Tobio se encontraba sentado en la orilla de su cama; se secaba el cabello mientras observaba el piso con una mirada perdida y recordaba lo que le había pasado ese día.
Su hermanastro Shouyou había estado ignorándolo durante una jodida semana, pasó de él por siete días, y justamente ese día, cuando Tobio comenzaba a acostumbrarse a su desinterés, Shouyou decidió “declarar su amor”. Tobio no tenía ni idea de qué mierda pasaba por la mente del chico, pero estaba seguro que nada bueno saldría de ello. Durante todo el día, la actitud de Shouyou había sido extraña. En el entrenamiento habían practicado juntos, sin embargo su hermanastro aún era un poco distante con él. De camino a casa, Shouyou se había ido con Yuu y Ryuu, dejando a Tobio caminando detrás de ellos; aunque Shouyou lo hacía parte de la plática y se giraba cada determinado tiempo para decirle algo. Shouyou le había asegurado que le demostraría que sus sentimientos eran verdaderos y no una confusión creada por él mismo; Tobio se preguntaba si su nuevo comportamiento sería parte de eso.
El suave pitido de su reloj de mesa le indicó que ya habían dado las nueve de la noche. Extendió su toalla húmeda sobre una silla y se estaba preparando para meterse a la cama cuando la puerta de su cuarto se abrió. Tobio dirigió su mirada hacía la entrada, pensando que se trataba de su padre, pero los cabellos naranjas de su hermanastro lo tomaron por sorpresa. Shouyou entró a la habitación muy seguro de si mismo y se sentó en la cama de Tobio, justo donde él había estado un momento antes. Tobio observó desconcertado a Shouyou por unos segundos mientras que éste no dejaba de mirar al frente y entrelazar sus dedos.
– ¿Qué rayos haces?
– Te demuestro que te quiero.
– ¿Sentándote en mi cama?
– Es para romper la tensión. – Tobio levantó una ceja sin comprender lo que Shouyou estaba haciendo. Éste seguía revolviéndose las manos, con el ceño fruncido y la sombra de una sonrisa en su rostro. – ¿Ya cambiaste de opinión sobre lo que te dije?
– No. No cambiaré de opinión tú eres el que tiene que hacer eso.
– Tobio, ¡ya te dije! Voy en serio. – Los ojos de Shouyou brillaron y taladraron a los de Tobio. La determinación que emanaba de ellos estuvo a punto de hacer caer la fortaleza de terquedad y obstinación que Tobio había tardado tanto en construir. Estuvo a segundos de creer en sus palabras, a puntos de aceptar esos sentimientos creados a base de malentendidos y confusiones. A puntos de ser feliz.
Tobio agarró uno de los delgados y marcados brazos de su hermanastro y lo empujó hacia atrás, subiéndose encima de él y acorralándolo contra el colchón.
– No, no vas en serio. – Shouyou lucía desorientado y su rostro comenzaba a adquirir un ligero tono rosa. Algo dentro de Tobio se agitó cuando sus miradas se encontraron. Shouyou parecía estar azorado e indefenso, la oportunidad perfecta se había presentado y nunca antes los labios de su hermanastro le habían resultado tan deseables. Tobio sentía que su cuerpo entero hervía, su sangre burbujeaba y la cabeza se le llenaba de humo. Estaba a punto de cometer una estupidez, desde un principio había sabido que las palabras de Shouyou sólo iban a causarle problemas. No estaba preparado, era débil y estaba enamorado. ¿Acaso en el amor el único sentimiento que se tenía era el sufrimiento?
– No querer hacer cosas pervertidas no significa que nuestros sentimientos no sean iguales. ¿Has pensado que hacer un poquito más de ejercicio podría ayudarte? Al parecer el entrenamiento no te cansa lo suficiente. Ahora muévete que quiero dormir.