis...

– ¿Cuál brindis? –preguntó Sasuke mirándole suspicaz.

–El que hacen los padrinos, ¿no te lo dijeron? –Gaara le dedicó una maliciosa sonrisa–. Creo que lo olvidaron... En fin, tienes que hacer un brindis por Sai y por mí.

– ¿Qué?

Naruto trató de ocultar la risa que amenazaba con escapar de sus labios, al ver la expresión en el rostro de Sasuke.

–Sí –asintió mientras daba media vuelta para salir de la cocina–, Naruto también, así que él te puede ayudar.

–No es tan malo –dijo Naruto cuando Gaara se marchó–, solo tienes que decir lo que salga de tu corazón.

Sasuke le miró como si hubiera dicho la peor cosa del mundo.

–No hablas en serio –el rubio se encogió de hombros mientras acortaba la distancia entre ellos, acariciando a su paso la cabecita de Haruka, que seguía entretenido con su comida. Sasuke aprovechó la oportunidad para rodear la cintura del mayor–. Ni siquiera sabía que me querían como su padrino.

–Va a salir bien –aseguró Naruto, acomodándose entre sus brazos–, pero si haces el ridículo, no te preocupes, quedará entre familia.

–No es gracioso dobe –bufó escuchando la divertida risa de Naruto en su hombro.

Naruto se alejó de él lo suficiente como para mirarlo a la cara. Ambos se contemplaron en silencio, detallando y memorizando cada trazo de sus facciones. Sasuke aprovechó la oportunidad para leer sus brillantes ojos azules, maravillándose ante las desbordantes emociones que podía percibir en ellos: confianza, cariño, un poco de preocupación y nerviosismo… y como no, amor.

– ¿Quieres salir conmigo?

Sasuke se jactó de haber hecho que las mejillas de su rubio se sonrojaran.

– ¿Por qué me preguntas eso de repente Sasuke? –murmuró tímidamente–. Haces que me vuelva un lío.

Sasuke sonrió ante la bonita maraña de timidez y vergüenza que era Naruto, alegrándose secretamente por provocar aquel estado en el rubio. Una cálida emoción recorrió su cuerpo y la anticipación se hizo mayor, a medida que levantaba sus manos, tomando las mejillas de Naruto entre ellas, brindándole pequeñas y delicadas caricias; la corta distancia que los separaba fue haciéndose más escaza mientras ambos cerraban los ojos, dejándose llevar, ignorando momentáneamente todo a su alrededor. Aquel acto empezó con un ligero roce de labios, una tentativa exploración de un terreno que yacía dejado en la oscuridad con el paso del tiempo, pero que todavía podían recordar como en un principio; y continuó como un reconocimiento de aquellas carnosas y húmedas inmediaciones, una exquisita degustación de algo a lo que hacía mucho no tenían acceso, un sensual y oculto baile entre sus traviesas lenguas, y placenteras e invisibles corrientes eléctricas que recorrían sus cuerpos. Naruto y Sasuke disfrutaron sin perder tiempo, entregándose completamente al beso que tanto habían anhelado y que ya no podían ni querían retrasar más, sellando finalmente el silencioso pacto que había sido hecho.

–Papi.

El regreso a la realidad fue lento, prolongando tanto como les fue posible, aquel maravilloso momento; sin embargo, debían recordar que no estaban solos, que ese no era el lugar apropiado y que no era su momento, sino el de sus hermanos.

–Papi –insistió el pequeño y Naruto suspiró, oculto en el hombro del menor, forzándose a reponerse para enfrentar a su pequeña bola quejumbrosa–. Papi, ya comí.

Naruto sintió la sonrisa de Sasuke en su cabeza y luego un beso ser puesto en ella, antes de que se separaran para acercarse a Haruka. El pequeño ya había terminado de comer y les miraba atentamente, con curiosidad; Naruto esperó a que preguntara algo respecto a lo que había visto (porque había sido muy evidente), pero Haru se limitó a estirar sus brazos esperando ser cargado.

–Tienes migajas en todo el rostro, ¿tu cabello también tenía hambre? –Naruto se maravilló ante la atención que Sasuke le estaba dando a su hijo, limpiando su rostro y sacudiendo su cabello, provocándole una sonrisa emocionada y respuestas que solo un niño podría dar–. Así está mucho mejor, vamos a regresar.

– ¿Qué? –Naruto le dedicó una confusa mirada, antes de caer en cuenta–. ¡Ah! Sí, eso.

Sasuke sonrió divertido ante la respuesta de Naruto, pero no hizo ningún comentario. Los tres regresaron al salón, dándose cuenta que la cena ya estaba siendo servida y que ellos eran los únicos que faltaban, pues todos los invitados ya estaban en sus mesas. Naruto reconoció a su tío Nagato sentado junto a Itachi y Deidara, manteniendo una conversación de lo que suponía, eran negocios o cosas relacionadas con las empresas, porque, al parecer eso era lo único que conocían.

– ¿Está todo bien? –preguntó el mayor de todos, una vez se instalaron en la mesa, Naruto aun llevando consigo a Haruka y Sasuke sentado a su lado con la pequeña mano del niño aferrándose a su chaqueta–. ¿Cómo sigue?

–Subió un poco, pero puedo controlarla –le aseguró Naruto, llevando su mano hasta la frente del niño, seguía caliente pero no como antes, supuso que su fiebre ya estaba disminuyendo–. Está mucho mejor.

–Bien –asintió Nagato antes de regresar a su aburrida conversación con Itachi.

La cena se llevó a cabo sin ningún inconveniente más que el de los niños y sus constantes gritos que divertían a los mayores, o los quejidos de Haruka y la exigida atención de Sasuke por parte de Mizuki y Yusuke, tras darse cuenta de que él estaba con Naruto y, por consiguiente, con Haru.

–Todos, su atención, por favor –la burbujeante voz de Ino se alzó entre las demás, mientras los meseros empezaban a repartir las copas de champaña–. Quiero agradecerles y decirles que estoy muy emocionada por tenerlos a todos ustedes aquí, celebrando el compromiso de mi hermano Gaara y Sai. Nunca pensé que lo vería casado con otra persona…

–Ino –Kankuro empujó suavemente su brazo para interrumpirla y detener lo que la mayoría sabía que iba a decir.

 – ¡Por qué siempre me interrumpen! –bufó mirando a su hermano mayor, ganándose unas cuantas carcajadas de los invitados más cercanos por su pequeña rabieta casi infantil–. Ahora, nos gustaría escuchar unas palabras de uno de los padrinos, en honor a los futuros esposos… ¿Naruto?

–Le daré a Sasuke el privilegio de ser el que hable esta vez –expuso en voz alta, señalando al menor.

–Naruto –le advirtió Sasuke, brindándole una desagradable mirada, que solo provocó que la sonrisa en el rubio se ampliara.

–Puedes hacerlo Sasuke –le aseguró, bajando la voz y palmeando su rodilla bajo la mesa–. Tengo a Haruka.

Ambos sabían que estaba utilizando al niño como excusa, pero, además, Naruto le estaba dando la oportunidad de expresarse y saldar cuentas, especialmente con Gaara, porque sabía que Sasuke aun sentía cierto recelo hacia el mayor, a causa de su pasado y lo que habían compartido. Sasuke se puso de pie reconociendo que no tenía otra opción. Se aclaró la garganta y tomó la copa, sosteniéndola con su mano a medio alzar, mientras su mano izquierda sostenía el micrófono que uno de los meseros le había entregado. Miró rápidamente a todos los invitados atentos a él y finalmente se enfocó en su hermano y su pareja.

–Si les soy sincero, no sé qué decir –Sasuke no trataba de ser gracioso, él en realidad no tenía ni la más remota idea de qué decir acerca de ellos, pero todos a su alrededor sonrieron y rieron ante sus palabras, aligerando el ambiente. Sasuke miró a Naruto, quien hizo un gesto con su cabeza sin borrar la bonita sonrisa de su rostro, instándole a continuar–. Nunca podré llegar a comprender cómo hizo Sai, para lograr que Gaara se enamorara de él. Sai es realmente desesperante y muy expresivo, en cambio Gaara apenas habla lo necesario... Muchas veces me pregunté si él realmente quería a mi hermano, o si de verdad reconocía cuán perdidamente enamorado estaba Sai de él. Dudé y temí que pudiera herirlo, porque... de cierta manera, Gaara y yo somos parecidos y, bueno, lo comparaba con lo que yo hacía en el pasado y mi aversión a las relaciones y los compromisos... –Sasuke hizo una pausa, sintiendo la penetrante mirada del rubio a su lado, pero esa vez no se giró para verificarlo. Retomando sus divagantes pensamientos, prosiguió–: Sin embargo, más de siete años de constantes ires y venires, de  altos y bajos, de inesperadas noticias y revelaciones, me han hecho darme cuenta, de que, sin importar cuan expresivos sean, nadie puede amar y comprender a Sai como lo hace Gaara. Estoy realmente feliz por ustedes y lo que han mantenido hasta ahora; deseo que siga así por toda la vida –Sasuke entonces levantó más su copa, viendo a su familia y como ellos le devolvían la mirada, orgullosos de sus palabras y el silencioso perdón y aceptación que por fin le estaba haciendo a Gaara abiertamente–. Pido que, por favor, todos se pongan de pie y hagamos un brindis en honor a ellos.

Lentamente, todos y cada uno de los invitados fueron levantándose de sus sillas, alzando a su vez, las copas de champaña, dispuestos a brindar. Sasuke sintió la cercanía de Naruto y cómo maniobraba con Haruka en uno de sus brazos.

–Por Sai y Gaara –exclamó Sasuke antes de llevar la copa a sus labios, empezando a darle un lento sorbo, hasta que escuchó la vocecita de Haruka resonar por los parlantes, en el silencioso salón:

–El señor Sake besó a papi en la boca.

Y esa fue suficiente confesión para que se le atorara el líquido en la garganta y empezara a toser, sintiendo además, que su rostro se había tornado rojo por la vergüenza y la tos. Sin embargo, no estaba pasando aquel incómodo momento él solo, pues a su lado, Naruto estaba en las mismas condiciones, y quizá peor, pues trataba de tranquilizarse y amonestar a su hijo por lo que había dicho. Entonces fue conciente de lo que sucedía a su a alrededor, de las miradas cómplices y divertidas de sus familias, de las sonrisas inútilmente escondidas, de los comentarios cargados de incredulidad y asombro, y finalmente, de regreso a su rubio compañero y la tímida sonrisa que ahora se posaba en sus labios.

–Bueno... –Sasuke se sobrecogió ante la divertida voz de Minato, sobresaliendo de entre todos esos murmullos–. Esta, sin duda es una celebración que recordaremos siempre –asintió sin poder reprimir las risa que brotaba de sus labios–. Brindo por la maravillosa unión de Gaara y Sai, y por el nuevo inicio de Naruto y Sasuke. Solo deseo felicidad para ustedes. ¡Salud!

Notas finales:

Si llegaron hasta aquí, muchísimas gracias! Espero hayan disfrutado.

Qué opinan de Karui? La carta que dejó Karin será el próximo extra. Esperenlo!

La separación de Gaara y Sai probablemente tenga un extra también, para ver como fueron las cosas entre ellos, tras lo que sucedió con Naruto. Y qué me dicen de la fiesta y las intervenciones de los nuevos personajes? Haru y su comentario fueron lo mejor de la velada. 

Ya saben que todas sus dudas, opiniones y quejas, me las hacen llegar en un comentario :) 

Hasta pronto mis maravillosas personitas. 

xoxo Al


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).