Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reasons to love por ViBanaII

[Reviews - 215]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Pues... Hola mis preciosas criaturas!!! Cómo han pasado estas casi tres semanas que estuve ausente? ¿Me extrañaron? Yo sí, mucho! 

Bien, como dije en el capítulo anterior esto viene siendo la segunda parte de la historia y... para serles sincera, no creo que sea muy larga. Tal vez llegue a los 20 capítulos, pero eso es mucho más de lo que tengo pensado. Igual, uno nunca sabe. 

Hoy dedicaré este capítulo a Lizzi. Gracias Revisa la parte que dice reviews preciosa, encontrarás mis respuestas y no quedarán vagando en el olvido. :D

Gracias por ser pacientes y esperar, a veces es dificil para mi escribir y continuar. Pero como dije, este es un proyecto que pienso terminar.

¡A leer linduras que es uno de los largos!

VII

 

Naruto resopló tras colgar la llamada que había mantenido con su hermana por los últimos quince minutos. No era posible que después de tanto insistir para que fueran juntos a comprar sus regalos navideños, a último minuto le cancelara porque se quedaría para ayudarle a su abuela con la cena que tendrían esa noche. ¡Él ya se encontraba en el centro de la ciudad esperándola! y lo peor es que, al final, le había dado la tarea de comprar a él solo. Pero ¿acaso no se daba cuenta de lo tortuoso que era salir en época navideña a comprar? Dios, él prefería ser el que cargaba con las bolsas. No estaba hecho para esa terrible tarea.

Suspiró nuevamente, con solo pensar en lo que haría ya se sentía mentalmente agotado.

–Cuanto antes, mejor.

Avanzó unos cuantos metros hasta la entrada del gran centro comercial que se alzaba frente a él e ingresó. Aún refunfuñaba y maldecía su momentánea mala suerte, porque no era justo que su hermana estuviera disfrutando del agradable placer de cocinar y comer, mientras él, visitaba un centro comercial con gente corriendo de un lugar a otro, gritando y comprando. Lo bueno, es que pudo notar que precisamente ese día no estaba muy concurrido.  

–Estoy empezando a creer que andar en las nubes sin fijarte por donde vas, es algo normal en ti.

Naruto giró su rostro al escuchar la voz, y se detuvo justo a tiempo, antes de que tropezara con la persona que venía en su dirección. Una enorme sonrisa iluminó su rostro al reconocerlo.

– ¡Sasuke! –Llamó el rubio como saludo mientras se acercaba hasta quedar frente al carrito de compras donde estaban los bebés–. ¡Mizu-chan, Yu-chan!

Los hermanitos le miraron alegremente mientras batían sus manitos saludando al rubio. 

–Yo también me alegro de verlos –comentó acariciando sus regordetas mejillas. Primero Yusuke y después su rubia y risueña hermana, quien además estiró sus bracitos para que la cargara y la liberara de aquel incomodo transporte.

Naruto miró a Sasuke, pidiéndole silenciosamente permiso para tomarla. Aunque una burlona sonrisa se formó en su rostro, y no pudo evitar exteriorizar su pensamiento:

– ¿Puedo? ¿O saltará papá celoso al ataque?

Sasuke se sintió repentinamente irritado. Deseó no haber visto de lejos al rubio y habérsele acercado como si nada. Sin embargo, cuando pensaba despedirse y seguir con su camino para evitar otro comentario con tintes de burla, Mizuki decidió que no sería así.

– ¡Carga! –chilló la pequeña con insistencia y el ceño fruncido. Sus brazos seguían estirados en dirección al rubio–. ¡Carga!

Naruto no se negó y Sasuke no protestó. Cuando su hija se ponía en ese plan, era mejor no hacerlo.

– ¿Estás solo? –preguntó Naruto, luego de cargar a la niña que ahora parecía más contenta que antes, tocando su cara con curiosidad y tomando los mechones de su cabello para jugar con ellos.

–Estaba acompañando a mi madre pero se tuvo que ir de improvisto –respondió–. ¿Y tú razón para estar aquí?

–Compras navideñas. Acompañaría a mi hermana, ahora estoy obligado a hacerlas solo.

–Suerte con eso –dijo con evidente burla–. Bien, es hora de irnos. Vamos Mizuki.

Sasuke se acercó al rubio e hizo el amago de tomar a la niña en sus brazos, pero ella no quiso. Se aferró con fuerza al cuello de Naruto, negándose a ir con su padre.

–Creo que… –empezó a decir Naruto pero se detuvo cuando una nueva idea surcó en su mente. Su brillante sonrisa empezaba a hacer acto de presencia, dándole mala espina al pelinegro–. ¿Te importaría acompañarme? –preguntó–. No tardaremos –dijo con rapidez al ver la negativa en el rostro del menor–. Además, no te puedes marchar sin Mizuki y…, básicamente te estás dando cuenta –señaló.

Sasuke frunció su ceño de forma pensativa, analizando en su mente los pros y contras de aceptar la petición del doctor. Pese a que quizá tuviera razón, también existía la posibilidad de simplemente tomar a su hija y marcharse, así a ella no le gustara la idea. No obstante, últimamente Mizuki había descubierto lo que eran las rabietas y como buena niña inteligente y consentida, había empezado a utilizarlas contra él. Ahora bien, viendo la situación en la que se encontraban, lo más probable es que algo así sucediera y no estaba por la labor. Además, también contaba Yusuke. Su calmado bebé que podía cambiar su estado en cuanto veía a su hermana actuar de aquella detestable manera. Y hoy era uno de esos extraños días en los que no podría con los dos.

La sonrisa en Naruto se hizo más grande al ver la vacilación en su rostro hasta pasar finalmente a la aceptación.

–No tardaremos –enfatizó el pelinegro.

–No –aseguró sonriendo.

Ambos iniciaron una lenta marcha por el centro comercial. Sasuke había dejado el carrito y había decidido llevar a Yusuke en brazos, justo como Naruto iba con su hija. El pequeño peli rojo, más animado que antes, iba mirando todo a su alrededor con mayor curiosidad; mientras Mizuki seguía jugando y balbuceando entretenidamente.

– ¿Tienes pensado qué vas a comprar? –preguntó Sasuke rompiendo con el silencio que mantenían.

–En realidad, mi trabajo consistía en cargar las bolsas de compras de mi hermana –confesó.

– ¿Entonces por qué te quedas si no tienes nada que hacer?

–Aprovecharé el hecho de que no estoy con nadie de mi familia y recogeré lo que mandé a hacer para ellos –comentó–. Por eso no tardaremos.

–Bien, porque no estoy de humor para pasar más tiempo en este sitio.

 Naruto se detuvo unos segundos para contemplarlo.

– ¿Qué? –preguntó con recelo. Tenía la leve y obvia sospecha de que diría algo con respecto a su comentario–. Di lo que estás pensando –insistió.

Naruto suspiró y sin pensarlo mucho, habló.

–Cada vez que nos cruzamos, luces como un miserable teme enojado con el mundo –dijo tímidamente. Una cosa era pensar abiertamente lo que quisieras para ti mismo; otra, era decirlas, y más si se trataba de esa persona sobre la que pensabas–. Creo que siempre estás así, pero… no sé. Tienes magníficas razones para sonreír, y en cambio estás… así –señaló con un bajo tono de voz, haciendo un gesto con su cabeza.

– ¿Miserable… teme? –dijo con incredulidad mientras procesaba sus palabras. La sorpresa seguía plasmada en su rostro (de una forma moderada). ¿Realmente lo había llamado así? Oh, ese estúpido doctor estaba tentando su suerte–. Tu no…

–Lo siento –murmuró interrumpiéndolo. Su buen ánimo había empezado a disiparse con la reacción del moreno–. En mi defensa, no quería decirlo en voz alta. Tú me obligaste. Además, no era la primera vez que te lo decía –se encogió de hombros, evitando darle mayor importancia.

– ¡Pero sí es la primera vez que me lo dices!

– ¿Sí? Olvídalo, ¿quieres? Mejor nos damos prisa y así evitas pasar más tiempo conmigo. Sé que no te agrado mucho.

Naruto no dijo nada más después de eso, sólo empezó a caminar nuevamente, dirigiéndose a una joyería que tenía a unos metros más adelante. Sasuke le siguió unos pasos más atrás. Las palabras del rubio le habían dejado cierto sin sabor que no supo cómo interpretar. No es que no le agradara, tampoco era como si le molestara su presencia; solo que a veces, en todo lo que llevaban tratando, el rubio era un poco, sólo un poco desesperante.

Cuando ingresaron a la joyería, Sasuke se mantuvo cerca al rubio pero en silencio. No era momento para decir nada relacionado con su pequeño cruce de minutos atrás.

–Buenas tardes. Bienvenidos –saludó la empleada que los atendió. Una tímida pelirroja que no pudo evitar quedar encantada por el par de hombres que tenía en frente. Tanto así que le fue imposible no tartamudear mientras hablaba–. ¿En qué… puedo ah... ayudarlos?

–Me gustaría saber si mi pedido está listo –dijo el rubio manteniendo su encantadora y amigable sonrisa.

–Por supuesto. Su nombre por favor.

–Naruto Uzumaki.

La joven asintió y se marchó para verificar la información. Mientras tanto, Naruto se había dedicado a jugar con Mizuki y Sasuke se había concentrado en un adormilado Yusuke, recostado en su hombro. Revisando su reloj, notó que para ese momento ya había pasado la hora de tomar la siesta.

–No dejes que se duerma –le escuchó decir al rubio; al mirarlo pudo darse cuenta de que también le estaba observando–. Son más de las cuatro de la tarde, no sería conveniente.

–Pero no han tomado su siesta.

–Con más razón –aseguró–. No dejes que duerman después de cierta hora, o tendrás problemas en la noche.

–Señor Uzumaki –llamó la empleada, atrayendo su atención. Había puesto sobre el estante una bandeja que contenía una pequeña cantidad de artículos–. Tenemos todo listo para usted –afirmó–. Los relicarios, los relojes de bolsillo y las cadenas.

La mujer acomodó todo de tal manera que se pudiera apreciar incluso el interior de algunas de las cosas. Naruto acomodó a la niña en uno de sus brazos y con su mano libre, empezó a revisarlos uno por uno. Primero tomó los relicarios, ambos de oro blanco, uno con forma ovalada y el otro lucía como una gran y brillante gota plateada.

–Este es para mi abuela –indicó, enseñándole a Sasuke el primero de los relicarios–. Y este para mi hermana –señaló el otro–. Supongo que les pondré una foto familiar dentro. No lo sé. ¿Crees que les gustarán?

Sasuke pudo notar los tintes de duda en la vacilante voz del doctor, y no le gustó.

–Están bien –aseguró con sinceridad, infundiendo confianza en su voz.

Naruto le dedicó una pequeña sonrisa, antes de volverse y tomar otro de los artículos.

–Este es para el sabio pervertido –dijo con gracia mientras enseñaba el reloj de bolsillo de aspecto antiguo y con un grabado en la parte posterior de la tapa–. Tiene una pequeña obsesión con los sapos y las novelas para adultos, así que el grabado es un sapo con un libro.

– ¿Sabio pervertido? –se atrevió a preguntar luego de que terminara con su explicación.

–Así le digo a mi abuelo –comentó–. Y este es para mi papá. Tiene una inscripción en su interior –dijo, enseñándole al Uchiha la frase que contenía.

Como un rayo en la noche –leyó el menor.

–Mamá solía decir que él había llegado a su vida como un imponente rayo en una tormenta eléctrica, para alumbrar la pequeña oscuridad en su corazón… –su voz se apagó en ese momento. Estaba rememorando, quizá aquellos viejos recuerdos. Sin embargo, a Sasuke le pareció notar cierto dolor en sus ojos.

– ¿Y para ella? ¿Una de esas? –preguntó señalando las cadenas que aún no había tomado.

–No –negó. Una frágil sonrisa surcó en sus labios–. Para ella será un bonito y único ramo de flores.

Sasuke se golpeó mentalmente al escucharlo. Había sido un tonto al preguntar algo así. De hecho, él no tendría que haber abierto su boca. ¿Por qué no podía mantenerse en silencio como usualmente hacía cuando estaba con los demás?  

–Lo siento –se disculpó rápidamente.

–Oh no, no te preocupes. Fue hace mucho tiempo –dijo, dando por terminado aquel tema–. Uno de esos es para mi hermana… mi otra hermana. El otro es… no importa –. Naruto sacudió su cabeza deshaciéndose de los pensamientos que inundaron su mente y se concentró en la empleada que seguía allí–. ¿Podría empacar cada uno por separado, por favor?

– ¿Qué? Ah, sí, por supuesto –aceptó con rapidez, haciendo un torpe gesto, porque había estado más entretenida con las estampas de ellos dos que en su trabajo–. Regresaré en un momento.

La empleada empacó rápidamente los artículos en pequeñas cajas de regalo y luego las metió todas en una bolsa que entregó al rubio tras finalizar con el pago.

–Gracias –murmuró el rubio.

–Ha sido un placer, señor Uzumaki.

Una última sonrisa de parte del rubio y ambos salieron de la tienda; entonces, Naruto se giró para mirar a Sasuke. 

–Bien, eso es todo. ¿No tardamos, eh? –dijo, volviendo a parecer el mismo que había conocido en un principio. Sin señales de dudas, angustias ni dolor.

Sasuke le miró en silencio mientras el rubio seguía hablando. Una molesta curiosidad por saber más, afloró en su interior. Deseó, en ese instante, conocer más al doctor y saber qué era aquello que escondía.

–Ah, me alegra haber enviado los otros regalos a tiempo, lástima que no puede mandarlos todos –le escuchó decir cuando volvió a prestarle atención–. ¿Te importa si vamos a comer algo? Es que muero de hambre. No te preocupes, yo invito –aseguró, sin darle tiempo a protestar o rechazarlo.

– ¿Y qué pasó con eso de “evitar pasar más tiempo conmigo”? –preguntó, utilizando las mismas palabras que había dicho el rubio con anterioridad.

Naruto arrugó la frente y se preparó para decir algo pero Sasuke se adelantó.

–Para que quede claro. No me disgusta tu presencia. Sólo que a veces llegas a ser un dobe molesto, pero tolerable –admitió.

–Oh –fue lo único capaz de decir antes de que su genuina sonrisa apareciera iluminando su rostro.

Sasuke pensó en decir algo más mientras se acercaban a la zona de comidas, pero ambos se vieron interrumpidos cuando una mujer se detuvo frente a él.

– ¿Sasuke? –llamó ella, dudosa; aunque eso fuera lo último que sintiera. Ella lo había reconocido al instante, incluso con los ojos cerrados lo hubiera sabido, su perfume lo delataba–. ¡Sasuke! ¿Pero qué haces aquí? A ti no te gustan los centros comerciales…

Naruto se mantuvo en silencio e incluso dio un paso hacia un lado, alejándose un poco de ellos, pero no lo suficiente como para evitar escuchar lo que decían.

–Sakura –murmuró el pelinegro como saludo. No había disgusto en su voz, sin embargo, tampoco quería entablar una conversación con ella.

 

–Ha pasado un tiempo. ¿Este es tu bebé? –Comentó sin saber exactamente qué decir; la incomodidad empezaba a hacerse presente.

 

Sasuke apenas asintió y Sakura se atrevió a sonreírle al bebé que la observaba en silencio, pero con su pequeño rostro serio.

 

– ¿Y la niña? Creí que eran dos.

 

–Está con Naruto.

 

Sakura giró su rostro mirando el lugar donde señalaba el pelinegro, encontrándose con el rubio quien parecía murmurar cosas inentendibles a Mizuki, pero dejó de hacerlo al sentirse observado. La sorpresa fue evidente en su rostro mientras Naruto se acercaba a ellos.

– ¿Él es… su padre? –preguntó desconcertada, mirándolo nuevamente.

– ¿Qué? –exclamaron los dos al unísono.

–Se parecen… Tienen el mismo color de ojos –dijo como si fuera obvio.

–No, no. Yo sólo soy su doctor –negó Naruto sintiéndose también incómodo.

– ¿Y eso qué? –dijo Sasuke repentinamente enojado–. Cualquiera puede tener los ojos azules.

–Sí –murmuró poco convencida–. En realidad, yo quería disculparme –dijo cambiando de tema–. Esa vez, con tus hermanos me sentí traicionada y no fui consciente de lo que decía.

–Olvídalo –la interrumpió–. Tenemos que marcharnos. Adiós Sakura.

Sasuke empezó a avanzar junto a Naruto pero la voz de la peli rosa los detuvo.

–Lo siento, ¿de acuerdo? Me gustaría hablar contigo y volver a intentarlo. Te extraño.

Él se giró apenas lo suficiente para mirarla. Su rostro era indescifrable, pero sabían que no diría nada bueno.

–Estar contigo no fue desagradable, a pesar de lo molesta e intensa que eras –dijo y un brote de ilusión surcó en el interior de la joven–. Pero eso fue todo, Sakura. Nunca te quise lo suficiente para planear mucho más contigo; además… ¿ser la madre de los bastardos de la zorra con la que te engañé? ¿En qué mundo cabría? –preguntó con dureza, evocando aquella lejana discusión que habían tenido la última vez que se vieron, utilizando las mismas palabras que ella había empleado.

Naruto se tensó al escucharlo hablar de esa forma, diciendo tan horribles palabras. ¿Quién era capaz de referirse así a seres tan inocentes como ellos? Esos pequeños hermanos a quienes empezaba a tenerles cariño y de los que poco a poco empezaba a conocer de verdad. Y a su padre también, porque sí, no podía evitar sentir un interés por el joven pelinegro.

En cambio, el rostro de la joven se deformó al escucharlo. Supo entonces que todo había terminado.

–Fue un placer hablar contigo y dejar todo claro. Adiós Sakura –terminó de decir antes de alejarse por fin de ella.

Naruto le siguió en silencio, incluso se mantuvieron así cuando ingresaron a un restaurante y tomaron asiento en una mesa apartada; también cuando pidieron aquellas sillas especiales para poder sentar a los bebés e hicieron el pedido de lo que comerían. No sabía si era prudente hablarle, porque lo más seguro era que mencionara algo con respecto a lo que había pasado con la peli rosa que se habían cruzado, pero tampoco le gustaba esa pesada atmosfera que se había instalado entre ellos. Para su alivio, Sasuke fue el que decidió terminar con ello.

– ¿Te quedarás en silencio? –preguntó mirándolo fijamente–. Es raro no verte hablando ni siendo tú mismo. No te preocupes por lo de hace rato; supongo que era necesario pero no fue importante –explicó, quizás demasiado para su gusto cuando se dio cuenta.

–Es que… –Naruto se interrumpió a sí mismo, no sabían cuan bueno o malo sería seguir con el tema.

 

–Prefiero cuando dices todo y te expresas sin pensarlo –admitió Sasuke, frunciendo el ceño al reparar en lo dicho; sin embargo, prosiguió–. Eres más irritante así, pero me agrada más que tenerte en silencio. No va contigo.

– ¿Cómo sabes lo que va o no conmigo? –inquirió con curiosidad.

–No lo sé, es lo que veo –murmuró encogiéndose de hombros–. Eres alegre, tal vez divertido, muy escandaloso para mi gusto, y también misterioso.

–Ah, pues gracias –empezó a decir–. ¡Y yo no soy escandaloso! –exclamó enseguida.

–Eso confirma mi teoría –declaró; una apenas perceptible sonrisa asomaba en sus labios.

Se vieron interrumpidos cuando el mesero llegó con sus órdenes. Un delicioso y enorme tazón de ramen para Naruto, mientras que Sasuke comería onigiris con tomate y atún, su pequeña debilidad.

–Dilo –pidió después de quedar nuevamente solos.

– ¿Qué cosa? –preguntó antes de llevar una porción de fideos a su boca.

–Lo que querías decir. Dilo sin pensarlo –insistió.

Naruto dejó los palillos en el plato y se enderezó para responderle a Sasuke. Su expresión facial era seria.

–Me estaba preguntando quién era ella, pero luego de escucharla imaginé que había sido parte de tu vida, sentimentalmente hablando –masculló entre dientes. A Sasuke le pareció detectar cierta molestia al escucharle decir lo último, pero desechó rápidamente ese pensamiento. Eso era simple e incómodamente imposible–. Después, tú dijiste eso tan horrible de tus hijos que supuse que estaba relacionado con algo que ella había podido decir en el pasado… Me molestó, ¿sabes? Me encantan los niños, y yo… yo realmente no sé nada de ti o tus hijos, pero no puedo tolerar que se refieran a ellos de ese modo, y menos a su madre. ¿Qué sabrá ella de lo que ha pasado entre ustedes? –Naruto se detuvo unos segundos para recuperar el aliento y luego continuó–. Ah, y ahora regresa como si nada, pidiendo perdón por algo que probablemente sí quiso decir, pero que al hacerlo supo que había cometido un enorme error porque sabía que te perdería y eso no estaba en sus planes, porque… Déjame adivinarlo. Eres uno de esos prospectos de empresario sexi por el que todas mueren y tenerte es un gran logro para quien lo consiga; algo así como un trofeo. ¿Me equivoco?

Sasuke no pudo evitar que un halo de fascinación se instaurara en su mente. Fue increíble escucharlo hablar y saber que había acertado en lo que decía. Pero sabía que había más. Naruto tenía esa expresión en su rostro que indicaba que aún no había terminado, pero que, sin embargo se contenía porque no sabía que tan conveniente sería seguir hablando.

–No te detengas, dobe –dijo–. Déjame saber todo lo que tienes en esa tonta cabeza tuya.

Naruto frunció el ceño al escuchar el insulto sin mala intención del moreno. Pero decidió continuar; tal y como había dicho Sasuke, aún no había terminado.

–Eras un playboy. Pero todo cambió cuando ellos llegaron a tu vida –señaló a los pequeños absortos en su mundo–. Ahora sólo vives y respiras por ellos, lo cual no es malo. Pero dedicas todo a una sola cosa, cuando hay más por lo que vivir. No digo que dejes de lado a tus hijos cuando me he dado cuenta que eres padre soltero lo que es bastante admirable, porque eres todavía joven y además atractivo y lo suficientemente inteligente para no pensar en niños... Si te viera por primera vez, pensaría que no eres de esos hombres que se encartaría con un hijo, mucho menos dos, porque, ni siquiera sabrías cambiar un pañal… Eres un hombre increíble, Sasuke –admitió con timidez.

El sonrojo en su rostro fue bastante evidente, inclusive cuando después de un tiempo, ninguno dijo nada y él empezó a comer para tratar de no pensar en todo lo que había dicho. ¿En serio dijo que era atractivo? Ay, pero que idiota. ¿Ahora qué pensaría? Probablemente que era un tipo raro y lo tacharía de tonto… Ah no, espera, eso ya lo había dicho. Entonces quizás, dejaría en evidencia su pequeña preferencia en cuanto a gustos personales… sí, ¿a quién engañaba? Le gustaba Sasuke. Bueno, sólo era una mera atracción, pero…  quizás querría alejarse de él, porque tal vez no toleraba a ese tipo de personas y entonces terminaría todo tipo de relación que tuvieran, aunque realmente no tuvieran nada porque era obvio que a Sasuke le gustaban las mujeres y su relación era estricta y meramente profesional y... ¡Ah! ¡Suficiente! Se volvería loco.

–Deja de mortificarte –dijo Sasuke trayéndolo de vuelta a la realidad, donde no eran sólo él y sus torturadores pensamientos, que sólo carcomían su cerebro. Sino que eran él, sus pensamientos, Sasuke y sus hijos–. Sea lo que sea que estés pensando, olvídalo.

–Pero si… –empezó a decir, pero Sasuke lo interrumpió.

–Olvídalo, Naruto –repitió antes de seguir comiendo.

–Bien –murmuró, luego se giró un poco mirando a Yusuke; el pequeño le miraba con atención y luego a su plato. ¿Por qué parecía anhelar más lo que él estaba comiendo que el puré que su padre había pedido para él y su hermana? –. ¿Han comido ramen? –preguntó de un momento a otro.

–No. Nada de fideos o pasta.

– ¿Por qué? –Naruto le miró impresionado, como si estuviera cometiendo alguna clase de crimen–. ¿Y eso sí? –señaló la comida de su plato.

–No me gustan los fideos –respondió como si nada–. Y lo intenté, pero a ellos no les gusta el atún –comentó posteriormente.

– ¡El ramen es lo mejor! –exclamó–. A Yusuke le encantará.

–Suerte con ello –bufó Sasuke, seguro de que, así como habían despreciado su comida favorita, pasaría lo mismo con la sopa de fideos que el doctor comía.

Naruto refunfuñó haciendo una mueca que el moreno apenas percibió, antes de girarse completamente a Yusuke para darle a comer por primera vez su alimento preferido.

–Un manjar de dioses –dijo el rubio mientras el pequeño succionaba graciosamente el fideo que le había dado y luego bebía el caldo de la cuchara–. ¿Te gusta? –preguntó con emoción. La sonrisa en Yusuke se hizo más grande y Sasuke no pudo evitar prestar mayor atención a la reacción de su hijo–. ¿Quieres más?

– ¡Mas! –exclamó el pequeño extendiendo sus manitos, abriéndolas y cerrándolas en puños, apurando al rubio.

– ¿Qué decías?

Naruto se giró para poder mirar a Sasuke y reírse abiertamente de él. Estaba completamente seguro que el joven padre estaba echando chispas interiormente.

–Veamos si a Mizuki también le gusta –propuso antes de repetir el mismo procedimiento que había hecho con el pequeño pelirrojo. Sasuke deseó internamente que a su pequeña no le gustara la comida para, al menos, tener una pequeña consolación al saber que con ella había acertado–. ¿Y bien, Mizu-chan, también te gusta? –preguntó, advirtiendo de antemano su reacción.

Una triunfal sonrisa se posó en su rostro cuando la niña empezó a aplaudir.

– ¡Dame, dame! –chilló con insistencia.

–Bueno –dijo, girándose para mirar a un impresionado, molesto y claramente celoso Sasuke, quien intentaba procesar lo que acababa de presenciar–. Puedes implementar los fideos en su alimentación.

–Esto es un complot en mi contra –fue lo primero que dijo–. Estuve intentado que comieran onigiris durante toda una semana y simplemente los escupían, ¡luego tu llegas y les das esa asquerosa cosa y les encanta! –exclamó sintiéndose frustrado.  

–Primero –comenzó el mayor enderezándose en su silla–. Esto no es un complot en tu contra; no es mi culpa que ellos sepan apreciar la buena comida. En segundo lugar, ¡el ramen no es una cosa asquerosa, teme! –exclamó con indignación, manteniendo el mismo tono bajo y moderado que el moreno había empleado.

Mizuki y Yusuke se echaron a reír, balbuceando cosas inentendibles, mientras alternaban miradas entre su padre y el amigable doctor que les trataba muy bien. Sasuke bufó cruzándose de brazos, evidentemente disgustado.

Dobe.

Naruto mantuvo su mirada fija en el moreno a medida que la sonrisa burlona empezaba a formarse en su rostro.

–Admítelo –pidió poco después. Sasuke volvió a bufar pero le miró de vuelta sin comprender, o sin querer hacerlo–. Admítelo teme. Di que estás celoso.

–No lo estoy –negó con rapidez.

–Te ha molestado que les gustara mi comida y no la tuya. Estás celoso.

–Que no.

–No puedes hacerte a la idea de que ellos pueden divertirse con alguien más que no seas tú –continuó picándole–. Porque crees que…

–Vale, ya cállate –interrumpió, porque no quería  seguir escuchado como el doctor hablaba y tenía razón.

Levantó la mano llamando al mesero para pedir la cuenta y pagar sin dejar que Naruto lo hiciera. Y él tampoco protestó.

–De acuerdo… –dijo el rubio tras unos largos segundos en silencio–. Pero lo estás. Eres un loco celoso –afirmó entre murmullos, burlándose.

– ¡Dobe, ya! –Se quejó el menor mientras se ponía de pie y tomaba esta vez a Mizuki en sus brazos–. Ah, es todo. Nos vamos.

–Está bien. Lo siento –se disculpó aunque era lo que menos sentía.

También se puso de pie y cargó a Yusuke, antes de que Sasuke terminara enojándose más y le impidiera ayudarlo. Ambos salieron del restaurante y avanzaron lentamente por el centro comercial hacia lo que parecía el parqueadero; Naruto no estaba muy seguro, así que sólo se limitaba a seguir al menor.

–Sasuke –llamó con cierto temor. Era consciente de que lo había hecho enojar–. A mí también me gustaría saber lo que realmente estás pensando, además de los probables insultos que has pensado para mí –dijo pero Sasuke seguía ignorándolo–. Además, una relación amistosa se basa en la plena confianza que tienes y la libertad de decir lo que piensas por más ridículo y doloroso que pueda ser… Tengo mucha curiosidad por saber lo que pensabas luego de que te dijera todo eso acerca de aquella chica, y también lo de ahora. Vamos teme. Tienes que ser más expresivo.

Y Naruto supo que había logrado su cometido cuando Sasuke se desvió para tomar asiento en las sillas alineadas en un solitario pasillo del centro comercial, antes de llegar a la salida que daba al parqueadero.

El rubio se mantuvo en silencio y expectante. Sasuke también notó que parecía nervioso, a pesar de lo que había dicho y lo confiado que había sonado.

– ¿Una relación amistosa? –Preguntó con incredulidad–. ¿Desde cuándo somos amigos?

–Ah… yo…

–Tenías razón –dijo por fin, recibiendo una mirada confusa de parte del doctor tras verse interrumpido–. Acerca de Sakura, y en general, acerca de todo lo que dijiste. Ella no lo sabía y por eso habló sin pensar. Verás…

Sasuke dudó un momento en continuar. ¿Qué tan confiable era hablar de algo tan importante como lo que pensaba decir, a alguien que apenas conocía? Además, ¿qué diablos estaba pasando con él? ¿Desde cuándo se había vuelto más hablador de lo usual y permitía que cualquiera (aunque no fuera realmente así) participara de su vida y la de sus hijos, cuando nadie más que su familia tenía ese lujo? Naruto era como cualquier otra persona y como tal, tenía que permanecer entre el límite que él había trazado para aquellos que no fueran de su entera confianza. Entonces, ¿qué había de diferente con él? ¿Por qué sentía que hablar con ese desesperante doctor estaba bien?

–Teme, no tienes que decirme si no te sientes seguro –le dijo Naruto, cortando con sus pensamientos–. Creo que hay cosas que todavía no deben ser reveladas. Está bien, ¿de acuerdo? Mejor lleva a los niños a casa antes de que empiece a nevar. Hará más frío que de costumbre y como doctor, me niego a sigan expuestos a este clima. Además, si no llego antes de las siete a casa, mi hermana querrá asesinarme.

Dicho eso, ambos se pusieron de pie y avanzaron hasta el carro de Sasuke, sentando a los niños en sus respectivas sillas y asegurándose de que estuvieran bien acomodados antes de partir. Naruto se despidió de los hermanos y esperó a que Sasuke terminara para despedirse también de él.

–Fue divertido –dijo el rubio–. Me alegra que nos hayamos encontrado. Deberíamos volver a reunirnos, es gracioso ver cómo te pones cuando Mizuki y Yusuke hacen algo que a ti no te gusta.

–Sí, supongo que sí –murmuró dándole la razón y después negó moviendo su cabeza–. Ya tuviste suficiente con lo de hoy, no más. Ellos son míos.

–Y ahí va de nuevo –dijo echándose a reír. No con su escandalosa risa, sino una más… ¿decente? a pesar de que siguiera burlándose de él y sus celos de padre.

Finalmente Naruto estiró la mano para estrecharla con la suya y Sasuke le dio un breve apretón, y luego lo soltó.

–Lo más probable es que no nos veamos pronto–empezó a decir como despedida–. Así que, feliz navidad y feliz año nuevo. Adiós, Sasuke.

Y no esperó a que el menor dijera algo, y tampoco lo creyó necesario, porque sentía que ya había sido suficiente para el pelinegro, tener que aguantar a alguien como él. No obstante, Sasuke sintió que no era justo y un terrible impulso que no supo bien como identificar lo hizo detener al rubio.

– ¡Naruto!

Él se giró para que supiera que le estaba prestando atención, pero no se acercó, así que fue Sasuke el que avanzó los pocos pasos que los separaban y se detuvo frente a él.

– ¿Quieres que te lleve? –preguntó y, sin razón aparente, sintió deseos de golpearse.

Naruto le dedicó una ligera sonrisa antes de negar.

– Está bien, traje mi auto –mintió–. Vete ya. 

Sasuke le vio seguir su camino hasta perderse entre los autos y luego regresó al suyo. Subió en él y dio un vistazo a sus hijos. Los pequeños balbuceaban entre ellos hasta que notaron que les estaba mirando.

– ¡Pa! –Llamó Yusuke con emoción. Sasuke sonrió al escucharle–. ¡Papá!

–Papá no está muy contento con ustedes –les dijo–. Han decidido ponerse en mi contra y me dejaron en evidencia –continuó mientras volvía la vista al frente para empezar a conducir–. Supongo que hoy no fue tan malo, ¿cierto? –preguntó minutos después–. ¿Creen que podemos dejarlo ser nuestro amigo? Aunque sea un idiota desesperante… no es tan malo.

Y así se mantuvo mientras conducía de regreso a su casa, hablando con sus hijos y recibiendo balbuceos inentendibles de su parte, algunas sonrisas y gritos, a los que ya se había acostumbrado y que no cambiaría por nada, porque todo eso hacía parte del paquete que era su nueva vida. Un paquete del que aún no había visto todo su contenido y que por supuesto, incluía un escandaloso ser de cabello rubio y mirada azulina. 

Notas finales:

Nuevamente gracias por leer y llegar hasta aquí. Es realmente importante y gratificante saber que les gusta lo que hago. 

Tengo una duda. Los que leen, escriben alguna historia? Es que me gustaría pasar por sus perfiles a chismosear. Dejen un comentario respondiendo y si tienen en wattpad, pues también :D 

Ahora, respecto al capítulo... Que les pareció? Recuerdan que les dije que la personalidad de Sasuke no sería tan dificil? Y qué tal la aparición de Sakura...? 
Y que piensan de Naruto, creen que va muy rápido? Naaah, a mi me encanta. 

¡Hasta pronto! 

xoxo Al~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).