Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reasons to love por ViBanaII

[Reviews - 215]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Esteee . . . ¿debería esconderme tras una pared?

Hola mis hermosas criaturas!! Cómo están empezando este casi fin de semana? Yo ya regresé a la U, tortura a mil! En fin.
Me disculpo por publicar hasta ahora, debí hacerlo hace un par de días, pero resulta que me desconcentro muy fácil y pues sí, eso :D 

No sé si este capítulo les guste, si resuelve algunas dudas o si, en cambio, crea más... Well, ¡veremos! 

[!!] Dedicaré este capítulo a la preciosa Moomvi. ^^ Mi amor para ti, gracias por tenerme en cuenta.  

¡Ah! Gracias por todos los comentarios que dejan! Realmente me hace feliz. Y mientras sigo con la mala costumbre de responderlos mientras ustedes leen, pues los dejo.

¡A leer!

IV

 

Naruto se levantó rápidamente de la silla en la que había estado sentado por más de una hora y salió del auditorio en busca de un baño. Mientras corría, daba gracias a todos los dioses existentes porque al fin había terminado la última conferencia de ese día y podía darse el lujo de salir a comer tranquilamente, en aquel restaurante de ramen que su abuelo le había mencionado en la mañana cuando fue a buscarlo al aeropuerto. De sólo pensar en todo lo que podría comer, se le hacía agua la boca. No podía esperar más.

Tras dejar el baño, Naruto se relajó y caminó con más calma, buscando la salida del hotel donde se encontraba. Se despidió de los colegas que se encontró en el vestíbulo y se dispuso a continuar su camino. Y, aunque esto pueda parecer uno de los típicos clichés de la vida, por intentar esquivar a un pequeño niño que corría animadamente de un lado a otro en aquel lugar, tropezó vergonzosamente con alguien más. Bueno… él prácticamente se tiró sobre la otra persona. ¡Pero había sido por una buena causa! Era mejor eso que tirar al pequeño y adorable niño. Y nadie le diría lo contrario.

Naruto se puso rápidamente de pie, haciendo exageradas reverencias al joven muchacho en el que había caído sentado y el cual parecía bastante molesto con aquel desagradable acontecimiento.

– ¡Yo realmente lo siento! –Exclamó, pensando en que su rostro ya debía estar igualando el rojo de los tomates–. No, no era mi intención. ¿Se encuentra bien?

–No importa –respondió bufando y con el ceño fruncido.

–De verdad no era mi intención –repitió–. ¿En serio no le he causado ningún daño? –insistió, haciendo un rápido escaneo a todo su cuerpo, sonrojándose un poco, sólo un poco más, durante aquel proceso.

El hombre le miró fijamente durante unos segundos, para después negar. Naruto asintió sin decir más, y se inclinó en una última reverencia antes de dar media vuelta para alejarse. Escuchó un idiota ser dicho a sus espaldas, pero decidió que por esa vez y gracias a su momento de torpeza, merecía ser insultado. Así que, con una enorme sonrisa, abandonó el hotel, llevándose el agradable y vergonzoso recuerdo de ese joven y gruñón peli negro.

 

* * * * *

 

Gaara había tardado más de lo que había previsto en esa breve reunión, pero eso no fue realmente importante cuando regresó con su amigo. El peli negro estaba enfurruñado y parecía murmurar improperios contra alguien.

– ¿Pasó algo interesante durante el tiempo que me fui? –preguntó, su tono de voz estaba cargado de curiosidad y burla contenida, porque, fuera lo que fuera, estaba enojado.

–Ese estúpido rubio con cara de idiota –murmuró, sin prestarle mucha atención.

– ¿Sasuke, estás bien?

– ¿Qué? –Gruñó el moreno, dándole una molesta mirada a su amigo–. ¿Ya terminó todo? 

–Sí, ya terminaron las conferencias y los abogados y asesores de los empresarios interesados en invertir, confirmarán su asistencia a la reunión la próxima semana.

Sasuke asintió mientras él hablaba, pero Gaara asumió que apenas le había prestado la atención suficiente, pues parecía más concentrado en sus propios pensamientos.

–Bien, vamos –dijo, empezando una marcha hacia la salida.

– ¿Está todo bien? –se atrevió a preguntar nuevamente, mientras esperaban por su auto.

–Un idiota se tropezó y cayó sobre mí.

–Oh –murmuró–. Alguien se ganó tu odio eterno.

–No es para nada gracioso. Ese… ruidoso y torpe dobe.

A pesar de que le hubiera gustado presenciarlo para poder burlarse a lo grande, creyó que lo mejor en ese momento, era dejarlo pasar y cambiar de tema; a ver si así su amigo dejaba de estar molesto, como era usual.

– ¿Qué harás mañana? Sai está planeando salir con unos amigos.

–Última clase del curso para padres –suspiró, repentinamente se sintió agotado al recordarlo–. Para la clausura tenemos que llevar a los niños.

– ¿Llevarás a tu madre?

–No, estará ocupada con la organización de la subasta. Iré sólo, así que no, ninguno de ustedes me va a acompañar.

Gaara levantó ambas manos en señal de defensa.

–No me iba a ofrecer, lo estás haciendo mejor de lo que esperaba –sonrió, encogiendo los hombros. Rápidos recuerdos de los últimos meses cruzaron su mente, mucho material con el que se podía divertir–. Buena suerte, papá.

Gaara se alejó riendo, escapando de una posible tanda de insultos. Dejó a Sasuke solo y nuevamente malhumorado, y decidió que no estaría mal dar un paseo nocturno, antes de regresar a casa.

Llevó ambas manos a los bolsillos de su pantalón y las guardó allí. Caminó sin destino por lo que pareció bastante tiempo, desviando de vez en cuando la mirada a las tiendas y restaurantes a su paso, fijándose en las personas por pocos segundos y después, siguiendo como si nada, buscando sin realmente hacerlo. Se detuvo cuando llegó al final de esa calle, esperando que el semáforo cambiara para dar paso a los peatones. Había poca gente transitando a esa hora, así que podía ver (incluso desde esa distancia), un pequeño local de comida que solía frecuentar en el pasado, cuando era un estudiante.

Un ligero pensamiento de por qué no, se instaló en su cabeza mientras decidía que, pasar un rato en aquel lugar no le haría daño. De todos modos, no había comido nada desde el almuerzo y tenía una estricta política de no irse a la cama sin haber comido las tres comidas esenciales. Un pequeño habito que había adoptado de sus padres.

Cuando estuvo a punto de cruzar, se fijó nuevamente en el restaurante. La incredulidad fue la primera en hacerse presente, luego la duda y finalmente, tras estar seguro de que su visión no fallaba y no era un truco de su mente, vino la sorpresa. Se congeló en el lugar donde estaba y esperó que la pareja al otro lado y que recién salía de aquel local, no mirara hacía la dirección en la que él se encontraba y mucho menos decidieran tomar ese camino. Tampoco esperó a que eso pasara. Dando media vuelta, se alejó lo más rápido que pudo, sin parecer que escapaba de algo, aunque fuera así. Su respiración empezaba a cortarse a medida que avanzaba, su ritmo cardiaco también se estaba volviendo loco y, por más extraño que hubiera parecido, sus ojos se cristalizaron. No estaba preparado para enfrentarse a su pasado. No todavía.

 

* * * * *

 

Ese sábado, al día siguiente y después de mediodía, Naruto llegó a la clínica de su abuela, tal como había planeado. Sabía que ella estaría allí, peor no le había avisado que iría a visitarla y de paso, dar un recorrido por todo el edificio. Se sorprendería, tal vez le diría un amoroso insulto y luego se alegraría, algo normal para él y su familia.

La clínica Senju, o La C.S como mejor era conocida, estaba entre las mejores del país, algo que a Naruto le daba tan igual, como el aburrido trabajo que desempeñaba su abuelo Jiraiya. Lo que realmente destacaba, era el gran esfuerzo que su abuela hacía por no negar el privilegio de ser atendido a ninguna persona que lo necesitara. Brindaba tanta ayuda como le fuera posible.

Preguntó en la recepción y se aseguró de que Tsunade estuviera en su oficina para saludarla, antes de empezar su tour. Para su suerte, su abuela se encontraba cerca y, aunque parecía llevar prisa mientras mantenía una discusión con la que parecía ser otra doctora, en cuanto notó en su presencia, se detuvo.

– ¡Abuela!

– ¡Naruto! –Exclamó, besando y abrazando a su consentido nieto, sin importar que se fijaran en su pequeño espectáculo y mucho menos que el joven rubio estuviera avergonzado–. ¿Pero, qué haces aquí?, ¿cuándo llegaste? Minato no dijo que vendrías cuando hablé con él.

–Ah sí, era una sorpresa –respondió, dando un leve encogimiento de hombros mientras se reponía del pequeño espectáculo–. ¿Tienes tiempo?

–Tsunade-sama, la reunión de clausura –interrumpió la doctora que la acompañaba, recordándole lo que estaban hablando antes de que viera a Naruto.

– ¿Ninguno está disponible? ¿Verificaste bien?

–Así es –asintió la joven–. El pediatra llamó para cancelar porque tenía un problema familiar y los otros dos ya tenían citas programadas.

–No podemos cancelar la reunión –comentó pensativa–. Dónde podemos encontrar un pediatra en menos de…

Tsunade se detuvo abruptamente, como si la respuesta hubiera llegado antes de lo pensado, lo que, de hecho fue así. Una enorme y aliviada sonrisa se formó en su rostro mientras se fijaba en su nieto.

–Naruto, ella es Mei, médico general del hospital. Él es mi nieto –presentó rápidamente–. Es pediatra. Quiero que le entregues una bata y le expliques todo lo que tendrá que hacer.

–Espera. ¿Qué? –cuestionó el rubio, sin entender lo que su abuela había dicho.

–La clínica ofrece un curso gratuito para padres primerizos y hoy es la última clase. Los pediatras de planta siempre asisten a la última reunión para responder dudas y hacer una revisión a los niños en caso de que ya hayan nacido, pero están ocupados y no hay tiempo para buscar a uno, hasta que llegaste. Te necesito.

– ¿Qué tengo que hacer?

Tsunade sonrió a su nieto, sabía que no se negaría; primero porque él había dado la propuesta de llevar a cabo ese proyecto y segundo, porque los niños eran su debilidad.

–Mei te explicará todo –indicó, empezando una rápida marcha, alejándose de ellos–. Tengo una reunión en diez minutos, nos vemos cuando termine –exclamó a la distancia.

 

* * * * *

 

Sasuke era estricto, metódico, serio, a veces gruñón y hasta pasaba por un joven y apuesto ogro. Bueno, eso era lo que todo aquel que no lo conocía, pensaba, y no tenía problema con ello. Realmente le daba igual todo eso, tenía más por lo que preocuparse, que estar pendiente de lo que la gente hablaba. Como por ejemplo, no llegar tarde al último día del estúpido curso para padres primerizos al que había sido apuntado y obligado a ir desde principios de ese año. Lo había odiado desde que le dijeron que algo así existía y él tenía que participar, pero odiaba más el ser impuntual. Y aunque le costara, no pudo negar admitir (sólo a su madre) que algo había aprendido, pero ya era suficiente. Tres horas, dos veces al mes, por cinco meses, era suficiente.

Llegó veinte minutos antes, aparcó con facilidad en el parqueadero de la clínica y bajó del auto. Abrió el baúl y sacó el enorme y tedioso coche doble para bebés, en el cual puso a ambos pequeños. Se dirigió a la clínica lo más rápido que pudo y buscó la sala que ya conocía de memoria. Apenas saludó a los otros padres cuando ingresó, algo a lo que ya se habían acostumbrado, y se ubicó en la parte más alejada, deseando que la reunión empezara y terminara tan rápido como fuera posible.

Había tenido una larga y agotadora semana; los pequeños habían cumplido los seis meses recientemente y ahora pasaban por la etapa en la que sus primeros dientes de leche estaban saliendo. Así que, si a uno le dolían las encías y lloraba, el otro le seguía. Doble llanto, doble sufrimiento, doble de todo. Y si le agregaba el incontable trabajo, las reuniones y eventos a los que tenía que asistir, colapsaría antes de lo imaginado.

Respirando profundamente para relajarse, Sasuke se recostó contra la silla en la que estaba sentado y cerró los ojos, descansando todo lo que sus pequeños le permitieran, antes de que iniciaran su estridente dueto de llantos. Un pequeño revuelo y luego silencio fue lo que sintió en la sala minutos después, indicándole que, tal vez, ya iban a dar inicio. ¡Por fin!

Abrió lentamente sus ojos, acostumbrándose nuevamente a la luz; fijó su mirada en los pequeños frente a él. Ambos estaban despiertos y mirando curiosamente todo a su alrededor y luego de vuelta a él. Todo, sin la más mínima insinuación de que estuvieran asustados y a punto de llorar, pues era realmente extraño que estuvieran en otro lugar que no fuera su casa, la casa de sus padres o la oficina; porque sí, había tomado la decisión de llevar a sus hijos al trabajo y así no despegar ni un ojo de ellos. Además, considerando lo reservado que era, Sasuke prefería que sus hijos tuvieran el menor contacto con el exterior y de paso, con toda la prensa que a veces insistía en entrevistas para conocer la verdad sobre sus hijos. A todo el mundo le había parecido realmente extraño que, de la noche a la mañana, una de las más importantes y reconocidas familias de la ciudad, dejara correr la noticia de que su hijo mejor tenía hijos; un par de mellizos que no se parecían en lo absoluto a él. Lo cual, le daba relativamente igual, siempre y cuando no se metieran con ellos, ni pusieran en duda la paternidad que había reclamado netamente como suya.

Ignorando lo que decía la doctora que usualmente impartía el curso, Sasuke se acercó a ambos bebés, lo suficiente como para que pudieran fijarse sólo en su rostro y sonrió como usualmente no lo hacía, un pequeño privilegio que ellos habían ganado. Un paternal brillo invadió sus ojos mientras besaba las mejillas de Mizuki y luego las de Yusuke, ganándose las pequeñas sonrisas de ambos. Jugó silenciosamente con ellos, absorto en la burbuja que había creado sólo para los tres. De vez en cuando sonreía con gracia, al ver como uno de los dos, generalmente Yusuke, fruncía el ceño aparentemente molesto por algo que hacía y no le gustaba. Mizuki era más risueña y parecía divertirse con todo; los conocía tan bien, que ya podía predecir cuándo era suficiente y cuando no. Sabía lo que les gustaba, lo que podía divertirlos o hacerlos llorar, y todo se reducía básicamente a él. El vínculo que habían creado era tan fuerte e irrompible, que ninguno parecía sentirse realmente tranquilo y seguro, si no se encontraban cerca. ¿Quién lo hubiera imaginado? Sasuke Uchiha cayendo por dos molestos y babosos, bebés.

Se burló de sí mismo al pensarlo y aceptó que sí, él estaba prácticamente a sus pies y no pretendía hacer nada para cambiarlo. Pero había algo que tampoco cambiaría, ellos eran sus molestos y babosos bebés, suyos y de nadie más.

Sasuke apartó momentáneamente su mirada de los niños, revisó la hora en su reloj de pulsera y luego, prestó atención a su alrededor; para ese momento, la doctora se encontraba hablando algo sobre los pequeños y posibles accidentes domésticos en los que los niños se podían ver implicados. Poco después había empezado a responder las dudas que los padres tenían y finalmente, tras hora y media hablando, los felicitó y agradeció por haber participado del curso. Ofreció algo de comer tanto para los adultos como para los bebés y después, indicó que las consultas con el pediatra serían de manera privada, dando también la oportunidad a aquellos padres que aún no tenían a sus hijos en brazos, pero tenían tantas preguntas, dudas e inseguridades, como los otros. Así que, mientras alimentaba pacientemente a uno y después al otro, Sasuke esperó. Hasta ese momento, se las había arreglado para mantenerse alejado de los demás, pero en una enorme habitación donde había una considerable cantidad de niños y padres dispuestos a relacionarse entre sí, le era casi imposible. Sobre todo cuando muchas de las madres, jóvenes y solteras, se habían acercado a él para entablar una conversación. Algunas llevaban a sus bebés en brazos, otras como él, optaban por aquel tedioso transporte con ruedas. Sin embargo, su interés en hablar se limitaba a dar respuestas simples y concisas, sin oportunidad mantener una adecuada fluidez, desanimando a todas en el acto, obligándolas a alejarse de él. Algo que había agradecido mentalmente.

Después de lo que pareció una larga hora, la sala se había vaciado, dejándolo a él en compañía de sus hijos, la enfermera que iba y venía de vez en cuando, y la doctora que, tras una silenciosa evaluación a su persona, se había acercado y encargado de entretener a los niños. Para cuando fue su turno de ser atendido junto con sus hijos, ellos empezaban a sentirse incomodos. Sasuke supo que no pasaría mucho para que comenzaran a llorar, pidiendo más atención.

Luego de que la enfermera cruzara unas cuantas palabras con el doctor que le esperaba en el consultorio, él entró junto a los niños. Pero no fue sino hasta que la enfermera se marchó, que el doctor (quien hasta ese momento les daba la espalda), se giró y le miró.

Sus ojos se abrieron denotando una mínima sorpresa, antes de mostrar una alegre sonrisa. Supuso que los suyos también habían lucido así, pero pretendió ignorarlo.

–Bienvenidos –dijo a modo de saludo, manteniendo su perfil profesional–. Soy Naruto Uzumaki, pediatra. Estaré a tu disposición en este momento. Por favor, toma asiento.

Sasuke asintió haciendo lo que pedía, acercando también el coche hasta tenerlo a su lado, manteniendo siempre la vigilancia de sus hijos.

–Sasuke Uchiha –murmuró.

Naruto fijó su mirada más de lo necesario en él y luego sonrió, una pequeña y enigmática sonrisa.

–Bien, señor Uchiha, como estará enterado, hoy mi trabajo consiste en responder sus inquietudes, cualesquiera que sean y revisar a sus dos pequeños –dijo, alternando las miradas entre el moreno y los bebés–. ¿La señora Uchiha no nos acompañará hoy?

– ¿Señora Uchiha?

– ¿Su madre? –señaló con un movimiento de cabeza a los bebés.

–Soy sólo yo –respondió cortante.

–De acuerdo –se limitó a decir, su ceño levemente fruncido–. ¿Mellizos? –preguntó poco después.

–Así es –asintió, sin dejar de mirar al doctor, estudiando sus reacciones y preguntándose mentalmente el porqué de estas–. Yusuke y Mizuki.

–Entonces, ¿tiene alguna duda en particular? –cuestionó, acercándose al escritorio para tomar pluma y papel, y escribir lo que fuera importante.

Sasuke no pensó por mucho tiempo, porque sólo tenía una pregunta.

–Sus dientes están saliendo y lloran con mayor facilidad, no comen mucho y son más molestos de lo usual. ¿Es normal?

Naruto no pudo evitar sonreír con gracia al escucharlo; en su voz sintió las notas de desespero, miedo y molestia.

–Muy normal –respondió–. En ocasiones algunos bebés no notan que sus dientes están saliendo, pero este no es el caso. Todo se reduce al dolor que provocan los brotes de los primeros dientes –expuso–. Le haré unas cuantas preguntas y si no tiene más dudas, pasaremos a la revisión. ¿De acuerdo?

Sasuke asintió y esperó tranquilamente a que el rubio doctor iniciara su cuestionario.

– ¿Qué edad tienen?

–Seis meses, Yusuke es el mayor –dijo. Naruto asintió concentrado, tomando nota.

– ¿Lactancia normal o formulada?

Sasuke frunció el entrecejo en un gesto confundido. No había entendido.

–Me refiero a si ellos se alimentan con leche materna o la formula especializada para ellos, leche en polvo.

–Leche en polvo desde los dos meses –dijo rápidamente, deseando internamente que las preguntas no siguieran por ese camino.

Naruto se mantuvo en silencio por unos segundos, estudiándolo, después continuó.

– ¿Vacunas? ¿Última visita al pediatra?

–Todas están al día. La última vez vinimos para la revisión de los cuatro meses.

–Eso quiere decir que pronto tendrían que visitar al doctor –comentó. Dejó los apuntes a un lado y entrelazó sus manos sobre la mesa, mirando fijamente al moreno–. Recibirán otra dosis de vacunas y les realizarán otra revisión de rutina. En este caso y dado que no soy su pediatra a cargo, haremos un rápido examen físico, y le daré algunos consejos sobre los dientes. ¿Alguna duda? –preguntó. Sasuke negó en silencio–. Bien, entonces ¿quién va primero?

 Naruto se puso de pie y Sasuke tomó a Mizuki en sus brazos, siguiéndole después y acostando a la niña en la camilla. Se alejó lo suficiente para que el doctor pudiera hacer su trabajo, pero sin dejar de estar atento a todo lo que hacía.

–Hola, Mizu-chan –le escuchó murmurar mientras se acercaba a la pequeña–. Yo soy Naruto y voy a revisarte, ¿está bien? –Dijo mirándola, con una gran sonrisa en su rostro–. Voy a tocar tu barriga y luego revisaré tus oídos, nariz y boca, y veremos porqué estás dando tantos dolores de cabeza a tu papá…

Naruto no pudo evitar que un deje de burla se hiciera presente mientras hablaba a la pequeña, quien además, pareció estar de acuerdo con él ya que empezó a sonreír y mover animadamente sus manos. Por su parte, Sasuke frunció el ceño, sintiéndose ínfimamente disgustado por aquella confianza que su hija había brindado al desconocido doctor. Mizuki no era agradable con nadie que no fuera él, su hermano y su familia. Tenía la leve esperanza de que Yusuke fuera todo lo contrario, porque él era un poco diferente, a veces estaba bien con él y su hermana, pero generalmente no era así. Era un pequeño gruñón. No era agradable con nadie y punto.

Diez minutos después, Naruto ya había terminado la revisión de ambos. Sasuke no pudo dejar de estar sorprendido y hasta desconcertado a causa de sus hijos. Yusuke también había congeniado con el rubio (disgustándolo aún más), he incluso le permitió ser cargado sin echarse a llorar o mostrar signos de hacerlo ¡Incluso le sonrió y tocó su rostro con curiosidad! Y no le gustó. Como si fuera poco, Naruto también lo notó, dando paso a una pequeña y silenciosa lucha de a que soy más divertido que tú; y por más que Sasuke intentara que su rostro no demostrara más que su habitual expresión, las cejas fruncidas, la fina línea que era su boca cuando los niños le sorprendían, no pasaron desapercibidas para el rubio. Era un papá celoso de cabo a rabo.

–Además de las molestias que trae el brote de los dientes, ambos se encuentran muy bien –empezó a decir, sentándose nuevamente en su silla. Su rostro aún mantenía esa leve expresión burlona que a Sasuke tanto le disgustaba–. Mizuki no parece muy afectada por ello, en cambio, Yusuke es el que peor lo lleva y por eso su humor es tan voluble… como el suyo –murmuró, lo último diciéndolo en el tono de voz más bajo que pudo–. Pueden presentar una fiebre moderada, molestias para dormir y todo lo que usted mencionó al principio.

–Pero cuando uno se pone a llorar, el otro hace lo mismo, ¿es normal también?

–Acción, reacción –dijo como si fuera obvio–. Si uno hace algo, el otro tratará de hacer lo mismo, o buscar una solución para que no sufra. La conexión entre mellizos y gemelos es más fuerte que entre hermanos de diferentes edades. Apego, protección, lo habrá notado ya… ¡Bien! le daré una pequeña lista de lo que puede hacer para controlar las molestias. Pero en caso de que lo estén pasando muy mal, debe traerlos para que un médico se haga cargo.

Sasuke asintió en silencio, Naruto por su parte, giró en la silla para buscar unos folletos y guías al otro lado del escritorio; luego los extendió y el moreno los tomó, dándoles una hojeada por encima, antes de volver la vista al doctor. Naruto estaba sonriendo como al principio.

– ¿Eso es todo? –preguntó.

–Si no tiene más preguntas, es todo.

Sasuke se puso de pie, dando a entender que era el final de la consulta.

–Gracias –murmuró cortésmente. Se acercó al coche, asegurándose de que ambos niños estuvieran seguros y se dispuso a retirarse.

–Es mi deber, no hay de qué –se apresuró a decir; luego, como siempre hacía tras terminar, se acercó a los bebés. Sasuke no pudo evitarlo y se mantuvo en silencio, esperando–. Oye, ¿Mizu-chan? –Llamó, obteniendo su curiosa mirada azulina al instante–. Tienes que cuidar a Yu-chan, ¿de acuerdo? Porque sufre más que tú. Y no le causes tantas molestias a papá. Me he dado cuenta que es un poco malhumorado, gruñón e impaciente; se enoja con facilidad, ¿cierto? –Preguntó, esta vez dirigiéndose al pequeño peli rojo que también tenía su atención. La misma mirada azul, puesta en él.

Sasuke notó en ese momento, que el rubio y sus hijos, poseían el mismo color de ojos. Pero no porque estuviera observando de más al doctor, ¡claro que no! Sólo era una observación obvia. Sí, eso mismo.

– ¿Disculpa? –Dijo, la incredulidad era latente en su voz, su rostro demostraba en ese momento como se sentía–. Yo no soy gruñón, malhumorado o impaciente.

– ¿Lo ven? Ya se enojó –indicó mirando a los bebés, señalando a Sasuke mientras hablaba.

Los tres rieron al mismo tiempo. Naruto claramente divertido por lo que hacía y los pequeños, imitando sus expresiones. En cambio, el joven padre no podía decir lo mismo. Estaba celoso, molesto, irritado, y todo gracias a ese…

Dobe –dijo en voz alta.

No pudo evitar que su pensamiento fuera exteriorizado. Es más, tampoco lo quiso así; él quería que el rubio supiera lo que pensaba de él.

–Y también un torpe y tonto rubio.

Naruto finalmente se puso de pie y lo encaró, sin embargo la expresión de su rostro era más bien divertida.

–En cuanto a mi trabajo me tomo todo muy en serio, eso incluye aconsejar a los niños –comentó–. Si te refieres a lo que sucedió ayer en el hotel, déjame decir, en mi defensa, que fue por tratar de evitar un accidente.

–Sí, claro. Y caer sentado sobre mis piernas fue la mejor opción.

El rubio se sonrojó visiblemente, pero decidió ignorar que algo así estaba pasando en su rostro.

–Era preferible eso, a caer sobre un niño. Además, dijiste que estabas bien. Pensé que lo habíamos dejado por las buenas y olvidado.

–Y yo estaba realmente confiado en que no me volvería a cruzar contigo –declaró. La expresión en su rostro era indescifrable, pero no molesta, Naruto estaba seguro de eso–. Ahora, si me disculpas, nos marcharemos ya.

Sasuke abrió la puerta del consultorio, empujó el coche a través de ella y salió al pasillo que comunicaba con la recepción y de ahí a la salida. Naruto se acercó a la puerta para verlo marchar.

– ¡Sasuke! –llamó, el moreno se giró–. ¿Crees en las casualidades?

–Creo en que la vida me tortura cruzando torpes por mi camino –respondió, emprendiendo nuevamente la marcha, una minúscula y divertida sonrisa merodeaba en rostro.

– ¡Eres un teme gruñón! –exclamó a la distancia, sin embargo también estaba sonriendo.

¿Casualidad? Bueno, fue lo primero que Naruto pensó en ese instante, pero digamos que era un poco más que eso. ¿Destino, tal vez? No, no llegaba hasta allá. Al menos, no todavía. 

Notas finales:

Nuevamente, gracias!
Ahora, si llegaron hasta aquí, es hora de preguntas!!

-¿Les gusta el SaiGaa y el ItaDei? Quieren ver más interacción de ellos.
-Me causa curiosidad saber desde qué países me leen...?
-¿Prefieren el SasuNaru? Cuando yo dije que sería SxN fue lo que tenía planeado, pero todo en esta vida puede cambiar! No me limito, así que el NaruSasu es una posibilidad.

Les he dicho que los quiero mucho, muchito, así de muuucho? :D
Preguntas, posibles teorías, cosas extrañas, regaños, críticas (constructicas, eh!) Ya saben como hacerlo.

¡Hasta pronto!
xoxo Al~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).