– Tengamos una cita.
– ¿Qué?
– Tengamos una cita. – Los ojos de Tobio se entrecerraron y miraron a Shouyou sin comprender a qué se refería.
– ¿Qué demonios? – Shouyou suspiró, se quedó pensativo por unos segundos y luego se levantó del suelo, dejando a un lado el desayuno que su padre le había preparado.
– Sugawara Tobio. – Dijo mientras señalaba al mencionado y usaba una voz grave y una mirada seria. – Siéntete dichoso al saber que el hombre más genial y asombroso de todo el mundo está interesado en ti y quiere salir contigo a una, como ya he mencionado ante, cita.
– No. Siéntate y deja de dar pena ajena. – Shouyou hizo un puchero que causó varias sensaciones dentro de Tobio, se cruzó de brazos e hizo el amago de sentarse, pero, en realidad, se agachó detrás de Tobio para tomarlo de los hombros y susurrarle al oído.
– ¿Y si vamos a ver un juego? – El aliento de Shouyou sobre su piel ocasionó un cosquilleo que recorrió todo el cuerpo de Tobio y lo hizo estremecer. Como si se tratara de un acto reflejo, Tobio se incorporó, haciendo que Shouyou se cayera, y se alejó de él.
– Ya te dije que no. No te me acerques así. – Shouyou ladeó la cabeza, viendo la espalda de su hermanastro como si no hubiera escuchado lo que este había dicho.
– Pero ya compré los boletos. Además, ya comenzó la V. Premier League. No te vas a perder el primer partido de la liga, ¿verdad? – Tobio apretó sus puños y rechinó los dientes. ¡Maldita sea! Vaya que Shouyou sabía perfectamente como sobornarlo. Siempre daba en el blanco y lograba doblegar su voluntad, justo como en ese momento. Tobio se giró lentamente, con su orgullo por los suelos y con ganas de negar la incitadora propuesta de su hermanastro. Tobio sabía que eso era otro truco sucio que Shouyou usaba para hacerlo caer en la tentación y en sus sucias mentiras de que lo amaba más que como a un simple amigo y hermano. Sin embargo, era imposible resistirse a esa proposición y a esos ojos enormes que lo miraban llenos de emoción y expectación, como si la respuesta positiva de Tobio fuera lo único y más importante en el mundo.
– ¿Cuándo es? – Preguntó Tobio entre dientes, con el ceño fruncido y una cara de pocos amigos. El rostro de Shouyou se iluminó y una enorme sonrisa se hizo presente.
– Mañana a las nueve de la noche. – Tobio gruñó por lo bajo. La expresión de Shouyou mostraba tanta felicidad que Tobio no sabía que sentir al respecto. Nunca antes su hermanastro se había emocionado tanto por ir a ver un partido, o porque los dos salieran a algún lado. Siempre iban juntos a todas partes, era algo común en ellos y jamás había sido motivo de exaltación o sensaciones inquietantes. Por esa razón, Tobio no supo descifrar qué era ese movimiento inquietante que hacía su estómago, o ese sudor en las manos que lo obligaban a secárselas constantemente; tampoco comprendió por qué su pulso se aceleró y le costó pronunciar que aceptaba salir con Shouyou a ver el jodido partido. Fue hasta que, durante su clase de japonés, se imaginó cómo sería salir con su Shouyou después de todo lo que había pasado entre ellos que se dio cuenta qué era lo que le pasaba y le causaba tanto pánico. Sugawara Tobio estaba nervioso; nervioso de tener que salir y socializar con el chico que lo traía loco y no lo dejaba dormir por las noches. Nervioso de tener una cita con su hermanastro.