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A 12.800 metros: Bajo tus alas por Skycrew09

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Notas del capitulo:

¡Hola mundo!
Sé que esto lleva bastante inactivo, pero eso no quiere decir que no haya seguido trabajando en ello. Así que espero disfruten la actulización.
 Cualquier duda o comentario estaré encantada de responderlo. Vuestras opiniones son muy importantes!! ♥

Capítulo 2

 

           

La claridad del sol que se filtraba por las ventanas fue la causante de despertar a Zoro. Se había quedado dormido en el sofá, con el consiguiente dolor de cuello. Perezosamente se fue incorporando, mientras se masajeaba la zona afectada. Apenas se había acostumbrado a tener los ojos abiertos  cuando el timbre comenzó a sonar insistentemente.

-       Quién cojones será a esta hora... - se levantó de mala gana y abrió la puerta.

-       ¡Buenos días Zoro! ¿Listo para tu primer día?

-       ¿De qué demonios hablas? El señor Walsh me dijo que hasta que llegara mi compañero no tendría que hacer nada. 

-       Ya lo sé, pero el jefe de ingenieros me envía a buscarte. Dice que necesita explicarte un par de cosas de los aviones comerciales.- Zoro entrecerró los ojos molesto- Yo no entiendo de esto, sólo soy un mandado -se defendió el moreno, alzando las manos frente a su pecho en pose defensiva.

-       Está bien, dame quince minutos que me vista.

           

            Un cuarto de hora después Zoro apareció por el salón con ropa más adecuada. Esta vez llevaba puesto un pantalón vaquero negro, una camiseta de manga corta y botas militares. Vio cómo Law esperaba tranquilamente en el sofá, parecía sentirse demasiado cómodo en casas ajenas; algo le decía que no se desharía de él tan fácilmente.

-       Tendré que ser tu transporte, ¿cierto?

            La única respuesta que obtuvo del moreno fue una enorme y genuina sonrisa infantil. Zoro suspiró, tampoco le importaba acercarle ya que él tenía que tomar el coche sí o sí. Además, tampoco le vendría mal tener un amigo en esa empresa de locos.

 

            El aeropuerto quedaba cerca, poco más que un paseo, por lo que aún faltaba bastante para que Law empezara su jornada.

            Una vez allí, Law se encargó de acompañarlo de nuevo hasta el hangar, pues Zoro no recordaba el camino, y nada más entrar al área de empleados ya se estaba dirigiendo al lado contrario. 

            El hangar estaba lleno de gente yendo de un lado para otro, incluso siendo tan temprano, además de herramientas pesadas y extrañas que el peliverde nunca había visto. También había partes del fuselaje de un par de avionetas siendo reparadas en aquel momento. Aquello llamó mucho la atención de Zoro, que se desvió de la trayectoria que iba marcando su compañero. Mientras tanto, Law había encontrado al hombre de cabellos pelirrojos frente a la hélice de una de las avionetas Iceburg Galley-La destinadas a mensajería aérea.

-       Buenos días. Te traigo al novato, como me pediste -saludó jovial. Kidd, sin apartar los ojos de lo que estaba haciendo le contestó:

-       Me parece que debes tener algún problema de vista, porque yo sólo te veo a ti -el moreno se puso a mirar alrededor buscando al peliverde, quien iba de un lado del hangar a otro, curioseándolo todo.

-       Awww Eustass, no hemos tenido ni la primera cita y mira las cosas que me dices ya, bribón – dijo Law guiñándole un ojo. El otro le miró serio, sin entender a qué venía eso-. Déjalo. Enseguida te lo traigo.

-       Espera. Antes de irte, ¿podrías alcanzarme eso? -interrumpió su marcha señalando una llave de carraca.

-       Claro.

            Law se acercó al banco de herramientas que quedaba a un par de metros. Se quedó embobado contemplando cuantos modelos distintos de instrumentos habían, por suerte, la que Kidd le había pedido era una de las pocas que conocía. La tomó y se la acercó al pelirrojo. Éste seguía muy concentrado realizando unos cálculos para la mejora de la hélice, tanto que ni siquiera apartó la vista del papel para coger la llave. Sus manos se rozaron en el intercambio. Eustass apartó la suya rápidamente al notar el calor impropio del metal proveniente del moreno. Law sonrió ante el gesto del contrario.

-       Tranquilo, no muerdo -dijo con cierto tono pícaro en su voz.

-       ¿No tenías que buscar a alguien? - un sonrojo apenas perceptible apareció sobre sus mejillas, mitad rabia y mitad vergüenza.

-       Voy – contestó alargando la vocal.

            Tras unos minutos Law volvió con Zoro y lo dejó con el pelirrojo, para después retirarse a su puesto de trabajo; con la tontería ya se había hecho la hora y si llegaba tarde el viejo se enfadaría.

           

            La mañana para Zoro transcurrió entre explicaciones y peculiaridades de los aviones comerciales por parte de Kidd. Muchas ya las sabía porque a fin de cuentas él ya era piloto, sin embargo, había otras que al ser específicas del modelo Iceburg 780 tendría que aprenderlas de su compañero, fuera quien fuera. 

            Durante la conversación, el peliverde no dejaba de mirar a Eustass. Tenía la sensación de que le conocía de antes o de algo, aunque no conseguía ubicar dónde. Extrañado, finalmente lo dejó correr; ya se acordaría en algún momento. 

            Para cuando terminaron, ya era la hora de comer, y como ya no le quedaba nada que hacer por ese día en el aeropuerto, se marchó a casa. Law ya se las apañaría para volver. 

 

            Cuando Zoro se marchó, Kidd se quedó solo, terminando de adecentar un poco el taller para poder ir al comedor que el aeropuerto reservaba para trabajadores. Allí ya se encontraban muchos de sus compañeros, y tantos más de otros departamentos. Paró unos segundos a leer en la pizarra que se encontraba a la entrada el menú para hoy, y después se puso a la cola para pedir. Al llegar su turno eligió ensalada de pulpo de primero y de segundo pastel de verduras de temporada; de postre una manzana roja. 

            Bandeja en mano Eustass se dirigió a la mesa vacía más cercana, si podía evitarlo, prefería comer sin compañía. Cuando estaba por probar su primer bocado levantó la vista del plato y vio al azafato moreno de antes. Éste iba acompañado de otras dos azafatas, ambas parecían haber salido de un desfile de Victoria's Secret. Aquello, por algún motivo disgustó al pelirrojo, que ceñudo siguió comiendo. 

            Ya iba por la mitad del primer plato cuando el sonido metálico de una charola al golpear la mesa le sacó de su ensimismamiento. Al levantar la vista de nuevo se encontró con Law, el cual le sonrió.

-       ¿Puedo acompañarte? -preguntó el moreno. Kidd apenas le dirigió más que un leve asentimiento de cabeza.

-       ¿Acaso no venías con ellas? -dijo señalando con el tenedor al par de chicas de antes.

-       No exactamente, yo voy y vengo, soy un alma libre -bromeó.

-       Una pena... 

            Esa respuesta hizo que Law levantara la mirada de su propia ensalada con una ceja enarcada, en señal de desconcierto; no sabría cómo interpretar lo que el otro había dicho. 

            Ahora que lo veía de cerca, el hombre ganaba mucho, y no se imaginó que éste sería el carácter de quien veía desde las cristaleras de la terminal.

-       ¿Te ha dado mucho la lata el piloto nuevo? -decidió cambiar de tema para dejar fluir la conversación. Quería saber más cosas sobre su interlocutor.

-       No realmente, se nota que sabe lo que hace. Lo que me preocupa es a quién tiene por compañero. El pájaro no lleva tanto tiempo volando “solo” por nada...

-       No sé qué decirte, Zoro parece tener un carácter bastante fuerte, no dejará que le conviertan en el pelele de nadie. 

-       Eso habrá que verlo. No le doy más de un mes -respondió con una sonrisa ladina.

-       Muy bien, apostemos entonces -Kidd lo miró sorprendido, ya que él no lo había dicho con esa intención.- A partir de que se conozcan hasta un mes después, si Zoro abandona, ganas tú. De lo contrario, si Zoro aguanta aunque sea un minuto más transcurrido un mes, vendrás conmigo a tomar una copa. ¿Qué me dices?

-       ¿Qué clase de apuesta es esa y realmente qué gano yo? 

-       De acuerdo. Si tú ganas, tendrás lo que quieras. ¿O acaso tienes miedo?- le picó Law insinuante.

-       Tsk, si tantas ganas tienes de perder... no seré yo quien te quite la ilusión -contestó con el mismo gesto.

-       Trato hecho – Law le extendió la mano a Kidd, quien se la estrechó con decisión. 

            Después de aquello, terminaron de comer tranquilamente entre conversaciones triviales, para volver a sus respectivos trabajos posteriormente.

 

            Eustass volvió al hangar. Allí se encontró a un hombre de pelo negro sentado en el sillón de su despacho, ojeando un par de documentos con toda la confianza del mundo. El pelirrojo tocó con los nudillos en la puerta, captando la atención del otro.

-       ¿Estamos cómodos? 

-       Igual que siempre -sonrió burlón.

-       Estaría bien que aprendieras a no caminar por la compañía como si fuera tu casa.

-       Como si no lo fuera a estas alturas... Sabes perfectamente que paso más rato aquí que en mi piso. - Aquello hizo resoplar al pelirroko, dejando al otro por imposible y cambiando de tema.

-       ¿Qué tal el vuelo?

-       Magnífico. Otro copiloto florero, son mis favoritos, ya saben lo que les espera conmigo -dijo entregándole un par de papeles, el otro supuso que era el informe de vuelo. 

-       Pues el que te va a tocar ahora y por un tiempo no te va a gustar tanto -el hombre le miró confuso.

-       ¿De qué estás hablando?

-       Oh, ¿no te lo había dicho el viejo? - contestó Eustass triunfal. El otro frunció el ceño, levantándose del sillón.

-       No, pero enseguida lo averiguaré. 

-       Procura estar sentado cuando hables con él -dijo el pelirrojo entre risas, mientras le despedía con la mano.

 

            William se encontraba tranquilamente en su despacho ultimando los detalles de un vuelo muy especial que se esperaba para dentro de unos meses. Se trataba de la visita oficial de los reyes de un país del otro lado del Mediterráneo. Éste era un acontecimiento muy importante y estaba muy orgulloso de ser la aerolínea responsable del traslado de la familia real, más porque normalmente ese tipo de vuelos corrían a cargo de aviones privados y propios del país de origen. Aquél era un signo inequívoco de que estaban haciendo las cosas muy bien, a la altura de una casa real.

            Estaba por firmar el último documento cuando la puerta de cristal de su oficina se abrió de golpe, dando un fuerte portazo.

-       Qué es eso de que tendré un nuevo copiloto.

-       Buenas tardes a ti también. 

-       No te hagas el tonto -contestó comenzando a enojarse.

-       Y no me lo hago, ahora siéntate y relájate -ordenó sutilmente el mayor, a lo que el otro obedeció a regañadientes, tomando asiento frente al escritorio.

-       ¿Y bien? -insistió alzando las cejas.

-       Era algo que quería comentarte en persona, por eso no te envié ningún mensaje durante tu vuelo -viendo que por fin había captado la atención de su interlocutor continuó hablando, sin estar seguro si debía contarle toda la historia. - Hace unos meses el hijo de un antiguo amigo vino a pedirme ayuda. Él es Zoro Roronoa, veterano de guerra a sus veintiocho años debido a que hace dos tuvo un grave accidente, en el cual murió su compañero. -Viendo que el otro lo miraba esperando más información no tuvo más remedio que proseguir con un suspiro.- Ambos iban en un caza. En la eyección hubo un problema técnico con el asiento de su compañero, de modo que Zoro salió prácticamente ileso, mientras que el otro murió por el impacto. 

-       Vale, ¿y? 

-       Zoro se echa la culpa de la muerte de esta persona debido a que, en el momento del impacto, él se encontraba reiniciando los aparatos de medida ya que no estaban funcionando correctamente. Después de eso... entró en depresión y se abandonó a la bebida.

-       ¡¿Me estás diciendo que voy a compartir cabina con un borracho?! - contestó furioso.

-       Tranquilízate. Sé lo que esto supone para ti, pero él vino a pedirme ayuda y le di mi palabra de que si se desintoxicaba, tendría un puesto en la empresa. Y te puedo asegurar que ese joven ama volar tanto o más que tú.

-       ¡¿Y a mí qué me importa?! Haberle puesto de chico de la limpieza. No es problema mío.

-       Sí lo es, ya estoy harto de cambiarte de copiloto porque nadie te soporta. -retrucó serio  William- ¡Les tratas como poco más que muñecos de trapo, por Dios! 

-       Les trato como lo que son.

-       Se acabó. Ya está decidido y tendrás que lidiar con ello, te guste o no. En tres días sale vuestro primer vuelo juntos. Mentalízate. Te enviaré un mensaje con el destino después. Y ahora si me disculpas, estoy ocupado. Puedes retirarte -indicó con un gesto de la mano.

            El hombre de pelo negro se levantó de la silla airado, y sin despedirse siquiera se largó del despacho con pasos firmes que resonaron en el pasillo mientras se marchaba.  

           

           

            Zoro aprovechó aquellos días libres que tenía hasta su primer vuelo para poner en orden su nueva casa y a sí mismo.  Fue al IKEA, donde compró algunos muebles que faltaban para su piso, así como juegos de sábanas y toallas. También aprovechó para comprar algo de ropa, pues en Asturias hacía un frío húmedo distinto del de Madrid. 

            Cuando por fin le llegó por mensajería su uniforme de piloto suspiró aliviado. Éste era un conjunto de pantalón y chaqueta negro, combinado con una camisa blanca y corbata azul turquesa. Aquél era el único punto en común con el de los azafatos. 

            Al probárselo se sintió extraño. Hacía ya dos años desde la última vez que había llevado puesto algo parecido a un uniforme. No sabría decir si era realmente cómodo pero lo que nadie podía negar es que le sentaba como un guante. La gorra le parecía algo prescindible, pero la compañía así lo exigía. Al menos se alegraba de que la misma política le permitiera conservar los tres pendientes de oro que llevaba en la oreja izquierda.

            Asimismo empleó algo de su tiempo en retomar la rutina de ejercicios que hacía cuando estaba en el ejército del aire. Todas las mañanas salía a correr por la playa y por las tardes hacía pesas en su casa, además de dominadas en una barra que instaló en el marco de la puerta de su habitación. De esta manera, comenzaba a recuperar fondo físico.

            Llegado el sábado, Zoro se despertó muy temprano; casi no había podido dormir de la emoción y los nervios, y eso que él se caracterizaba por ser una pequeña marmota. Tomó una ducha rápida, después desayunó y se enfundó su traje nuevo. Hacer el nudo de la corbata le llevó más tiempo de lo que pensaba. 

            Zoro se miró en el espejo, comprobando que todo estaba en orden. El pelo bien peinado, recién afeitado e impolutamente vestido. Parecía otro. Y lo mejor de todo, no aparentaba que sólo seis meses atrás hubiera sido un borracho. 

            Finalmente tomó las llaves del Jeep y se puso rumbo del aeropuerto.

            Cuando llegó allí el reloj apenas marcaba las siete de la mañana. Sin embargo, el lugar bullía de actividad. En el correo que recibió de William se especificaba que debía esperar al lado del hangar hasta que les indicaran que podían subirse al avión. El vuelo estaba planeado para ir a Zuritch, capital de Suiza, y duraría unas cuatro horas; un viaje corto para el primer día e ir cogiendo confianza. 

-       ¡Buenos días, Zoro! -saludó alegre Trafalgar. Él había bajado expresamente del mostrador para saludarle y desearle buena suerte.- ¿Estás preparado?

-       Bueno, lo más preparado que se puede estar en esas circunstancias – a su vez, Eustass salía del taller hacia donde ellos se encontraban.

-       Ya veo – el moreno le sonrió.- Anda ven, tienes el nudo de la corbata mal hecho.

            Law se acercó al peliverde, haciendo a un lado la identificación de Zoro, y tomó entre sus manos la corbata turquesa de su compañero, igual a la suya. Deshizo el intento de nudo para con habilidad volver a armarlo correctamente. Kidd observaba la escena desde lejos, no sabía el qué, pero algo en aquel gesto no le gustó nada.

            Justo cuando el sol comenzaba a despuntar entre las aguas del mar Cantábrico, el sonido del motor de un coche rompió el silencio de la mañana. Los tres chicos levantaron la mirada hacia la fuente del ruido a la vez, dos de los cuales reconocieron perfectamente a quién pertenecía. Ambos se tensaron con anticipación, el espectáculo estaba a punto de comenzar.

            Cuando el Chevrolette Corvet Stingray llegó hasta donde ellos estaban, pudieron apreciar una figura masculina emerger de la carrocería negra, a lo que Zoro sintió un inexplicable escalofrío recorrer toda su espalda. El hombre le lanzó las llaves a Eustass, quien las cazó al vuelo sin problemas. Entonces, fue cuando Law y Zoro se percataron de la presencia del pelirrojo.

            El recién llegado era esbelto, alto, de pelo negro engominado ligeramente hacia atrás, todo enmarcado por una barba muy bien recortada, y los ojos ocultos tras unas gafas de sol tipo aviador de cristales de espejo. Llevaba un traje negro idéntico al de Zoro, además de una pequeña maleta, por lo que dedujo que aquel hombre sería su compañero.

            Se acercó al peliverde y sin retirarse las gafas le observó de arriba a abajo, analizándolo. Para su sorpresa, lo que vio superó las escasas expectativas que se había formado durante el camino. 

-       ¿Zoro Roronoa? - el aludido apenas asintió con la cabeza. - Soy Mihawk Jurakiur. Piloto al mando del Iceburg 780, y por desgracia tú eres mi nuevo copiloto.

            Fue en ese momento cuando el moreno por fin retiró las lentes que ocultaban sus ambarinos ojos de ave rapaz, los cuales quedaron fijos de forma amenazante sobre el más joven. Aquel intenso color pilló desprevenido a Zoro, que se quedó prendado de los mismos, como si fueran hipnóticos. Mihawk frunció el ceño, cada vez más molesto.

-       Sígueme. Y calladito, cuanto menos oiga tu voz mejor será para todos -tras lo cual se dirigió a la terminal, sin esperar que el otro le alcanzara.

            Zoro permaneció inmóvil, como si sus pies hubieran sido clavados al asfalto. Totalmente desconcertado con lo que acababa de pasar. Se giró hacia sus compañeros, buscando en ellos algo de apoyo y orientación, quizá permiso para moverse sin cabrear al moreno.

-       Buena suerte tío, la vas a necesitar -dijo Eustass.

-       Yo que tú, volaría con el paracaídas puesto, no vaya a ser que te saque a patadas del avión a mitad vuelo -acotó Law entre risas. 

            Zoro salió corriendo en la dirección en la que el otro se había marchado, sin saber cómo de en serio debía tomar las advertencias de aquellos dos. 

-       Qué pena me da... no sabe dónde se ha metido – le dijo Law a Eustass cuando el peliverde estuvo fuera de vista.

-       Y tú tampoco – respondió el pelirrojo burlón, mientras se marchaba para aparcar el coche de Mihawk.

-       ¡Mierda, yo también tengo que ir a la puerta de embarque! Nos vemos en el almuerzo Eustass.

 

            Una vez cruzaron el control de seguridad ambos hombres subieron al avión junto con el resto de tripulantes. Guardaron sus pertenencias en los compartimentos designados para ello y tomaron asiento, Mihawk en el puesto de la izquierda, y Zoro en el de la derecha. De este modo llevaron a cabo las comprobaciones de última hora de los aparatos de medida: comprobaron el nivel de combustible, el indicador de temperatura del motor y el de potencia, además de la brújula y el indicador de rumbo, así como las distintas radios.

            A su vez, Kidd Eustass junto con su equipo de técnicos revisaron el avión por fuera, desde las hélices hasta el correcto repostaje del combustible, pasando por el tren de aterrizaje. Cuando todo recibió el visto bueno el pelirrojo informó de ello al comandante por radio. 

            Pocos minutos después comenzaron a embarcar los pasajeros, a la vez que se cargaba el equipaje en la bodega. 

            Desde la terminal, Law chequeaba las tarjetas de embarque y las pasaba por el lector de códigos de barras antes de permitirles pasar, todo acompañado de una sonrisa profesional y un “tenga buen vuelo”. Aunque ello no le impidió echar un vistazo por la cristalera de vez en cuando, admirando el trabajo de Kidd.

           En la cabina del Iceburg 780 Mihawk establecía contacto con la torre de control, recibiendo los permisos oportunos para el próximo despegue. Sus hábiles manos se movían sobre la consola de mandos sin dar oportunidad a que el peliverde hiciera nada; tampoco le dirigía la palabra. Zoro por su parte, debido a su pasado militar, se limitaba a esperar órdenes, las cuales brillaban por su ausencia. 

            Llegado el momento, las azafatas cerraron el acceso al avión y tras unos minutos calentando los motores, Mihawk procedió a iniciar la maniobra de posicionamiento en la pista. El avión se movió desde su zona asignada en la terminal hasta la entrada de la pista de despegue. De pronto, una voz mecánica comenzó a escucharse a través de los cascos que tanto él como Zoro llevaban puestos: <<Buenos días, Iceburg 780, cuando quiera puede iniciar maniobras de despegue, comandante. Tenga buen vuelo>>.

-       Gracias, Nami. Nos vemos a la vuelta -cortó la comunicación presionando un botón. 

            Los motores subieron sus revoluciones y el avión tomó velocidad. Los asientos de la cabina vibraron al ritmo de las sacudidas de la aeronave. Alcanzados los 300 km/h, el morro de la nave fue separándose poco a poco del suelo, hasta que las ruedas traseras también se despegaron de la pista ganando altitud. Zoro entonces sintió las características cosquillas en el estómago que tanto había echado de menos, por lo que no pudo contener la sonrisa que nació de sus labios.

-       Roronoa, recoge el tren de aterrizaje.

-       De acuerdo -respondió volviendo a la realidad, acatando la orden, feliz de poder hacer algo al fin.

            Tras alcanzar la altitud de crucero y comprobar que todo iba correctamente, Mihawk procedió a hablar a través de los interfonos: <<Buenos días señores pasajeros, les habla su comandante Mihawk Jurakiur. Se estima que el vuelo dure aproximadamente cuatro horas y media. Tomaremos tierra sobre las 14:30 hora local. Disfruten de su vuelo>>.

Notas finales:

Quería decir que, además, esta historia tiene muchos detalles tipo vestuario, destinos y vehículos que se describen. Para poder verlos mejor tenéis mi twitter (@SkyCrew9) e Instagram (@skycrew09) donde subo imágenes descriptivas e incluso contenidos adicionales. No dudéis en mirar.
 
 Muchas gracias por leer!!


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