Estaciones
Mandar a quemar todas las ruecas del reino no era suficiente. Mandar al pequeño príncipe lejos del palacio, tampoco iba a detener su hechizo. Dejarlo al cuidado de un intento de brujo como lo era Takatsuki Shinobu tampoco iba a funcionar…
Nada funcionaria, donde sea que estuviese, Takahashi Misaki seria alcanzado por el hechizo
Pero Akihiko consideraba hilarante el hecho de que Takahiro creyera que con esas simples medidas su pequeño hijo se iba a salvar. Nada ni nadie podía salvarlo. Bueno tenía salvación, su salvación era un beso de amor verdadero, cosa que no existía, Akihiko lo sabía.
Hace mucho tiempo había creído que el amor existía, pero sus sueños fueron rotos por Takahiro, él lo llevo al cielo, lo toco con la punta de sus dedos y luego, con sus acciones, lo arrojo a un infierno del cual no podía salir, un infierno en donde solo había dolor, ira y venganza, una venganza que se concretaría pronto. Solo tenía que ser paciente y eso era muy bueno
Se entretendría mirando a Takatsuki Shinobu criar a un niño
Takatsuki podía ser en cierta medida bueno en las artes mágicas pero era pésimo cuidador, el mismo necesitaba un niñero, cuya relación no entendía del todo, llamado Miyagi Yoh. Sería divertido ver a ese anciano cuidar a dos niños…
En lo profundo de un bosque, en una cabaña, dos “campesinos” crían a un pobre niño huérfano que encontraron en las afueras del campo. Era la historia creada por Takahiro y en sí, podía llamarla barata pues no le tomo mucho a sus “ojos” encontrar al pequeño que no estaba bien oculto
-¿Este es su gran engaño?- miro la cabaña con desdén- Si quisiera matarlo no me costaría nada- se acercó a la ventana entreabierta. En su cuna el príncipe permanecía jugando con sus manos, sus ojos de pronto se clavaron en el extraño y le regalo una sonrisa mientras balbuceaba- Es tan feo que hasta siento un poco de lastima- Él bebe siguió sonriendo, Akihiko para provocar su llanto le hizo una cara fea, sin embargo solo provoco la risa del bebe que aplaudía como pidiendo más- Te odio- Le dijo dando media vuelta
Se quedó cerca, realmente no había motivo para quedarse, solo bastaba dejar a sus “ojos” ahí y el podía marcharse a sus tierras. Pero permaneció cerca de aquella cabaña, donde un rubio de ojos grises junto a un medio anciano de cabello negro y ojos igualmente negros criaban al dulce Misaki
No había que ser un experto para saber que los bebes toman leche, pero al parecer Shinobu no tenía ni idea sobre la alimentación que llevaban los bebes
-¡Viejo! ¿Por qué no quiere comer mi delicioso repollo?- Misaki lloraba cada vez que Shinobu acercaba su “exquisito” platillo
-Ni idea- menciono Miyagi con sarcasmo- Intenta con esto- le dio un pequeño biberón que Misaki acepto de buena manera- Shinobu tendré que ir al pueblo por provisiones, cuida a Misaki solo por esta noche- Miyagi se apresuró a irse para no dejar demasiado tiempo solo a Shinobu
-Estaremos bien- dijo el rubio despidiéndose dulcemente
-¿Estas demente?- mascullo Akihiko viendo como Miyagi se marchaba- A veces pienso que mi hechizo fue inútil, con Takatsuki bastaba para eliminar a Misaki- siempre que decía su nombre le dejaba un raro sabor de boca, era extraño que no pudiera usar el desdén al decir el nombre del bebe
Llego la noche y él bebe no paraba de llorar, Akihiko necesitaba su sueño reparador, el cual no podía tener gracias a cierto niño que no se callaba y su “niñero” ni se dignaba a levantarse para atender a Misaki que de seguro tenía hambre
-¡Me canse!- exclamo…
Un cuervo entro volando a la habitación donde un Misaki lloraba desconsolado, en su pico llevaba una rosa de la cual pequeñas gotas caían hasta mojar el piso, el cuervo voló hasta la cuna donde con delicadeza coloco la rosa en la boca de Misaki quien ceso su llanto y bebió desesperado, con evidente hambre. El cuervo ladeo la cabeza mientras con su pata movía la cuna para arrullar al pequeño castaño. Ese cuervo era los “ojos” de Usami Akihiko, hacía mucho tiempo lo había salvado de morir por ese motivo le servía, el cuervo se llamaba Kamijou Hiroki, pero Akihiko le decía, realmente no por cariño, “el demonio Kamijou” pues ese pequeño cuervo era… Un diablo con forma de ave
Hiroki regreso con Akihiko, este le conjuro una forma humana
-Se quedó dormido- dijo haciendo una reverencia- ¿Por qué lo hiciste?
-Quería dormir- lo regreso a su forma de cuervo, solo entonces voló lejos- Paz y tranquilidad al fin…- Misaki volvió a llorar- ¡Hiroki!
Los días pasaron como un suspiro, las estaciones como un segundo. Akihiko de pronto se encontró presenciando lo rápido que Misaki crecía, sus primeras palabras, sus primeros pasos. Algunas veces sus logros le inspiraban cierta emoción que creía que Shinobu y Miyagi le contagiaban, ellos amaban a Misaki como si de verdad fuera su hijo y disfrutaban de verlo crecer
Cuando Misaki cumplió tres años lo llevaron de día de campo, el pequeño disfrutaba de seguir a las mariposas del campo mientras que Shinobu y Miyagi hablaban perdiéndose en su mundo por un momento ignorando que Misaki se dirigía a un acantilado
-La cosa castaña caerá por el precipicio- Con una sonrisa malvada, Akihiko observo como el castaño se dirigía al acantilado, sin duda caería. Para Hiroki no era igualmente divertido ya que con graznidos le pedía a su amo que hiciera algo, este lo ignoro. Misaki cayo pero unas ramas, con forma de manos, lo envolvieron para regresarlo al campo
Hiroki miro a su amo, luciendo algo perplejo
-¿Qué?- pregunto para acomodarse en el lugar en donde estaba descansando…
Hiroki presentía, que su amo empezaba a sentirle cierto cariño a la “cosa castaña” como solía llamar a Misaki. Las cosas no iban acabar nada bien pues el mismo cuervo, después de años de cuidar y vigilar a Misaki también le había agarrado cierto cariño
Akihiko era consciente de su hechizo, y también era consciente de la calidez que Misaki le despertaba, pero se mantenía al margen, mientras más lejos se mantuviera de Misaki más lejos el mantendría a sus emociones que siempre le resultaron incontrolables. Así cuando su venganza llegara el no sentiría ni una gota de remordimiento
Esos eran sus pensamientos mientras caminaban por el bosque, era un bello lugar, no había tantas bestias y las pocas que había parecían encantadas con el dulce Misaki que recien habia cumplido cuatro años
-Quien te conozca te amara- cito sus propias palabras- Que literal es la magia
-Hola- ¿Le sorprendió? Claro que no, era algo que ya esperaba tarde o temprano el pequeño lo vería y como su carácter era curioso se acercaría
-Vete, largo, fuera, regresa a tu casa- trato de decirlo con su habitual desdén y quizá lo había conseguido pero Misaki se acercó hasta el punto de abrazarlo- Cosa castaña suéltame, me ensucias
-Sube, sube- estiro sus brazos pidiendo ser cargado, Akihiko frunció el ceño ¿Ahora era niñera?
-Nunca me gustaron lo niños- Hiroki miraba divertido la escena era obvio que su amo nunca tomaría al niño en brazos…
Pero Akihiko era una caja de sorpresas, tomo al castaño que de inmediato acaricio sus cabellos, entendía este hecho después de todo eran de color plata, un color que de seguro el castaño consideraba extraño
-Lila, lila- dijo Misaki señalando sus ojos, lo dejo en suelo para luego exclamar
-¡Shu!- y con un gesto lo empujo lejos de él, Misaki solo se despidió abriendo y cerrando su pequeña mano y cantando se alejó. Esa actitud lejos de recordarle a Takahiro, le recordó a Manami, que con solo una mirada le dio a entender lo dulce que podía ser
Sintió una gran calidez, por fin pudo reconocer que Misaki le provocaba esa calidez…
-Tendré que alejarme- Y lo hizo, pero no del todo, dejo a Hiroki, dejo a sus “ojos” cuidando a Misaki que con cada estación que pasaba se volvía la flor hermosa que debía ser…