Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reasons to love por ViBanaII

[Reviews - 215]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

30|10|2016
Hello, it's me~ 
Hola, hola mis hermosas criaturas!!! ¿Cómo están? Me extrañaron así como lo hice yo? Mucho, muchito :3

Pues... fueron 15 días en los que pasaron de todo! Se me dañó el cargador del pc, estuve en algunos finales de 2° corte de la U, no tenía mucha inspiración, y para rematar, la pagina estuvo fuera de servicio por actualización de servidor!! Me dio el soponcio cuando me di cuenta! (°_°) En fin, que ya estoy de vuelta.

Hoy, nuevos personajes. Se revela el nombre de alguien importante! Y Sasuke modo celoso posesivo :D También SaiGaa pa' tu comsumo babe.

Y ahora,el panel de Rasones para Escribir. 
Dedicado a: Nuevas lectoras que me dejan su amorsh.
MELODIA_PRINCESITA MIL. Lunisa.  Da_mishi.  Teamobaka. Ana.
Y por supuesto a todos los que me acompañan desde el principio y a los hermosos lectores fantasmita que tanto me encantan ^^

Vamo' a leer~

IX

 

 

Un mes. Real e increíblemente había pasado un mes desde que había cometido tal acto de locura y aún no se había atrevido a comunicarse con él. ¿Qué era, un adolecente de dieciséis experimentando por primera vez o qué? Y lo peor de todo es que él, Naruto, sí lo había buscado después de eso; después de besarlo y escapar como colegiala aterrada. Por favor ¡incluso tenía hijos! ¡No era ningún cobarde! Pero ahí estaba, escondiéndose del todo; ni siquiera había vuelto a ir a las clases de aquel curso, sólo porque no quería encontrarse con él. No podía ser más ridículo.

Llevó las manos a su cabello y lo revolvió con desespero; se sentía estresado, haber besado al doctor no era lo único que rondaba su cabeza y lo desvelaba, porque sí, había pasado largas noches pensando en ello. Pero también estaba la empresa, que lo tenía al borde del colapso con tantas nuevas propuestas de inversión; el proyecto que iba viento en popa con la alianza que habían forjado junto a los Senju Namikaze, la cual, hasta el momento era la más grande y sólida que tenían y, ah ¡cómo olvidarlo! sus pequeños  y el resto de su familia también. Dios, iba a morir, de verdad que sí. Necesitaba una vacaciones, sólo con sus hijos, en el lugar más recóndito de la tierra ¿acaso sería pedir mucho?

– ¡Sasuke!

La puerta de su oficina se abrió, dejando ver a las dos personas que habían ingresado sin previo aviso.

– ¿Qué quieren? Estoy trabajando. Fuera –se apresuró a decir mientras sus hermanos se acomodaban en el sofá cercano a su escritorio–. ¿Y tú qué haces aquí?

–Itachi me llamó –respondió Sai–. Venimos por ti.

– ¿Por mí? –preguntó extrañado y perspicaz–. ¿Qué diablos tienen en mente ahora?

–Sólo vamos a tener una noche de copas entre hermanos –habló de nuevo, contando su plan–. Nada de hijos, parejas o trabajo. Sólo seremos los tres.

–No estoy interesado –se negó enseguida.

–Es lo de menos –expuso Itachi, haciéndole ver que lo que él dijera no lo tomarían en cuenta, lo usual–. Ya mamá vino por los niños así que no tienes otra excusa.

– ¿Qué? ¡A mí nadie me avisó! –Exclamó en voz alta, sobresaltando a sus hermanos por su reacción–. ¡Nadie tiene permiso de sacarlos de la empresa si no estoy yo!

–Bueno, no es como que pudieras negarle a mamá el derecho –comentó Sai encogiéndose de hombros.

–Además, hablé con ella y le dije que últimamente te veías muy agotado y que, quizás, le gustaría hacerse cargo de los niños por una noche mientras tú salías con nosotros por ahí a tomar algún trago –dijo Itachi–. Mañana los niños estarán de vuelta contigo.

–No importa lo que digas –le aseguró Sai–. Vendrás con nosotros quieras o no.

Suspiró profundamente. Ya lo sabía. Tal vez, después de todo, salir con ellos fuera una buena idea. Sus hermanos eran desesperantes pero le ayudarían a despejar su mente, y ya que no tendría que preocuparse por sus hijos… bueno, no había mejor idea que esa.

–Está bien –dijo al fin, empezando a recoger todos los documentos para organizarlos rápidamente y dejar todo en su lugar antes de marcharse.

Ya fuera de la empresa, habían decidido ir en el auto de Itachi que sería conducido por uno de sus conductores, dando por hecho que todos beberían y era por su seguridad. Además, ni siquiera le habían dejado acercarse al suyo, así que tendría que dejarlo en la empresa. Sasuke se preguntó en ese momento, qué era lo que aquel par tenía realmente planeado para él.

– ¿Dónde se supone que iremos? –preguntó Sasuke, después de un tiempo de recorrido. Aun no llegaban a su destino y ya se estaba irritando.

–Oh, iremos a un nuevo bar. Uno de mis amigos es el dueño –respondió Sai a su lado–. No falta mucho, relájate.

Sasuke bufó, relajarse con ellos dos sería un reto. Pero Sai tenía razón; veinte minutos después, ellos se encontraban frente al bar. Sai los guio hasta la entrada y de ahí a una mesa que ya había reservado, junto a una mesera que les había dado la bienvenida.

– ¿Qué desean beber? –preguntó la chica. Era joven, rubia y coqueta; todos lo habían notado gracias a la expresión corporal de la chica, bastante obvia. Sin embargo ninguno le dio más atención de la debida, ni siquiera Sasuke a quien en un pasado le hubiera interesado, tal vez habría respondido a su coqueteo y quizá, se la hubiera llevado a la cama. Pero ahora era todo diferente; con sus hijos y su rubio personal, tenía suficiente.

– ¿Rubio personal? –se preguntó a sí mismo entre murmullos. ¿Desde cuándo aquel doctor era considerado suyo? Bien, estaba mal.

– ¿Sasuke? –llamó Itachi a su lado, expectante.

– ¿Qué? Ah, un whisky doble –dijo rápidamente al darse cuenta que sólo faltaba él por ordenar.

La mesera se marchó con su pedido, dejándolos solos. Una gran oportunidad para abordar al más joven de los hermanos, pero lo harían lentamente, ya lo habían acordado.

– ¿Qué tal sus vidas? –Preguntó Itachi, iniciando con la conversación–. ¿Cómo vas con las nuevas pinturas Sai?

–Todo está bien, pero no he tenido mucho tiempo últimamente para las nuevas obras –dijo–. Me han invitado a participar de una exposición fuera del país, así que estoy preparando mis cuadros para eso.

–No sabía lo de tu viaje –comentó el mayor.

–Es reciente, me llegó la invitación hace dos semanas.

–Te irá bien –murmuró Sasuke.

–Gracias por tus buenos deseos, Sasu-chan –dijo Sai, con una gran y burlona sonrisa. A su hermano no le gustaba que lo llamaran de esa manera–.  ¿Y qué hay de ti? –preguntó después.

–Nada fuera de lo normal –respondió sin dar muchos detalles.

– ¿En serio? –inquirió esta vez Itachi. La duda en su voz era evidente; no le había creído–. Últimamente has estado muy pensativo, incluso he notado que, a veces ni siquiera terminas el trabajo que estás haciendo, y tampoco has vuelto a ese curso que ofrece la CS, ¿realmente no ha sucedido nada extraordinario?

– ¿Cómo sabes del curso?

–Mamá me lo dijo –respondió–. También dijo que mañana los llevaría porque es bueno para la salud y no lo considera una pérdida de tiempo como tú.

–Así que habla –instó Sai–. Habla y cuéntanos todo, o me encargaré de buscar por mi cuenta.

El lindo insulto que estaba a punto de decirle a su hermano, fue interrumpido por la mesera que ya estaba de regreso con sus tragos y más coquetería y exhibicionismo. No obstante, fue ignorada por los tres. Itachi y Sai miraban únicamente a Sasuke, y él, sólo tenía su atención en el vaso que ahora llevaba a sus labios para beber aquel licor; así que, decepcionada por no haber logrado su cometido, tuvo que marcharse. 

–Sasuke –llamó Sai con insistencia–. ¿Quién es ella?

– ¿La conocemos? –preguntó también Itachi.

Sasuke casi escupe su bebida luego de escuchar la conclusión de su hermano. ¿En serio pensaban que estaba así por alguien? Bueno, sí, sólo que se trataba de un hombre.

–No es nadie –dijo.

–Claramente lo es –afirmó Sai, moviendo su cabeza varias veces para hacer mayor énfasis en lo que decía.

–Por favor, cállate –pidió.

–Ahora, lo que queremos saber es, si vas en serio con ella, o sólo será algo temporal. Digo, no está mal, pero debes tener en cuenta que probablemente tendrás que considerar una madre para los niños, así que debes pensarlo muy bien –habló Itachi, siguiéndole la corriente a Sai.

– ¿De dónde puedes sacar tanta basura Itachi? –le preguntó Sasuke. Para ese momento ya había captado cual era el fin de aquella repentina invitación y se estaba irritando. Ahora bien, ¿había sido muy obvio? ¿Pero qué diablos pasaba por su cabeza? Ya ni siquiera podía mantener sus problemas para sí mismo, aunque… el rubio no era exactamente un problema. ¿Entonces, qué era?

–Si sólo te las estás tirando para aliviar el estrés, no diremos nada; pero si realmente vas en serio, nos gustaría conocerla. Debemos darle nuestra aprobación –escuchó decir a Sai, regresándolo al momento.

– ¿Pero cómo rayos sacan tantas conclusiones estúpidas? –preguntó–. No se trata de una chica y no me lo estoy tirando–respondió con brusquedad, sólo para darse cuenta después, que había dicho más de lo que quería que ellos supieran.

–No te lo… ¡¿Es un hombre?!

Ambos le miraron con evidente sorpresa y algo de asombro. No era secreto que Sasuke podía estar con ambos géneros; pero la última vez que supieron de que su hermano estaba con un chico, fue cuando aún seguía en la universidad.

Itachi pidió una nueva ronda de tragos, que serían necesarios para hacer hablar a su hermano. Sabían de sobra que Sasuke se volvía más parlanchín cuando bebía; con eso de que el licor nubla tus sentidos y te desinhibe, pues era perfecto para la ocasión.

– ¿Y bien? Estamos esperando –dijo Sai–. Oh, vamos Sasuke, no puede ser tan malo. ¿Lo es?

–Es eso, o que esté pasando algo más con él… ¡¿Vas en serio con ese hombre?!

– ¿Qué? ¡Pero qué estupideces dices, por supuesto que no! –exclamó molesto–. Dejemos este tema, no quiero hablar de ello.

En ese momento, Sai fue el encargado de pedir más tragos; maravillándose al ver que ahora su hermano menor, parecía beber con más rapidez. Oh, eso era estupendo, caería más rápido de lo pensado. Para la quinta ronda, Sasuke ya lucía un poco desorientado, aunque su tolerancia al alcohol fuera buena. Itachi y Sai se miraron, sonrieron maliciosamente y decidieron atacar de nuevo.

 –Entonces, este hombre, ¿lo conocemos? –Itachi preguntó tentativamente.

Sasuke bufó, negando repetidas veces con su cabeza.

–Por supuesto que no, nunca lo dejarían en paz.

–Entonces, ¿quién es? –insistió Sai.

Sasuke estuvo a punto de responder cuando una desconocida voz los interrumpió.

–Buenas noches –saludó un hombre frente a ellos. Pese a la tenue luz que iluminaba el bar, Sasuke pudo distinguir el rojizo cabello que adornaba su cabeza, recordándole a la Gaara, sólo que este hombre lucía más alegre–. Oh, ¡Sai! Es una sorpresa agradable verte. ¿Qué tal todo hombre?

– ¡Sasori! –Exclamó Sai poniéndose de pie para saludarlo con un apretón de manos–. No esperaba verte aquí –dijo–. Ellos son mis hermanos, Itachi y Sasuke –los presentó.

Ellos sólo hicieron un gesto como saludo.

–Es un placer –dijo–. ¿Y Gaara vino contigo? –preguntó poco después cuando Sai ya estaba de vuelta en su silla.

–No, no, hombre. Hoy es sólo noche de hermanos.

–Gaara tiene que descansar de este idiota de vez en cuando –comentó Sasuke, provocándole una sonrisa divertida.

–Muy gracioso –resopló Sai a su lado.

–Es una lástima, me hubiera gustado verlo –dijo Sasori.

Pensaba agregar algo más cuando una figura se posó a su lado, dando la espalda a los Uchiha, y le propinó un golpe en el hombro, alertando al trío de hermanos, quienes enseguida se pusieron de pie, pero fueron rápidamente detenidos por el pelirrojo.

–No se preocupen –dijo sobando su hombro izquierdo–. Este precioso hombre es mío –comentó mientras besaba su mejilla e intentaba hacerlo girar para presentarlo, sin embargo, no lo hizo; en cambio, bufó y se cruzó de brazos, ladeando un poco su cabeza para mirarlo. Ninguno reconoció de quién se trataba, puesto que llevaba una gorra negra que cubría gran parte de su cabello y rostro, aunque algunos mechones se pudieron apreciar desde la distancia en la que se encontraban, era imposible distinguir su rostro.

–Me voy –dijo el hombre–. Shin se queda contigo.

– ¿Por qué? Si nos estamos divirtiendo. No quiero que te vayas –se quejó Sasori.

–No me importa, ya no quiero estar aquí. Adiós.

Sasuke se atragantó con su trago al escucharlo hablar con claridad; ya habían vuelto a sentarse y sólo estaban atentos a aquel hombre que su hermano conocía; aunque él realmente no les estaba prestando atención, cambió de parecer cuando reconoció a quien estaba a su lado. No podía ser cierto. Ese no podía ser...

– ¿Sasuke, estás bien? –Preguntó Itachi con preocupación.

–Iré al baño –fue lo único que dijo antes de ponerse de pie.

– ¡Te veré en casa! –Escuchó que el tal Sasori también gritaba.

Sasuke se alejó de ellos, encaminándose al baño, sin prestar mayor atención a su alrededor. Sólo quería lavar su rostro y despejar su mente de lo que acababa de vivir. Él no había podido escuchar eso, ¿cierto? Ese... ese insípido pelirrojo había dicho que era suyo, que Naruto era suyo.

– ¿Por qué pareces tan molesto Sasuke?

Sasuke se dio vuelta para encarar a la persona que le hablaba, encontrándose con el rubio doctor en el que había estado pensando. Su enojo se acrecentó al verlo enseñar una mueca de evidente burla. Dios, lo que le faltaba.

–Qué diablos te importa –resopló sin esconder su molestia.

– ¿Yo qué te hice teme? –Le preguntó, sin embargo, aún sonreía.

– ¿Quién es ese? –Cuestionó con brusquedad acercándose al rubio, acorralándolo contra la puerta que yacía cerrada a su espalda.

– ¿Quién? –Preguntó sin inmutarse ante la brusquedad del menor.

– ¿Eres suyo? –Continuó. Sentía que su interior estaba ardiendo por la rabia que lo inundaba, aunque una pequeña parte en su mente le dijera que no tenía ningún derecho de sentirse así cuando había sido él el que se había estado ocultando del doctor. No obstante, le iba importando una mierda todo eso–. ¡Responde, Naruto! ¿Estabas con él?

Naruto le miró fijamente. Un brillo malicioso bailaba en sus ojos.

– ¿Con quién? –Pregunto sólo para picarlo–. ¡Ah! Te refieres a Sasori. Sí, estaba con él hace unos minutos, ¿por qué?

–Eso no es a lo que me refiero y lo sabes muy bien, no te hagas el idiota –dijo en voz baja.

Ambos tenían el ceño fruncido y parecían estarse retando con la mirada, a ver quién era el primero en dar su brazo a torcer. Hasta que finalmente fue Naruto el que decidió terminar con ello, porque sabía de antemano que Sasuke no lo haría.

Inspirando profundamente y luego dejando salir el aire que retenía, Naruto levantó sus manos acunando el rostro del menor entre ellas, logrando que se relajara a medida que acariciaba sus mejillas. Sasuke cerró los ojos, dejándose llevar por el delicado toque que había estado anhelando desde la primera vez que lo sintió.

–No fui yo el que escapó y después se escondió durante un mes –murmuró bajando el tono de su voz–. Ni siquiera respondiste mis llamadas.

–Naruto, yo...

–No puedes exigirme nada, Sasuke –le interrumpió. Una de sus manos se había deslizado de su mejilla hasta parar en su pecho cubierto por la camisa y la chaqueta ya desabotonada del traje que llevaba ese día–. Eres un maldito –susurró–. Me besas, huyes, te escondes y después apareces y te enojas conmigo por estar con alguien más, cuando tú y yo no somos nada. Dijiste que no te gustaba.

–No, eso no...

– ¿Eso no es cierto? –Interrumpió nuevamente, terminando la frase por él; luego suspiró y volvió a mirarlo–. ¿Yo realmente te gusto, y estabas molesto y celoso por lo que él dijo? Por favor, fuiste lo bastante claro. Así que ahora no me vengas a decir que estabas mintiendo, porque no podría con eso...

–Lo siento.

– ¿Lo sientes? –Inquirió con sarcasmo–. ¿Y qué es lo que sientes exactamente? Porque, sinceramente ya no sé qué pensar ni creer de ti, con respecto a mí y lo que pasa entre los dos. Así que, se un buen hombre e ilumíname.

Sasuke suspiró antes de mirarlo nuevamente. Sabía que lo que diría a continuación lo molestaría.

–No puedo –dijo.

– ¿Qué? Estuve hablando todo este tiempo con la pared. Dios, pero que tonto –resopló.

Naruto apartó sus manos y empezó removerse entre sus brazos, tratando de alejarlo para poder marcharse.

–No quería decir eso. Deja de... ¡quédate quieto! –pidió exasperado, pero Naruto lo ignoró, así que hizo la única cosa que sabía podía calmarlo. Y lo besó; un furioso beso que duró tan solo unos segundos, pero fueron los suficientes para calmarlo y que correspondiera–. ¿Dejarás que te explique, por favor? –Preguntó apenas separándose de sus labios, manteniéndolo tan cerca como le era posible.

– ¿Harás eso de nuevo si me rehúso?

–No, lo haré de todos modos –confesó. Una diminuta sonrisa se formó en sus labios–. Pero realmente no podemos hablar ahora, mis hermanos están fuera y me estoy tardando más de lo debido. ¿Podemos reunirnos mañana para cenar?

– ¿Es una cita? –Preguntó arqueando las cejas, incrédulo.

– ¿Aceptas o no?

Naruto sonrió con diversión a sabiendas de que para Sasuke era complicado aceptar que lo estaba invitando a salir.

–De acuerdo. Sólo porque estás con tus hermanos –dijo finalmente, antes de verse nuevamente apresado por los brazos y labios del pelinegro.

–Hasta mañana –se despidió dando un último beso a aquellos adictivos labios que tanto empezaba a disfrutar.

Sasuke fue el primero en salir del baño y Naruto siguió poco después, sólo que tomando una dirección diferente; mientras Sasuke regresaba con sus hermanos, Naruto se acercó a la barra.

–Entonces, ¿asumo qué es él? –Preguntó Sasori al verlo sentado a su lado.

–Tú no has visto nada.

–Oye, el hombre no está mal. Esos tipos tienen buenos genes –comentó otra voz antes de echarse a reír.

–Tienes toda la razón, pero cierra la boca, por favor –pidió echándose reír también. Luego se dirigió al pelirrojo–. Nadie puede saberlo, Sasori. Y cuando digo nadie, me refiero a todos. ¿Queda claro? –Su sonrisa había pasado a ser una seria mueca, cortando radicalmente con toda posible diversión.

– ¿Por qué? –Preguntó confundido.

–No quiero que nadie lo sepa –respondió–. Al menos no todavía.

Sasori se encogió de hombros sin entender realmente, pero aceptando lo que decía.

–Oye, Naruto, acerca de lo que estábamos hablando…

–No, Sasori –negó enseguida–. No puedes decirle a nadie; encontrarnos fue una coincidencia –dijo. Su voz aún mantenía ese tinte de seriedad que indicaba cuan en serio hablaba y lo poco tolerante que sería con respecto a eso.

–Pero, Naruto.

–No –negó con firmeza–. Tengo que irme.

–Eres un zorro evasivo –. Le escuchó decir antes de marcharse, provocándole una pequeña sonrisa por el apelativo que utilizó–. Está bien, cuídate.

–Envía mis saludos a Lilly-chan. Adiós.

Naruto acomodó su chaqueta y ajustó la gorra, ocultando su rostro tanto como le fue posible, antes de salir del bar y tomar su auto, emprendiendo una rápida marcha hacia su hogar, maldiciendo la mayor parte del camino por su maravillosa suerte. No esperaba que al entrar a aquel nuevo bar fuera encontrarse con un viejo conocido, y mucho menos con el Uchiha y que él estuviera con sus hermanos. Y si no hubiera sido por Sasori, él habría pasado inadvertido; pero claro, el estúpido pelirrojo tenía que dárselas de buen anfitrión y hacer una ronda para saludar a todos los clientes; y él, como buen idiota impaciente, había ido a buscarlo, terminando en la mesa de los Uchiha, con tan mala suerte de ser reconocido por el menor. Aunque al final hubiera sacado algo bueno (si incluíamos su encuentro privado con Sasuke), no dejaba de ser un problema que habría podido evitar.

 

* * * * *

 

– ¿Qué tal tu fin de semana si  mí, mi adorado pelirrojo? –Preguntó Sai una vez el mesero se retiró tras haber dejado la comida en la mesa, dándoles oportunidad de iniciar una conversación, acerca de lo que hicieron los últimos días–. ¿Me extrañaste?

Sai había decidido invitarlo a almorzar fuera, ya que, ese lunes era uno de esos extraños día en los que Gaara trabajaba solo hasta medio día, así que le gustaba aprovechar aquellos pequeños momentos, porque entre semana era muy poco el tiempo que podían verse, y también, porque desgraciadamente el pelirrojo aun no aceptaba irse a vivir con él, pese a todo el tiempo que llevaban juntos, que no era poco.

Gaara bebió un trago del vino que acompañaba la comida, y luego respondió:

–No me puedo quejar –fue su respuesta.

Se mantuvieron hablando durante un buen tiempo acerca de lo que habían hecho, puesto que Gaara había salido de la ciudad y había regresado el día anterior en la noche. Sai también le contó sobre su noche en el bar, su hermano y el misterioso hombre con el que se estaba viendo.

– ¿Ni siquiera pudiste sacarle su nombre? –Preguntó. La sorpresa fue evidente en su voz, teniendo en cuenta que se trataba de Sai; y lo conocía lo suficientemente bien, como para que supiera que él podía llegar a ser tan insistente e insoportable hasta conseguir lo que quería–. Increíble.

–Luego de que se le escapara que se estaba viendo con un hombre y que ninguno lo conocía, dejó de hablar del tema. Ni siquiera estando con licor de más.

–Entonces no debe ser nada importante. Déjalo.

–No estoy tan seguro –manifestó contrariado.

Gaara interrumpió la conversación al pedir la cuenta y pagar, antes de que Sai lo hiciera, porque entonces no lo dejaría; lo que era muy usual y le molestaba.

Luego de escuchar las quejas de su pareja mientras abandonaban el restaurante, ambos se dirigieron al auto del mayor.

–Ahora que recuerdo, Sasori estaba allí esa noche –comentó tras ponerse en marcha–. Preguntó por ti y te envió saludos.

– ¿Está en la ciudad? Que considerado el idiota –observó con sarcasmo.

–Creí que habías dicho que era casado.

–Es casado –afirmó–. Y tiene una hija –. Gaara lo miró detenidamente, notando al instante que Sai parecía estarse debatiendo mentalmente, acerca de decirle o no, algo relacionado con el hombre–. Suéltalo –pidió–. Sai, sé que viste algo y estás dudando si decirme o no. Así que habla.

Sai inspiró profundamente antes de hablar, sin despegar la mirada de la vía.

–Esa noche en el bar, cuando Sasori estaba hablando con nosotros, se acercó un hombre y le propinó un golpe –. Gaara pareció alarmado al escucharlo pero no dijo nada, esperando a que el mayor continuara con su relato–. Luego nos dijo que no nos preocupáramos, que él era suyo. Parecían ser muy cercanos, porque incluso besó su mejilla, antes de que se marchara.

– ¿Lo presentó? ¿Viste su cara? ¿Cómo era?

Si bien Gaara no había cambiado su expresión aparentemente calmada y monótona, Sai pudo apreciar cierta urgencia al momento de hablar y cuestionarle, como si estuviera realmente interesado en saber quién era aquel hombre.

–No, nos dio la espalda todo el tiempo y se negó a ser presentado –respondió–. Pero…

– ¿Pero? –demandó, incitándolo a continuar.

– ¿Por qué tanto interés? –Cuestionó suspicazmente.

–Sólo tengo curiosidad –respondió con cautela.

–Su cabello –dijo después, luego de observar fijamente a Gaara y no descubrir nada más que expectación en su mirada–. Era rubio, creo.

Gaara desvió la mirada hacia el frente y se enderezó en el asiento.

–Te puedo garantizar que no está engañando a su esposa –aseguró finalmente.

– ¿Cómo estás tan seguro?

–Porque es mi primo –declaró–. Y no es gay, mucho menos bisexual.

–Si tú lo dices –aceptó con un leve encogimiento de hombros–. En fin, ¿pensaste en mi propuesta? –Preguntó, cambiando drásticamente el tema de conversación.

–No puedo dejar el trabajo, Sai; lo sabes bien.

–Sólo serán cuatro semanas.

–Es mucho tiempo.

–Ya hablé con Sasuke y no tiene problema alguno –aseguró, tratando de convencerlo.

– Aun está la firma de abogados –le recordó.

Como Sai conducía, no pudo ver la pequeña sonrisa expectante que había en su rostro. Lo conocía, y sabía que haría, diría y recurriría a todo, con tal de hacerlo aceptar.

–Tu nunca pides vacaciones –dijo sintiéndose un poco desesperado. Convencer a su hermano de que dejara a Gaara libre de trabajo por un mes, era una cosa; pero la firma en la que también trabajaba era algo muy diferente–. Y es realmente importante para mí, que me acompañes y estés en esta nueva exposición. ¿Podrías reconsiderarlo, por favor? Si quieres, entonces sólo será una semana.

–Sai…

–O solo vas conmigo a la apertura y puedes regresar al día siguiente.

–Sai…

–O…

– ¡Sai, cierra la boca!

Sai intentó decir algo más, aprovechando que se habían detenido en un semáforo en rojo; pero la mirada que le dedicó el menor fue suficiente para hacerlo detener cualquier otro argumento que pudiera ocurrírsele para convencerlo.

–Mira –empezó a decir–. No puedo prometer ni asegurar que será un mes, pero lo intentaré ¿de acuerdo? Así que deja de molestarme con eso.

–Si lo consideras una molestia, entonces no tienes que ir.

Gaara se giró para mirarlo, claramente sorprendido con el tono que Sai empleó para hablarle. Pero se había sentido herido y molesto; tenía razón para hacerlo. Y no es que lo hiciera a menudo, no. Sai ni siquiera alzaba la voz cuando tenían alguna tonta discusión, pero últimamente se sentía muy estresado con el trabajo, y, si le agregaba el hecho de que Gaara a veces lo trataba como a una simple persona más, pues nada bueno resultaba, y ahora lo estaba viendo.

Se mantuvieron en silencio lo que quedaba de camino, hasta que llegaron a casa del menor. Una vez dentro, alejados de cualquier interrupción posible, Gaara retomó la conversación.

–No era lo que quería decir.

–Pero lo hiciste. Así que no te molestes en hacer las cosas si sientes que es un deber; lo que menos quiero es obligarte –expuso irritado.

– ¿Por qué estás tan molesto? Te dije que lo iba a intentar –dijo. Estaba usando un bajo tono de voz porque no quería discutir.

–Y luego me dices alguna estúpida excusa que te impide hacerlo –refutó, recordando en ese momento las veces que Gaara había rechazado sus invitaciones a innumerables eventos y exposiciones, donde generalmente él participaba, porque siempre había algo más importante que él–. Puedes hacer lo que te plazca.

Gaara bufó y masajeó sus sienes, llenándose de paciencia para tratar a su enojado pelinegro sin necesidad de llegar a una discusión mayor. Se encontraban en la sala; Sai recostado en el sofá con los ojos cerrados, mientras él pasaba a sentarse en la mesita de centro frente al mueble.

–Sabía que con Sasuke no tendría problema, porque ya había hablado con él –confesó–. Sí, antes de que tú lo hicieras –afirmó al ver el cambió en la expresión del mayor–. Y la última semana estuve adelantando trabajo en la oficina y cancelando todas las citas y reuniones que tenía pendientes, porque no voy a estar disponible durante un mes y medio. Iba a ser una sorpresa –dijo, revelando todo lo que había estado haciendo y planeando–. Sé cuán importante es para ti que tus obras sean parte de esa exposición; así que, desde el momento en que me contaste que habías sido invitado, empecé a limpiar mi agenda. Pero eres un idiota impaciente, y ahora estás insoportable y enojado. Es lo que menos quiero, Sai. Así que ya lo sabes. Lo siento, ¿de acuerdo?

–Tú… eres increíble –fue su respuesta tras unos largo segundos procesando las palabras que el menor le había dicho.

La sonrisa demostrando lo feliz que estaba con aquella revelación, fue lo siguiente, hasta finalizar con un rápido acercamiento del menor a su regazo, comenzando así con un beso de reconciliación de su parte.

–Lo siento, no debí hablarte así –se disculpó una vez detuvo el beso. Aún mantenía al pelirrojo entre sus brazos, pero este había pasado a apoyar su rostro en su hombro, ocultando la sonrisa que tenía en ese momento.

–Tenías que arruinarlo.

–Lo siento, cariño, he estado bajo mucho estrés y me desquité contigo.

–Eres un idiota.

–Lo sé. Un gran idiota.

–Te amo –susurró, sabiendo que eso haría muy feliz al pelinegro–. Nunca lo olvides.

La sonrisa en Sai se hizo mucho más amplia al escucharlo. Sus brazos se ciñeron más a su cuerpo, profundizando el abrazo. Sabía que para Gaara no era fácil ni común expresar sus sentimientos, así que no lo hostigaba como lo haría normalmente y aprovechaba con emoción, cuando aquellos pequeños momentos se daban.

–Tanto como yo te amo a ti.

 

La noche de ese día, luego de asegurarse de que Sai dormía profundamente, Gaara tomó su celular y marcó con urgencia un número de teléfono; siendo contestado un par de minutos después por una masculina y adormilada voz.

¿Te has dado cuenta de la hora qué es? –fue el saludo que obtuvo.

–No me importa.

– ¿Y a qué debo el desagradable honor de tu llamada a la una de la mañana? –preguntó.

–Sai me dijo que te vio en el bar.

Ah sí –dijo con lentitud, su voz ya no sonaba adormilada–. Interesantes hermanos tiene…

–Dijo que estabas con alguien. ¿Quién era?

–Un cliente –respondió con simpleza–. ¿Qué mala imagen creó de mí ante ti? Dile al chismoso que tienes como pareja, que no hable de más.

–No era un cliente, Sasori –contradijo–. Tú no besas a tus clientes y menos si son hombres. ¿Quién era? –insistió.

No lo conoces.

Quiero el nombre.

¿Por qué tanto interés? –cuestionó–. No es como si realmente tuviera que importarte con quien esté.

–Sasori, quiero el maldito nombre.

Gaara escuchó un suspiro a través de la línea, antes de que su primo respondiera.

Se llama Shin, ¿contento?

¿Shin? –Se preguntó confuso–. No conozco a ningún Shin.

No conoces a todos mis amigos, Gaara –escuchó decir a su primo–. Realmente no entiendo a qué se debe el que me llames a esta hora… –dijo con aire pensativo, hasta que algo hizo clic en su mente–. Oh… ya veo. Tu padre, ¿no?

Sasori –advirtió el menor.

¿Qué creías? ¿Que estaría con él? Lo último que supe, es que estaba fuera del país.

No estamos hablando de él.

No deberíamos estar hablando de nada a esta hora. Así que, pasa una buena madrugada, pequeño idiota.

Sasori… ¡Sasori!

Gaara bufó molesto, al darse cuenta que su primo le había colgado el teléfono. Aunque, siendo sincero, ¿qué diablos había estado pensando cuando decidió que esa era una buena hora para llamarlo y preguntar sobre aquel hombre? Bueno, no había podido dejar de darle vueltas y tenía que saber de quién se trataba, porque, sinceramente, tenía la vaga esperanza de que se tratara de alguien de su pasado… Ese pasado que lo atormentaba, pero que también le había dado lo mejor de su vida, convirtiéndolo en lo que era actualmente; y el cual, no se sentía con ganas de enfrentar, todavía.

Regresó a su habitación, metiéndose en la cama junto a Sai, siendo rápidamente apresado por sus brazos, que apenas si le dejaron moverse para acomodarse mejor y finalmente poder descansar.

En realidad, estaba mintiendo sobre ello, porque ahora sí estaba decidido. Era momento de enfrentarse a lo que por tanto había estado temiendo.

 

* * * * *

 

– ¿Estás consciente de que no durarás más que unos cuantos meses? ¡Necesitas retomar el tratamiento con urgencia!

La joven mujer de aspecto demacrado se encogió al escuchar las palabras dichas por la anciana. Se encontraban en un pequeño puesto de salud de dudoso aspecto, en uno de los barrios más pobres de la ciudad. El sitio donde había estado ocultándose durante todo ese tiempo.

–He logrado sobrevivir un año luego de que pasara –susurró, su voz sonaba cansada–. Es suficiente. Además, ya no hay tratamiento que valga.

– ¿Bajo qué condiciones? –inquirió–. Ni siquiera llevaste ese embarazo a término porque tu cuerpo no lo soportaba y no esperaste a que ellos cumplieran al menos tres meses para dejarlos. Desde entonces te mantienes aquí, escondida de quién sabe qué, sin dejarte ayudar…

–Era lo mejor para todos –dijo.

– ¿Lo mejor? –Cuestionó incrédula–.Yoshi, usted me dijo que le detectaron cáncer hace más de dos años y no quiso continuar el tratamiento a causa del embarazo, cuando pudo interrumpirlo y curarse.

La demacrada mujer negó lentamente.

–No tenía sentido continuar con algo que tarde o temprano me iba a matar. Las dos sabemos que, a pesar del tratamiento, mi enfermedad no tiene cura. Además, si no era mi cuerpo, serían ellos… –dijo–. Sasaki-san –llamó débilmente, levantando su cabeza para mirarla–. No he venido aquí para que me diga cuanto tiempo me queda para seguir viviendo esta miseria de vida que he llevado o para que discutamos sobre mi decisión –dijo–. Vine a agradecerle por todo lo que hizo por mí.

–Yoshi, pero no hice nada por ti –negó la anciana con evidente tristeza. Había conocido a aquella mujer poco antes de que diera a luz, y desde entonces, había estado ayudándola, intentando convencerla de que podía salir adelante si salía de ese lugar y se sometía a un nuevo tratamiento para curar su enfermedad.

– ¡Claro que sí! –murmuró–. Sasaki-san, usted me ayudó a traer a mis hijos a este mundo. Yo no hubiera podido hacerlo sola. Ellos están bien gracias a usted, conmigo no tendrían un futuro.

–Eso no es cierto. Tu familia…

–Sasaki-san, yo no tengo familia –interrumpió diciendo–. Dejé de tener familia cuando puse por encima a mi esposo y decidí que irme con él era lo mejor para mí. Creí que sería feliz y… maldición, Sasaki-san, lo fui. Fui feliz. Hasta que él decidió meterse en ese mundo y luego desaparecer, poniéndome a mi frente a todo eso. Me dejó cuando tenía cinco meses de embarazo, ¿y sabe cómo lo supe? –hizo una pausa para recuperar el aliento y continuar, sin dejar que la doctora la interrumpiera–. Ellos fueron a nuestra casa y amenazaron mi vida y la de mis hijos. Tenía que escapar y no podía simplemente regresar con mi familia, porque ya no tenía. No podía permitir que lastimaran lo que más amaba –susurró con sus manos acariciando su vientre plano–. No podía permitirlo, Sasaki-san.

Una incontrolable tos la atacó al momento de finalizar, alertando a la anciana que rápidamente se puso de pie y se acercó a ella para ayudarla.

– ¡Yoshi! –exclamó alarmada–. ¡Dios, tienes que ir a un hospital!

Ella negó a medida que las dolorosas convulsiones a causa de la tos iban disminuyendo.

–Sabe, Sasaki-san, hay algo que puede hacer para ayudarme –empezó a decir–. Quiero pedirle un último favor.

–Yoshi, lo dices como si no nos fuera a ver.

–Sasaki-san –suspiró la mujer–. Este será el último día que nos veremos –reveló–. Así que, quiero que haga algo por mí –. Poniéndose de pie, Yoshi se acercó a su maleta y rebuscó en su interior, sacando una caja y dos sobres. Regresando con la mujer, le entregó los objetos–. Uno es para usted –indicó, señalando el sobre con su nombre–. Léalo cuando ya me haya ido. Encontrará todo lo que necesito que haga. Mi última voluntad.

Notas finales:

Les gustó? A que no se esperaban a la mamá de los babys de nuevo por estos lares... es que me da cosita que se muera. Aunque todos sabemos que terminará bajo tierra, sorry :/ 

El SaiGaa es una cosa bella. Me matas Gaara *-*

Y El SasuNaru siempre es vida... Haré un OVA de ellos y su cita, no sé cuándo, pero algún día verá la luz del sol. :D

Estoy tentada a crear un página en Facebook... Pero no sé, ni siquiera he pensado en un nombre kul.. Aunque se me había ocurrido algo como: El rincón de la Tía Vi. O simplemente AliV D, mi seudónimo. Jelp mi, plis xD

Ahora, sí... Dudas, sospechas, teorías, odio y más... ya saben qué hacer ^^

Gracias por leer. Hasta pronto!

xoxo Al~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).