Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Había una vez... por Milkin_Black

[Reviews - 79]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola hola

¿Cómo están? Espero que esten muy bien gozando de este fin de semana.

Quiero agradecer a todas las lindas personas que han seguido la historia, a todos muchas muchas gracias desde el fondo de mi corazón Además, de forma especial quiero agradecer a quienes han dejado su comentario, de verdad, no saben cuanto he reido y disfrutado de cada uno de ellos, son muy lindos.

Debo decirles que este capítulo aunque parece simple me costó muchisimo escribirlo, y bueno, solo espero que haya quedado más o menos entendible.

Sé que a todos nos gustan los capítulos divertidos, pero hoy tenemos un asunto muy serio, pues como les dije en el capítulo anterior, esta vez removeremos un poco en el pasado de Camus, así que solo espero no aburrirlos.

De antemano gracias por su lectura...

13 años atrás…

Hace mucho tiempo en la vasta región del norte, se extendía un glorioso reino, conformado por los dominios de la Familia de Hielo. Rodeados por  un conjunto de  imponentes montañas que les brindaba seguridad, los habitantes de esta tierra congelada vivían una existencia feliz y pacífica.

Debido a ello, resultó demasiado extraño que de un momento a otro el consejo de hechiceros hubiera decidido enviar a dos de sus mejores hombres a una misión de exploración, razón por la cual el gran Krest Lumont y su alumno, un joven Saga Dobrev de apenas 17 años, recorrían las desérticas planicies blancas en busca de la entrada al Reino.

Tras varios días caminando a bajísimas temperaturas al fin dejaron atrás las altas cumbres, para llegar de nuevo a la helada planicie…Fue justo ahí, que luego de avanzar apenas un par de metros un campo de una poderosa y desconocida energía, los hizo detenerse.

-Maestro…-musitó Saga asombrado, sin ser capaz de reconocer la fuente de aquel poder, ni hallar algo en medio de aquel paisaje blanco.

Krest no contestó, pero con el gesto frío y en evidente estado de alerta retomó el camino, notando que conforme avanzaban el campo de energía parecía ser más y más fuerte, haciendo que mantenerse de pie resultara una tarea dolorosa y muy difícil.

Sin embargo, cuando estaban por rendirse sintiéndose aplastado por aquel increíble poder, de pronto como si hubieran atravesado una pared invisible, toda la presión, toda la fuerza sobre sus cuerpos desapareció y la magnífica ciudad de Cristal apareció frente a sus ojos…o al menos lo que quedaba de ella.

Congelados yacían los imponentes edificios, las pequeñas casas y cada uno de los habitantes, estáticos en la misma posición en que habían estado al momento de ser congelados.

Krest Lumont y su alumno miraban horrorizados  las heladas figuras de mujeres, hombres y niños, hasta que algo al frente llamó su atención.

-Es un niño…-murmuró Saga asombrado, mirando al que parecía ser un pequeño infante que permanecía de pie en medio de la congelada ciudad -¡Ey, pequeño!- llamó tratando de acercarse.

-¡¡Saga!!- gritó su maestro jalándolo hacia atrás, justo a tiempo para resguardarlo de un golpe de energía que los golpeó con fuerza, y que el gran Krest penas si pudo desviar.

Saga de inmediato se colocó alerta, estudiando con detenimiento su entorno en busca de la posible fuente que los atacó.

-Maestro, debemos poner a ese niño a salvo antes de volver a ser atacados –exclamó el más joven moviéndose en dirección al pequeño, pero fue detenido por su maestro –Maestro Krest, ¿qué ocurre?

-Ese niño…-musitó el mayor con la mirada fija al frente –Nunca creí que fuera posible.

-Maestro no entiendo, ¿qué es…

Antes de que Saga pudiera formular su pregunta, Krest dio un paso al frente con cautela, provocando al instante otro ataque.

Saga abrió los ojos asombrado –No puede ser…ese  niño…

-Así es, ese pequeño es la fuente del poder que sentimos…Es simplemente increíble…

-Entonces, ¿eso significa que la ciudad…?

Krest suavizó su mirada y asintió en silencio.

-No…no es posible…-musitó Saga aterrorizado con la simple idea de que aquel niñito hubiera sido el responsable de ese horrendo crimen –Alguien tan pequeño no puede ser el responsable de esto, debemos hacer algo, hallar alguna otra explicación...¡No podemos dejarlo aquí solo!

-Saga, ¿sabes lo que ocurre cuando un poder tan grande no es controlado?- expresó con pesar Krest desenvainando una filosa espada que llevaba siempre por precaución.

-¡No, no puede hablar en serio!...¡Es solo un niño!-gritó Saga cerrándole el paso.

-¡Saga, basta!...¡Esto no se trata de lo que tú o yo creamos!...Si tenemos razón y ese niño hizo esto, entonces es un grave peligro para todos, un peligro que debemos controlar antes de que sea demasiado tarde –exclamó el mayor tratando de hacer a un lado a su alumno, pero éste simplemente no le permitía pasar.

-¡No podemos hacerle eso, es solo un niño inocente!...Podemos enseñarle, ayudarle a controlarlo.

Al oírlo Krest bufó cansado –Lo siento Saga, pero lo único que podemos hacer por él es eliminarlo rápidamente, antes de que alguien más lo encuentre y lo torture intentando robar su poder –explicó haciéndolo bruscamente a un lado.

Así pues, Krest comenzó a avanzar paso a paso hacia el infante, recibiendo uno tras otro, ataques fuertes de energía que buscaban frenarlo.

Saga permaneció en silencio, sintiéndose desesperado y confundido, tratando de decidir entre el bienestar de todos o la vida de ese pequeño…”Todos son importantes”…recordó las palabras de su abuelo, que lo hicieron tomar una decisión. Sin importar las ordenes de su maestro, o su propio bienestar, comenzó a correr con todas sus fuerzas hacia el menor, levantándose cuantas veces cayó al suelo al ser atacado por ese poder tan grande que emanaba aquel niño.

-¡¡¡Saga detente!!!- ordenó Krest al ver a su alumno golpeado y ensangrentado a tan solo un par del metros del menor.

Sin embargo el aludido no le hizo caso, y más que frenar, ocupó la poca fuerza que aún le quedaba para acortar la distancia que lo separaba del pequeñito.

Fue solo un roce, un simple toque en el hombro del pequeño lo que bastó para que el campo de energía desapareciera.

Entonces Saga lo pudo ver con claridad. Era un precioso niñito de no más de cuatro años, con una hermosa carita teñida de miedo y dolor, y con unos grandes ojos cielo de los cuales bajaban copiosos ríos de lagrimas.

El joven hechicero no pudo más que abrazarlo con ternura…-Tranquilo, todo estará bien…ya no estás solo…-susurró acariciando su larga cabellera aguamarina.

Para ese momento Krest llegó a su lado, lo que hizo al peliazul levantarse agitado con el pequeño en sus brazos dispuesto a protegerlo a un a costa de su propia vida.

El mayor los miró con seriedad, analizando qué acción debía tomar dadas las circunstancias. El sentido común y la razón le decían que debía actuar según su buen juicio y acabar cuanto antes contra todo lo que representara una posible amenaza para su pueblo, para su mundo…pero lo cierto es que no era un asesino, y mucho menos uno capaz de arrancar fríamente la vida de un pequeño que temblaba asustado en los brazos de su pupilo.

Sin estar seguro de que hacia lo correcto, guardó su espada y relajó su semblante mirando el cielo que comenzaba a oscurecerse –Anochecerá pronto, debemos buscar un lugar para pasar la noche –indicó adentrándose a paso lento en la ciudad –Quédate con él, yo iré a revisar el perímetro.

Saga sintió entonces un gran alivio, como si su propia vida acabara de ser perdonada. Viendo con aun más admiración a su maestro, estrechó el abrazo sobre el pequeño que un se estremecía entre sus brazos –Tranquilo pequeño, todo va a estar bien –indicó cubriéndolo con su gruesa capa para resguardarlo del frío.

Casi una hora después, Krest volvió con la noticia de que había hallado una vieja choza en las afueras del pueblo, un lugar pequeño y abandonado, pero que al menos les serviría para pasar la noche.

Mientras corría el tiempo y los mayores intentaban pensar en un plan para ayudar al pequeño, éste permanecía quieto, delante de la fogata temblando como un pequeño copo de nieve que teme a derretirse con el calor.

-¿Qué haremos?- cuestionó Saga, observando fijamente al peliaguamarina –Si el consejo se entera lo matarán.

-Por eso no deben saberlo- respondió Krest quien por su mirada al parecer ya tenía un plan.

-¿Y cómo lo evitaremos?

 

 

La solución fue aparentemente sencilla. A la mañana siguiente Krest se levantó a primera hora, y haciendo un ruiseñor con las hojas secas de un viejo árbol, informó  mediante una nota al consejo sobre la misión, diciendo que todos en el Reino de Hielo estaban muertos, y que él y Saga continuarían buscando al culpable.

Hecho esto, los tres comenzaron un largo camino hacia el norte…

-¿A dónde vamos maestro?- cuestionó el peliazul cargando tiernamente al pequeño, que muy silencioso se aferraba con sus manitas a su ropa.

Krest sonrió ligeramente  fijando la vista en un punto brillante y rojizo en el horizonte…-Vas por la solución a este problema –indicó señalando con la cabeza hacia el frente.

Aunque Saga no comprendió a qué se refería, asintió seguro de que su maestro haría lo correcto y no permitiría que algo le sucediese a ese misterioso y dulce infante.

Así pues comenzaron un largo viaje, atravesando planicies, escalando montañas, cruzando ríos.

Durante semanas, el pequeño continúo en silencio, lo que terminó por preocupar a Saga, quien  ya fuese caminando o durante sus cortos periodos de descanso, permanecía a su lado hablándole de mil y un cosas, contándole sobre su vida, las creaturas mágicas, el universo, cualquier cosa que pudiera ayudar a que el pequeño olvidara por un momento la aterradora visión de su hogar congelado, imagen que lo hacía despertar cada noche en medio de horribles pesadillas.

El niñito solo lo observaba con sus grandes ojos azules oscurecidos por la tristeza, para luego bajar la cabeza y continuar con su mutismo.

Un par de meses después, decidieron parar junto a un lago para descansar y pasar la noche. Krest y Saga partieron hacia el bosque en busca de algunas ramas y comida, dejando al menor en el temporal “campamento”, a sabiendas de que no se movería de ese lugar. Sin embargo en cuanto se fueron el menor se giró sorprendido hacia el lago…

-Ven…-susurró una dulce voz de mujer –Ven…mi pequeño Camus…ven…

-Mamá…-susurró el menor con los ojos inundados de lágrimas, corriendo hacia la gran masa de agua.

-Mi pequeño…ven con mami, cariño…

Con el corazón latiendo al máximo, el pequeño se sumergió desesperadamente.

-Mami…Mami…-repetía una y otra vez con su tierna voz entrecortada por el llanto, mientras giraba en todas direcciones en búsqueda de su madre.

Fue entonces que algo lo jaló de una pierna con la intención de hundirlo.

-Ma…ahghhhhh…Mami….uglhhghh…¡Mami!- gritó desesperado luchando inútilmente por permanecer en la superficie, pero  la fuerza de la creatura que lo jalaba hacia las profundidades fue mayor, y mientras caía lentamente en ese oscuro abismo azul, el pequeño solo podía ver cada vez más lejos la luz del sol…

“Mami”…pensó dejando correr un par de lagrimas que se mezclaron con el resto del agua. Lo rodeaba un completo silencio, silencio y paz como desde hace mucho no había tenido…”Mami”…pensó una vez más mientras soltaba los brazos y se dejaba llevar por el abrazo frío de la muerte.

Entonces en medio de su visión borrosa alguien apareció nadando rápidamente hacía él…era Saga. Luego todo fue una caótica sucesión de burbujas y cuerpos moviéndose frenéticamente dentro del agua, hasta que Saga logró herir de muerte a la creatura que tenía apresado el tobillo del menor.

En medio de un gran y ruidoso chapoteo, Saga y el pequeño salieron a la superficie.

-¿Estás bien?...-interrogó el peliazul abrazándolo con fuerza –Lo lamento tanto, no debí dejarte solo…

Para su sorpresa, sintió al pequeño negar sobre su hombro…-M-me salvaste…yo…yo…gr-gracias…-musitó el pequeñín abrazándose fuertemente a él.

Saga abrió los ojos asombrado, pero también muy feliz…-Ya estamos bien…-comentó acariciando su cabello –A partir de ahora siempre estaré a tu lado…-prometió decidido a ayudarlo a borrar todo ese dolor, todo ese miedo que lo atormentaba.

Y lo cumplió, pues luego de ese momento fueron inseparables, y sin importar qué, el pequeño iba de la mano de Saga a todos lados.

El joven hechicero por su parte, sin siquiera proponérselo parecía haberlo adoptado como parte de su familia. Cuando lo veía a ratos recordaba a al hermano perdido que había decidido dejarlo atrás y vivir libremente lejos de las reglas del consejo, un hermano que se hallaba solo en el mundo, y por el que cada noche rogaba para que se encontrara bien y algún día redimiera su camino.

Krest simplemente se mantenía a una distancia prudente. No era que el pequeño Camus no le agradara, pues ya hacía tiempo había dejado de verlo como una amenaza y tenía toda la intención de protegerlo, sin embargo a diferencia de su pupilo, era alguien mucho más inexpresivo, y le costaba hacer cosas como acercarse, abrazar, o incluso despeinar juguetonamente sus cabellos.

En medio de esta aparente paz entre los tres, el tiempo siguió corriendo, y de la mano de Saga, el lindo Camus vio pasar paisajes, creaturas, enormes extensiones de tierra que unas veces eran arridadas, otras extensas planicies llenas de pasto y flores, vio mil y un bellezas durante su viaje, pero ninguna de ellas fue suficiente para borrar de su tierna mente el horrible recuerdo de aquel lejano día en el Reino de Hielo.

Finalmente un día llegaron a un oscuro sendero que de inmediato el joven aprendiz reconoció…

-Mestro Krest…¿qué estamos haciendo aquí?- cuestionó asustado al ver que sin duda, de algún modo se hallaban justo frente al paraje que conducía al lugar más sombrío y temido de la tierra, el lugar donde los hechiceros traidores eran sacrificados, el imponente y aterrador volcán de Kanon. Según la leyenda, este lugar era habitado por un cruel demonio que había sido sellado por sus crímenes, confinado a pasar toda la eternidad en agonía dentro de las ardientes paredes del volcán.

Saga entonces abrazó con más fuerza a Camus…-Maestro…no…-expresó con su voz temblorosa.

Krest entonces se giró, notando con curiosidad como su alumno lo miraba con el ceño fruncido y evidentemente tenso, seguramente imaginando lo peor. Esto divirtió al viejo Krest de tal manera, que hizo algo que casi nadie había tenido el gusto y honor de presenciar…dejó ver en su rostro una enorme, sincera y relajada sonrisa.

-Saga…créeme, eres mucho más divertido de lo que imaginas –expresó sentándose sobre una enorme roca a sabiendas de que tendría que dar una larga explicación.

Su pupilo obviamente lo observó sin comprender.

-Saga, ¿alguna vez has escuchado la leyenda sobre este volcán?- cuestionó desviando su mirada cielo hacia la imponente montaña de lava. Su alumno asintió aun desconfiado –Entonces debes saber que en este lugar no solo se hacen sacrificios y ejecuciones, hay muchos que vienen para hablar con el demonio del volcán.

-¡¡No puede hablar en serio!!...¡¡Eso es herejía!!- gritó Saga desconcertado por el rumbo que estaban tomando las cosas –Si el consejo se entera, entonces…

-Entonces ellos me matarán, lo sé, pero…eso no ocurrirá –expresó totalmente confiado.

El joven peliazul solo desvió su verdosa mirada –Aun así no debemos…

-Es la única opción…la única forma de salvar a Camus es mediante ese demonio.

-¡Eso no tiene sentido!...Esa cosa es un ser de oscuridad, algo así jamás podría ayudarnos, y no dejaré que esa cosa toque a Camus.

-¡Entiende Saga!...Si Camus permanece como hasta ahora, pronto el consejo lo notará, y cuando eso ocurra no va a haber clemencia para él sin importar si es un niño o si es inocente. La única forma de salvarlo es que deje de existir…-indicó provocando un hondo silencio, mientras su alumno desesperado trataba por todos los medios de dar sentido a lo que parecía no más que una enorme locura –El Camus de ahora debe morir…sus pensamientos, sus recuerdos, todo lo que es hasta ahora debe perderse, quedar en el olvido, para que un nuevo Camus pueda surgir, uno sin miedo, uno que pueda ser libre y aspirar a gozar de una verdadera vida, ¿o acaso no es eso lo que quieres para él?

-Si…pero…no de esta forma…

-Saga…-llamó con un tono amable Krest colocando la mano sobre su hombro –Haría cualquier cosa porque las cosas fueran diferentes, pero se nos agota el tiempo…Te prometo que sin importar nada, ese pequeño estará bien, y saldrá vivo de aquí.

Escuchar hablar así a su maestro, dejo al joven hechicero sin palabras, sin argumentos u objeciones. Confiaba en él mucho más de lo que lo hacía en sí mismo, así que poniendo toda su fe y la vida del pequeño en Krest, asintió dispuesto a colaborar en cuanto fuese necesario.

Sin cruzar otra palabra, ni dar al miedo tiempo para hacerlos titubear, se adentraron a aquel camino tenebroso que conducía a la entrada del volcán. A cada paso, el calor se hacía más y más sofocante, y respirar resultaba muy cansado y difícil.

-Todo está bien…-susurraba cada tanto el joven hechicero al pequeño en sus brazos que temblaba temeroso.

Conforme se acercaban al pie de la imponente montaña de fuego, la oscuridad se iba haciendo más densa…más profunda, hasta que se hallaron en un abismo negro y silencioso.

-Cuidado…-musitó Krest cogiendo el brazo de su alumno.

En medio de esa completa penumbra avanzaron a tientas tratando de no caer, entonces el sonido de una corriente de viento pasando a su alrededor los hizo moverse agitados.

-¡¡¿Quién se atreve a perturbar mi sueño?!!- cuestionó una fuerte y horrida voz que hizo retumbar las paredes de piedra, logrando que algunos restos finos de piedra cayeran sobre ellos –Deben ser muy valientes o muy estúpidos para venir aquí…De todos los que han venido, ninguno salió con vida –explicó con voz ancestral y amenazante aquella creatura.

-Tranquilos…-musitó muy bajito Krest, colocándose protectoramente al frente -¡Muéstrate!- gritó rogando por haber tomado la decisión correcta y que su plan funcionara.

Al instante un enorme remolino de fuego y lava apareció frente a ellos, representando un espectáculo majestuoso y temible.

-Eres muy osado Krest Lumont…-musitó la voz proveniente desde el interior del terrible remolino -¿Qué trae  alguien como tú a una muerte segura, lenta y dolorosa en mis manos?- cuestionó altivo, dejando entrever dos fieras luces rojas sobresaliendo del feroz torbellino de lava y fuego.

Lo que nunca esperó la creatura fue que ante su pregunta, Krest sonreiría –He venido por tu ayuda…-pronunció con tal solemnidad, que el enorme demonio no pudo ni reírse de lo sorprendido que estaba.

-¿Ayuda?- se mofó el horrible ser -¿Y por qué habría de ayudar a hechiceros como tú por quienes estoy encarcelado en esta montaña?- cuestionó disfrutando mucho aquel momento.

Krest se hizo ligeramente a un lado, permitiendo al demonio ver lo había detrás, entonces el oscuro ser notó con claridad al joven hechicero y al pequeño niño.

-Ja…¿un sacrificio?...-cuestionó el enorme demonio presintiendo que ese día iba mejorando, pues no había nada mejor en el mundo que la sangre pura e inocente de un niño –Vaya, vaya, mi querido Krest, parece que al final no eres tan noble…

-Te equivocas- aseguró el gran hechicero avanzando un par de pasos más –Lo único que puedo ofrecerte a cambio de tu ayuda es que permanezcas con vida.

Tales palabras provocaron la cólera del demonio quien entre fuertes sacudidas gritó -¡¡¡¡¿Te atreves a amenazarme?!!!!...¡¡¡¡¡Tú soberbia será la ruina de todos ustedes…ninguno saldrá vivo de aquí!!!!- y sin darles tiempo para reaccionar se precipitó sobre ellos para pulverizarlos.

O al menos eso intentó, pero antes de llegar a tocarlos la temperatura comenzó a bajar bruscamente, mientras el cuerpo del pequeño Camus brillaba con intensidad.

-¿Q-qué..qué es…e-esto?- cuestionó el demonio asustado por primera vez en mucho tiempo, notando como lentamente su cuerpo de lava iba siendo congelado…-No…no…¡¡¡NO!!!...¡¡¡¡Haré lo que sea…lo haré!!!!- gritó aterrado agitándose y lanzando pequeñas bolas de fuego por doquier.

Krest sonrió, y luchando con el intenso frío que entorpecía sus movimientos caminó hacia el pequeño que pese a todo era sostenido protectoramente por Saga.

-Camy…-dijo acariciando su larga cabellera, logrado atraer la mirada asustada del menor –Todo está bien…tranquilo…

Camus quien nunca lo había visto sonreír de aquella manera, olvido por completo el miedo, y se dejó llevar por la tranquilidad de esos pacíficos ojos azules.

-¿Maestro?- cuestionó Saga percibiendo algo extraño en la mirada normalmente fría del mayor.

-Todo va a estar bien Saga…estaremos bien…-dijo para luego volver a hacer frente al terrible demonio.

-Habla Krest Lumont….di claramente lo que quieres…

-Necesito que me ayudes a sellar sus poderes…

-Ja, debes estar bromeando…Intentar algo así con ese poder sería suicidio…

-No si yo te ayudo…-argumentó Krest sacando su espada para hacerse un corte en las palmas de las manos.

-Maestro no…-dijo Saga antes de que una intensa luz lo cegara.

 

……

Cuando el pequeño Camus despertó, lo primero que vio fue a un joven peliazul llorando silenciosamente mientras lo abrazaba. No lo conocía, tampoco sabía dónde se encontraba o qué hacía ahí, pero pese a todo no sentía miedo ni confusión.

-C-Camus…¿estás bien?- cuestionó el mayor con voz temblorosa mientras trataba inútilmente de borrar el rastro de lagrimas en su rostro.

El pequeño solo lo miró fijamente con esos hermosos ojos ahora de un intenso carmesí.

-Camus…-llamó de nuevo el mayor con una infinita ternura acariciando los suaves cabellos rojizos -¿Me recuerdas?

El menor negó mirándolo con curiosidad, tratando de averiguar el por qué su rostro amable le resultaba tan familiar.

Saga simplemente lo estrechó entre sus brazos –No te preocupes…vamos a estar bien…lo sé…

Mientras Camus se dejaba llevar por esa suave calidez, supo de inmediato que sin lugar a dudas que aquel hombre debía ser su familia, por lo que con sus pequeñas manitas se aferró a la ropa del mayor.

A partir de ese día comenzaron su larga travesía juntos. Tras informar sobre la muerte de su maestro, Saga abandonó el consejo, procurando mantener oculta la existencia de Camus. Dado su pasado, y que su rango era bajo, los hechiceros no tuvieron el mayor problema en dejarlo ir.

Poco después de su partida, el consejo se disolvió.

Por su parte, Saga y el pequeño Camus adoptaron  un estilo de vida libre, nómada, y mezclándose con gitanos alegres y bulliciosos comenzaron a recorrer el mundo, conociendo reinos, y toda una mágica gama de extrañas y sorprendentes creaturas.

Durante todo ese tiempo, el carácter del ahora pequeño pelirrojo no cambió mucho, siguió siendo bastante tímido y serio, y pasaba la mayor parte del tiempo a lado de tres pequeños escorpiones negros que Saga había dejado bajo su cuidado, y sobre los cuales por las noches oía de su maestro increíbles historias, llenas de magia y misterio, lo cual parecía ser solo fantasía, hasta que pasó el tiempo y el pequeño gitano cumplió 15 años…

A diferencia de otros años, esa noche luego del pastel y las velas, ambos quedaron sentados frente a frente en una vacía habitación.

Tras varios minutos de un extraño silencio al fin el pelirrojo habló…

-Ehmmm…maestro…¿ocurre algo?

Saga lo miró un momento con el semblante turbado para luego fijar la mirada en la mesa solo un instante -Camus…han pasado tantos años, y ahora eres todo un jovencito, uno amable, valiente, honesto, y estoy muy orgulloso de ti…-expresó con sinceridad haciendo ruborizar a su alumno –Has madurado mucho para tu edad, y creo que es momento de que sepas la verdad.

Al instante el rostro avergonzado de Camus adoptó un gesto de evidente confusión –Maestro…no comprendo…¿a qué se refiere?

El mayor suspiró tratando de ordenar sus pensamientos –Hace mucho tiempo, mí entonces maestro y yo, fuimos enviados a una misión especial en un reino muy muy lejano. Si bien las cosas no ocurrieron como esperábamos, lo realmente importante es que nos encontramos con un pequeño, con un  niñito asombroso que estaba totalmente solo…ese niñito eras tú…

Camus continuó en silencio, con la boca entreabierta y  entrecejo contraído entre la sorpresa y el desconcierto, pues aunque durante años había interrogado a su maestro sobre su pasado, éste siempre se había mantenido hermético al respeto.

-Maestro Saga, yo…

-Ahhh, aun lo recuerdo claramente. Eras un niñito precioso, tan lindo y tímido, pero había un problema…tenías un gran poder, una energía que iba más allá de lo normal…Por eso tuvimos que hacerlo.

-¿Hacer qué?...Maestro, no entiendo de lo que habla.

-Camus…tú sabes que eres un hijo para mi, y te quiero más que a nada en este mundo, por eso hicimos lo necesario para mantenerte a salvo…para protegerte incluso de tu propio poder…¿Recuerdas tú cuento favorito, el que te contaba todas las noches de pequeño?...La historia trataba de un niño muy especial, un niño maravilloso que tenías tres amigos inseparables, tres pequeños escorpiones que cuando estaba en verdadero peligro lo protegían adoptando su forma original…Camus…el niño de esa historia eres tú.

El bello pelirrojo permaneció estático, tratando de procesar lo recién escuchado. En su mente nada tenía sentido, pues era absurdo que de un momento a otro las viejas historias se convirtieran en realidad…en su realidad…

-Maestro…no lo comprendo…entonces yo…-musitó bastante desconcertado cubriéndose la cara con las manos en un gesto desesperado.

Saga de inmediato se puso de pie, colocándose a su lado para poder acariciar su larga cabellera…-Camus, mírame…-pidió gentilmente apartando las blancas manos del menor para poder mirarlo a los ojos –Eres lo más preciado, lo más importante para mí, y por eso es que lo mantuve en secreto, esperando a que tuvieras la edad suficiente para comprenderlo. Lo único que deseo es que tengas una vida larga y tranquila, y por ello debías saberlo, para que el día en que yo falte, tú aun puedas mantenerte a salvo…-explicó dejando que un par de lagrimar cruzaran sus mejillas.

Camus lo observó detenidamente, pese a todo, pese a los grandes secretos que había mantenido ocultos, ese hombre era su familia, era su padre, amigo, maestro, ese hombre era todo su mundo, por lo que dejando a un lado la confusión, dibujó una pequeña sonrisa. Saga entonces no pudo más, y recordando a través de esos hermosos ojos a su propio maestro, estrecho al menor entre sus brazos –Camus…perdóname por haberlo ocultado…

 

 

Santuario época actual…

 

“Para que ellos te protejan debes nombrarlos…pero una vez que lo hagas tu identidad quedará expuesta, y no habrá marcha atrás, así que, promételo, prométeme que no lo harás a menos que sea de vida o muerte”…las palabras de Saga resonaron una y otra vez en su mente, mientras a su alrededor todo era un completo caos…-Milo…-musitó sintiendo que haría cualquier cosa por él, cualquier cosa por mantenerlo vivo. Decidido como nunca, miró fijamente al gran dragón –Ataca…-musitó haciendo un leve movimiento de la mano.

 

A unos metros de ahí, Milo aun luchaba por ponerse de pie, pero cuando al fin lo logró, su rostro se cubrió de horror al ver a dos enormes sombras dirigirse velozmente hacia él…”¡¡Corre!!”…decía su mente, pero su cuerpo simplemente no se movía…-Camus…-musitó sin pretenderlo cubriéndose el rostro con los brazos en espera del golpe fatal.

Entonces el agudo y horrible grito del dragón resonó en el ambiente, y con un majestuoso batir de alas la enorme bestia se abalanzó hacia las sombras, lanzando a una hacia las afueras de la ciudad, y tomando a otra con una de sus fuertes garras, sometiéndola bajo su peso.

Milo miraba todo con los ojos muy abiertos, y con el rostro pálido. El cuerpo le temblaba por el temor de haber estado tan cerca de morir.

-¡¿Qué rayos pasa contigo?!- gritó Surt, quien lo halló mientras buscaba a Camus..-¡No te quedes ahí!...Algo muy malo está pasando, debemos encontrar a Camus y salir de aquí –dijo tomándolo bruscamente del brazo para llevarlo consigo.

El tacto del pelirrojo hizo reaccionar a Milo, quien con rudeza se soltó -¡¡No!!...¡¡No pienso ir a ningún lado con ustedes!!

-Wow…¡¿acaso eres estúpido?!...¡¡Por si no te diste cuenta esas cosas casi te matan!!

-¡Si muero o no, no es de tu incumbencia, así que déjame en paz!- exigió el príncipe comenzando a caminar con la intención de salir de ahí cuanto antes, pero de nuevo fue detenido por el brazo de Surt.

-Tienes razón, a mi no me importa lo que pase contigo, pero eres importante para Camus, por lo que aun si no te gusta, voy a mantenerte vivo hasta que salgamos de aquí –dijo comenzando a jalarlo con fuerza, al tiempo que buscaba con la mirada alguna señal de su amigo y secreto amor.

Mientras el enfadado príncipe trataba en vano de no ser arrastrado, sus ojos vieron a lo lejos algo que reconoció inmediatamente. Y es que al otro lado de la plaza estaba Camus, tan perfecto como la noche en que lo conoció, inmerso en un conjunto de pequeñas luces que bailaban a su alrededor…”Es tan hermoso”…pensó completamente absorto en esa bella visión, olvidando por un segundo su enfado. Sin embargo pronto algo llamó su atención, y es que el cabello normalmente rojizo del gitano, ahora se veía mucho más pálido.

-¡Maldición!...¡¿Ahora qué rayos te pasa?!- gritó Surt, bastante molesto al sentir que el otro frenaba por completo. Pero en cuanto se giró, noto que Milo observaba fijamente hacia un punto en particular…-Camus…-musitó el pelicorto al reconocer a su gran amor -¡¡Vamos, debemos ir con él!!- indicó sacando a Milo de sus pensamientos para volver a jalarlo bruscamente.

 

Mientras tanto, la sombra que había sido lanzada hacia las afueras de Santuario, a sabiendas de que no podría ganar contra aquel enorme dragón,  lanzó un grito furioso para luego disolverse en una grisácea bruma que se coló entre la gente, apoderándose de sus cuerpos, que luego de un par de convulsiones comenzaban a actuar a su voluntad.

 

En cuanto escuchó los gritos, Saga se precipitó a la calle para averiguar qué era lo que pasaba. Al abrir la puerta se halló con una desordenada multitud que corría…”Camus”…pensó agitado dirigiendo la mirada hacia la posada donde se hospedaba la caravana, la cual halló destrozada…-Oh, no…-musitó colándose entre la turba de creaturas cuando algo llamo su atención. Giró su rostro para hallar frente a sus ojos al imponente dragón…-No puede ser…¡Camus!...-gritó alterado buscándolo con la mirada. Un escalofrío recorrió su cuerpo al hallar a su alumno envuelto de luz manejando con facilidad al enorme dragón...-No, no, no…si sigue así él…

Unos gritos detrás de él lo sacaron de sus pensamientos. Cuando giró, vio con claridad como las creaturas comenzaban a atacarse entre ellas. Elfos, duendes, hechiceros, y demás seres mágicos, se lanzaban ferozmente sobre la asustada muchedumbre que aun corría de un lado a otro sin saber donde esconderse.

-¿Qué es esto?-se cuestionó Saga frunciendo el ceño. La respuesta llegó cuando notó que esas agresivas creaturas tenían los ojos de un negro profundo y opaco –Están poseídos…-musitó aun más preocupado, pues ahora que todo estaba saliéndose de control debía llegar cuanto antes a Camus para sacarlo de ahí, más no avanzó ni dos pasos cuando uno de los grandes hechiceros de Santuario le cerró el paso.

 

 

Para Camus no pasó desapercibida la forma en que las diversas creaturas comenzaban a atacarse unas a otros –Milo…-susurró consciente de que el tiempo para salir de ahí vivos se agotaba. Mientras dejaba al dragón terminar con la sombra que había atrapado, comenzó a buscar con la mirada al príncipe…y lo halló a unos 30 metros, corriendo hacia su dirección de la mano de Surt.

De inmediato se dirigió hacia ellos, pero entonces un llanto lo hizo detenerse y mirar hacia uno de los lados. Ahí el pequeño Hyoga lloroso y totalmente aterrado, trataba de defenderse de un par de violentos faunos lanzándoles su viento congelado, pero era tanto su miedo que su ataque carecía de fuerza y no lograba ni siquiera asustarlos.

-Voy a destrozarte lentamente pequeño…-musitó uno de los faunos mostrando unas filosas uñas negras.

El menor solo abrió enormemente sus ojos, y despavorido dio pasó hacia atrás.

-¡¡Muere!!

-¡¡¡Hyoga!!!- gritó Camus interponiéndose, dejando que las filosas garras se clavaran en su espalda.

-¡¡Camus!!- gritó el menor muy asustado, imaginando lo peor.

Camus quiso gritar por el intenso dolor, pero en vez de eso se dio la vuelta  y elevando aun más su poder musitó…-Furorem.

Al instante una nube oscura apareció detrás de los faunos, que temblaron horrorizados cuando de la bruma salió un enorme felino de pelaje negro como la noche y largos y filosos colmillos de un impecable blanco. La enorme bestia de inmediato los atacó, convirtiéndolos en cenizas con su simple mordida, mientras Camus abrazaba a Hyoga, apresando su cabeza contra su pecho para que no viera nada.

Cuando los faunos desaparecieron, el pelirrojo separó al pequeño rubio de su cuerpo, colocándolo sobre el grandioso felino que obediente se inclinaba para recibirlo.

-C-Camus…-tartamudeo Hyoga muy asustado al verse sobre aquel temible animal, pero cuando vio la sonrisa tranquila que el otro le dedicaba colocó sus manitas sobre el espeso pelaje.

-Puedes confiar en el…-susurró Camus con una sonrisa tranquila –Él te llevara con Surt, y los sacara de aquí junto con Milo…te prometo que todo va a estar bien…-dijo limpiando las húmedas  mejillas del pequeño, para luego hacer un gesto mudo al enorme animal que de inmediato comenzó a correr rápidamente entre la gente.

 

Milo y Surt que habían visto todo lo ocurrido permanecían de pie, completamente inmóviles…

-¿Q-qué es esto?...¿qué es lo que está ocurriendo?- cuestionó Milo sin quitar la mirada de Camus, completamente incrédulo de que ese hermoso chico fuese capaz de hacer aparecer tan terribles bestias de  la nada…-Camus…él es…

-¡Nada de esto tiene sentido!- interrumpió Surt nerviosamente, pero no pudo seguir pues de un momento a otro el enorme felino negro apareció frente a ellos, tomándolos bruscamente de sus ropas para lanzarlos sobre su lomo…

-¡Surt!- gritó Hyoga arrojándose a sus brazos.

-¡¡Hyoga, ¿qué estás haciendo aquí? ¿por qué no regresaste con la Srta. Sasha cuando te dije?!!- cuestionó el pelicorto muy afligido estrechándolo con fuerza –Me alegra que estés a salvo.

-¡¡Surt!!...¡¡¡Surt!!!- gritó Milo a todo pulmón.

-¡¡¡¿Qué rayos quieres ahora?!!!!

-Nos estamos alejando…Camus se quedó atrás…-dijo el príncipe con un gesto de sincera preocupación, pues en su mente ahora solo estaba el recuerdo de las filosas uñas clavándose en la espalda del gitano, quien seguramente se encontraba mal herido. Ya después tendría tiempo de enojarse, por el momento lo más importante era poner a Camus a salvo –Debemos regresar…

Surt lo oyó con atención, y luego regresó la vista al frente -¡¡Ey, “cosa”, detente!!...¡¡¡Necesito que regreses!!!-gritó dando un par de palmadas sobre el cuerpo de la bestia, pero esta seguía corriendo sin hacerle caso.

Al ver que estaban por adentrarse al bosque, la sombra restante  salió de uno de los tantos cuerpos infectados, y regresando a su forma original, pero maximizada por el terror y miedo de los habitantes de Santuario, se lanzó directamente sobre ellos.

-¡¡¡Surt, Surt!!!...-gritó Hyoga muy asustado viendo a esa horrible cosa acercarse a toda velocidad.

-Oh, por Dios, ¿qué es eso?- musitó el pelicorto bastante seguro de que con su fuerza actual no sería capaz de luchar contra algo como aquello.

-¡¡¡¡Se acerca!!!!- gritó de nuevo el pequeño rubio, mientras el príncipe y Surt lo colocaban detrás de ellos para protegerlo.

-Eres un idiota –musitó el pelicorto, observando a Milo por el rabillo del ojo –Si voy a morir, al menos quería que lo supieras.

-¡¡¡¡¡¡¡Ahhhhhhhh!!!!!!!!- gritó una vez más el pequeño rubio tapándose los ojos.

 

-Speculo…-musitó Camus a lo lejos.

Entonces el enorme felino, junto con  Hyoga, Surt y Milo, se duplicaron una y otra vez, por lo que al final hubo cientos de ellos corriendo en distintas direcciones, frustrando los planes de la sombra que desesperada al no saber cuál de todos ellos era real, atacó vez tras vez, fallando en el intento de capturarlos.

 

 

Camus sonrió al verlos alejarse pese a la terrible punzada que sentía en el pecho. Los alcanzaría, pero antes debía terminar con la otra sombra antes de que siguiera poseyendo a más creaturas. Luchando contra el dolor que se hacía cada vez más intenso, buscó entre sus recuerdos un hechizo que le ayudara a terminar con todo…”¡Lo tengo!”…pensó al dar con las palabras adecuadas. Sin perder más tiempo  quitó las manos de su pecho ardiente y haciendo acopio de todo su poder, levantó la mano izquierda –Eclipsim…-dijo suavemente.

Al instante la tierra comenzó a vibrar, y de la palma de su mano surgió una intensa penumbra que lo cubrió todo.

Los pocos habitantes de Santuario gritaban horrorizados mientras aquella profunda oscuridad avanzaba hacia ellos.

Luego todo fue silencio, durante segundos…minutos enteros…y entonces, tal como vino, la oscuridad desapareció dejando a su paso los restos cristalizados de todos los que habían sido infectados por la sombra…O al menos eso fue lo que pensaron.

El silencio pronto fue roto por los pocos sobrevivientes, que aterrados por lo vivido miraban su pequeño mundo completamente destruido.

Camus solo escuchaba vagamente sus lamentos, pues luego del último hechizo se sentía agotado y mareado, además de que el ardor en el pecho era demasiado fuerte. Estaba por caer desmayado cuando  el golpe secó de una roca en su lastimada espalda lo distrajo…

-¡¡Demonio!!- gritó aterrada una antigua compañera de la caravana,  mirando fijamente su cabello ahora de un claro color aguamarina y sus brillantes ojos azules.

-¡¡¡Eres un maldito fenómeno!!!- gritó esta vez un fauno lanzándole otra roca que golpeó su brazo.

-¡¡Tú eres el culpable de todo!!...¡¡¡Eres un monstruo!!!

Y así empezó una lluvia de improperios, pues ahora que todo había terminado, los sobrevivientes se habían dado cuenta de que entre ellos siempre había estado la verdadera amenaza.

Camus solo trataba de esquivar las piedras, pero sus movimientos se habían vuelto torpes y lentos, por lo que recibió una y otra vez los duros golpes de las rocas. Sin poder resistirlo más, cayó de rodillas, con las manos apoyadas en el suelo.

Los gritos y los golpes seguían, y fue entonces, en medio de todo ese dolor y confusión, que una extraña imagen apareció en su mente…un vago recuerdo…un lugar lejano y blanco…gente mirándolo con sus rostros horrorizados.

-¡¡¡¡Ahhhhhh!!!!- gritó sintiendo un intenso dolor de cabeza, mientras una lluvia de lo que parecían recuerdos inundaba su mente.

Un par de lágrimas cayeron de sus ojos, quedando congeladas en cuanto tocaron el suelo…

Luego solo se escuchó el correr de un viento frío…Después todo quedó en silencio.

 

 

Notas finales:

Y ese fue...

Si llegaron hasta aquí, de verdad muchas gracias.

Como les dije fue el capítulo más serio hasta ahora, pero creo que es importante comenzar a conocer algunos detalles sobre el pasado de nuestro lindo gitano.

Sé que apesto con los nombres de las creaturas, pero creo que cada uno engloba ciertas características que quería incluir. La primera obviamente fue un dragón de niebla porque los dragones son geniales, fuertes, poderosos, mitológicos. El segundo en español es Furia con referencia a las Erinias que hacian justicia con los que no pagan sus pecados en el mundo de los vivos, y bueno, se trata practicamente de un gatote negro y feroz. El último fue Espejo, que es basicamente un hechizo para crear replicas. Esto se aclarará más tarde, pero de manera general, estos tres seres son los sellos que Krest y el demonio pusieron al poder de Camus, y cuando se rompan definitivamente recuperará todo su poder y memorias. Ah, y si, los tres escorpiones son la forma reducida de los sellos.

Quizá a algunos les sorprendió el cambio en la actitud de Milo, pero considero que pese a todo lo que ha ocurrido entre ellos, ver a Camus herido fue mucho más fuerte que su enojo, y bueno, ya veremos que pasa después.

Lo que yo me pregunto es, ¿dónde rayos quedaron Saga y Sasha? Lol, les juró que cuando terminé el capítulo fue en lo primero que pensé, sobretodo luego de que esa horrible gente tratara tan mal a mi precioso gitano.

En fin, agradezco enormemente su lectura y su tiempo, y una disculpa por atrasarme en responder a sus hermosos comentarios.

Les envío un fuerte abrazo y mis mejores deseos.

Cuídense mucho. Los quiero <3

Bye Bye


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).