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Sounds like Heaven  por namy chan

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"No te dejaré morir."
 
Resultaba ser algo irónico siendo que minutos atrás intentó todo lo contrario ¿Con que cinismo se atrevía a prometerle tal cosa? Pareció hablar enserio, aquellos ojos azules no indicaban algún atisbo de duda o mentira y lo odió, odió caer un segundo en su treta y creerle, sentir que todo iba a estar bien, que recuperaría su cola y volvería a ser un tritón. Pero no era así. 
 
De quererlo con vida lo dejaría libre, porque sabia que ese encierro lo estaba matando lentamente y a pesar de que lucharía por vivir, que se aferraría a todo hasta dar el último aliento lo inevitable tendría que pasar, moriría en ese sitio, como alguna cosa indefinida fuera de cualquier especie, lejos de su hogar... Y solo. 
 
No entendería como ese demonio iba a mantener su promesa. 
 
Porque eso mismo representaba Kanda Yuu para él, un demonio que tuvo la desdicha de toparse sólo para servir como un vil adorno de vitrina, uno que no duraría mucho. Lo presentía, su cuerpo clamaba a gritos silenciosos todos los estragos que representaba estar fuera de su habitad alimentándose pobremente sin adquirir los nutrientes necesarios mas que para poder respirar sin complicaciones. 
 
Cada día representaba una odisea. 
 
 
--Gracias --Musitó en voz calmada. La enfermera le miró con asombro pausando sus acciones para intentar procesar lo que el chico había dicho. La sorpresa no fue escuchar su voz puesto que la había escuchado en una de sus tantas peleas con su jefe sino que, ese simple agradecimiento le partió el corazón y le fue imposible no abrazar a Allen con fuerza. Pareció una despedida, el llanto que pronto salió de ella sorprendió al propio Allen y se preguntó como brotaba agua a través de sus ojos. Le fue fascinante pero prefirió callar ya que no vio como algo bueno que lo hiciera, menos viendo su semblante afligido. 
 
--El joven Kanda no es una mala persona solo... solo ha pasado por mucho --la mujer no abogó por su inocencia, sabia remotamente de lo que él sería capaz de hacer dado su carácter y una de esas cosas no era el lastimar a propósito a Allen. Sus ideas estaban mal, su juicio algo segado y su necedad nublaba su racionalidad. 
 
Allen tenia todo el derecho de odiarlo pero, todas las veces que los escuchó pelear supo que su relación era diferente, que Kanda trataba de otra forma a su "mascota", no por el hecho de ser esto sino que, Allen tenía cierta particularidad de hacerlo rabiar y a la vez calmarlo. 
 
 
 
~~~
 
Luna llena. Debió ser una noche como todas las demás pero no fue así. Su mente divagó alrededor de las palabras del Moyashi colándose en su conciencia que le llamaba a gritos para que prestara más atención a ello y así lo hizo y sólo obtuvo molestias y varios bufidos tan pronto como cayó la noche.    
 
Con varios toques hacia la puerta de su estudio salió del breve ensimismamiento y tras un carraspeo dio el pase libre para entrar. Detrás, uno de sus hombres escoltó a su invitada y de nueva cuenta se preguntó que demonios estaba a punto de hacer. Seguir los consejos de ese conejo idiota no estaba dentro de sus cosas habituales de hacer, ni en la lista de cosas que jamas haría y de ser así estaría en medio de esa lista imaginaria. Todo apuntó a solo una respuesta; su nivel de desesperación silenciosa para hacerle caso a Lavi Bookman. 
 
--Je-jefe --la mujer habló y pronto fue callada con un ademán del nipón ¿Se podría estar mas nerviosa? Para ella todo era posible. 
 
Lou Fa. Una de las recepcionistas de la rama china en las que su negocio tenia una sucursal, una de las mas grandes del mundo. Por alguna razón fue llevaba a la junta anual en la que por segundo año partía como dueño máximo. Y como todo director a cargo llevaba consigo uno o dos asistentes personales. A simple vista la chica le pareció torpe, sin ningún talento más que para crear problemas pero, era buena en su trabajo en cuanto el profesionalismo entraba en ella. 
 
Era pequeña, faltarían por lo menos tres centímetros para que llegase al metro setenta. De complexión delgada y curvas discretas, cabello oscuro y largo amarrado con dos coletas bajas y trenzadas. Sus ojos eran opacados por el cristal de sus lentes y juró ver cierto brillo en ellos a causa de un amenazante llanto. ¿Que podría hacerle a esa mujer? No era desagradable sino hermosa pero no era su tipo, la veía demasiado ingenua y eso mimo llamó la atención de Lavi, y como todo buen Bookman su don de la palabra la enganchó al grado de hacerle aceptar toda las mentiras dichas como si fuese una cruda y triste verdad. 
 
--¿Estas lista? Él te espera en el jardín...
 
Allen Walker, un chico de 17 años que vivió todos esos años como un infierno, viviendo en orfanatos y trabajando en las calles de Londres hasta que un fatídico día su salud decayó en picada y su linea de vida se redujo drásticamente. Las atenciones llegaron tarde y su diagnóstico empeoró. Allen no tenía salvación y solo se limitaría vivir los pocos años que le quedaban creando pequeños momentos felices, haciendo lo que más quería todo gracias a su amistad con Alma Karma que pese a su fallecimiento su pareja, Kanda, no dudo en seguir ayudando al muchacho lo más posible. 
 
Y su deseo esta vez fue tener una cita con una linda chica que conoció fugazmente y desde la lejanía en una de las juntas de su amigo...
 
Nunca se sintió tan asqueado de tanta mentira bien hecha. Y realmente no le importaba. La chica con su ingenuidad cayó y se conmovió con la historia y las rápidas pruebas que el Bookman creó. No tenia nada en su contra solo era la mejor candidata para ser la pareja de ese brote de habas para procrear. La idea de contratar una prostituta era muy simple y dar dinero a alguna otra mujer pondría en riesgo su palabra al solo verlo como un negocio. Lo mejor fue tomar uno de sus propios empleados y hacerlos caer en su juego. 
 
Facilitaba las cosas a Allen para buscar lo que tanto ansiaba su especie en temporada de celo. 
 
La mujer respiró hondo por quinta vez antes de salir por la puerta trasera que daba hacia un bonito jardín. Se maravilló de tan bello sitio y más al notar las decoraciones y arreglos para una cena en la intemperie. Sin embargo, lo que la dejó sin aliento fue ver al chico sentado sobre una silla de ruedas. Era atractivo ¡Demasiado! Vestía un traje blanco con detalles dorados, una rosa roja en el bolsillo de su camisa de igual tono blanco y... Dios, al cruzar miradas casi perdió el aliento de nuevo. Había aceptado la invitación del Lavi por sentirse conmovida por el chico de lo contrario jamas saldría con un desconocido, menos con un desconocido tan atrayente. ¿Alguien así se atrevió a fijarse en ella? Era irreal... 
 
Cada quien había recibido instrucciones de hablar no de temas de más, irrelevantes o incómodos. Lou Fa lo que menos quiso hacer fue preguntar sobre la enfermedad de Allen, todo lo que tuvo que sufrir y el como se sentía al respecto. Mientras que Allen seguía debatiéndose por adaptarse a aquella ropa asfixiante y preguntarse que rayos hacia una chica ahí... En un ambiente tan extraño y sonriendole de forma amable. 
 
Y no pareció una mala persona. La chica era un mar de nervios, se notaba a kilómetros pero no por ello el albino le quitó la vista de encima. De nueva cuenta sintió curiosidad por otro ser humano y dio paso a una conversación peculiar, una que se volvió relajada al pasar los minutos y que acababan en pequeñas risas. 
 
 
--No pensé que las estrellas de mar tuvieran tanto apetito --la chica estaba sorprendida del conocimiento de Allen, todo respecto a la vida marina. Trasmitía su amor por el mar y sus ojos reclamaban cierta melancolía que atribuyó al darse cuenta que tarde o temprano no vería tan bello lugar de la tierra. 
 
--Creeme, con hambre las estrellas se pueden comer a sus compañeros --¿De qué mas podría hablar? Su vida estaba en el océano, no había conocido nada más que esto hasta hacia unos meses. 
 
Al termino de la cena la china sugirió moverse de sitio a algo más... Privado. Una pequeña banca medianamente alejada de la casa en la que de sentó dejando a Allen a su lado con un muy notorio sonrojo delatándola. Quiso estar lo más cerca de él y Allen no pareció molestarle. 
 
--Sabes yo... He pensado y hum, quisiera repetir esto a-algún otro día --tragó en seco mirando hacia abajo como si el césped le mostrara las maravillas del universo. 
 
--Me encantaría pero no es posible, no estaré mucho tiempo por aquí --jamás se cruzó por su mente el pedir ayuda, no quería mas humanos involucrados con él. Odiaría que mas personas supieran de su existencia y su situación. 
 
--¡No digas eso! Tu vas a vivir mucho tiempo --la desesperación le jugó mal y exasperó. Pensó que alguien tan lindo y agradable no debía morir tan joven. Su corazón se estrujó y algunas lágrimas traicioneras rodaron por sus mejillas. 
 
--Lou Fa... --de nuevo aparecían esas lágrimas ¿Acaso todas se atribuían a la tristeza de los humanos?--. Esta bien, no llores, podemos vernos otro día, podemos...
 
 
El hilo de sus pensamientos se tornó borroso, dejó de lado los intentos de secar las lágrimas de la chica y se enfocó meramente en mirar hacia el cielo. La luna llegaba a su auge y los estragos de lo que creyó solo como un mito se hicieron presentes. 
 
Lejos de todos los deseos ajenos desechó la idea de tocar a su nueva amiga. Borró cualquier pensar estúpido en su mente y pese a todos sus esfuerzos solo una cosa permaneció intacta negándose a desvanecerse entre la nubosidad que su conciencia comenzaba a experimentar.  
 
--Kanda...
 
Quería verlo, necesitaba aferrarse a él. 
 

 


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