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Había una vez... por Milkin_Black

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Notas del capitulo:

Hola a todos ^u^

Espero que se encuentren muy bien.

Me siento muy feliz de al fin poder saludarlos, pues con el caótico inicio del año no había podido escribir.

De corazón muchas gracias a todos los que siguen el fic, a las lindas personitas que han dejado su comentario, y a quienes han preguntado sobre las actualizaciones de este y los otros fics. En realidad espero pronto poder terminarlos todos, aunque de ¡Voy a robar tu corazón! estoy haciendo una corrección al último capítulo, la cual espero subir en estos días, y bueno, Mi querido profesor, al fin encontré el modo de terminarlo.

De cualquier forma quiero agradecer su interés y paciencia.

Y bueno, aquí está la continuación de este pequeño cuento. Quiero dedicar con mucho cariño el capítulo a CAMIL, TiFa, PrincessIce y  Mafuyu - san, chicas, muchas gracias por sus bellas palabras y toda la motivación que me dan para continuar, las quiero mucho y espero que lo escrito sea de su agrado.

 

Nota:

Los diálogos van entre - -

" " son los pensamientos

* * voces de espirítus o cosas incorpóreas

PD: Una disculpa por la ortografía que no pude terminar de revisar.

 

“Hace…calor”…repitió en su confundida mente. Cada parte su cuerpo, de su piel ardía y las heridas en su espalda se sentían como si una cuchilla afilada desgarrara una y otra vez la carne viva…”¿Dónde estoy?”…no lo sabía, pero dado los movimientos bruscos de la improvisada camilla debajo de él, o el paso fugaz de las estrellas que lucian como pequeñas  líneas en el cielo negro, le hicieron saber que estaban en movimiento.

-Camus resiste…-dijo una lejana voz que reconoció como la del príncipe. Luego todo simplemente se torno oscuro.

 

Reinaba el silencio, no había luz, e incluso el dolor parecía haber desaparecido. Aun sin ser capaz de ver su pripio cuerpo, se puso de pie, y entrecerró los ojos…”¿Dónde estoy?”…se preguntó buscando entre la densa nada alguna figura reconocible –Milo…¡Milo!-llamó una y otra vez, con el corazón bombeando en la espera de escuchar de pronto la jovial risa del peliazul y verlo emerger entre las sombras.

En su lugar volvió el silencio, y una extraña sensación de pesadez. Asustado, miró una vez mas a su alrededor…”¿Acaso…estoy muerto?”...La sola idea hizo estremecer su ser, y de la nada delgados ríos de lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, pues de ser cierto nisiquiera había podido despedirse de su maestro, de Surt, de Milo.

*Camus* llamó una suave voz infantil *Camus*

-¡¿Quién eres?!-pregun tó tratando de reconocer algo en aquella absoluta oscuridad.

*Camus…Camus…ven*

En medio de la penumbra apareció una pequeña luz.

-¿Qué es eso?-se preguntó Camus con curiosidad. El miedo se había ido, y su mente tan solo estaba llena de la necesidad de tocarla.

*Camus…ven…acercate*

-Es hermosa…-musitó el joven gitano asborto en la belleza de aquella esferita brillante, pero cuando quiso tocarla, esta se alejó -¡Espera!-gritó corriendo casi instintivamente detrás de ella.

*Ven…Camy…ven*

De pronto la traviesa luz se detuvo, y abruptamente cayó al suelo. Entonces un remolino luminoso se levantó desde el piso, generando un viento frío que despeinó sus cabellos.

*Camus* llamó de nuevo la dulce voz desde el centro del tornado *Camus*

El sonido de aquella voz tiraba de él como un hilo invisible invitándolo a acercarse…más…un poco más…hasta que al final lo vió.

*Camus* musitó entre aquellos aces de luz, un niño pequeño de largos cabellos aguamarina y tristes ojos azules *Hazlo…ven*

 

…………………………………………………………………..

 

Hacía tanto que no dormía tan bien. Los rayos del sol colándose entre el follaje, daban a la mañana una agradable sensación cálida, sin embargo quizá por el cansancio o tal vez por la  belleza de ese sueño que lo hacía sonreir, se negó a abrir los ojos y comenzar su día. Decidido a dormir un rato más se removió caprichosamente sobre la suave y cómoda superficie.

-Milo…-llamó una suave voz bien conocida –Milo…despierta.

-Camus…5 minutos mas…-pensó en responder, pero cuando abrió la boca su voz simplemente no salió, lo cual terminó por obligarlo a despertar.

-Milo…-musitó esa voz angelical de nuevo, mientras él parpadeaba, acostumbrándose a la luz.

-¿De verdad es él?- preguntó con gran entusiasmo una voz infantil.

-Wow, ¿qué le paso?-secundó otra.

Fue entonces que al fin el príncipe lo notó.

“¡¡¡¡¡¡Ahhhhhhhhhh!!!!!!!!!”…gritó o al menos eso intentó, pero la voz no salía, y esos descomunalmente grandes ojos verdes estaban tan cerca.

-¡Quiero tocarlo!- sonó la inconfundible voz de Fenrir quien miraba muy de cerca al diminuto bicho.

Milo aun no comprendía su situación, cuando vió que una enorme mano se dirigía hacia él.

Asustado, intentó poner sus manos para detenerlo, y fue entonces que notó que tenía patas en lugar de manos…”Esto…no puede ser”.

Camus lo resguardó entre sus manos alejándolo del pequeño que seguía queriendo tocar a Milo.

 

 

Cuando el príncipe al fin comprendió su situación, reconociendo que el hechizo que creía anulado simplemente había tardado en hacerlo cambiar otra vez, agradeció al menos encontrarse en las calidas manos de Camus quien lo cobijó junto a su pecho…”Camus”…pensó abrazandose como pudo a él.

-Pero, no lo entiendo, ¿por qué cambió hasta ahora?-cuestionó intrigado Surt, alejando al inquieto smoothy que seguía buscando la forma de tocar al rojizo bicho.

-No lo sé…-contestó Camus con una suave voz. Aunque las heridas en su espalda aun no sanaban, los cuidados incansables de Milo y Surt, quienes permanecieron a su lado cada noche, parecieron tener efecto, y si bien todavía se sentía débil y adolorido, al menos la fiebre se había ido, e incluso podía sonreir.

 

Verlo así, fue un un alivió para Mu. Sentado en un viejo tronco, el crohul miraba desde la distancia como los pequeños observaban con mucho interés y curiosidad al lindo gitano y mas ahora que frente a sus ojos, el príncipe se había convertido en un escorpión, corroborando la historia de Surt quien les explicó que Camus era un gran hechicero, pero uno bueno.

-Parece estar mejor…-dijo Shaka sentándose a su lado.

Su simple presencia bastó, para que Mu se pusiera rigido, sentándose derechito para tratar de ocultar el nerviosismo al tenerlo tan cerca.

-Esto es por ti Mu…Si tú no lo hubieras ayudado, quizá ese chico estaría muerto ahora- comentó el rubio con total honestidad, logrando que el rostro del crohul adoptara un intenso tono carmesí.

-No…yo no hice nada especial…yo solo…-la mano en su hombro le hizo contener el aliento.

-Eres un gran chico Mu, y me alegra haberte conocido –dijo  Shaka mostrando una leve sonrisa que derritió al instante el corazón del pobre crohul, que acalorado y todo rojo, no pudo sino mirarlo con ilusión.

El pelimorado sentía cada vez con mayor claridad que un hilo invisible lo unía de una forma misteriosa a ese bello y valiente chico, lo admiraba, lo quería  de ese modo y absoluto en que se ama por primera vez.

Finalmente el contacto de sus ojos se rompió cuando el pequeño Mime se acercó con su carita triste hacia Shaka, extendiéndole con su manita un pedazo de tela que había guardado de su osito.

Shaka lo cargó para sentarlo en sus piernas, y con inusitada ternura le explicó algunas cosas para alegrarlo. Sin embargo, aunque Mime lo escuchó con atención, sus orejitas seguían tristemente caídas.

-¡Tengo una idea!-dijo de repente el crohul poniéndose de pie, solo para ruborizarse al instante en que sintió sobre sí la mirada de Shaka…-Y-yo…yo…tal vez pueda ayudar- musitó muy apenado extendiendo su enorme mano hacia Mime, quien tras ver asentir a Shaka, colocó el pedazo de tela en la mano de Mu, quien de inmediato corrió hacia algunos arboles, en cuya base había dejado una pequeña bolsa con algunas simples herramientas y cosas que recolectó durante años.

 

Una media hora después Mu volvió. Pero en contraste con la manera alegre en que se había ido, ahora parecía decaído y apenado.

El primero que lo notó fue Camus, quien con una simple mirada lo instó a acercarse.

-¿Qué ocurre?- preguntó el gitano buscando los tristes ojos esmeraldas del crohul.

Mu miró alrededor, y tras asegurarse que nadie los veía, suspiró, y rojo de la vergüenza extendió su enorme mano, mostrándole un deforme osito de peluche hecho con trozos de ropas viejas y distintos hilos de colores –El pequeño perdió a su osito, y yo solo quería hacerlo sonreir…pero soy tan torpe e inútil –dijo volviendo a cerrar la mano con pesar.

 Camus giró un momento hacia donde los menores jugaban. Por su aspecto y su edad, era fácil adivinar que habían atravesado por momentos sumamente difíciles, por lo que ahora mas que nada estaban necesitados de amor, de cariño, y serian incapaces de rechazar una muestra de afecto como la ofrecido por el crohul. Sin embargo, dada la situación de Mu y a sabiendas de su casi nula autoestima, era imposible animarlo y convencerlo de entregarle aquel impravisado peluche al smoothy.

-¿Qué tal si te ayudo un poco?- susurró a modo de secreto el pelirrojo, posando suavemente la mano sobre la del otro.

Éste parpadeo un par de veces, y aun sin comprender lo que planeaba lentamente abrió la mano.

Camus sonrió imperceptiblemente y respiró profundo, mientras colocaba su diestra sobre el singular osito.

-¡No!- exclamó alarmado Mu al adivinar lo que pretendía –Estás muy débil, no puedes hacer eso, debes descansar.

Al gitano le sorprendió la genuina preocupación en esos grandes ojos, por lo que quiso aun más ayudarlo –Será algo muy sencillo, además me siento mucho mejor- aseguró poniendo nuevamente la mano sobre la del crohul. Y antes de que Mu pudiera negarse, o alguien más los viera, una tenue luz iluminó las manos de ambos, tan solo por un par de segundos –Bien, ¿qué te parece?

Mu algo desconcertado extendió la mano, abriendo desmesuradamente los ojos al ver que su deforme y feo osito se había convertido en un hermoso peluche, de suave pelaje blanco y brallantes ojos de cristal.

-¡¡Wow, eso es increíble!!- exclamó sorprendido el pequeño Fenrir, quien escondido entre el follaje de un árbol había observado todo.

Al oírlo, el resto de los pequeños corrieron hacia el crohul.

-¡¡¡Waaa, es un osito!!!

-¡¡Es bonito!!

-¡¡Yo lo quiero!!- dijo Alberich tratando de tomarlo de la mano del crohul, quien viró nerviosamente hacia Camus sin saber que hacer, pues el osito era para Mime, pero tampoco quería decirle a Alberich o a cualquier otro de los niños que no.

-Ese osito es para tu hermanito…-explicó Camus con su suave voz.

Alberich al instante hizo un puchero -¡¡Pero yo lo quiero!!- dijo con algunas lagrimitas bordeando sus tiernos ojos.

-¿Y qué tal si mejor te doy algo especial?

-¿Especial?- repitió el chiquitin bastante intrigado, olvidándose por completo del muñeco para sentarse sobre las piernas de Camus.

El bello gitano sonrió levemente, y colocando ambas manos sobre el menor, hizo aparecer unas pequeñas bolitas de luz que bajaron traviesamente por el cuerpo del nene, haciéndolo sonreir muy divertido, sobre todo porque cuando las tocaba sentía unas cosquillitas. Finalmente cuando las bolitas chocaron con sus desgastadas ropas, estas comenzaron a brillar, y ante las miradas de asombro de todos se tornaron en prendas nuevas y relucientes.

-¡¡Alby!!- gritó Fenrir muy contento saltando alrededor de su hermanito, quien ahora parecía un principito bellamente vestido.

El chiquitin presumió con arrogancia su nuevo conjunto ante sus hermanitos que insistían en tocar sus ropas, atrayendo con sus juegos incluso la atención del crohul, por lo que nadie notó que repentinamente Camus se había quedado muy quieto, con el rostro serio y los labios ligeramente abiertos.

*Bien Camus* sonó dentro de su cabeza de nuevo esa dulce voz.

El alboroto de los pequeñites fue tal, que de inmediato atrajo la atención de los mayores quienes se habían apartado para inspeccionar los alrededores.

-¡¡Camus!!-lo llamó Surt con evidente preocupación -¡¿Camus, que te ocurre?!...¡¿Te sientes mal?!- preguntó asustado de tan solo pensar que la fiebre pudiera regresar.

Sentir su calida mano, hizo a Camus reaccionar, encontrándose de frente con aquellos ojos carmesí sumamente preocupados.

-Camus…¿te sientes bien?

El joven gitano asintió.

-Ahhh, que bien…-dijo el otro aliviado –Aun así no deberías hacer magia hasta recuperarte.

-Pero…

-Nada de peros, debes descansar. Solo dejame limpiar tus heridas y podras recostarte –indicó Surt adoptando su faceta de enfermero,  pero cuando levantó ligeramente su camisa, lo que vió lo dejó perplejo -Tus heridas…-musitó incrédulo, pues en la blanca espalda las horribles heridas parecían haber cerrado un poco -¿Qué fue lo que ocurrió?

Camus lo meditó un minuto…-La magia…cuando la utilicé sentí algo calido en la espalda…-confesó tan impactado como su amigo.

Incluso el pequeño Milo que presuroso subió a su hombro, vio con sus ojitos de bicho que las heridas parecían haber sanado un poco.

Los tres intercambiaron miradas en silencio.

-Oye…-los interrumpió Fenrir jalando la camisa de Camus –Yo también quiero –dijo con su carita sonriente.

Camus miró a Surt de reojo, para luego colocar las manos sobre el menor.

-No puede ser…-murmuró Surt notando como conforme el poder de Camus envolvía al smoothy haciéndolo reir, las heridas de la espalda se cerraban un poco mas.

 

 

…………………………………………….

 

Muy lejos de ahí, en el castillo Carmesí, el guapo hechicero peliazul volvía a su habitación luego de una larga mañana de trabajo junto con su nuevo rey. A decir verdad las cosas no iban exactamente como imaginó, pues aunque aquel hombre era sin duda poderoso, su carácter taciturno había parado por completo sus planes de guerra y dominación.

“Maldición”…pensó una vez mas Kanon, tratando de idear un plan para poder manipularlo y convencerlo de atacar a los tres reinos humanos que aun quedaban en pie, luego de la caída de las casas de Antares y de Rose. Su mente estaba tan llena de oscuros y elaborados planes y estrategias que prestó casi nula atención durante largo camino a la puerta de su alcohoba, pero cuando la abrió -¡¡¡¿Qué demonios estas haciendo?!!!- gritó con una voz que resonó por el castillo, olvidándose de todo en cuanto vio a su sexy gatito al filo de la ventana.

Aioria quien había pasado  la mañana buscando el modo de escapar, dio un ligero brinquito al oírlo, por lo que tuvo que apoyar sus heridas manos sobre la ventana.

Kanon miró la sangre en sus manos, y luego el piso donde algunos pedazos de vidrio brillaban tenuemente.

-No te muevas…-ordenó amenazante avanzando un paso.

Aioria claro que no obedeció, sino que por el contrario se hizo un poco hacia atrás, de tal forma que la mitad de su cuerpo quedó fuera del ventanal.

-¡Demonios, te dije que no te muevas!...Baja ahora mismo de ahí o te juro que vas a arrepentirte-masculló entre dientes, imaginando que su sola voz, fuerte, masculina y seria, seria suficiente para amedrentarlo y hacerlo obedecer.

Sin embargo lo que ocurrió fue muy distinto. Contra todo pronóstico el guapo castaño sonrió. Claro que sabía que corría peligro, pero según sus cálculos con aquella agilidad felina, seguro podría salir a salvo de una caída como esa -¡Tú no me ordenas!...Además pronto seré libre y…

Ni todos sus reflejos fueron suficientes para reaccionar a tiempo con lo que ocurrió, pues moviéndose aun mas rápido que la luz, Kanon llegó hasta la ventana, causándole tal susto a Aioria, que éste último perdió el equilibrio y cayó.

 

 

 

Mientras tanto en la sala principal, el nuevo y oscuro rey contemplaba como ya era una costumbre la figura petrificada del gran Aspros. Con delicadeza deslizó la mano por la inerte cara, delianeando los ojos, la nariz recta, los labios delgados, y luego de forma casi mecánica se tocó a si mismo.

-Metal…-musitó al tiempo que los dedos recorrían la mascara que mantenía oculto el rostro, que aunque era suyo no conocía. Desde que tenía memoria había sido así, quizá por eso sentía cierta satisfacción al admirar dia tras día el rostro del antiguo soberano, después de todo, si Kanon decía la verdad, verlo a él aun petrificado, era como verse a si mismo sin ese viejo pedazo de metal  –Aspros…-susurró de nuevo dejando una ultima caricia.

Pensando en el eco vacío que era su vida, se perdió entre los pasillos en búsqueda de su habitación. Quizá por costumbre dado los largos años que pasó encerrado en aquella horrible prisión, lo reconfortaba hallarse solo en un lugar oscuro y silencioso.

Sin embargo, cuando abrió la puerta de su cuarto vio algo que lo descolocó por completo.

Aunque las cortinas continuaban cerradas, un tenue resplandor de velas iluminaba la cama donde el hermoso joven de Rose, vestido apenas con una delgada túnica, yacía amarrado como una especia de virginal ofrenda.

-Kanon…-musitó el Rey con tonó amargo avanzando hacia el menor.

 

 

El sonido de pasos lo alertó sobre la llegada de alguien, por lo que tensó su cuerpo y cerró los ojos con fuerza en espera de lo peor.

Sin embargo, contrario a cualquier cosa que hubiera imaginado, prontó sintió como sus manos y piernas eran desatadas. En cuanto se halló libre, empujó a su captor con fuerza, y sin perder tiempo se descubrió los ojos.

-¿Te encuentras bien?-cuestionó con su tono monótono un alto hombre a quien jamás habia visto. Aun con la ropa podía notarse que tenía un buen cuerpo, largo cabello negro, y una gruesa mascara de metal que dejaba solo entrever sus ojos.

-¡¿Quién eres tu?!...¡¡Contesta!!-gritó histérico Albafica, buscando con apenas la suave luz cualquier cosa que le sirviera para defenderse.

El Rey solo lo miró…-Tus muñecas están lastimadas, y parece que no has comido en días.

-¡¡¿De que demonios hablas?!!...¡¡¿Quién rayos eres tú?!!- reiteró el joven Rose armado con un fino candelabro de oro blanco. Al no obtener respuesta se armó de valor, y lentamente avanzó hacia la puerta.

El pelinro no se movió, y solo con la mirada siguió cada uno de sus movimientos.

Albafica lo meditó un segundo, calculando que corriendo a máxima velocidad, podría llegar a la puerta antes de que el otro lo atrapara. Así, aprovechando aquel instante de valor y la insolita oportunidad de escapar, lanzó el candelabro contra el pelinegro y corrió lo más rápido que pudo hasta la puerta.

Estaba por cruzar el marcó que daba al pasillo principal, cuando sintió un súbito mareo que poco a poco fue apagando cada uno de sus sentidos, cada parte de su cuerpo, hasta que al final cayó inconsciente.

Más no tocó el suelo. Pues con una velocidad sin igual, el oscuro Rey logró tomarlo en brazos, cargándolo sin ningún esfuerzo para llevarlo de nuevo a la cama, donde lo arropó como si fuese un niño.

 

………………………………………….

 

Mientras tanto en algun lugar de aquel tétrico y sombrio bosque, cierto muchacho peliazul maldecía una vez más su suerte. Aunque hacía tan solo un par de días que viajaba con ellos, ya estaba harto de toda aquella ridícula situación.  Había tenido que soportar las charlas tontas, las continuas quejas e inútiles preguntas, y lo peor, ni siquiera podía conversar con su Solecito sin la irritante presencia de aquel bruto rubio.

Más no era el único irritado…

Kardia no solo había tenido que dormir junto al niño bonito para mantener a ese molesto peliazul lejos, sino que también tuvo que soportar ver a SU Degel, conversando muy animadamente con el elfo Shion, mientras que a él lo ignoraba por completo, sumiéndolo en un estado irritable y explosivo.

Luego de apenas unas cuantas horas de sueño y un pequeño descanso en casi absoluto silencio dada la creciente tensión en el ambiente, retomaron su viaje bajo la guía del guapo joven moreno.

La meta del día consistía en llegar con vida a el bosque de la desolación, y desde su ubicación había al menos cinco rutas posibles que resultaban relativamente sencillas y podían cruzarse con el mínimo esfuerzo…DM eligió la peor. Con afán de desquitarse y sacar algo del coraje y frustración acumulados, los llevó hasta el pie de una alta y empinada montaña.

-Wow, ¿qué es eso?- cuestionó con voz quebrada Tenma, mirando con horror aquel volumen de tierra negra que parecía tocar el cielo dada su gran altura.

-¡Ni crean que yo iré por ahí!-afirmó Yato sintiendo que un escalofrío recorría su cuerpo de tan solo pensar en subir por ahí.

-¿Qué rayos es esto?-interrogó de forma seca Kardia, mirando amenazante al guapo peliazul.

-Es el camino que debemos seguir –contestó DM sin borrar esa sonrisa ladina.

-¡¡¿Crees que soy estúpido?!!...¡¡Debe haber otros caminos, ¿no es así?!!

-Los hay, pero esta el la ruta mas rápida para salir de aquí…Eso si es que quieres encontrar vivo a tu hermano- dijo con tonó socarrón para obviamente provocar a Kardia…y funcionó.

El imponente rubio estaba por lanzarse contra él para borrar de una vez por todas esa estúpida sonrisa que tanto detestaba, pero fue detenido a tiempo por Afrodita, los elfos, Yato y Tenma, quienes con un esfuerzo sobrehumano, apenas si pudieron frenarlo.

-¡¡Kardia por favor!!-pidió el joven príncipe de Rose, aferrándose a su brazo –¡Hazlo por Shaka!

Y ese simple comentario bastó para que Kardia se detuviera en seco y recordara que todo, absolutamente todo era por encontrar a su hermano. Así que no importaba lo mucho que quisiera asesinar a ese mocoso peliazul, ni lo molesto que era el príncipito, aguantaría todo con tal de hallarlo.

-Bien…-gruñó cruzándose de brazos para contener su enojo.

En un intento por aligerar el ambiente y animar a todos, el bello peliceleste caminó hasta la base de la montaña.

-¡Muy bien, hagámoslo!- exclamó Afrodita lleno de energía arremangandose la camisa para comenzar a subir. Al instante Degel corrió para ofrecer su ayuda, al igual que Death, quien le ofreció con galantería la mano. Afrodita los ignoró a los dos, y con la cabeza en alto y la radiante imagen de su novio en mente comenzó a trepar con agilidad por la inclinada pendiente.

-¡Tenga cuidado, por favor!- pidió Degel muy preocupado, preparándose para atraparlo de ser necesario, pero para su sorpresa, el príncipe subía con increíble facilidad, dejando boquiabiertos a todos.

En especial a Death, quien simplemente no podía dejar de verlo. Le gustaban tanto esos arranques aventureros, su actitud orgullosa y confiada, e incluso el modo en que lo miraba por encima del hombro.

-¡¿Se quedarán ahí o piensan subir?!- gritó desde el angosto descanso a varios metros del suelo el peliceleste.

Contagiados por su entusiasmo, o quizá movidos por el propio orgullo, los demás se apresuraron a subir.

Cuando Degel estaba por trepar, Kardia quiso ayudarlo tomándolo de la cintura, pero el peliverde se hizo a un lado.

Entonces Shion hizo su aparición, y como todo un caballero, ofreció sus manos como apoyo.

En realidad como guardia real, Degel había recibido un entrenamiento que lo capacitaba para trepar eso y muchas cosas más, pero el deseo de vengarse del rubio, y la imposibilidad de ser grosero con el cortés elfo, hizo que aceptara, y con su ayuda subiera sobre las enormes rocas de la base.

Kardia por supuesto que ardia de coraje, y miró al elfo de forma asesina asesina. Sin embargo este ni se inmutó, y girándose para dedicarle una bella sonrisa dijo…–Si me lo permite, también podría ayudarlo a usted –para cuando terminó de hablar, su rostro parecía a punto de reventar por lo rojo que estaba.

Kardia lo miró con disgusto e hizo una mueca de desagrado -¿Insinuas que soy tan inútil como para no poder subir eso?

Shion de inmedito levantó la cabeza asombrado -¡No, no quise decir eso!-exclamó sumamente nervioso al darse cuenta que con su tonto ofrecimiento al parecer lo había ofendido, por lo que apresuró a explicar, pero Kardia lo interrumpió.

-Como sea, quitate de mi camino –dijo con tono amargado mirando hacia arriba. Ni siquiera necesitaría escalar, bastaría con algunos saltos bien calculados para llegar a la cima mucho antes que los demás. Habiendo calculado la fuerza y dirección, se inclinó para tomar vuelo y cuando iba a saltar, el elfo lo tomó del brazo.

-¡Lo siento!- murmuró el ojirosa completamente abochornado –Disculpe si lo ofendí, pero no fue mi intención hacerlo, es solo que usted es tan increíble, tan fuerte y tan valiente, que quise hacer algo, aunque fuera pequeño para apoyarlo…Perdone si me equivoque.

Y ahí estaban, las palabras necesarias para reparar el herido orgullo de Kardia. Disimulando bien el regocijo que sentía al ser llamado valiente, fuerte e increíble, se mantuvo serio y lo miró de reojo –Esta bien, un error lo comete cualquiera –y sin más dio un gran salto con el que subió casi 20 metros, dejando al elfo en la base con el rostro brillando de la emoción y la sorpresa.

 

 

-Vamos, déjame ayudarte –ofreció una vez mas Death Mask, quien gracias a sus alas podía alcanzar la cima sin el menor esfuerzo.

-No gracias…-musitó en tono seco Afrodita, moviéndose ágilmente entre las rocas, ofreciendo una sensual y tentadora vista al peliazul que no podía dejar de ver ese hermoso cuerpo, con los músculos contrayéndose y relajándose por el esfuerzo.

Death sonrió y miró hacia arriba. Si lo tomaba y llegaban juntos a la cima, tendrían al menos una media hora para hablar solo los dos, y quien sabe, en ese tiempo cualquier cosa podría pasar. Motivado por el creciente deseo de estar solo con él, se acercó mucho más a la montaña, dispuesto a tomarlo por sorpresa de la cintura, y llevarlo hasta arriba. Se hallaba tan sumido en su plan, que no percibió el ruido del viento siendo cortado por algo que se movía a gran velocidad.

Llegando con una rapidez sin igual apareció Kardia, quien llevaba tomado de la cintura a Degel en uno de sus brazos, y sin previo aviso ni dar pie a protestas, jaló con el otro al bello príncipe quien apenas si se percató de lo que ocurría, cuando el rubio volvió a saltar.

-¡¡¡¡¡Ahhhhhhhhhh!!!!!-fue el grito de Afrodita que se perdió conforme se alejaban velozmente hacia la cima.

-Maldito…-murmuró Death Mask, fastidiado de ser interrumpido por ese rubio entrometido. Así que batió sus alas con fuerza para alcanzarlos, sin importarle que al hacerlo algunas rocas cayeran, amenazando la vida de los que veían abajo, quienes a penas si pudieron hacerse a un lado o cubrirse para no ser golpeados. 

 

-¡¡Suéltame!!- gritaron casi al unísono ambos humanos a penas tocaron la cima, liberandose bruscamente de los brazos de Kardia.

-¡¿Estás loco?!...¡¡Pudiste matarnos!!- regañó el peliverde, verificando que el príncipe se encontrara bien.

Kardia chasqueo los dientes y rodó los ojos con fastidio –Al menos podrían agradecerme. De no ser por mí, seguirían subiendo esta estúpida montaña –reclamó enfadado cruzándose de brazos.

-¡¡Nadie pidió tu ayuda!!- gritó Degel igual de molesto -¿Qué crees que somos, damiselas indefensas?...Nosotros podemos hacer las cosas por nuestros propios medios.

Kardia entrecerró los ojos peligrosamente y fue ahí que una molesta idea cruzó su mente -¿Así que preferirías estar subiendo con los otros?

Degel asintió. Kardia cerró los puños con enojo.

-¿Es por el elfo?... ¿Tanto te gusta que prefieres estar con él que conmigo?-cuestionó tras sacar sus propias conclusiones.

Degel enarcó una ceja y lo miró boquiabierto -¿Te refieres a Shion? ¿Qué tiene que ver el en todo esto?

-“¿Qué tiene que ver él en todo esto?”- arremedó el rubio sin poder contener sus celos -¿Crees que soy estúpido?...Desde que llegó solo te la pasas a su lado hablando por horas y riendo como tonto.

“¿Está celoso?”….se cuestionó el peliverde sorprendido por aquella reacción de el siempre confiado rubio -¿Qué?...¿Acaso tú…

La llegada de DM agitando violentamente sus alas los interrumpió. Kardia dejó para después su pelea con Degel, y se apresuró a jalar a Afrodita del brazo.

DM aterrizó en silencio, lanzando hacia ellos una fuerte corriente de aire al batir sus alas por última vez. Se notaba serio, y la sonrisa ladina había quedado sustituida por una dura línea de desagrado en sus labios.

-¿Kardia, qué pasa?- preguntó el príncipe de Rose al notar en los azules ojos del peliazul un brillo rojizo que hacía sentir un inminente peligro.

-Mantenganse atrás…-masculló Kardia jalando bruscamente a Degel hacia su espalda, para luego preparase para un muy seguro ataque.

Y no estaba mal, Death había llegado a su límite de tolerancia, y evaluando las condiciones donde se hallaban, creyó oportuno terminar de una vez por todas con esa farsa de camaradería y buscar el modo de llevarse a Afrodita sin importar lo que costara. Sin amedrentarse miró fijamente a Kardia…”Conozco tu debilidad”…pensó complacido mirando de reojó a cierto peliverde, si lograba hacerlo caer, Kardia sin dudarlo iria a salvarlo.

Estaba por poner en acción su plan, cuando la montaña comenzó a sacudirse bruscamente.

-¡Príncipe!- gritó Degel cubriéndolo con su cuerpo, al tiempo que Kardia los sujetaba a los dos.

Por el movimiento, algunas rocas de la cima comenzaron a caer, por lo que los gritos de los que seguían escalando no tardaron en  oírse.

-¡¡¿Qué es esto?!!-cuestionó histérico Yato tras esquivar una enorme roca.

-¡¡Solo no te sueltes!!-gritó Tenma abrazándose con todas sus fuerzas a la pared de roca-¡¡¿Shion, ¿están bien?!!

El elfo estaba por contestar cuando una pila de rocas arrasó con dos de sus compañeros.

-¡¡¡Nooooo!!!- gritó Shion viendo con horror como se desplomaban.

En la cima, Death se mantenía aleteando a algunos centímetros del suelo. Sus ojos habían vuelto a la normalidad, y su enojo parecía disipado ante una gran amenaza.

-¡Maldición!- gruñó al reconocer el asqueroso aroma de la creatura que los acechaba.

Repentinamente el temblor paró, quedando todo nuevamente en calma.

-¿Se encuentran bien?- cuestionó con genuina preocupación acariciando el rostro de Degel, quien asintió sonrojado al darse cuenta de que todo ese tiempo había estado resguardado entre sus brazos.

-Los demás…-murmuró el príncipe Afrodita, soltándose del agarre de Degel para correr hacia la orilla de la montaña.

-¡Príncipe!- gritó el guardia siguiéndolo.

-¡Todos abajo!...¡¡Vamos, ahora!!- gritó DM muy serio.

Kardia estaba por protestar, cuando un agudo y fuerte chillido resonó desde las entrañas de la tierra, al tiempo que de entre un montón de rocas que volaban desde el suelo, emergió la horrenda figura de un asqueroso y enorme gusano, con una boca llena de cientos de afilados dientes.

-No puede ser…¡¡¡Suban!!!- gritó Degel a los demás –Su magestad –dijo tomando a Afrodita por los hombros –Por favor, quédese aquí y no se mueva.

-¡Pero Degel!

-¡Debo ayudarlos, debo hacer algo, pero no podré concentrarme si usted corre peligro, ¿comprende? ¡

El príncipe asintió –Degel, ten cuidado –pidió Afrodita tentado a ir con él.

-No se preocupe su magestad, estaré bien, lo prometo –y tan rápido como pudo se preparó para bajar.

-¿A dónde demonios crees que vas?- cuestionó Kardia cerrándole el paso.

-¡¡Kardia, debo ayudarlos!!

-¡¡Eso ya lo sé, pero no voy a permitir que te pongas en peligro!!- indicó el sexy rubio mirándolo de una forma intensa y pasional que terminó por desarmar a Degel –Tú quédate aquí con el niño bonito, el mocoso alado y yo iremos a ayudarlos, ¿de acuerdo?

-Kardia…-musitó el peliverde con las mejillas sonrojadas.

-Lo sé…¿me amas, no es así?-dijo con una sonrisa confiada para luego caminar hacia la orilla -¡Ey, tú!- dijo llamando a Death Mask, quien algo reacio se acercó –Bien, mocoso, este es el plan…

Al oírlo Death pensó en protestar, decile que el único plan posible era escapar, pero la forma en que los miraba Afrodita removió por primera vez algo en su pecho, una extraña y nueva especie de calidez que se extendió por su cuerpo, así que al fin se decidió a ayudar…Pero lo haría a su modo. Sin prestar la minima atención a lo dicho por Kardia, se precipitó hacia los otros -¡¡Y los llevaré arriba, tú ocupate del monstruo!!

-¡¡Maldito mocoso!!- respondió Kardia saltando también.

 

 

 

Casi a la mitad de la montaña, Yato, Tenma, Shion y los otros elfos, trataban de apresurarse a subir…

-¡¡¿Qué clase de cosa es eso?!!- cuestionó Yato muerto de miedo, cuando el monstruo empezó a moverse hacia ellos, provocando que todo volviera a temblar -¡¡¡Tenma!!!

-¡¡¡Resiste Yato, sujétate con fuerza!!!

-¡¡No puedo!!...¡¡¡¡¡Tenma!!!!!!-gritó el pobre unicornio quien al no poder resistir mas terminó por soltarse.

-¡¡¡Yato!!!

Entonces dos sombras pasaraon velozmente a su lado, una con dirección a la bestia, y otro para sujetarlo.

Como un angel salvador, Death lo atrapó entre sus brazos, y sin darle siquiera tiempo para reponerse de la impresión, voló a máxima velocidad hasta la cima.

Mientras tanto Kardia dio un par giros en el aire, y sacando sus afiladas garras aterrizó sobre el asqueroso gusano.

-¡¡Muy bien cosa horrible, veamos si puedes comerme!!- dijo en modo juguetón, rasgando la delgada y pegajosa piel.

El monstruo dio un un fuerte chillido lastimero, y dejó de avanzar hacia la montaña para endocar su atención en Kardia.

-¡¡Eso es…ven por mi asqueroso insecto!!-exclamó Kardia bastante confiado, corriendo de un lado al otro del suelo, aprovechando que con su gran velocidad, aquel asqueroso gusano no podía tocarlo.

 

Mientras tanto en la cima, DM llegó con el último de los elfos, a quien sin el menor cuidado botó en la superficie.

-Bien, ahora larguémonos de aquí –indicó a punto de tomar el brazo de Afrodita, pero este lo esquivo.

-¡¿De que rayos hablas?, no podemos irnos sin el hermano de Shaka!

-El joven Afrodita tiene razón, debemos esperar a Kardia –secundó Degel colocándose entre los dos –Él es muy fuerte, seguro acabará con todo pronto y…

-¡¡Es inútil!!...No importa lo que haga, el no podrá regresar –dijo Death Mask tratando sin éxito de acercarse de nuevo al peliceleste.

Degel se lo impidió -¿Qué significa eso?

-Que sin importar lo fuerte que sea, aunque logre vencelo, esa cosa lo matará.

-¡¡¡¿Qué?!!!- gritaron todos al unísino.

-Eso no puede ser, Kardia es el mas fuerte que conozco.

-Yato tiene razón, Kardia es muy poderoso y él nunca ha…

-¡¡¡¿Qué no entienden, maldición?!!!...¡¡Él está perdido!!...La sangre de esa cosa es como un acido, y cuando la mate va a hacer explosión, y terminará matándolo también- explicó provocando un profundo silencio –Ahora es mejor irnos, antes de que eso ocurra.

Degel estaba shockeado…”Kardia…morirá”…la simple idea heló por completo su sangre y lastimó su corazón…-No…no puede morir…yo…yo…-murmuró alterado avanzando hacia el borde sin otra cosa en mente que rescatarlo.

-Degel- llamó el joven príncipe corriendo hacia él –Quizá si atraemos la atención de esa cosa, Kardia pueda correr.

-Afrodita tiene razón, debemos intentarlo.

Y sin más todos comenzaron a gritar lo más fuerte posible para llamar al gusano.

-¡¡¿Qué demonios hacen?!!...¡¡¡Debemos irnos!!!

-No lo haremos…no sin él-respondió decidido el joven príncipe para luego volver a gritar. Si bien Kardia no le agradaba mucho, ahora eran familia, y la familia se mantiene siempre unida.

 

 

Abajo Kardia seguía saltando, rasguñando y disfrutando de aquel entretenido encuentro, cuando ciertas voces llamaron su atención -¿Qué están haciendo esos idiotas?- se preguntó, distrayéndose solo un insignificante momento, por lo que no notó un charco de la sustancia babosa que despedía el asqueroso cuerpo del gusano, o al menos no lo notó hasta que lo pisó.

-¡Maldición!- gruñó al sentir que su pie derecho estaba atrapado en la cosa viscosa.

El gusano que había sido brevemente atraído por los gritos, se giró hacia el rubio hallándolo inmovilizado.

 

 

 

-¡¡¡Kardia, no!!!-gritó Degel fuera de si, comenzando a bajar como pudo por la empinada pendiente, siendo seguido de inmediato por los otros.

DM simplemente no lo creía –Tontos…-murmuró, viendo incrédulo como estaban dispuestos a arriesgar sus vidas de una forma tan estúpida. Era cierto, quería a Kardia fuera del juego, y dadas las circunstancias, sería muy fácil aprovechar el momento y llevarse a Afrodita…-Me va a odiar si ese estúpido muere…-musitó notando que contra toda lógica, la opinión del peliceleste comenzaba a importarle, y de algun modo, no quería ser odiado por el -¡¡Demonios!!- gritó mientras corria al borde, para lanzarse a toda velocidad hacia donde estaba Kardia.

 

 

-¡¡Rayos, rayos, rayos!!- maldijo el sexy rubio viendo como el enorme gusano se acercaba a él, y aunque le doliera aceptarlo, se hallaba indefenso…”Degel”…pensó cerrando los ojos un momento, para imaginar quizá por última vez el rostro del peliverde…”Degel…yo te…”.

El agudo chillido del gusano lo hizo reaccionar, al tiempo que una rápida sombra negra pasó a su lado.

-Mocoso –dijo al ver que se trataba de DM.

Ignorándolo por completo el joven peliazul aprovecho los quejidos de la bestia sobre quien habia lanzado algunas rocas, para poner las manos cerca del pie del rubio. Entonces de sus manos emergió una energía purpura, fría y perturbadora.

-¿Qué deminios?- masculló Kardia tentado a moverse, pero entonces, para su sorpresa, la cosa asquerosa que tenia sujeto su pie, comenzó a desvanecerse.

-¡Listo!...Debemos irnos…-indicó el menor, tomandolo bruscamente del brazo, al tiempo que aleteaba con fuerza para alejarse lo más rápido posible.

 

-¡¡Lo salvó, DM salvó a Kardia!!- gritó abrazado a la montaña Shion.

-¡¡Si, lo lograron!!-gritó Yato tan eufóricamente que casi vuelve a caer.

Degel por su parte suspiró aliviado, agradeciendo de corazón que Kardia estuviera bien –Debemos subir…-dijo a los demás, al tiempo que comenzaba de nuevo a escalar las rocas.

 

 

Aunque Kardia con sus gritos, pataletas y exigencias de que lo bajará, hacia el volar algo difícil, Death estaba por alcanzar la cima, cuando algo golpeó dolorosamente su ala.

En el suelo el gusano, que como todos los seres de oscuridad no estaba dispuesto a darse por vencido, hizo aparecer en su viscoso cuerpo una especie de burbujas, que salieron lanzadas violentamente hacia el peliazul y Kardia con el único objetivo de derribarlos.

-¡¡¡Ahhh!!!- gritó Death Mask quejándose por el dolor cuando la burbuja revento en su ala carcomiéndola con el acido, provocando que perdiera durante un instante el control y se fuera de lado.

-¿Qué rayos?- gruó Kardia viendo con horror como decenas de esas peligrosas esferas se dirigían hacia ellos. Luego miró al peliazul, lo quisiera o no, ese mocoso lo había salvado, además era mas joven, y estaba lastimado –Suéltame…-pidió seguro de si mismo –Suéltame o vamos a morir los dos.

Death lo miró asombrado. Lo prudente, lo mejor y ventajoso era soltarlo, además de que con el ala herida, sería mas difícil soportar su peso…Sin embargo, en su mente estaba solo la mirada de Afrodita, la forma llena de admiración y agradecimiento en que lo había visto luego de rescatar a los otros y que hizo vibrar su corazón…”Me va a odiar”…pensó de nuevo, sintiendo una amarga sensación, que lo hizo apretar los dientes y hacer un último esfuerzo…-¡¡¡¡¡Ahhhhhhh!!!!!!- gritó aleteando con todas sus fuerzas…Entonces otra burbuja les dió.

 

 

-¡¡¡¡Kardia, noooo!!!!-gritó Degel a unos metros de la cima, viendo como ambos se precipitaban hacia la cúspide de la montaña.

Asustados por el sonido seco de la caída, todos comenzaron a subir a toda velocidad.

Degel fue el primero en llegar, y abrió sus llorosos ojos desmesuradamente al verlos a ambos tirados en la superficie rocosa sin moverse…-Kardia…-musitó asustado…-Kadia…no…no puedes…

Temiendo lo peor, corrió hasta el rubio –Kardia…-llamó una vez mas sujetando aquel bello rostro ahora lleno de polvo y algunas raspaduras –Kardia por favor…-pidió con la voz entrecortada acariciando suavemente su cara.

Los demás que habían terminado de subir, contemplaron en silencio la triste escena sin ser capaces de reaccionar ante lo ocurrido.

-Kardia…no puedes irte…por favor-rogó apoyando la frente contra la del rubio quien seguía inerte -Kardia…yo…yo te…te quie….

La peculiar sensación de una mano acariciando sin pudor su trasero lo hizo callar y levantarse de golpe…

-Mmmm…¿así que morí y fui al cielo?- cuestionó divertido el rubio abriendo lentamente los ojos.

-Kardia…-musitó Degel con apenas un hilo de voz.

-Hola amor…-saludó el rubio, esperando el mas que seguro golpe del peliverde por aquella inocente caricia…pero lo que vino nunca lo esperó.

Degel se inclinó hacia él y lo besó, tan suave y lentamente, que Kardia pudo sentir el ligero temblor en esos dulces labios que presionaban deliciosamente a los propios. Dominado por la pasión contenida, el peliverde lo abrazó por el cuello, y abrió un poco la boca para dar entrada a esa lengua intrusa que sin el menor pudor reclamó como suya cada parte de su boca.

Kardia lo abrazó por la cintura, vibrando al sentir su bello y delgado cuerpo friccionarse suavemente sobre su piel desnuda y caliente…-Oh, Degel…-gimió con el corazón a punto de estallarle de la emoción, para después volver a capturar sus labios, morderlos, lamerlos y raclamarlos, sin prestar la mas minima atención a los otros que sonrojados se habían girado para darles algo de privacidad.

 

 

-¿Te encuentras bien?- cuestionó el peliceleste poniéndose en cuclillas junto a Death.

Este solo asintió en silencio sin mirarlo, tratando de controlar el dolor de sus lastimadas alas. Para su sorpresa, sintió las tibias manos del príncipe sobre ellas.

-Quedate quieto…-dijo untando una extraña sustancia que tras un provocar un ardor inicial, dió una agradable sensación de alivio en las partes heridas –Esto te ayudará por el momento.

Death volvió a asentir algo incrédulo, mientras lo veía volver a guardar la sustancia en el viejo saco que llevaba.

Afrodita lo miró –Death…gracias….por todo…

Y la bella sonrisa que siguió a su agradecimiento, fue mejor que cualquier hunguento para el corazón frío y duro del peliazul, el cuál empezó a dar bruscos saltitos en su pecho.

 

……………………………………….

 

Luego de reparar las ropas de todos, y hacer un par de trucos, comprobaron con asombro que las heridas en la espalda de Camus, aunque aun no sanaban por completo, si que habían mejorado mucho.

Contrastando con la emoción general, Shaka miraba todo desde la distancia con un rostro serio.

-¿No es increíble?- preguntó tímidamente Mu colocándose a su lado –Parece que Camus pronto estará bien.

Shaka permaneció serio.

Mu frunció el entrecejo, sin comprender su repentino cambio de ánimo, pues ahora con esa mirada fría y perspicaz, parecía seguir cada uno de los movimientos del bello gitano.

-Algo está mal…-susurró Shaka entre dientes.

-¿A qué te refieres?-preguntó Mu tratando de entenderlo, lo notar qué era lo que lo teníaan preocupado.

-Esas heridas…Si te lastima un ser de oscuridad, las heridas casi siempre son mortales. Para que alguien se salve, se requiere la intervención de magia muy poderosa, y aun así, muchas veces la victima muere…Así que, esta repentina curación no tiene ningún sentido.

Mu lo pensó un momento. Aunque en verdad no sabía mucho de ese tipo de heridas, ver a Camus recuperado y sonriente lo hacía muy feliz -¿Un milagro quizá?

-Espero que sea eso…-musitó Shaka sin cambiar un poco su semblante.

 

Mientras tanto los otros seguían buscando que más usar, para que Camus terminara de curar sus heridas. En tanto Surt y los pequeños corrían de un lado a otro levantando y tirando cosas, Camus se enfocó en el pequeño bicho rojo en sus manos.

*Hazlo*…dijo de nuevo esa voz que parecía surgir de su interior.

Camus lo pensó, después de todo ya no era necesario ni prudente mantener el hechizo de arácnido. Acunándolo tiernamente entre sus manos, lo apretó contra su pecho. Tenía miedo, al romper el hechizo el príncipe sería libre…- Milo…-musitó ahora colocándolo junto a sus labios –No quiero perderte –dijo temiendo que al final el otro terminara por irse, por olvidarlo.

En ese momento el escorpión se pegó por completo a su cara, acariciándolo con sus tenazas, como diciéndole que nunca lo dejaría.

*Hazlo…Camy…hazlo*…se oyó de nuevo la voz.

Sin siquiera advertir a los demás sobre lo que trataba de hacer, colocó con cuidado al bicho en el suelo. Necesitaba ser rápido y preciso, después de todo romper un hechizo era mil veces mas difícil y peligroso que hacerlo…”Milo”…pensó deseando con todas sus fuerzas que todo saliera bien, y tuviera el poder necesario para regresarlo a la normalidad.

 

Un brusco e imponente despliegue de energía puso a todos en alerta.

-¡¡Camus, no!!- gritó Surt, viendo como el bello gitano era lentamente rodeado por un gran halo de poder, lo que cobró sentido cuando vio en el piso al escorpión rojo…-¡¡No, detente, es muy peligroso!!- gritó a todo pulmón tratando de acercarse, pero el campo de energía le impedía dar mas de un par de pasos. Si bien, hacer pequeños trucos lo había ayudado, intentar en su condición actual algo tan difícil como revertir un hechizo tan complicado podría terminar por costarle la vida.

 

Camus por su parte, se mantenía concentrado solo en el pequeño bicho al frente…”Milo…confía en mi”…y lentamente dirigió sus manos hacia el escorpión, que envuelto en una esfera de luz, comenzó a elevarse.

 

Shaka y Mu detuvieron a los niños, al tiempo que todos observaban con asombro como dentro de la esfera de luz, el pequeño bicho iba transformándose nuevamente en el príncipe Milo.

 

“Un poco más…solo un poco”…pensó Camus esforzándose por mantener la concentración y terminar de romper el hechizo.

*Camus*…llamó de nuevo la dulce voz de niño que parecía estar dentro de sí y al mismo tiempo provenir de todos lados, del el bosque, la tierra, el cielo…*Camus…hazlo*

El joven gitano se fue perdiendo en la voz que provocaba tantas cosas en su interior, calidez, nostalgia, y sin darse cuenta su energía  se volvió irregular y fue tomando un tono rojizo…

*Camus…Camus…ven*

“¿Quién eres?...¿quién?”

-¡¡Camus!!- el gritó de Surt lo hizo reaccionar.

“¿Qué fue eso?”…se cuestionó volviendo a concentrarse solo en Milo que seguía suspendido en la esfera de poder…”Un poco más…ya casi”

*Camus…ven*…

Camus sintió que su corazón se detuvo cuando detrás de Milo, vislumbró la figura de un pequeño niño, de piel blanca como la nieve, cabello claro y fríos ojos azules…*Camus…¿me recuerdas?*…preguntó el menor extendiéndose su blanca mano hacia él…*Camy…ven*…Hechizado por esa suave voz Camus extendió la mano, y su pecho se estrujó presa de un dolor, de una sensación de vacío tan intensa, que algunas lagrimas empezaron a brotar de sus ojos.

*Camus…ven*

Y tras un último esfuerzo, el bello gitano al fin lo tocó, siendo golpeado por un sinfín de imágenes del pasado…luego cayó desmayado.

Notas finales:

Y ese fue.

Espero que haya sido de su agrado...y...

¡¡¡Al fin se besaron!!!...ok, me calmaré, tendremos mas de sus arrumacos después.

Les envío a todos un fuerte abrazo, mi eterno agradecimiento y mis mejores deseos.

Cuídense mucho.

Bye Bye


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