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Había una vez... por Milkin_Black

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Notas del capitulo:

Hola hola...¿cómo están? 

Espero de verdad que se encuentren muy bien

Una disculpa por la demora, pero quería incluir tantas cosas que bueno, el capítulo quedó muy largo y no logré incluir todo lo que quería (al final tuve que dividirlo en dos partes).

Agradezco de corazón a todos los que me han acompañado en esta aventura, y en especial a las lindas personas que han dejado su comentario.

Este capítulo habla un poco de las tres parejas, aunque creo que se centra un poco más en las que están en el bosque, porque tenía la necia idea de insertar un pequeño musical para Kardia...¿la razón?...Si han escuchado la canción de "Y tu sabrás" de Encantada lo entenderán (de hecho es la canción del musical así que ojalá puedan escuchar antes de leer el capítulo, aquí les dejo el link https://www.youtube.com/watch?v=DxB1LlN3-y4).

En fin, sin más los dejo con el capítulo deseando que sea de su agrado...

 

Como cada mañana, Camus se levantó temprano y aseó su habitación, siendo seguido en cada movimiento por los ojitos del pequeño escorpión rojo, que solo deseaba que llegara la tarde para volver a ser humano.

-Bien Milo, debo ir por nuestro desayuno –explicó el bellísimo pelirrojo abandonando la habitación –Pórtate bien, ¿de acuerdo? –pidió con una linda sonrisa que puso más rojo de ser posible al pequeño bicho.

Milo por supuesto que no planeaba obedecer, pues tras la mágica velada de fiesta en  Santuario algo le quedó claro, quería ganar el beso de Camus, así tuviera que esconderse en el lugar más recóndito de aquella habitación. Haría lo que fuera necesario para no ser atrapado en ese último día.

Dispuesto a llevar a cabo su plan, comenzó a correr de un lado al otro, tratando de hallar el lugar más seguro, el escondite perfecto para engañar al bello hechicero.

                                      

Camus por su parte, bajó alegremente las escaleras, suponiendo que en ese mismo instante el pequeño príncipe escorpión seguramente estaba tratando de ocultarse. Ese pensamiento trajo a su mente los recuerdos de aquella fantástica noche…”Quiero un beso”…resonó en su cabeza la voz de Milo, y el recuerdo de sus ojos, de su rostro mientras le hacía tal petición, logró acelerar el corazón del hechicero que sentía a sus labios temblar de solo imaginar el besar al bello príncipe.

-¡Camus!...-llamó por quinta vez Saga, mirándolo con inusual seriedad.

El menor saltó asustado, apenado ante la posibilidad de que su maestro hubiera adivinado el rumbo de sus pensamientos.

-Camus acompáñame por favor, necesito hablar contigo –dijo el mayor relajando el rostro y dibujando una sonrisa, pues lo menos que deseaba era asustarlo, ya que era como un hijo para él.

Camus asintió en silencio, decidido a aprovechar tal ocasión para confesar a su maestro el crimen cometido contra el joven príncipe.

Así, caminando lado a lado, ambos dejaron la ruidosa casa, dispuestos a hablar en un lugar más tranquilo y seguro.

 

Mientras tanto,  el pequeño Milo seguía en su loca carrera por esconderse, y habiendo dado más de veinte vueltas a la habitación, llegó a la conclusión de que quedándose ahí no lograría ganar. Así pues, aprovechando que Camus estaba tardando más de lo habitual, y calculando que la rolliza y simpática Sra. Liz estaba por llegar para dejar la ropa limpia, el valiente escorpión se colocó bajo la cama en el extremo más cercano a la puerta, dispuesto a arriesgarlo todo por conseguir su objetivo.

Y sus cálculos resultaron acertados, pues poco tiempo después se abrió la vieja puerta de madera, dejando entrar a una hermosa mujer que animadamente tarareaba alguna canción de moda en Santuario. El problema fue que Milo no esperó a que ella llegara hasta el buró, sino que al instante en que la puerta se abrió, inició una loca carrera hacia afuera.

-¡¡¡¡¡¡Ahhhhh!!!!!...¡¡¡Auxilio!!!...¡¡¡Ahhhh!!!...¡¡¡Ahhh!!!- gritó aterrada la pobre mujer saltando de un lado al otro para no ser atacada por esa “horrenda bestia”.

El pequeño Milo por su parte, corría horrorizado de un lado a otro, tratando de esquivar los pies de la mujer quien en más de una ocasión había estado demasiado cerca de matarlo.

Finalmente la Sra. Liz dio un salto hacia la cama, en medio de fuertes gritos de auxilio.

El cansado y asustado escorpión aprovechó el momento para salir corriendo de la habitación, esquivando en el camino los fuertes pisotones de algunos miembros de la caravana quienes iban al rescate de la pobre mujer.

-¡¡Camus!!...-gritó un larguirucho hombre de la caravana quien pensaba que el pelirrojo estaba en casa -¡¡Camus, tu escorpión se escapó!!- avisó viendo a el escurridizo bicho rojo pasar corriendo a toda velocidad.

De alguna forma el príncipe al fin llegó a la planta baja, pero para su mala suerte fue recibido a escobazos por la dueña de la casa…

-¡¡¡Bicho malvado, ven acá!!!- exclamó la mayor tratando de golpearlo -¡¡Ya verá ese chiquillo Camus cuando regrese, mira que dejar a sus horribles mascotas afuera!!...¡¡¡Ahora sal de aquí asqueroso animal!!!- dijo arrastrándolo hacia la salida, sin que el pobre Milo pudiera hacer nada para escapar.

Para cuando lo notó, estaba volando en el aire en medio de una nube de polvo con dirección a la calle. Con sus ojos de bicho cerrados con fuerza esperó el golpe de la caída, pero este nunca llegó.

Con los ojitos aun cerrados escuchó el sonido de la puerta al cerrarse, mientras él se sentía suspendido en una superficie suave y fría.

-Tú debes ser la nueva mascota de Camus…-indicó una voz juvenil completamente desconocida.

Milo entonces abrió los ojos, percatándose de que estaba en las manos de un alto y blanco jovencito de encrespada cabellera rojiza e intensos ojos azules que parecían estudiarlo detenidamente.

-¡Surt!- gritó desde el viejo carruaje de madera, un hermoso y pequeño niño rubio.

-¡Voy!...-respondió el aludido metiendo descuidadamente al pequeño bicho en una pequeña bolsa cruzada –Tú pequeño amiguito me vas a ser de mucha utilidad…-musitó cerrando el saco de tela dentro del cual yacía desconcertado el pobre escorpión.

 

 

 

Muy lejos de ahí en algún lugar del bosque…

“Tranquilo…tranquilo…tú puedes hacerlo”…pensó el príncipe de Rose, rojo hasta las orejas tratando de levantar su mirada…”¡¡Dios, no puedo!!”…

¿La razón?... el bello y sexy Shaka llevaba cerca de media hora mirándolo fijamente, poniéndolo tan nervioso y avergonzado que solo quería esconderse o salir corriendo para evitar que el rubio siguiera viendo el descarado rubor de su cara.

Entonces Shaka suspiró, cambiando de posición para poder colocar la cabeza sobre su propio brazo con gesto pensativo mientras sus cielos seguían clavados en el rostro de Afrodita.

Éste, sintiendo que estaba llegando a su límite, se mordió el labio inferior mientras reunía toda su fuerza para poder sostenerle la mirada.

Entonces con un movimiento rápido levantó la cara… –Shaka…-musitó nervioso como nunca antes lo había estado, preguntándose qué cosa le había pasado a su lindo Shaka, y por qué ahora se sentía así ante su simple presencia, pues aunque todavía tenía el impulso de abrazarlo, la simple idea lo hacía estremecer -¿Ocurre algo?-preguntó al fin tratando de distraer al rubio para que dejara de mirarlo.

Shaka entonces comenzó a gatear sensual y lentamente hacia él…

“¡¡Oh, no, no…Ahí viene!!...¡¡¡Ahhh!!!...¡¡¿qué hago?¿qué hago?!!”…pensó Afrodita sin poder moverse, viendo a esos enigmáticos ojos acercarse poco a poco.

Shaka se detuvo solo cuando sus rostros estuvieron tan cerca que bien podía sentir su dulce aliento en el rostro. Entonces sonrió tiernamente –Afrodita…tu lunar…-confesó acariciando la suave piel de su rostro -…es muy lindo, me gusta mucho.

Al instante, y como por obra de un resorte, el príncipe se puso de pie, balbuceando un par de cosas medio inentendibles, entre las que Shaka pudo comprender que iba por algo al bosque.

Shaka permaneció en el mismo sitió muy confundido, viendo al peliceleste perderse entre los oscuros troncos a máxima velocidad. Lo cierto es que al principio las reacciones nerviosas y tímidas de Afrodita, le habían parecido una prueba inequívoca de que quizá al joven príncipe también le gustaba, sin embargo, luego de pasar todo un día siendo evitado, y sin poder acercarse a él, ni mucho menos tocarlo, Shaka comenzaba a creer cada vez con mayor seguridad que  su cambio físico había sido muy drástico, quitándole todo lo lindo y tierno, y ahora Afrodita ya no sentía ningún interés.

 

Muy cerca de ahí, Kardia quien había observado atento la escena, sonrió orgulloso de que su hermanito se hubiera convertido en un hombre tan seductor e irresistible, pues para él estaba más que claro que aquel niño bonito se moría por Shaka. Sin embargo su sonrisa duró poco, pues en su campo visual apareció Degel, quien desde el día anterior había estado actuando muy extraño.

En un inicio el sexy rubio pensó que el peliverde seguía molesto por el incidente del conejo, así que con las mejores intenciones trató de hablar con él, ya saben, para explicarle que no era tan malo el que fuera suyo y cosas así, pero la casa es, que cada que Kardia intentaba acercarse, Degel se giraba y se iba lo más rápido posible. Todo esto había llegado a molestarlo tanto, que en más de una ocasión estuvo tentado a gritarle, pero trató de contenerse pues estaba seguro que de  hacerlo solo empeoraría las cosas.

Lo que Kardia no sabía es que sus sospechas estaban totalmente erradas. Si bien Degel había estado muy molesto luego del problema con el conejo mutante, lo cierto es que en aquel momento de angustia y desesperación mientras peleaba contra los crohuls, en más de una ocasión había aparecido en su mente la imagen de Kardia, a quien inconscientemente se halló llamando en sus pensamientos. Y bueno, cuando el rubio de repente apareció aniquilando sin problema a aquellas horribles creaturas, Degel no pudo evitar sentirse aliviado…y no solo eso, sino que mientras Kardia hacia un festín sangriento con las partes del cuerpo de los crohuls que volaban por todos lados, el peliverde se percató de que Kardia era valiente, muy muy valiente, increíblemente fuerte y extraordinariamente apuesto.

Tal idea para alguien como Degel cuya vida había estado siempre centrada en el servicio al trono de Rose, fue algo que lo descolocó por completo, llenándolo de confusión, nerviosismo y mucha vergüenza, por lo que a partir de ese momento había evitado hablar con el rubio fuera de lo estrictamente necesario, es decir, cuando Kardia agredía al joven príncipe y Degel se veía en la necesidad de intervenir.

Kardia quien no tenía ni la más mínima idea de lo que ocurría en la mente del peliverde, harto de esa fría actitud, decidió darle una lección y demostrarle que era un hombre muy popular y asediado, y que sería un completo tonto al no aceptar sus indecorosas propuestas.

Así pues cuando retomaron el camino hacia Santuario, Kardia optó por una ruta diferente.

Shaka, quien iba cabizbajo caminando detrás de Degel y Afrodita, fue el primero en notarlo, por lo que se apresuró para alcanzar a su hermano.

-Oye Kardia, este no es el camino a Santuario…

-Sabia que lo notarías –contestó el mayor despeinándolo como si fuera un niño pequeño -¡Estoy tan orgulloso de ti!

-¡Kardia, basta…déjame!...-dijo el bello Shaka tratando de alejarlo.

Entonces Kardia pudo percibir por primera vez ese aire sombrío en los ojos cielo de su hermano.

-¿Ahora qué te pasa?...¿No me digas que estas así porque el niño bonito no quiso tomarte de la mano?...¡Vamos, ya eres todo un adulto!-exclamó con burla tratando de suavizar la situación, pero por el contrario, Shaka bajo aun más las orejas con un gesto triste.

-Kardia…¿crees que exista un modo para volver a ser como antes?...Para volver a ser pequeño.

-No, no, no…espera un momento…¿por qué rayos preguntas eso?...¿quieres volver a ser ese horrendo mocoso enano y escuálido?…¡¡¿acaso te volviste loco?!!

Shaka suspiró…-Tú no lo entiendes…Desde que estoy así, Afrodita  no quiere estar cerca de mi…Al inicio pensé que quizá era porque tenía que darle tiempo para acostumbrarse…Pero ahora creo que odia al nuevo yo, así que quiero volver a ser el pequeño al que tanto quería o no podré seguir a su lado…y yo…no quiero que se aleje de mí y me olvide –confesó el menor con una profunda tristeza, con sus orejitas y cola totalmente caídas.

Kardia podría haber hecho muchas cosas, ponerle la mano en el hombro y compartir su experiencia de hermano mayor, pero…digamos que fue mucho más directo –Eres un idiota…-dijo con seriedad obligando al otro a levantar el rostro -¿De verdad crees que ese niño bonito te odia?...¡Tonterías!...Puede que no te hayas dado cuenta porque al parecer aun eres muy lento para muchas cosas, pero ese principito está loco por ti, le gustas tanto que se pone muy nervioso y totalmente rojo en cuanto te le acercas, por eso ha estado actuando así…

Shaka  entonces se giró hacia atrás, observado a unos metros a Afrodita quien continuaba caminando a lado de Degel. En cuanto sus ojos se cruzaron, de inmediato el bello príncipe se tensó y rojo como un tomate desvió la mirada.

-¿Lo ves?- cuestionó el imponente rubio mayor con su sonrisa encantadora.

Shaka algo dudoso lo miró -¿De verdad piensas que es por eso?

-Te lo aseguró hermanito, y créeme, tengo experiencia en estas cosas. Pero ¿qué tal si le damos un empujón?-preguntó Kardia con una sonrisa siniestra que causó escalofríos en el menor…

-¿A qué te refieres?...-cuestionó Shaka con desconfianza mientras Kardia lo abrazaba por los hombros para volver a caminar…

-Ya lo verás hermanito…ya lo verás…

 

Detrás de ellos, Afrodita y el joven guardia continuaron con normalidad, sin sospechar lo que planeaba el sexy rubio.

Aprovechado que Shaka se había alejado lo suficiente, el príncipe cerro los puños y con las mejillas sonrojadas preguntó –Degel…¿qué piensas de mi?...es decir, ¿te parece que soy atractivo?

Al instante el peliverde lo miró sin comprender, haciendo que el pobre peliceleste sintiera que moría de vergüenza…

-Yo…¡Lamento lo que dije, no me hagas caso por favor!...

-Su majestad es una persona muy linda…- respondió el peliverde mirándolo con curiosidad.

Al oírlo Afrodita bajo la mirada pensativo. Durante toda su vida había crecido en medio de continuos halagos sobre su belleza, gracia, o finos modales, cosas que en realidad a él jamás le habían importado, pues las consideraba frivolidades sin mayor importancia. Sin embargo, esa mañana luego de escapar de Shaka, había terminado junto a pequeño arroyo, y fue justo ahí cuando en el agua cristalina apareció su reflejo, que de pronto una pena hasta ahora desconocida embargó su corazón, al notar que lucía sucio, despeinado, y sus ropas nobles parecían solo harapos. Entonces de inmediato en su mente surgió la imagen de Shaka, haciéndolo estremecerse al pensar en que durante todo el camino el rubio lo había visto así, todo desaliñado, sucio y feo, cosas que en otro tiempo no le habrían interesado, pero que ahora eran relevantes porque por primera vez el bello príncipe de Rose sentía la necesidad de lucir lindo para alguien…y ese alguien era Shaka.

Degel intuyendo lo que pasaba por la mente del menor sonrió casi imperceptiblemente –Su majestad, si me lo permite…Yo creo que el joven Shaka lo quiere tal como es, sin importar cosas como la apariencia, pues a diferencia de su hermano, parece que él ha visto su interior, sabe que usted es una persona buena, noble y tierna, y estoy seguro que esa idea no va a cambiar sin importar la cantidad de tierra que acumule en sus ropas. Así que no se preocupe demás, y solo recuerde que luce aun más bello cuando sonríe.

Tras decir esas palabras, el guardia hizo una leve reverencia y continúo su camino. Afrodita permaneció atrás, con el corazón bombeando agitado de tan solo imaginar que el amor que Shaka le profesaba era uno tan grande, tan limpio, tan puro…Esto solo logró ponerlo aun más nervioso, y aunque comenzó a caminar, toda su atención estaba enfocada en dos simples preguntas…¿cómo le haría cuando tuviera que hablar frente a frente con ese increíblemente lindo e imponente rubio? ¿Cómo lograría que de su boca saliera algo coherente, cuando lo único que deseaba era volver a abrazarlo, acariciar sus orejas y sentirlo a su lado en todo momento?

Así pues, aunque cada uno iba sumido en sus propios pensamientos, continuaron caminando en silencio hacia Santuario, solo que harían una…”pequeña desviación”.

 

 

En Santuario, el pequeño Camus retorcía nerviosamente los dedos sobre su regazo, tratando de ordenar en su mente la explicación que le daría a su maestro.

Saga terminó de dar un par de instrucciones a los hombres más confiables de la caravana, para finalmente cerrar la puerta y así poder hablar tranquilamente con su pupilo. Dando tiempo a que los otros se alejaran, caminó despacio hacia la ventana…

-Camus, ¿cómo se encuentra Milo?- cuestionó el mayor mirándolo seriamente -¿Sabe algo sobre lo que ha pasado en su reino?

Camus permaneció boquiabierto, pues era obvio que su maestro siempre había estado al tanto de sus acciones. Avergonzado, bajó la cabeza –Maestro, lamento no habérselo dicho, pero todo pasó muy rápido, y aunque sé que no tenía derecho de convertirlo, no sabía que otra cosa hacer –se disculpó pensando que de habérselo contado antes quizá las cosas estarían mejor.

-Te equivocas pequeño –dijo el peliazul acariciando sus lacios cabellos –Gracias a ti el príncipe de Antares sigue con vida, te aseguro que solo has hecho lo correcto. Has actuado con valor y decisión, por lo que estoy muy orgulloso de ti –indicó dibujando una sonrisa paternal.

Camus al instante se sonrojó, pues en raras ocasiones había visto a Saga hablar de aquella manera, pues usualmente era alguien frío y muy serio.

-Maestro, ahora que estamos en Santuario, ¿Milo estará a salvo verdad?...Es decir, esta es tierra libre y protegida por magia, además de que estamos muy lejos de Antares.

Al oírlo el mayor suspiró –Lo siento pequeño, pero no es así, y por eso precisamente quería hablar contigo, porque esta misma noche nos iremos de aquí. Santuario ya no es un lugar seguro, y debemos alejar al príncipe lo antes posible para ponerlo a salvo.

El pequeño lo escuchó en silencio, y en su rostro podía leerse con claridad cuanto desconcierto le provocaba lo dicho por el mayor.

-Camus, escúchame atentamente…Esto es algo totalmente secreto, ¿comprendes?...Necesito que cuanto antes regreses a la casa y reúnas solo tus cosas más importantes. Procura actuar con normalidad para que nadie sospeche, y por favor mantén vigilado al príncipe y no lo transformes hasta que nos hayamos ido. Mantente alerta y listo para partir, por la tarde pasaré a recogerte ¿de acuerdo?- cuestionó colocando la mano sobre su hombro, notándolo muy tenso y preocupado –Te prometo que todo estará bien…Por ahora ve, y has como te he indicado.

El pelirrojo asintió  poniéndose de pie, prometiéndose en silencio que sin importar el peligro que se avecinaba, él protegería a Milo a toda costa. Con esa idea en mente, abrió la puerta dispuesto a regresar rápidamente a su habitación, pero en el instante en que salió del improvisado despacho de Saga, se topó con una presencia que no esperaba ver…no ahí y no en ese momento. Con temor levantó la mirada, encontrándose con las amables orbes azules de aquella hermosa mujer, de piel blanca como la nieve y corto cabello morado.

-¡Sasha!...¡Qué bueno que llegaste!…Pasa, necesito que hablemos…-dijo Saga guiando a la hermosa joven hacia el interior de la habitación.

En ese momento Camus lo entendió, el que la más grande hechicera en todo el mundo  estuviera ahí mucho antes de lo esperado, solo podía significar una cosa. Ella sería su guía, su escolta, y se encargaría de llevarlos a ese nuevo refugio. De golpe vinieron a su mente las palabras que le había dicho a Milo acerca de que solo ella podía revertir el hechizo, estremeciéndose al imaginar en lo que pasaría si el peliazul se enteraba de que una vez más le había mentido…

-Debo hablar con él…-musitó preocupado corriendo de regreso a la posada.

 

Muy cerca de ahí, en una sencilla habitación del pueblo, un pequeño rubio miraba completamente asombrado a aquel curioso escorpión dentro del frasco.

-Si te acercas tanto lo vas a asustar con tu horrenda cara…

De inmediato el pequeño se giró molesto -¡Claro que no lo voy a asustar!...De hecho para que lo sepas, este pequeño es mi amigo…-confesó con una hermosa sonrisa acercando un dedo al frasco.

El mayor sonrió, terminando de arreglar su cabello frente al espejo –Si, como no…pero como sea, no te encariñes tanto porque pronto volverá con su dueño.

-¿Qué?...¡No!...¡No quiero que te lo lleves!...¡Rojito es mi amigo!- gritó triste el pequeño abrazando el frasco contra su pecho.

Surt solo rodó los ojos agotado de ese chiquillo –Pues lo siento Hyoga, pero este pequeñín pertenece a Camus, y esta misma tarde se lo regresaré…¡Ah!, ya imagino su cara cuando se lo dé luego de que se pase todo el día buscándolo. Seguro que pensará que soy un héroe y bueno, quizá entonces acepte tener una cita conmigo… ¿Qué opinas? ¿verdad que es un gran plan?- cuestionó ilusionado mientras tomaba su chaleco y se dirigía a la puerta.

-¿Vas a salir?-cuestionó el pequeño Hyoga aun con el frasco junto a su pecho.

-¿No es obvio?...Voy a encontrarme “casualmente” con mi lindo Camus…Ahhh, hace tanto que no lo veo.

-¡Pero no puedes irte, la señorita Sasha nos dijo que esperáramos aquí!

-Tranquilo enano, solo será un momento. Además voy a ser muy cuidadoso y regresaré pronto –explicó Surt con aire de suficiencia –Mientras, te encargo a ese pequeño, y que ni se te ocurra hacer alguna tontería, ¿ok?...Bien, nos vemos luego…

-Pero…no puedes irte…-musitó Hyoga preocupado viendo como el pelirrojo desaparecía detrás de la puerta de madera -¿Qué haremos ahora Rojito?...Si la señorita Sasha se entera se va a enojar…-dijo preocupado colocando de nuevo el frasco sobre la cama.

 

 

Camus llegó corriendo a la posada con la intención de hablar de inmediato con Milo y preparar sus cosas para marcharte. Sin embargo, antes de alcanzar las escaleras, fue interceptado por la anciana dueña del lugar quien con gesto molesto y serio lo miró de arriba  a abajo…

-Contigo quería hablar pequeño irresponsable…-dijo la mayor con las manos en la cintura –Bien sabes que aunque aquí no aceptamos mascotas, hicimos una excepción con tus bichos ya que eres el pupilo del Sr. Saga, pero eso de ninguna forma justifica que dejes a esas horribles creaturas sueltas. Hoy por culpa de uno de esos asquerosos bichos la pobre Liz casi muere de un susto…

Aunque la mujer siguió hablando Camus dejo de escuchar. Ninguno de sus escorpiones había escapado jamás, así que solo podía tratarse de…

-¿Dónde está?...¿mi escorpión sigue en la habitación?- pregunto muy preocupado.

La mujer bufó molesta -¡Claro que no!...Yo misma me encargue de echar esa escoria a la calle. De tan solo recordar su horrible forma se me enchina la piel…¡Ey, muchacho!...¡¡Vuelve acá que te estoy hablando!!

Y es que Camus apenas oyó que Milo había sido echado a la calle, salió corriendo a buscarlo.

-¡Milo!...-gritó revisando angustiado cada pequeño pedazo de la acera -¡Milo!...

-¡Ey Camus!...-saludó del otro lado de la calle un muy alegre Surt agitando la mano en forma de saludo.

El aludido ni lo vio, pues estaba por completo inmerso en la desesperada búsqueda de su escorpión.

-Camus…¡¡Camus!!

Fue hasta que escuchó el gritó de Surt, que Camus se percató de la presencia del otro a su lado.

Fingiendo sorpresa el ojiazul exclamó -¡Que sorpresa verte aquí!

-Hola Surt…-saludó el pequeño gitano regresando a su búsqueda.

-¿Eh?...Hace años que no nos vemos y sólo dices “Hola Surt”.

Al escucharlo Camus se detuvo un momento –Lo siento Surt, de verdad que me da gusto verte, es solo que ahora estoy algo ocupado –explicó comenzando a revisar parte por parte de la calle, sin prestar la mínima atención a los carruajes que apenas si lograban frenar para evitar golpearlo.

Surt cerró los puños tratando de disimular la molestia que le producía ser ignorado de aquella manera, pero si algo sabía de Camus era que amaba por sobre todas las cosas a sus mascotas, por lo que sería un grave error hablar mal de ellas o no mostrar preocupación cuando se perdía alguna. Así pues, respiró hondo y se acercó a Camus de nuevo –Y bien, ¿qué buscamos?- cuestionó con amabilidad recibiendo la mirada sorprendida del otro -¡Vamos Camus!...¡Somos amigos, así que ni creas que te dejaré buscar solo!...Anda, dime qué tipo de bicho se supone que debo encontrar.

Camus  sonrió agradecido, y sin perder tiempo describió a Milo, a quien juntos comenzaron a buscar.

 

 

De vuelta en el bosque…

Un par de horas habían pasado cuando el paisaje a su alrededor comenzó a tornarse mucho más lúgubre de lo normal. La naturaleza parecía ser más negra y atemorizante, e incluso unas espesas nubes oscurecían el cielo, mientras un viento frío corría por los arboles helándoles la piel.

-Emmm…Kardia…-llamó Degel mirando hacia todos lados alarmado -¿Estás seguro que este es el camino correcto?

El aludido de inmediato se giró indignado dibujando en su rostro un lindo puchero -¡Genial!...¿ahora también dudas de mi?...¡Qué lindo de tu parte!- dijo haciéndose el dolido.

Degel al verlo solo bajo la mirada apenado, pues era cierto, después de todo lo que habían pasado no tenía motivo para dudar de él -No, no es eso, es solo que…

-Sabes que Degel, déjalo así…-exclamó con amargura el rubio mayor, adelantándose de nuevo supuestamente muy molesto.

Así continuaron por cerca de media hora, hasta que de pronto Kardia se detuvo frente a un grueso y oscuro árbol totalmente seco. Antes de que cualquiera pudiera decir o preguntar algo, tocó tres veces sobre el tronco.

Entonces se escuchó un gran estruendo en el interior del árbol,  seguido de una grave y fuerte voz –Di la contraseña…

Kardia sonrió, y pegándose al árbol susurró algo que los demás no lograron escuchar.

Casi al instante y como por arte de magia, todo a su alrededor comenzó a sacudirse, y cual si se hubiera levantado un telón, se disolvió la oscuridad, dejando ver al final del camino de árboles secos, un claro verde y bello, en medio del cual relucía un fresco estanque de agua cristalina.

-Vamos…-indicó Kardia sonriente caminando como todo un triunfador, siendo seguido por los otros que miraban entre fascinados e incrédulos las pequeñas flores que parecían observarlos.

Ya estando en el claro, vieron como detrás de ellos se cerraba el sendero de oscuros arboles.

-¡Miren a quien trajo en viento!...-dijo de pronto con alegre y jovial voz una bella ninfa bajando por una delgada escalera conectada a un enorme árbol en cuyo follaje se escondía una pequeña y bonita casa.

-¡Yuziriha!...-saludó Kardia feliz.

Tras el intercambio de saludos, la hermosa joven se giró -¡Ey, amigos, ya pueden salir!...

De inmediato, emergiendo de entre los arbustos, aparecieron una gran cantidad de curiosos y extraños seres, que Afrodita y Degel miraban asombrados.

Pronto hadas, duendes, sirenas, y una infinidad de otras tantas creaturas se encontraron alrededor de ellos, estudiándolos con sus curiosos ojos.

-¡Kardia, amigo!...¡qué sorpresa!- exclamó efusivo un espectacular unicornio, que mientras caminaba hacia el rubio mayor comenzó a transformarse en un jovencito alegre de cabellera castaña.

-Yato…-pronunció Kardia con hostilidad, y es que ese chico no era precisamente su persona favorita en el mundo.

-Y dime, ¿cómo siguen tus orejas?- cuestionó el castaño tratando de tocarlas.

-Para tu información, mis orejas están muy bien- indicó Kardia orgulloso y digno.

-¡¡¿Estás seguro?!!- gritó en una de ellas un jovencito moreno de cabello oscuro, apareciendo de la nada detrás de él.

-¡¡Maldición Tenma!!...-gritó muy enojado el rubio tratando de alejarlo como si se tratara de una mosca.

Fue entonces que Degel y Afrodita notaron, que aquel valiente joven que reía feliz por su travesura, tenía en la espalda unas pequeñas alas con las que podía volar con facilidad esquivando los feroces manotazos de Kardia.

-¡Chicos…ya basta!...-ordenó Yuzuriha tratando de imponer la paz.

Al instante ambos obedecieron colocándose detrás de ella.

-¡Kardia, hola!...¡Hola, ven a saludarnos!...-gritaron desde el estanque, las alegres y hermosas sirenas, por lo que el rubio mayor, olvidando por completo su coraje,  ni tardo ni perezoso se acercó al estanque para disfrutar de toda la atención que siempre  le prestaban esas bellezas…

“A ver qué te parece esto mi dulce Degel”…pensó Kardia sonriente, dispuesto a hacer que el peliverde conociera por primera vez los celos.

Sin embargo el pobre, más que notar los obvios coqueteos entre Kardia y las bellísimas sirenas, estaba bastante ocupado tratando de resguardar al príncipe de cualquier posible peligro.

-¡Vamos chicos, denles algo de espacio!- ordenó la joven ninfa notando como tanto el peliceleste como el guardia real parecían bastante incómodos ante el indiscreto escrutinio de los otros. Fue entonces que sus claros ojos se fijaron en una figura vagamente conocida.

-¡Ay, por Dios!...¿eres tu Shaka?...-cuestionó Yuzuriha caminando hacia el bello rubio que aun algo triste se había mantenido en silencio y detrás de los demás. Sin perder tiempo, lo miró detenidamente, comprobando que efectivamente se trataba del hermano menor de Kardia -¡Wow…Shaka estás guapísimo!...¡Vaya que has cambiado y crecido en todo este tiempo!- comentó alegre haciendo sonrojar al rubio quien vagamente recordaba haberla visto antes.

-Emm…gracias…-musitó apenado, dando un paso atrás cuando Yuzuriha trató de acariciar sus orejas.

-Ja…mi pequeño Shaka, veo que sigues tan desconfiado como siempre…Ahhh, recuerdo que te conocí cuando aun eras un niño pequeño y dulce, y mírate ahora, eres un todo un hombre, y uno muy hermoso, seguro serás todo un rompecorazones…¿verdad chicas?- cuestionó la joven ninfa dirigiéndose a las simpáticas sirenas, quienes olvidándose de Kardia, comenzaron a llamar y coquetear descaradamente con un serio Shaka que no muy convencido se acercaba para saludar.

Ya que la atención de todos parecía haberse volcado en  hermanito de Kardia y su sorprendente transformación, Degel se permitió relajarse un poco, dándose la oportunidad para observar curioso todo ese nuevo y extraño mundo a su alrededor.

Afrodita por su parte se hallaba en una situación muy muy distinta, y contrario a relajarse, cerró los puños molesto al ver cómo sin el menor reparo esas coquetas sienas tiraban del brazo de Shaka, pidiéndole con sus voces dulzonas que se aproximara aun más, haciéndolo sentir tan celoso, que sin siquiera pensarlo un poco se acercó, sujetando el otro brazo del rubio.

Shaka al sentirlo giró asombrado, estremeciéndose al reconocer de inmediato el cálido y suave tacto de Afrodita, que puso a su corazón a latir agitado, mientras las orbes cielo observaban como unos ojos celestes miraban con recelo a las lindas sirenas en el agua.

Las sirenas parpadearon, e intercambiaron unas rápidas miradas.

-¿Quién eres tú?- cuestionó una de ellas, sonriendo dulcemente.

-Eres muy bonito, y tienes un increíble color de cabello –exclamó otra imitando a la primera.

Y así comenzó una sucesión de cumplidos hacia el lindo príncipe, que de a poco fue relajando el semblante aunque en ningún momento soltó a Shaka.

-Yo soy Kristi…¿y tú cómo te llamas?-dijo para finalizar la más pequeña de ellas, ofreciendo educadamente su mano para saludarlo.

Afrodita que había sido muy bien educado, no pudo dejar a una dama con el brazo extendido, por lo que respondió el saludo estrechando aquella pálida y fría mano –Soy Afrodi…

Antes de que pudiera terminar, la traviesa sirena lo jaló con fuerza hacia el agua. Afrodita en vano trató de evitar caer, y llevándose a Shaka consigo terminó en lo profundo de aquel claro estanque.

-¡Afrodita!...¿Afrodita, te encuentras bien?- preguntó preocupado el rubio haciendo a un lado los largos mechones celestes que cubrían ese lindo rostro.

Luego de escupir algo de agua, Afrodita asintió disfrutando del roce fugaz de los dedos de Shaka sobre su rostro mientras éste acomodaba sus rebeldes cabellos.

-Jajajajajajaja…¡Debiste ver tu cara!...te veías tan gracioso –se burlo una de las sirenas, con el obvio objetivo de molestarlo.

-Jajajaja…pobrecito, luces tan raro mojado…pareces una bola andante de pelos celestes -dijo otra acercándose peligrosamente a Shaka –En cambio tú…tú luces muy bien…-indicó pasando su fría mano por el brazo del rubio quien de inmediato se hizo a un lado.

-Vamos Afrodita…-dijo Shaka llevándolo hacia la orilla, ignorando por completo las insinuaciones de las sirenas.

-¡¡No, Shaka!!...¡¡quédate un rato más con nosotras!!- dijeron a coro las traviesas jovencitas aferrándose a los brazos de rubio cuando este intentó salir del estanque.

-¡Déjenlo!...-ordenó Afrodita ya muy enojado, obteniendo por respuesta que una de ellas le mostrara la lengua.

-Tú puedes irte a donde quieras pero Shaka se queda…-exclamó tajante otra de ellas cruzándose de brazos.

Afrodita entrecerró los ojos, se arremango las mangas de su empapada camisa y sin más, volvió a meterse al claro estanque donde el pobre rubio ya no sabía qué hacer para zafarse de aquellas chicas que se le pegaban como sanguijuelas.

-¡Que lo dejen en paz!

-¡¡Claro que no, él se queda!!

Y tras un par de jalones, algunos gritos y un par de empujones, Afrodita al fin logró liberar el brazo del rubio. Y haciendo acopio de toda su fuerza y velocidad, pudo ayudarlo a salir completo del estanque. Sin embargo estaba tan molesto, que en vez de soltar a Shaka y hacer alarde de su proeza frente a las enojadas sirenas, caminó rápidamente hacia los arboles.

Cuando al fin se alejaron de los demás, Afrodita soltó  a Shaka…

-Lo lamento…no debí actuar así…eso fue muy infantil…-se disculpó el joven príncipe recobrando el rubor de sus mejillas al percatarse de que estaba solo, con Shaka, y ambos totalmente empapados, y lo que era aun peor, se sentía muy vulnerable debido a esos horribles celos que mantenían agitado su pulso.

-La verdad…eso me hizo feliz…-confesó Shaka dibujando una tenue sonrisa –Es la primera vez desde que cambié, en que tomas mi mano…

-Shaka…-musitó Afrodita cada vez más sonrojado…

-Sé que no te agrada del todo mi nuevo yo, así que me hace feliz que pese a todo pudiera sentir de nuevo tu mano sobre la mía…

-Shaka, espera…yo no…

-No Afrodita, no tienes que decir nada, de verdad te comprendo. Sé que con este cuerpo y mi altura ya no soy adorable ni lindo, pero yo de verdad te quiero mucho, y te juro que si pudiera, haría lo que fuera por volver a ser ese pequeño que tanto te gustaba…-musitó meditabundo con un aire triste y las orejas caídas –Pero yo…no sé como hacerlo…

Entonces, olvidándose por un momento de su nerviosismo, celos, vergüenza, y todo ese cumulo de sentimientos que amenazaban con hacer estallar su pecho,  Afrodita se acercó, y tomó entre sus manos el bello rostro del rubio.

-Shaka…estas totalmente equivocado...-dijo pegando sus frentes mientras con sus pulgares acariciaba esas suaves y pálidas mejillas –A mí me encantas tú, sin importar como luzcas…Es solo que…desde que me confesaste tus sentimientos, yo solo me la paso pensando en ti, y todo el tiempo me siento nervioso cuando te me acercas, y no sé cómo actuar ni que decir…porque me gustas…me gustas mucho…-dijo tentado a rozar levemente sus trémulos labios -…mucho…

Solo eso basto para que Shaka, emocionado, feliz y pleno como nunca, lo abrazara de la cintura atrayéndolo hacia su cuerpo…-Te quiero tanto Afrodita…

-Y yo a ti…-susurró el joven príncipe moviendo las manos hacia su nuca en espera del inminente primer beso.

Shaka suspiró completamente enamorado, hechizado por ese suave aroma a rosas, ese hermoso rostro, su bello cuerpo, pero más que nada por la calidez y dulzura que emanaba Afrodita. Sin poder resistirse más, cerró los ojos y lentamente inclinó la cabeza.

-¡¡Ey, chicos!!...-gritó el divertido Tenma apareciendo entre los árboles. Cuando los miró, se quedó paralizado, percatándose de que había llegado en un pésimo momento –Este…yo…

Afrodita y Shaka tampoco sabían que decir, sonrojados por completo en aquella postura reveladora, miraban con los ojos muy abiertos al chico que se había atrevido a interrumpir ese beso que llevaban tanto esperando. Al final y luego del shock inicial, ambos se miraron, hallando en las orbes del otro dulzura y complicidad, tras lo cual se sonrieron tiernamente separándose para quedar solo tomados de la mano.

-¡¡De verdad lo lamento!!...Yo no sabía que ustedes, bueno…ya saben…-se disculpó el guapo castaño sin saber qué hacer o qué decir.

-No te preocupes…-repuso Afrodita extasiado con la sensación de tener de nuevo la mano de Shaka sosteniendo a la suya.

-No, en serio sé que es mi culpa…Pero Yuzuriha está muy apenada por la actitud de las sirenas, así que me mandó a buscarlos, además de que me indicó que los lleve a cambiarse o se pueden enfermar- explicó Tenma con la mejillas rojas de la pena.

Así pues, los tres regresaron al bullicioso claro donde los esperaban los demás.

 

Y se preguntarán, ¿cómo es que Degel no terminó hundido en el estanque en auxilio de su príncipe? La realidad es que tan pronto como Afrodita caminó hacia Shaka, el valeroso guardia real fue abordado por varias de aquellas extrañas creaturas que mirándolo con admiración lo interrogaron sobre su procedencia, y es que dadas sus ropas, y esa brillante espada era seguro que se trataba de un caballero valiente y poderoso como los de los cuentos.

El peliverde que no estaba muy acostumbrado a tantos elogios y toda esa atención hacia su persona, pronto cayó cautivado y blandiendo al aire su brillante espada narraba algunas de sus hazañas en su época de aprendiz, que los otros escucharon atentos como si fueron niños pequeños oyendo un cuento.

A un par de metros de él, Kardia observaba embelesado aquella escena, y es que en algún momento del camino, Degel había pasado de parecerle delicioso, a alguien por completo hermoso, además de que aunque jamás lo aceptaría frente a él, admiraba mucho su valor, y el que aun en las peores circunstancias nunca se rindiera y luchara arriesgándolo todo.

BUM…

Resonó en su pecho al verlo sonreír feliz…

BUM-BUM…

“¿Qué rayos es esto?”…se cuestionó llevándose la mano a su pecho que latía agitado, sin ser capaz de apartar la mirada del bello guardia real.

-Es muy lindo, ¿verdad?-cuestionó de la nada Yuziriha haciéndolo saltar asustado.

-¡¡¡¿Qué demonios te pasa?!!!...¡¡Casi me matas del susto!!- gritó haciendose el digno para ocultar el nerviosismo de saberse descubierto.

La joven sonrió divertida sentándose a su lado –Si, imagino que tienes razón, porque estabas tan embobado mirándolo que no escuchaste que llevo varios minutos llamándote...

Ese simple comentario provoco que el apuesto rostro de Kardia se tornara completamente rojo, haciendo reír a la joven ninfa.

Entonces Kardia se cruzó de brazos haciendo un puchero –Y…¿qué es lo que quieres?...porque me estabas llamando, ¿no?- cuestionó enfadado de ser su burla, e intentando cambiar el tema de la conversación.

Y funcionó, pues de inmediato la bella ninfa paró de reír –Ah, si…Solo quería preguntarte ¿a qué debemos el honor de tu visita?...porque bueno, tú no eres de los que simplemente aparece porque si.

Kardia sonrió ampliamente –Veo que tu instinto sigue tan acertado como siempre…pues, verás, necesito llegar a Santuario, pero como el camino es tan largo y pesado quiero que Sasha me ayude…Y por cierto, ¿dónde está ella?...Es raro que no se haya aparecido ya.

-La señorita Sasha no está, se acaba de ir esta mañana a Santuario…pero, ¿por qué tu quieres ir para allá?- cuestionó Yuzuriha muy intrigada, pues bien sabía que ese lugar era particularmente peligroso para la raza de Kardia.

Este suspiró rodando los ojos –Por eso…-susurró señalando con la cabeza a la linda parejita que justo llegaba detrás de un avergonzado Tenma –Mi hermanito se enamoró de ese niño bonito, quien al parecer perdió a uno de sus inútiles amigos, y bueno lo estamos buscando.

Yuzuriha lo escuchó con atención…-¿Y tú estás de acuerdo?...Es decir, es obvio que ese chico tiene sangre real, y si sus padres se enteran de su amor, la vida de Shaka, y la de todos ustedes correrá peligro –dijo preocupada.

-Lo sé…-respondió Kardia seriamente –Y te juro que hice hasta lo imposible por separarlos, pero tal parece que sus destinos están unidos, incluso fue gracias a ese chico que mi hermano al fin maduró…Así que creo que no me queda más que apoyarlos y estar de su lado pase lo que pase.

-¡Qué tierno Kardia!...¿desde cuándo eres tan cursi?...Déjame adivinar, seguramente cierto peliverde tuvo algo que ver en tu decisión, ¿verdad?

Y de nuevo Kardia sintió que casi moría ante tan directa insinuación…-¡Por supuesto que no, Degel no tiene nada que ver con eso!...

-¡¡Kardia!!- gritó precisamente Degel haciéndolo saltar de nuevo -¡¿Me puedes decir que significa esto?!- cuestionó molesto, poniendo frente  al rubio a Afrodita y Shaka quienes seguían tomados fuertemente de las manos.

Recomponiéndose de la impresión, Kardia volvió a su actitud despreocupada –Que hicieron las paces supongo…

-¡¡No me refiero a eso!!- gritó casi histérico el guardia real –¡Tus amiguitas casi los matan en el estanque y tu no hiciste nada para impedírselos!

-¡¿Qué?!...¡¿Y desde cuando soy su niñera?!...¡¡Tú eres el que siempre anda detrás del niño bonito!!

-¡Pero ya que estabas tan feliz coqueteando con ellas, al menos podrías haber evitado que trataran de ahogarlos!-gritó Degel muy enfadado.

En ese momento cualquier otro se hubiera captado los sutiles celos en esa simple oración. Pero no, Kardia prefirió enfocarse solo en la pelea…

-¿Ah, si?...¡Pues tú también estabas muy feliz siendo el centro de atención de todos!...¡¡Miren, miren mi espada!!-exclamó Kardia arremedando la voz de Degel mientras jugaba con una delgada rama.

En ese momento Degel olvido por completo lo valiente y apuesto que le había parecido el otro -¡Eres un idiota!- gritó el joven guardia tapándoles los oídos a los menores para que no escucharan (N/A: bueno, mejor dicho, tapó las orejas de Shaka, y una de Afrodita), para luego llevárselos con Tenma que los esperaba junto a la angosta escalera que conducía a la linda casa sobre el árbol.

 

En cuanto los demás se fueron, Yuzuriha y Yato se acercaron muy sonrientes a Kardia…

-Ahhhhh…¡No sabes cómo amo estas relaciones de amor-odio!-dijo Yato con aire soñador.

-No sé de qué diablos hablas…-contestó Kardia enfurruñado.

-Kardia, Kardia, Kardia…No seas así, ya cuéntanos, e incluye sucios detalles- dijo la hermosa joven, mientras ella, su mejor amigo y las demás creaturas del lugar se sentaban alrededor del rubio con sus miradas curiosas.

-¿A qué se refieren?- cuestionó molesto el aludido sintiéndose acorralado por todas esas miraditas ansiosas.

-¡Oh, vamos!...¿crees que no notamos la forma en que veías a ese chico?- intervino Yato haciendo exagerados ademanes con las manos –Aunque la verdad no te culpo, es un joven muy bello –confesó haciendo que al instante Kardia chirriara los dientes, ante la simple idea de que ese mocoso debilucho mirara como hombre a SU Degel.

-¡Lo sabía!...-gritó Yuzuriha -¡¡Wow, Kardia, esto es genial!!...¡¡Nunca pensé que éste día llegaría!!- dijo comenzando a despeinar la rizada cabellera rubia.

-¡¡Ya basta!!- gritó el mayor luchando por frenar las rápidas manos de la joven -¡¡No entiendo de qué diablos hablan!!

-¿Eh?...pues de ti y de Degel, juntos en un árbol besándose- intervino Yato abrazándose a sí mismo como si se estuviera besando con alguien.

Esto hizo que el rostro de Kardia comenzara a ponerse muy muy rojo -¡¡Solo están diciendo tonterías!!...Degel y yo no hemos hecho esas cosas.

-Wowowo…espera…¿Has estado por días con ese chico en el bosque y aun no le has hecho nada?...-cuestionó sorprendida la joven ninfa.

Kardia aun más ruborizado y nervioso se cruzó de brazos haciéndose el digno –No soy esa clase de pervertido…

Al instante resonaron por el lugar las risas de todos los presentes, poniendo más y más avergonzado al orgulloso rubio que no sabía cómo hacer para bajar ese tonto sonrojo de su rostro.

-Esa fue buena Kardia…-dijo la ninfa palmeándolo del hombro, pero la mirada seria que le dirigió el otro le hizo perder por completo su sonrisa –No puede ser –exclamó asombrada como nunca –De verdad te gusta…¡¡De verdad te gusta!!...¡¡Kardia, estas enamorado de él!!- exclamó poniéndose de pie, desatando miles de murmullos entre los presentes quienes incrédulos veían la cara roja de Kardia.

-¡¡Te equivocas!!...¡¡A mí no me gusta Degel!!

-¿Qué no te gusta?...Lo dices porque no has notado la miradita tonta con que lo ves –dijo Yato con las manos en la cintura, provocando que Kardia se enojara más, y en un intento de liberar su estrés le saltara encima.

Por fortuna el rubio fue detenido por Yuzuriha…-Kardia tranquilo…-dijo obligándolo a sentarse de nuevo…Mejor dinos, ¿ya le has insinuado algo?...¿has hecho algo para que sepa lo que sientes por él?...Porque, supongo que su “conversación” de hace un momento no ha sido tu mejor intento, ¿verdad?

Kardia se giró a un lado esquivando su mirada –Yo…bueno…he hecho ciertas cosas –dijo sintiendo como el rubor aumentaba el ardor en su rostro.

La joven entonces abrió enormemente los ojos -¿No querrás decir que tú?

-¡¡Solo lo arrincone un par de veces, lo que es totalmente normal porque lo vencí en una pelea limpia y ahora me pertenece!!...-gritó tratando de convencer a los demás, pero sobre todo de convencerse a sí mismo de que aquello que sentía por el peliverde no era más que un capricho pasajero.

Al oírlo y mirar su infantil forma de actuar, la joven ninfa negó con la cabeza –No, no, no Kardia, no puedes hacer eso o…¿Cómo sabrá que lo amas?...¿cómo verá tu amor?- comenzó a cantar con una bella voz.

-Espera…¿desde cuándo cantas?- preguntó Kardia desconcertado.

Como por arte de magia, comenzó a sonar una linda y movida melodía, que hizo a todas las demás creaturas dispersarse y comenzar a bailar.

-¿Qué rayos?...-musitó Kardia extrañado mirando hacia todos lados. Entonces por atrás de él empezaron a sonar unos tambores tocados por los pequeños duendes.

Yato apareció a su lado derecho moviendo unas maracas- ¿Cómo sabrá que lo amas?

Yuzuriha apareciendo a su lado izquierdo -¿Cómo le muestras cariño?

Yato- ¿Cómo sabrá que en verdad lo amas…si lo amas?

Yuzuriha..-No es suficiente que a quien amas des por hecho...Has que se entere o él puede así decir…-dijo tomándolo por el brazo para llevarlo hacia el estanque, donde las sirenas chapoteando cantaron con su dulce voz…

- ¿Cómo saber si me ama?...¿si acaso soy…de él?

-¡¡Pues claro que es mío!!...¡¿y por qué todos están cantando?!

Yato…-Le dejas notas que le dicen que en tu mente siempre está

Yuzuriha…- Y le mandas flores si nublado está ah ah ah

-¡Jamás!...Eso es tonto –dijo Kardia dispuesto a marcharse antes de que le contagiaran toda esa locura.

Yuzuriha y Yato lo detuvieron abrazándolo por los hombros…- Encontraras mil maneras…diario una más tendrás.

Yato…-Y él sabrá

Yuzuriha…-Y él sabrá…qué es tu amor…qué es tu amor.

-¿De verdad?...¡No, espera!...¡¡Ya dije que no siento eso por él!!-dijo Kardia ofuscado y confundido mientras muchos animalitos bailaban a su alrededor.

Yato, bailando con las mariposas y los pajaritos…-Tu amor reafirma ferviente, pues él no es un vidente…Que sienta que estás presente y que tú lo amas.

-¡¡Qué no es amor!!...¡¿Por qué nadie me escucha?!- entonces unas pequeñas y bellas hadas dejaron una corona de flores sobre su cabeza –Genial, y ¿ahora que soy? ¿una princesa?- cuestionó sarcástico tratando de quitarse de encima a las pequeñas personitas aladas, pero fue jalado por la hermosa ninfa, hacia lo que parecía ser un improvisado altar con un arco floral.

Yuzuriha…-Todos quieren un amor con un final de cuentos…Todos quieren que su amor sea el mejor-poniéndole un pequeño corbatín, mientras uso pajaritos cargaban un espejo donde se podía ver a Degel mientras se cambiaba dentro de la casa.

-¡Ey!...¡Denme eso!- gritó Kardia tratando de quitarles el espejo.

Yuzuriha solo negó con la cabeza -¿Cómo sabrá que le amas?...¿Cómo verá tu amor?

Las sirenas –Por abrazarlo más cerca a un baile invítalo, o compón para él una canción oh oh oh

Los duendes- Tú hallaras la manera, tus detalles hablaran.             

Yato –Y él sabrá…

Yato y las sirenas –¡Y él sabrá!…

Yuzuriha –Qué es tu amor…- dijo tomando las manos del terco rubio.

-¿De verdad piensas que él...?...¿Crees que Degel también…?

-¡Claro que si Kardia!...seguro a él también le gustas –contestó la bella ninfa con alegría –Y tú sabrás que él te ama, que es de verdad tu amor…Porque se viste del color que con tus ojos combinó…

-Se verá muy sexy de azul- comentó Kardia fantaseando.

Yato -O un picnic privado él organizó oh oh oh

Todos –¡Su corazón va a ser tuyo, y por siempre lo será!

-¿De verdad?...¿Degel lo será?- cuestionó Kardia entusiasmado mientras todos bailaban a su alrededor.

Todos –Y tú sabrás…¡Y tú sabrás!...¡¡Y tú sabrás!!...¡¡¡Y tú sabrás!!!...¡¡¡¡Y tú sabrás!!!!

Yuzuriha –Y tú sabrás…que es tu amor…

-Que es mi amor…-musitó Kardia ilusionado poniendo la mano sobre su pecho que latía acelerado –Es mi amor….

 

-Ejem…-carraspeó de pronto Tenma rompiendo el festivo ambiente-¿Me pueden decir que es lo que está pasando aquí?

De golpe todos se callaron, y Kardia casi muere del susto ante la idea de que Degel hubiera escuchado todo, pero al mirar hacia el joven castaño se dio cuenta de que estaba solo.

-¡Tenma!- gritó Yuzuriha corriendo hacia el recién llegado -¿Dónde están los demás?- cuestionó buscándolos con la mirada.

El joven alado suspiró –Vienen atrás…escuché todo el alboroto y decidí adelantarme para asegurarme de que ustedes no estuvieran haciendo algo tonto que los pudiera ahuyentar, porque bueno, casi nunca tenemos visitas…así que lo que menos quiero es quedar en ridículo frente a ellos…

-¿Entonces ellos no escucharon nada?-preguntó Kardia nerviosamente tomándolo por los hombros.

-¿Escuchar qué?- cuestionó Shaka apareciendo entre los arboles tomado de la mano de un sonriente Afrodita, quien lucía aun más lindo con su nueva ropa.

-Nada…solo hablaba de…-no alcanzó a terminar, pues entonces apareció detrás de ellos el alto guardia real, hermoso como nunca, luciendo una delgada camisa de un azul muy claro, y unos ajustados pantalones negros, que dejaban ver con claridad cada detalle de sus largas y bien formadas piernas…-Degel…-musitó embobado, sintiendo algo muy raro e intenso en su pecho.

-Díselo…-musitaron suavemente los pequeños duendes dándole un empujón.

-¿Pero qué…?

-Díselo…-susurró está vez Yato empujándolo de nuevo…

Kardia estaba por voltearse para darle una lección a ese entrometido chiquillo cuando percibió una risita a su espalda. Al girarse se encontró muy cerca  a Degel, quien divertido miraba la corona de flores que Kardia había olvidado quitarse…

-¿Qué es esto?- cuestionó el peliverde tentado a peinar los rubios rizos que se colaban entre las flores –Luces adorable Kardia…-dijo obviamente tratando de burlarse de él como una pequeña venganza.

“Díselo”…se dijo a sí mismo Kardia, pensando que quizá los otros tenían razón, y era mejor cambiar sus métodos de conquista a los que parecía ser inmune el peliverde.

-Degel, tú…es decir…yo quiero decirte…es que tú…¡¡Degel tú…

Lo interrumpió el agudo cantó de unos curiosos pájaros rojos que avisaban de la entrada de alguien.

-¡Vamos, todos ocúltense!- gritó Yuzuriha llevándose a Shaka y Afrodita, mientras Kardia sin pensarlo jaló a Degel.

En medio de aquel silencio, se abrió el camino de arboles que servía de entrada, por el que resonaron más de una docena de pisadas.

Kardia y Shaka no tuvieron que verlos para saber de quienes se trataba. Sorprendidos, ambos salieron de su escondite…

-Mamá…-musitó el menor reconociendo a la hermosa mujer, que vestida con un muy sexy conjunto de cuero negro, encabezaba a la feroz manada a la que llamaban familia.

Notas finales:

Y ese fue...

En verdad espero que les haya gustado...Y bueno...

Se que quedó cortada la parte de Camus y Milo, pero como les comenté con anterioridad, hay tantas cosas que debía incluir que preferí dividirlo en dos partes, así que el próximo se enfocara más en ellos...Y spoiler...las cosas se pondrán feas en Santuario.

Pasando a otras cosas...

Como verán Degel al fin está aceptando su gusto culposo por Kardia, y digo, ¿quién no? Si el hombre es todo un adonis, además de muy divertido. Ja, morí de risa escribiendo la parte fallida de su plan cuando las sirenas lo ignoran y se van a acosar a su hermanito.

Por fortuna la intromisión de esas coquetas jovencitas logró despertar los celos en Afrodita quien por fin ya arregló las cosas con el preciosisimo rubio, y bueno, eso los convierte en la primera pareja oficial del fic, aun y cuando gracias a Tenma no pudieron darse su primer beso. En cuanto a este asunto, en realidad en el primer borrador del capítulo ellos si se besaban, pero me pareció que se merecían un momento más especial para ese dulce momento, por eso al final fueron interrumpidos.

Otro detalle importante sobre por qué Degel también se cambio si no estaba mojado...El caso es que como se mencionó en la parte de Afrodita, ambos llevan días caminando, durmiendo en el piso y esas cosas, y bueno, sus ropas no son mágicas así que en un momento de ocio me puase a pensar que necesitaban una buena ducha y algunos cambios para el camino. Kardia y Shaka no lo necesitan, porque sus sexys y muy muy ajustados pantalones negros si parecen ser magicos, además de que ellos solo con una ducha fría en el río quedan perfectos. Hablando de eso, no se por qué pero siempre imagino que Kardia tiene un sexy aroma a bosque, mientras a Shaka lo imagino con olor a vainilla O.o lol, le vi cara de postre XD

¿Qué otra cosa...mmmm?

Ahhhhh, me encantó incluir al dulce Hyoga como un niño pequeño que está facinado con Rojito. A partir de ahora tanto el como Surt, viviran varias aventuras a lado de Camus y Milo. Por cierto, no maten a Surt, la verdad me agrada mucho, solo tenganle paciencia.

Y bien, ojalá se hayan divertido con este capítulo, pues en el siguiente nos pondremos algo serios.

En fin, les envío un enoooorme abrazo, y mis mejores deseos. 

Cuídense mucho.

Besos

Bye Bye


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