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Adolescencia en su punto. por kenni love

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Notas del capitulo:

Antes que nada quiero agradecer a los que me animaron! Aunque no responda sus comentarios, los leo y me hacen sentir feliz. Me hacen creer que si sirvo para esto xD Me pone feliz el ver que poco a poco el fic está creciendo! Y es gracias a ustedes! Nunca pensé que fuera a hacer un fic tan largo (el fic más largo que he hecho es de 11 capítulos xD) Personalmente siento que la historia se está alargando mucho, y no me gusta puesto que no es concreta. Ya la relación entre Hinata y Kageyama va a ir avanzando, lo prometo! También siento que como hago los capítulos a la carrera me quedan un poco mal escritos. Si alguien ve que hay errores o incoherencias, no duden en decirmelo!

Muchas gracias a todos, gracias por leer y gracias por todo!

 Kennistar, cambio y fuera.

El agua caliente de la regadera se deslizaba suavemente por el cuerpo desnudo de Tobio, quemándolo con ligereza y aliviando sus músculos tensos y agarrotados. Junto a él, en el cubículo de alado, se bañaba Shouyou. Tobio podía escuchar como su hermanastro tarareaba varias canciones y silbaba lleno de alegría, lo cual le causaba a Tobio cierto malestar y encogimiento del estómago. ¿Cómo era posible que ese desgraciado estuviera tan tranquilo cuando dentro de unos minutos empezaría es jodida “cita” a la que Tobio había sido obligado a ir? ¿Es que acaso a Shouyou no se le hacía un nudo en la garganta al pensar en ello?, ¿no comenzaba a sudar, a temblar, a tener dolores en todo el cuerpo, a no poder pensar con claridad?, ¿qué clase de monstruo era aquel chico? Tobio sólo recordaba el momento en que Shouyou lo convenció de ir a esa estupidez, y se olvidaba hasta de su propio nombre.

Nunca antes Tobio se había sentido de esa manera, ni siquiera cuando decidió decirle a su hermanastro lo que sentía por él, o cuando tuvo su primer partido de voleibol, o cuando estuvo a punto de reprobar los exámenes finales de secundaria. Era una sensación nueva que lo hacía sentir inquieto, incapaz de poder respirar y hablar al mismo tiempo, a punto de caer y azotar contra el suelo.

– Tobio, apúrate. Se nos hace tarde. – Tobio observó incrédulo como Shouyou salía de la ducha mientras usaba un tono casual, despreocupado. Era indignante ver la falta de escrúpulos que poseía aquel pequeño ser cuando, por su culpa, Tobio se sentía de aquella manera tan extraña, tan nueva, tan indescifrable.

Un sonido sordo inundó el cuarto de baño. Tobio había estado en la misma posición, sosteniendo la misma botella de champú, por los últimos casi diez minutos. O al menos eso era lo que él creía.

– ¿Qué fue eso? – El cambio en el tono de voz de Shouyou hizo que Tobio saliera de su trance y se diera cuenta de que el champú se le había caído y el líquido comenzaba a inundar el piso del pequeño cubículo.

– Nada… se me cayó el champú.

– Eeeeh. Tobio, durante el receso se te cayó el desayuno, en el entrenamiento te regaste toda el agua encima, y ahora quieres inundar el baño de champú. ¿No será que estas nervioso? – Tobio no respondió ni le importó la vocecita melosa que Shouyou había usado para molestarlo. Su mente se puso en blanco y un ligero zumbido llenó sus oídos. En más de una ocasión había escuchado esa palabra, sus hermanos la decían seguido, Shouyou siempre la usaba antes de comenzar un partido; Tobio sabía su significado, como emplearla y su terminología. Pero jamás había tenido que usarla, y mucho menos comprendido a quienes la empleaban.

– ¿Tobio? – Shouyou observaba preocupado la expresión de estupefacción que había puesto su hermanastro. Se acercó un poco al cubículo, justo a tiempo para que la puerta le diera de lleno en la cara en cuanto Tobio la abrió sin preocuparse de no haberse terminado de bañar,  que su hermanastro lo viera desnudo, o que a este probablemente se le hubiera roto la nariz. – Aaah! ¿Qué rayos te pasa? – Tobio bajó la mirada y se encontró con el rostro adolorido de su hermanastro. ¿Por qué el causante de sus problemas era el que terminaba resolviéndolos? El nudo de su estómago comenzaba a aflojarse y todas las preocupaciones que se habían generado en su cabeza ya no parecían tan aterradoras. Por fin podía nombrar esa sensación tan desagradable, y eso lo hacía sentir muchísimo mejor. Incluso había comenzado a dejar de sentirla.

– Estoy listo.

– ¡No te has ni bañado! – Shouyou empujó a su hermanastro, metiéndolo de nuevo en el cubículo. – Deja de perder el tiempo que vamos a llegar tarde. – Las manos de Shouyou resbalaban por el pecho mojado de Tobio, y este las observaba mientras pensaba en lo tonto que había sido al haberse sentido nervioso por primera vez en su vida. 


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